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20.11.23

Palestina-Israel: una nueva secuencia en un largo conflicto colonial. Entrevista. (I)

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Rashid Khalidi (*)

Esta entrevista con el gran historiador palestino-norteamericano Rashid Khalidi se publicó digitalmente en su forma originaria en la revista The Drift el 24 de octubre pasado.

Sus declaraciones las recogieron Rebecca Panovka y Kiara Barrow. La traducción se ha realizado a partir de la versión francesa de la revista Contretemps, Revue de Critique Communiste, que ha introducido intertítulos y añadidos entre corchetes.

Los recientes acontecimientos se han descrito en el discurso dominante como una ruptura con el pasado. ¿Hasta qué punto es así? Como usted escribió en el Journal of Palestine Studies el pasado mes de septiembre, 2023 ha sido ya el año más sangriento para los palestinos de Cisjordania en casi veinte años. ¿Es lo que estamos presenciando hoy una conflagración inevitable?

No creo que nadie hubiera podido predecir lo que hemos visto en las dos últimas semanas. Quiero decir, el hecho de que el ejército israelí, uno de los más grandes del mundo, con uno de los mejores servicios de inteligencia de la historia, no tuviera la menor idea de lo que se avecinaba -y habrá comisiones de investigación y estudios sobre este fracaso de los servicios de inteligencia en las escuelas universitarias de guerra durante muchos años- demuestra que nadie podía haberlo predicho. Los únicos que lo sabían eran los que lanzaron el ataque. Al mismo tiempo, cualquiera con la más mínima sensibilidad a los detalles de lo que estaba ocurriendo en los territorios ocupados y en Israel podría haber supuesto que una explosión era inevitable tarde o temprano.

Hamás no sólo opera en Gaza, es una organización que opera en toda Palestina. Era extremadamente sensible al hecho de que, especialmente desde que este nuevo gobierno asumió sus funciones en Israel, pero también durante el año anterior, el número de palestinos asesinados en Cisjordania, el número de incursiones de colonos, el número de intentos de organizar el culto judío en el Haram Al Sharif [Monte del Templo o Explanada de las Mezquitas] y en torno a la mezquita de Aqsa, aumentaba constantemente. También aumenta la cantidad de tierras robadas por los colonos. Más recientemente, tres pequeñas aldeas de Cisjordania, pobladas en su mayoría por nómadas, han sido expulsadas de sus tierras.

La limpieza étnica se ha estado llevando a cabo en silencio, demasiado en silencio como para que el mundo prestara atención. Enterrar la cuestión palestina, enterrar un horizonte político para los palestinos, parecía ser el principal objetivo de los países occidentales y de Israel, así como de algunos de los aliados árabes de Israel. Para los israelíes, era el mejor de los mundos posibles: líneas de ferrocarril que iban de La Meca a Haifa; fiestas "rave" israelíes en el desierto saudí; acuerdos de amor, amistad, paz y seguridad para siempre jamás, lo tendríamos todo. Y todo iba a hacerse con los palestinos y bajo una ocupación israelí que continuaría indefinidamente. Los palestinos, todos los palestinos, lo vieron. No todos reaccionaron como Hamás, por supuesto. Pero todos vieron que la situación era cada vez más desesperada y que sus intereses y sus derechos estaban siendo completamente ignorados por todos, no sólo por Israel, los Estados Unidos o sus aliados occidentales, sino también por los países árabes.

Si ves la CNN, verás a generales israelíes declarando, sin pudor alguno, que Israel está evitando la muerte de civiles. Se da supuestamente a los palestinos la "oportunidad de evacuar", por interés humanitario, e inmediatamente después vemos escenas de bloques de apartamentos, campus universitarios y rutas de evacuación destruidas por las bombas. Del mismo modo, leemos que, según los responsables editoriales del New York Times, "lo que Israel lucha por defender es una sociedad que valora la vida humana y el Estado de Derecho", en las mismas páginas en las que se publican informaciones que demuestran que Israel ha ordenado el asesinato de miles de personas, violando el Derecho internacional. Estos relatos son confusos a primera vista, y profundamente alienantes como muestra de la capacidad de los medios de comunicación para informar honestamente sobre Israel. ¿Cómo ha interpretado usted la cobertura de estos ataques israelíes por parte de los principales medios de comunicación?

