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25.3.24

Suecia: El movimiento pacifista y el “temerario” ingreso en la OTAN

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Por Miranda Bryant (*)

Bajo la lluvia torrencial de una primavera bruselense, la bandera sueca se izó el lunes [4 de marzo] ante la sede de la OTAN. El secretario general de la organización, Jens Stoltenberg, dio la bienvenida al nuevo miembro de la alianza en su lengua materna.

"A todos los suecos les digo: 'Välkommentill Nato'". El Primer Ministro sueco, Ulf Kristersson , prometió que su país sería un "miembro orgulloso" impulsado por "la unidad y la solidaridad".

Sin embargo, mientras se solazaba él con el brillo de la incorporación de su país a la OTAN tras meses de retrasos, el otrora próspero movimiento pacifista sueco se ha resentido.

Antaño muy visible en los debates y en las calles -sobre todo en relación con las armas nucleares, el desarme y la guerra de Vietnam-, el movimiento ha ido decayendo desde el final de la Guerra Fría.

Pero en el Centro Internacional Olof Palme de Estocolmo, a pocos pasos del lugar donde fue asesinado el defensor de la paz y ex primer ministro sueco, existe la sensación de que, desde la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia, la cuestión de la paz ha desaparecido del debate público.

Anna Sundström, secretaria general del Centro, una organización para la democracia y la justicia social, ha declarado: "Se ha considerado totalmente ingenuo hablar de paz. Ese espacio no existe. Se nos ha llamado 'ingenuos' o 'putinistas', con el argumento de que sólo sirve a los intereses de Rusia".

Por el contrario, Suecia tomó rápidamente la decisión de solicitar el ingreso en la OTAN, poniendo bruscamente fin a sus 200 años de no alineamiento militar y lanzando advertencias de que el país nórdico -cuyos vecinos son Finlandia, Dinamarca y Noruega- se enfrentaba a una inminente amenaza de guerra.

La retórica de Kristersson ha sido "imprudente", declara Sundström. "No estamos al borde de la guerra. Resulta extremadamente peligroso hablar en estos términos". Aun cuando fuese inminente una guerra, la preparación va mucho más allá del equipamiento militar, añadió.

Llegó un nuevo golpe en diciembre, cuando el gobierno anunció que suprimía un fondo para la paz que había ido prestando apoyo financiero a organizaciones pacifistas desde la década de 1920. Para Sundström fue "una señal preocupante de que el gobierno no quiere que tenga fuerza este tipo de opiniones".

El jueves por la noche, Kristersson fue invitado de honor de la Primera Dama, Jill Biden, en el discurso del Estado de la Unión del presidente norteamericano, horas después del intercambio final de documentación con la OTAN. El primer ministro, que ha estado lidiando con la cuestión de la pertenencia de Suecia a la OTAN desde que asumió el cargo en 2022, sonrió al oír los elogios del presidente en mitad de su discurso y los aplausos de la sala.

Ulf Bjereld, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Gotemburgo y activo socialdemócrata, afirma que la entrada de Suecia en la OTAN supone un fracaso del movimiento pacifista. "Hoy hay una gran decepción en el movimiento pacifista de Suecia. El proceso de debate fue muy rápido y el movimiento pacifista no consiguió frenar el ingreso en la OTAN", afirma.

Cuando Magdalena Andersson, líder socialdemócrata y ex primera ministra, que encabezó la solicitud inicial de Suecia para entrar en la OTAN, decidió apoyar la adhesión a la alianza militar occidental, el movimiento pacifista era "demasiado débil". "Intentaron movilizarse, pero era un tema que les resultaba muy difícil", añade Bjereld.

Pero ahora que se ha cerrado el acuerdo, cree que entre los objetivos del movimiento debería figurar la prohibición de armas nucleares en territorio sueco.

Estocolmo también tiene la oportunidad de adoptar una postura dentro de la alianza, pero Bjereld cree que eso puede depender de quién esté en el gobierno y de si Donald Trump gana o no las próximas elecciones estadounidenses.

Pero muchos echarán de menos la antigua política sueca de no alineamiento militar, la cual, en palabras de Lisa Nåbo, presidenta de la Asociación de Jóvenes Socialdemócratas de Suecia (SSU) y candidata al Parlamento Europeo, "nos daba voz para criticar y dar prioridad a la humanidad y la solidaridad".

Hubo menos protestas y voces discordantes de las que podrían haber oído, debido a la sensibilidad política sobre la cuestión. "Si criticas a la OTAN, automáticamente eres prorruso. No existe en el debate la posibilidad de hacerse varias reflexiones a la vez".

