bitacora
ESPACIO PARA PUBLICIDAD
 
 

23.10.23

¿De qué guerra se trata? La estrategia de Hamás y el fracaso de Israel. Dossier. (I)

imagen

Por Paola Caridi, Ramzy Baroud, Haaretz, Meron Rapoport, Alberto Negri, Harold Meyerson, Paul R. Pillar (*)

Las espectaculares y controvertidas acciones de Hamás del pasado fin de semana abren interrogantes que han dado lugar a múltiples especulaciones.

¿Obligarán a Israel en última instancia a desbloquear la situación o dañarán todavía más la causa palestina? ¿Reforzarán la posición de Netanyahu o acabarán políticamente con él, como con Golda Meir la guerra del Yom Kipur? ¿Permitirán que Israel se "revictimice" con gran éxito propagandístico o lo dejarán de nuevo en evidencia ante la opinión pública y la comunidad internacional?

Con visiones no sólo paralelas, sino distintas o divergentes, e incluso encontradas en sus diagnósticos y previsiones, los artículos que presentamos dejan un panorama muy amplio de interpretaciones sobre una horrenda crisis que no ha hecho más que empezar. - SP

La evolución de Hamás, de movimiento a régimen. Entrevista a Paola Caridi

Paola Caridi

La periodista Paola Caridi ha dedicado muchos años en Jerusalén a estudiar el movimiento islámico Hamás. Cofundadora de Lettera 22, es también autora del libro "Hamás", que publicará, actualizado, la editorial Seven Stories en noviembre.

Empecemos por el principio. ¿En qué contexto se originó Hamás y cuáles eran sus objetivos?

Hamás tiene su origen en los Hermanos Musulmanes, unos años antes de su creación oficial en 1987, tras la debacle del movimiento palestino durante la guerra civil libanesa. En ese momento, dentro de lo que se convertiría en Hamás, surgió una reflexión: no debemos involucrarnos en los asuntos internos de otros países. Los primeros años no fueron sólo de consolidación, sino también de toma de postura contra el proceso de Oslo, que Hamás rechazaba. Aún hoy, Hamás sigue sin formar parte de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y se sitúa como alternativa tanto a Al Fatah como a la Autoridad Nacional Palestina (ANP). El primer punto de inflexión significativo se produjo en torno a 1994, cuando Hamás empezó a recurrir a tácticas terroristas. Durante la Segunda Intifada, Hamás fue responsable de los atentados más sangrientos. El segundo punto de inflexión se produjo en 2005, cuando todos los Hermanos Musulmanes de la región intentaron entrar en el juego político, participando en la democracia representativa.

Este giro marcó un cambio en las herramientas políticas y militares que determinan el destino de Gaza.

Un ejemplo son los Hermanos Musulmanes de Egipto, que participaron en las elecciones parlamentarias de 2005. Esto motivó a Hamás a considerar la posibilidad de participar en elecciones políticas, aunque no reconociera el proceso de Oslo. La decisión maduró durante un periodo concreto: el líder del movimiento, el jeque Yasin, fue asesinado, murió Arafat y cambió el panorama del liderazgo palestino. Hamás decidió suspender los atentados suicidas. En 2006, para sorpresa de ellos mismos, el movimiento ganó las elecciones. Sin embargo, esta victoria provocó el boicot de Israel, Europa y Estados Unidos al nuevo gobierno palestino. La posterior ruptura y conflicto entre Hamás y Fatah en 2007 llevó a Hamás a hacerse con el control de Gaza. El movimiento se transformó: por primera vez controlaba una porción de territorio. Evolucionó de movimiento a régimen, lo que dio lugar a la militarización de las Brigadas Al-Qassam, que el 7 de octubre de 2023 demostraron su nivel de preparación militar entrando en Israel y cometiendo crímenes de guerra.

Sin duda, Hamás se anticipó a la respuesta israelí. ¿Cómo se preparó?

Ciertamente, la operación se preparó durante meses. Pero hay un elemento añadido: el fracaso de la inteligencia israelí sorprendió no sólo a Israel y al mundo, sino también a Hamás. Probablemente lo que no esperaban era encontrarse obstáculos, ni soldados contra los que luchar. Siempre observamos la cuestión de la seguridad desde el lado israelí, pero rara vez tenemos en cuenta la perspectiva palestina. Es probable que Hamás se imaginara que habría un enfrentamiento físico con el ejército, cosa que no ocurrió.

¿Cuáles eran los objetivos del ataque?

Surgió de la cuestión política resultante de la postura adoptada por el mundo árabe, sobre todo tras la perspectiva de normalización entre Arabia Saudí e Israel. Probablemente, Hamás temía una mayor marginación, especialmente a la luz del reciente deshielo de Riad con Irán, lo que hizo temer un posible debilitamiento de la alianza entre Hamás y Teherán.

¿Existen divisiones dentro de Hamás?