Sabe, yo solía escribir sobre la política soviética en Oriente Próximo y, en aquella época, las únicas fuentes que teníamos eran Pravda, Izvestia, Krasnaya Zvezda, etcétera. Hoy tengo la impresión de que hemos vuelto a la Guerra Fría y que el Pravda Times de Nueva York y el Izvestia Post de Washington son los portavoces de la administración Biden y de su aliado intangible, Israel. En la mayoría de los grandes medios de comunicación, encuentro propaganda de guerra que lo cubre todo.

La esfera mediática no tiene memoria, ni historia, ni hechos. No se da cuenta, por ejemplo, de que Gadi Eizenkot, un jefe de Estado Mayor retirado del ejército que se ha incorporado recientemente al gabinete israelí, era el jefe de operaciones del ejército israelí cuando arrasó en Líbano. Declaró entonces que había desarrollado lo que denominó la "doctrina Dahiya". La fuerza aérea israelí arrasó todo el barrio de Dahiya [suburbio en árabe, en este caso se refiere al extrarradio del sur de Beirut], y él declaró que "Vamos a aplicar una fuerza desproporcionada y a causar allí grandes daños y destrucción. Desde nuestro punto de vista, no se trata de aldeas civiles, sino de bases militares". También prometió que "lo que ocurrió en el distrito de Dahiya de Beirut en 2006 ocurrirá en todos los pueblos desde los que se dispare contra Israel". Eizenkot es ahora ministro. Es una de las personas que planifica esta guerra. Ha dicho claramente lo que hace: no respeta el Derecho internacional humanitario.

Escribí un artículo sobre esto en el Journal of Palestine Studies. ¿Espero yoque el periodista medio lea el Journal of Palestine Studies? Por desgracia, no. El hecho es que incluso los que saben de estas cosas no están en condiciones de escribir este tipo de artículos. Hablo con periodistas todo el tiempo y sé qué tipo de artículos les piden que escriban sus jefes. A veces, de vez en cuando, los periodistas se rebelan.

También lo vemos en el gobierno, donde funcionarios del Departamento de Estado y de otros lugares se enfadan por la postura del gobierno estadounidense. Lo vemos en las universidades, donde las autoridades universitarias imponen decretazos. Lo vemos en las empresas que adoptan posturas públicas. Es como si Estados Unidos estuviera en guerra y todos tuviéramos que alinearnos y estar del lado de Israel, detrás del cual marcha el presidente [Biden].

Las fuerzas del movimiento nacional palestino y del mundo árabe

Háblenos de las principales organizaciones palestinas (la Autoridad Palestina, la OLP, Hamás) y de sus orígenes. ¿Qué significa calificar a Hamás de "organización terrorista" y equipararla al Daesh, como hace el discurso israelí dominante?

El presidente de los Estados Unidos -la voz más importante del país, aunque no tenga mucha voz- ha comparado específicamente a Hamás con el Daesh. Así que estamos ante la "pura maldad", "peor que el Daesh" y las comparaciones con el 11-S. Es lo más alto que se puede llegar en la escala del apocalipsis. Encaja con la línea convencional israelí de que Hamás es una organización terrorista y nada más. Hamás era un gobierno en Gaza, una organización política, social, cultural y religiosa.

La política palestina va especialmente mal en estos momentos. Al Fatah, en otro tiempo el mayor rival de Hamás, está en declive debido a su asociación con una Autoridad Palestina (AP) corrupta e inepta con sede en Ramala. En esencia, la AP ha tomado el relevo de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina), algo que Arafat había empezado a hacer cuando trasladó sus operaciones a Palestina tras los Acuerdos de Oslo de 1993. Hoy, la OLP está moribunda y Fatah casi igual de moribundo. La OLP no tiene estrategia. Supuestamente, está comprometida con un enfoque diplomático y con la no violencia, pero no tiene prácticamente ningún apoyo entre los palestinos, que han visto cómo este enfoque ha quedado en papel mojado durante décadas, mientras los asentamientos se han expandido y los palestinos se han visto confinados en un espacio cada vez más pequeño.