Sus críticos rechazan esta interpretación, pero afirman también que los activistas por la paz como Nåbo se engañan si piensan que hay lugar para la ambigüedad con un Vladimir Putin envalentonado en el Kremlin. Antes de que los socialdemócratas cambiaran de opinión en mayo de 2022, Kristersson acusó a Andersson de complacer sólo a Rusia con sus comentarios contra la adhesión a la OTAN. Declaró entonces: "Ya no hay nada entre lo que ser neutral. Está Occidente y está Rusia".

Mientras tanto, entre las generaciones más jóvenes, la inmediatez de la crisis climática puede pesar más que una visión a largo plazo sobre cuestiones como la OTAN.

Como no se les concedió un referéndum sobre la OTAN ni la posibilidad de votar en las últimas elecciones por ser demasiado jóvenes, cree que los adolescentes deberían tener más claro lo que implica el servicio militar.

La Sociedad Sueca de Paz y Arbitraje, que, con 140 años de existencia, es una de las organizaciones pacifistas más antiguas del mundo, ha visto aumentar el número de sus miembros de 6.500 antes de la invasión rusa de Ucrania a más de 15.000.

Pero su presidenta, Kerstin Bergeå, que ha calificado el ingreso de Suecia en la OTAN de "confusión de prioridades histórica", ha afirmado que, en general, durante el debate sobre la OTAN hubo "muy poco espacio para las voces críticas" y acusó a Suecia de ceder a las exigencias del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y del primer ministro húngaro, Viktor Orbán. "La histórica voz de Suecia en favor de la paz parece haberse acallado. Nos preocupa [que] ... quede reducida al silencio".

Ahora que Suecia se ha unido a la OTAN, espera que actúe como "pacificadora" dentro de la alianza y adopte una postura firme en contra de las armas nucleares.

Emma Berginger, diputada del partido de Los Verdes y miembro de la comisión de Defensa del gobierno, afirmó que la guerra de Ucrania supuso un "enorme punto de inflexión" para el movimiento pacifista y para su partido, así como para la población sueca. Sin embargo, afirmó que la solicitud fue precipitada y debería haberse sometido a un mayor debate público, lo que hizo que muchos no tuvieran claro qué implicaba realmente ser miembro de la OTAN.

Aunque los Verdes votaron en contra de la adhesión a la OTAN, han decidido respetar el resultado y no pedirán la salida de Suecia. "En lugar de ello, queremos trabajar de forma constructiva para influir en el papel que Suecia pueda desempeñar en la Alianza", declaró,

Bajo la lluvia torrencial de una primavera bruselense, la bandera sueca se izó el lunes [4 de marzo] ante la sede de la OTAN. El secretario general de la organización, Jens Stoltenberg, dio la bienvenida al nuevo miembro de la alianza en su lengua materna: "A todos los suecos les digo: 'Välkommentill Nato'". El Primer Ministro sueco, Ulf Kristersson , prometió que su país sería un "miembro orgulloso" impulsado por "la unidad y la solidaridad".

Sin embargo, mientras se solazaba él con el brillo de la incorporación de su país a la OTAN tras meses de retrasos, el otrora próspero movimiento pacifista sueco se ha resentido.

Antaño muy visible en los debates y en las calles -sobre todo en relación con las armas nucleares, el desarme y la guerra de Vietnam-, el movimiento ha ido decayendo desde el final de la Guerra Fría.

Pero en el Centro Internacional Olof Palme de Estocolmo, a pocos pasos del lugar donde fue asesinado el defensor de la paz y ex primer ministro sueco, existe la sensación de que, desde la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia, la cuestión de la paz ha desaparecido del debate público.

Anna Sundström, secretaria general del Centro, una organización para la democracia y la justicia social, ha declarado: "Se ha considerado totalmente ingenuo hablar de paz. Ese espacio no existe. Se nos ha llamado 'ingenuos' o 'putinistas', con el argumento de que sólo sirve a los intereses de Rusia".

Por el contrario, Suecia tomó rápidamente la decisión de solicitar el ingreso en la OTAN, poniendo bruscamente fin a sus 200 años de no alineamiento militar y lanzando advertencias de que el país nórdico -cuyos vecinos son Finlandia, Dinamarca y Noruega- se enfrentaba a una inminente amenaza de guerra.

La retórica de Kristersson ha sido "imprudente", declara Sundström. "No estamos al borde de la guerra. Resulta extremadamente peligroso hablar en estos términos". Aun cuando fuese inminente una guerra, la preparación va mucho más allá del equipamiento militar, añadió.

Llegó un nuevo golpe en diciembre, cuando el gobierno anunció que suprimía un fondo para la paz que había ido prestando apoyo financiero a organizaciones pacifistas desde la década de 1920. Para Sundström fue "una señal preocupante de que el gobierno no quiere que tenga fuerza este tipo de opiniones".