El año pasado se produjo una especie de remodelación en la dirección: la facción más dura, representada por Yahya Sinwar, que fue liberado por Netanyahu como parte de la negociación para la liberación del soldado Gilad Shalit, ganó las elecciones internas. Desde entonces, Sinwar ha experimentado un ascenso muy rápido. Dado que Gaza es el único espacio político y geográfico en el que Hamás ejerce el poder y posee fuerza militar, la dirección de Gaza ha crecido, pasando de un nivel local a un nivel regional, equiparándose a la dirección en el exterior. Recordemos que estamos hablando de un movimiento secreto y clandestino del que sabemos muy poco, especialmente de su ala militar.

Hablemos del consenso, del arraigo de Hamás en la sociedad palestina. ¿Hasta qué punto es amplio? ¿Y hay diferencias entre Gaza y Cisjordania?

Hay diferencias, porque Gaza es el único espacio geográfico y político en el que Hamás tiene poder y donde se ha transformado en régimen, hasta en el sentido burocrático del término. En los últimos años, la población de Gaza ha expresado cada vez más su disidencia, no con movimientos consolidados sino sobre todo en el mundo virtual y en las acciones de los jóvenes, protestas que Hamás ha reprimido. No es exacto decir que toda la población de Gaza está formada por escudos humanos, ni que todo el mundo apoya a Hamás: hay una dimensión mucho más diversa que la adhesión de dos millones de personas a Hamás. La misma situación se observa en Cisjordania, donde Al Fatah reprime a los militantes de Hamás, que han pasado a la clandestinidad. No hay encuestas que puedan dar indicaciones sobre las preferencias políticas de los palestinos. Pero hay un elemento visible: desde 2021, una parte cada vez más importante de la población palestina de Cisjordania, Gaza, Jerusalén y las ciudades israelíes ya no se identifica con un partido, con un movimiento estructurado, sino que canaliza cada vez más su compromiso político por otras vías. Esto es especialmente cierto entre las generaciones más jóvenes.

Fuente: il manifesto global, 13 de octubre de 2023

Las raíces y los significados ocultos del "Diluvio de Al Aqsa"

Ramzy Baroud

Independientemente de la estrategia precisa de Hamás, o de cualquier otro movimiento palestino, la audaz campaña militar en el interior de Israel que comenzó el sábado [7 de octubre] fue sólo posible porque los palestinos están sencillamente hartos.

Hace dieciséis años, Israel impuso un hermético asedio a la Franja de Gaza. La historia del asedio se presenta a menudo a través de dos interpretaciones marcadamente diferentes: para algunos, es un acto inhumano de castigo colectivo; para otros, es un mal necesario para que Israel pueda protegerse del llamado terrorismo palestino.

Sin embargo, está en buena medida ausente en la historia el que dieciséis años es tiempo suficiente para que crezca bajo asedio toda una generación, se aliste en la resistencia y luche por su libertad.

Según la ONG Save The Children, casi la mitad de los 2,3 millones de palestinos que viven hoy en Gaza son niños. Este dato se utiliza a menudo para delimitar el sufrimiento de una población que nunca ha salido de la diminuta y empobrecida Franja de 365 km2. Pero las cifras, aunque puedan parecer precisas, a menudo se emplean para contar sólo una pequeña parte de una historia compleja.

Esta generación de Gaza, que creció o nació después de la imposición del asedio, ha vivido al menos cinco grandes guerras devastadoras, en las que los que eran niños, como ellos, junto a sus madres, padres y hermanos, fueron los principales objetivos y víctimas.

"Si rodeas completamente a tu enemigo, no le das oportunidad de escapar ni le ofreces cuartel, entonces luchará hasta el final", escribió Sun Tzu en El arte de la guerra. Sin embargo, año tras año, esto es precisamente lo que ha venido haciendo Israel. Esta estrategia ha demostrado ser un grave error de cálculo estratégico.

Cualquier intento de simple protesta por la injusticia del asedio, reuniéndose en gran número en la valla que separa de Israel la Gaza asediada estaba prohibido. A las protestas masivas de 2018-2019, conocidas como la Gran Marcha del Retorno, se respondió con las balas de los francotiradores israelíes. Las escenas de jóvenes que cargaban a hombros a otros jóvenes que se desangraban, gritando "Dios es grande", se convirtieron en una escena habitual en la valla. Sin embargo, a medida que aumentaba el número de víctimas, el interés de los medios de comunicación por la historia se iba desvaneciendo con el tiempo.

Los cientos de combatientes que cruzaron a Israel por varios puntos de entrada al amanecer del sábado, eran los mismos jóvenes palestinos que no han conocido otra cosa que la guerra, el asedio y la necesidad de protegerse unos a otros. También han aprendido a sobrevivir, a pesar de que falta de todo en Gaza, incluida el agua potable y la atención médica adecuada. Aquí es donde la historia de esta generación se cruza con la de Hamás o la Yijad Islámica Palestina o cualquier otro grupo palestino.

Sí, Hamás eligió el momento y la naturaleza de su campaña militar para que encajara en una estrategia muy precisa. Sin embargo, esta estrategia no habría sido posible si Israel no hubiera dejado a estos jóvenes palestinos sin otra opción que contraatacar.