Muchos palestinos odian a la AP porque cumple las órdenes de Israel y recibe apoyo del exterior. Se trata de una constante en la política palestina, que se remonta a la década de 1930: la injerencia de países árabes y potencias extranjeras que se arrogan el derecho a hablar en nombre de los palestinos, a dividirlos, a debilitarlos o a tratarlos como siervos. Los países árabes y otros países quieren utilizar a los palestinos o a las organizaciones palestinas para sus propios fines.

La AP cuenta con el apoyo de Israel, Estados Unidos y Europa, así como de varios países árabes, que al mismo tiempo les siegan la hierba bajo los pies. Hamás cuenta con el apoyo de potencias regionales: Irán, por supuesto, pero también Turquía y Qatar, entre otros. El régimen iraní, el régimen de Asad, los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí y Egipto tienen sus propios objetivos y sus propios intereses nacionales. Los palestinos han superado esto en el pasado, y deben hacerlo si quieren conseguir algo. Pero no será fácil. No sé de dónde saldrá la nueva generación de líderes, ni de dónde vendrá la estrategia que permita a los palestinos alcanzar sus objetivos.

¿Cómo ve la dinámica actual en Palestina en el contexto más amplio de la región? Muchos expertos norteamericanos han especulado con que Hamás pretende interrumpir la normalización saudí-israelí, mientras que el nombre "Operación Diluvio de Al Aqsa" indica, por ejemplo, que fue una respuesta a las incursiones en la mezquita de Al Aqsa. ¿Cómo ha alterado la relación entre la liberación palestina y la política panárabe el hecho de que los Estados Unidos estén cultivando relaciones de tutela con estados árabes como Arabia Saudí?

Basta con leer o escuchar la declaración de la persona que parece haber concebido este atentado, Mohammed Deif, comandante militar de Hamás. Indicó los objetivos del primer día de este ataque. Mencionó los intentos de transformar el Haram Al Sharif, la zona que rodea la mezquita de Al Aqsa, en un lugar de oración judío. Lo vi cuando estuve en Jerusalén el pasado mes de marzo: grupos de colonos israelíes, colonos religiosos, escoltados, creo, por guardias fronterizos y policías, entraban por la puerta Magharibah, la puerta marroquí, y luego rezaban en la esquina sureste del Haram, a unos veinte o treinta metros de la mezquita de Al Aqsa. Todos los días expulsan a los fieles después de la oración de la mañana, a los fieles musulmanes, sobre todo a los jóvenes. Echan a todo el mundo y permiten que estos grupos de colonos vengan a rezar. Estos grupos son cada vez más numerosos. Durante la fiesta del Sukot, unos días antes del atentado, miles de colonos acudieron a celebrar oraciones públicas colectivas en el interior de la mezquita.

Por supuesto, al parecer el atentado llevaba planeándose dos años, así que la última escalada de este proceso no tuvo nada que ver, pero fue un grito de guerra. Así que no importa si lo dicen de verdad o si es una estratagema para ganarse a la opinión pública palestina, árabe y musulmana. Está claro que se trata de una motivación. Mohammed Deif enumeró otras, como el asedio de Gaza, la progresiva colonización y anexión de Cisjordania y el hecho de que el gobierno israelí actúe como si la cuestión palestina no existiera. Era una forma indirecta de decir que la normalización está en marcha en el mundo árabe desde hace muchos años, desde que Anuar El Sadat visitó Jerusalén en 1977. El coqueteo entre Israel y Arabia Saudí alcanzó recientemente un punto culminante: los ministros israelíes fueron a rezar a Arabia Saudí y el príncipe heredero declaró que esperaba que la normalización israelí-saudí se produjera en algún momento. Los israelíes reaccionaron orgásmicamente.

Todos esos expertos ignorantes y sin sentido de la historia que decían lo poco importante que era la cuestión palestina para los árabes de a pie o para los países árabes no deberían volver a abrir la boca. Porque lo que hemos visto son manifestaciones en Egipto, Jordania, Turquía, Líbano, Marruecos, Bahréin [Túnez e Irak]. Algunos de estos países son dictaduras militares, donde las manifestaciones están prohibidas y nadie puede expresarse. Y, sin embargo, la opinión pública del mundo árabe se ha movilizado en apoyo de los palestinos. Se han producido manifestaciones masivas. Yemen es un país devastado, un Estado fallido. Está sumido en una guerra civil, ha sido bombardeado por los saudíes y los emiratíes durante años y años, y sin embargo se manifiesta en las calles en apoyo de Palestina.