El jueves por la noche, Kristersson fue invitado de honor de la Primera Dama, Jill Biden, en el discurso del Estado de la Unión del presidente norteamericano, horas después del intercambio final de documentación con la OTAN. El primer ministro, que ha estado lidiando con la cuestión de la pertenencia de Suecia a la OTAN desde que asumió el cargo en 2022, sonrió al oír los elogios del presidente en mitad de su discurso y los aplausos de la sala.

Ulf Bjereld, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Gotemburgo y activo socialdemócrata, afirma que la entrada de Suecia en la OTAN supone un fracaso del movimiento pacifista. "Hoy hay una gran decepción en el movimiento pacifista de Suecia. El proceso de debate fue muy rápido y el movimiento pacifista no consiguió frenar el ingreso en la OTAN", afirma.

Cuando Magdalena Andersson, líder socialdemócrata y ex primera ministra, que encabezó la solicitud inicial de Suecia para entrar en la OTAN, decidió apoyar la adhesión a la alianza militar occidental, el movimiento pacifista era "demasiado débil". "Intentaron movilizarse, pero era un tema que les resultaba muy difícil", añade Bjereld.

Pero ahora que se ha cerrado el acuerdo, cree que entre los objetivos del movimiento debería figurar la prohibición de armas nucleares en territorio sueco.

Estocolmo también tiene la oportunidad de adoptar una postura dentro de la alianza, pero Bjereld cree que eso puede depender de quién esté en el gobierno y de si Donald Trump gana o no las próximas elecciones estadounidenses.

Pero muchos echarán de menos la antigua política sueca de no alineamiento militar, la cual, en palabras de Lisa Nåbo, presidenta de la Asociación de Jóvenes Socialdemócratas de Suecia (SSU) y candidata al Parlamento Europeo, "nos daba voz para criticar y dar prioridad a la humanidad y la solidaridad".

Hubo menos protestas y voces discordantes de las que podrían haber oído, debido a la sensibilidad política sobre la cuestión. "Si criticas a la OTAN, automáticamente eres prorruso. No existe en el debate la posibilidad de hacerse varias reflexiones a la vez".

Sus críticos rechazan esta interpretación, pero afirman también que los activistas por la paz como Nåbo se engañan si piensan que hay lugar para la ambigüedad con un Vladimir Putin envalentonado en el Kremlin. Antes de que los socialdemócratas cambiaran de opinión en mayo de 2022, Kristersson acusó a Andersson de complacer sólo a Rusia con sus comentarios contra la adhesión a la OTAN. Declaró entonces: "Ya no hay nada entre lo que ser neutral. Está Occidente y está Rusia".

Mientras tanto, entre las generaciones más jóvenes, la inmediatez de la crisis climática puede pesar más que una visión a largo plazo sobre cuestiones como la OTAN.

Como no se les concedió un referéndum sobre la OTAN ni la posibilidad de votar en las últimas elecciones por ser demasiado jóvenes, cree que los adolescentes deberían tener más claro lo que implica el servicio militar.

La Sociedad Sueca de Paz y Arbitraje, que, con 140 años de existencia, es una de las organizaciones pacifistas más antiguas del mundo, ha visto aumentar el número de sus miembros de 6.500 antes de la invasión rusa de Ucrania a más de 15.000.

Pero su presidenta, Kerstin Bergeå, que ha calificado el ingreso de Suecia en la OTAN de "confusión de prioridades histórica", ha afirmado que, en general, durante el debate sobre la OTAN hubo "muy poco espacio para las voces críticas" y acusó a Suecia de ceder a las exigencias del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y del primer ministro húngaro, Viktor Orbán. "La histórica voz de Suecia en favor de la paz parece haberse acallado. Nos preocupa [que] ... quede reducida al silencio".

Ahora que Suecia se ha unido a la OTAN, espera que actúe como "pacificadora" dentro de la alianza y adopte una postura firme en contra de las armas nucleares.

Emma Berginger, diputada del partido de Los Verdes y miembro de la comisión de Defensa del gobierno, afirmó que la guerra de Ucrania supuso un "enorme punto de inflexión" para el movimiento pacifista y para su partido, así como para la población sueca. Sin embargo, afirmó que la solicitud fue precipitada y debería haberse sometido a un mayor debate público, lo que hizo que muchos no tuvieran claro qué implicaba realmente ser miembro de la OTAN.

Aunque los Verdes votaron en contra de la adhesión a la OTAN, han decidido respetar el resultado y no pedirán la salida de Suecia. "En lugar de ello, queremos trabajar de forma constructiva para influir en el papel que Suecia pueda desempeñar en la Alianza", declaró.

 

(*) Miranda Bryant. Corresponsal del diario The Guardian en los países nórdicos.

Fuente: The Guardian, 11 de marzo de 2024

Traducción: Lucas Antón


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