He encontrado unos 400 artículos periodísticos publicados antes de 1914 en una docena de periódicos árabes, desde El Cairo hasta Damasco y Alepo, que hablan de Palestina y el sionismo. Los pueblos del mundo árabe estaban preocupados por esta cuestión hace 110 años. Les preocupaba durante la revuelta árabe de 1936-1939, les preocupaba durante la Nakba y les ha preocupado desde entonces. ¿Han expresado los gobiernos árabes esta preocupación? Rara vez. Nunca. A veces. Pero esa no es la cuestión. Son regímenes no democráticos, monarquías absolutas o dictaduras militares, y no representan a nada ni a nadie, salvo a sus propias cleptocracias, a la gente que se enriquece con ellos y a los extranjeros que los mantienen en el poder mediante las armas o el apoyo diplomático.

No es sólo el mundo árabe, ni siquiera el musulmán. Los norteamericanos, los europeos, la burbuja colonial blanca, que produce una gran proporción del PIB mundial y tiene un enorme alcance mediático y poder -portaaviones, bolsas de valores, conglomerados mediáticos- siguen considerándose los amos del universo. Representan sólo una ínfima minoría de la población mundial. India, China, Indonesia, Pakistán, Bangladesh, Brasil: estos son algunos de los países más grandes del mundo, y sus habitantes tienen una visión muy diferente de las cosas. Aquí tenemos una visión aséptica del mundo, producida por unos medios de comunicación corruptos y complacientes, y por los gobiernos de los Estados Unidos y el Reino Unido, que han decidido que apoyar a Israel redunda en su interés nacional. Y luego está el mundo -el mundo real- que está en una página completamente diferente. Con ello se ensancha la brecha entre Occidente y el resto del mundo.

Creo que este proceso comenzó con la guerra de Ucrania. En la mayoría de los países del mundo, nadie considera la guerra de Ucrania de la misma manera que los Estados Unidos y sus aliados europeos, y esto se puede ver en la forma en que reaccionó la Asamblea General de la ONU. No es que estas personas apoyen necesariamente a Rusia: es que no lo ven de la misma manera histérica e hiperbólica que los Estados Unidos y sus aliados más cercanos, ni -lo que es perfectamente comprensible- de la misma manera que los ucranianos y los europeos del Este. Lo que está ocurriendo actualmente en Palestina acentúa este fenómeno y mermará el poder, la posición y la seguridad de los Estados Unidos y sus aliados. Los norteamericanos que hablan de derechos humanos y democracia se erán tratados como los mayores hipócritas. Nadie en el resto del mundo se cree esta retórica, y con razón.

La palabra "ocupación" no existe en el léxico norteamericano cuando se trata de Israel. La ocupación no es un "obstáculo para la paz", es una imposición agresiva y violenta destinada a transformar Palestina en la tierra de Israel, como los dirigentes sionistas llevan intentando hacer desde Theodor Herzl. Así que cuando los Estados Unidos balbucean sobre la ocupación de Ucrania y luego vinculan a Hamás con Putin, como intentó hacer Joe Biden en su discurso en el Despacho Oval, nadie se lo cree, excepto los miembros de la esfera anglosajona, los cuales, o son unos ignorantes o es gente a la que le han lavado el cerebro. Pero una encuesta de la CBS mostró que la mayoría de los votantes clasificados como "demócratas" e "independientes" [según el sistema de registro de votantes de EEUU] se oponen a la ayuda militar a Israel; la mayoría de los ciudadanos norteamericanos son mucho más razonables que quienes nos gobiernan.

El sionismo como colonialismo de asentamiento

El sionismo es un proyecto colonial, pero Israel se convirtió en Estado en la era poscolonial. ¿Qué opina de esta historia y de cómo sigue influyendo en la situación actual?

Tony Judt escribió que Israel "llegó demasiado tarde" y que era un anacronismo. El hecho es que, si se hubiera lanzado en el siglo XVIII, podría haber tenido éxito. Habría estado en consonancia con el espíritu de la época, que era que los europeos blancos debían tener derechos que los no europeos no blancos no tenían, y que debían poder apoderarse de cualquier territorio y hacer lo que quisieran con él, así como con la población indígena. Esta fue la regla de la jungla desde Colón hasta el siglo XX, en realidad hasta la Primera Guerra Mundial.

El sionismo nunca se avergonzó, en sus primeras décadas, de describirse a sí mismo como un proyecto colonial. Era y sigue siendo un proyecto nacional. Era y sigue siendo el niño mimado del imperialismo. ¿Por qué fue Herzl a ver al Kaiser? ¿Por qué fue el primer presidente de Israel, Jaim Weizmann, a ver a los británicos? No se trataba de potencias neutrales y desinteresadas, como Suiza, sino de las grandes potencias imperiales de la época, que iban a hacer el trabajo sucio en nombre del proyecto sionista.

¿Eran colonos y colonizadores? Se llamaban a sí mismos colonizadores y colonos. La "Jewish Colonisation Association" no es un insulto antisemita, es el nombre que esta importante organización se dio a sí misma. Por supuesto, todo esto se ha pasado por alto. Decir "colonialismo de asentamientos" es algo terrible, terrible hoy en día, incluso cuando se trata de describir lo que está ocurriendo en Cisjordania, que es en el siglo XXI la forma de desposesión imaginable más parecida a la que se llevó a cabo durante la expansión hacia el Oeste de Estados Unidos.

Esto me lleva a lo que los Estados Unidos acaban de hacer, o de intentar hacer. Al parecer, el gobierno norteamericano ha sido cómplice de un plan israelí para trasladar parte o la totalidad de la población de la Franja de Gaza a Egipto, y posiblemente a otros lugares. No cabe duda de que Antony Blinken actuó de este modo, colaborando con Israel para expulsar a los palestinos con el fin de completar la limpieza étnica iniciada en 1948.

Se trata de una guerra demográfica. Todo el mundo en el movimiento sionista, en Palestina y en el mundo árabe, desde los años 1920 y 1930, ha comprendido que, si substituyes a los árabes por judíos, obtienes una mayoría judía; si no lo haces, obtienes una mayoría árabe. Reducir este número [de la población árabe palestina] era y sigue siendo un objetivo sionista primordial. El hecho de que los Estados Unidos se presten a este ejercicio, aparte de que podría ser un crimen de guerra, es monstruoso y absolutamente inmoral.

A nadie que sea expulsado se le permite regresar jamás. Todos los árabes y palestinos lo saben. Nadie expulsado a Egipto volverá jamás a Gaza ni a ninguna otra parte de Palestina. La mayoría de estas personas, por supuesto, ya han sido desplazadas. Son los habitantes del sur de Palestina que fueron expulsados en 1948 y que llevan 75 años encerrados en la Franja de Gaza. Desplazarlos de nuevo sería criminal. Y nuestro gobierno ha participado en este intento.

Hoy, por diversas razones -algunas defendibles, otras desagradables-, el gobierno egipcio, con el apoyo de los saudíes y de todos los demás países del mundo árabe, ha rechazado ese decretazo: "Debemos ser cómplices de vuestra limpieza étnica de los palestinos". ¿Estáis locos? ¿De verdad queréis que perdamos nuestros tronos y nuestras fortunas? ¿De verdad queréis que nos derroque nuestro propio pueblo porque somos agentes de Israel y los Estados Unidos?". No creo que sea eso lo que el presidente egipcio Abdelfatah El Sisi le dijera realmente a Blinken, ni lo que el príncipe heredero saudí le dijo realmente a Blinken. Se negaron incluso a reunirse con Joe Biden. Son regímenes a los que me opongo totalmente, pero tengo que decir que hicieron lo correcto al negarse a reunirse con el presidente de los Estados Unidos. E hicieron lo correcto al darle a Blinken dos bofetadas bien merecidas. El príncipe heredero le hizo esperar diez horas, Sisi le reprendió en una rueda de prensa pública. Esto es una señal de lo que está cambiando en la región.


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