Los vídeos que circulan por las redes sociales muestran a combatientes palestinos gritando en árabe, con ese marcado acento de Gaza, a menudo áspero: "esto es por mi hermano", "esto es por mi hijo". Gritaban estas y muchas otras frases airadas mientras disparaban contra colonos y soldados israelíes presas del pánico. Estos últimos, en muchas ocasiones, habían abandonado sus posiciones y huido.

El impacto psicológico de esta guerra superará sin duda al de octubre de 1973, cuando los ejércitos árabes lograron rápidos avances contra Israel, también tras un ataque por sorpresa. Esta vez, el demoledor impacto en el pensamiento colectivo israelí supondrá como resultado un punto de inflexión, ya que la "guerra" implica a un solo grupo palestino, no a todo un ejército, ni a tres.

El ataque sorpresa de octubre de 2023 está directamente relacionado con el de 1973. Al elegir el 50 aniversario de lo que los árabes consideran un gran triunfo contra Israel, la resistencia palestina quiso enviar un mensaje claro: la causa de Palestina sigue siendo la causa de todos los árabes. De hecho, todas las declaraciones de los altos mandos militares y dirigentes políticos de Hamás estaban cargadas de este simbolismo y de otras referencias a los países y pueblos árabes.

Este discurso panárabe no fue casual y quedó delineado en las declaraciones del comandante de las Brigadas Al Qassam, Mohamed Deif, comandante fundador del grupo, Saleh Al-Arouri, jefe del Buró Político de Hamás, Ismail Haniyeh, y Abu Obeida, el famoso portavoz enmascarado de las Brigadas. Todos ellos instaron a la unidad e insistieron en que Palestina es un componente de una lucha árabe e islámica más amplia por la justicia, la dignidad y el honor colectivo.

El grupo llamó a su campaña "Diluvio de Al Aqsa", volviendo así a centrar la unidad palestina, árabe y musulmana en Al Quds -Jerusalén- y todos sus lugares santos.

Todo el mundo parecía conmocionado, incluido el propio Israel, no por el ataque de Hamás en sí, sino por la gran coordinación y audacia de la operación masiva, nunca antes vista. En lugar de atacar de noche, la resistencia atacó al amanecer. En lugar de atacar a Israel utilizando los numerosos túneles bajo Gaza, llegaron sencillamente conduciendo hasta allí, se lanzaron volando, llegaron por mar o, en muchos casos, cruzaron la frontera a pie.

El elemento sorpresa se hizo aún más desconcertante cuando los combatientes palestinos desafiaron los fundamentos mismos de la guerra de guerrillas: en lugar de librar una "guerra de maniobras", libraron, aunque fuera temporalmente, una "guerra de posiciones", reteniendo así durante muchas horas las zonas que ganaban dentro de Israel.

De hecho, para los grupos de Gaza, la guerra psicológica fue tan crucial como la lucha física. Se difundieron cientos de vídeos e imágenes por todos los canales de las redes sociales, como si esperasen redefinir la relación entre los palestinos, víctima habitual, e Israel, el ocupante militar.

Independientemente del número de palestinos que Israel mate como represalia, aunque sea trágico, difícilmente salvará la deteriorada imagen de un ejército indisciplinado, una sociedad dividida y unos dirigentes políticos centrados únicamente en su propia supervivencia.

Es demasiado pronto para llegar a conclusiones generales sobre los resultados de esta guerra sin precedentes, pero lo que está claro es que la relación fundamental entre la ocupación israelí y los palestinos ocupados probablemente se vea alterada, y de forma permanente, como consecuencia de lo ocurrido el 7 de octubre de 2023.

Fuente: Arab News, 9 de octubre de 2023

La guerra de Gaza se ha perdido, pero ¿lo reconocerá Netanyahu?

Ramzy Baroud

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se ha jactado a menudo de la preparación de su ejército para hacer frente y eliminar todas las amenazas a la "seguridad" de Israel.

También el ejército israelí ha contribuido a la hasbará [propaganda y relaciones públicas pro]israelí de que Tel Aviv sería capaz de hacer frente a diversas amenazas en todos los frentes, de Gaza a Cisjordania, pasando por el Líbano y Siria.

Pero el ataque de Hamás contra numerosos objetivos israelíes el sábado 5 de octubre, exactamente a las 6:00 de la mañana hora palestina, demostró que estaba totalmente equivocado, y de manera humillante. Ni Netanyahu ni su ejército fueron capaces de enfrentarse a un único grupo palestino, que operaba solo y bajo asedio.

Los dirigentes israelíes, los altos mandos militares, los medios de comunicación y la sociedad tardarán en asimilar todo esto. Por ahora, sin embargo, Netanyahu está desesperado por demostrar que Israel sigue siendo un país poderoso y una potencia regional que merece su estatus, tan a menudo cacareado, de tener un ejército "invencible".

Pero todas sus opciones resultan casi imposibles.

Era evidente que Hamás, y más tarde la Yijad Islámica, querían capturar al mayor número posible de israelíes, tanto soldados como colonos.

Hacerlo significa crear una nueva línea de defensa que limitaría la respuesta militar israelí y, en última instancia, obligaría a Israel a negociar.

Pero lo que la Resistencia palestina quiere de Netanyahu es un precio demasiado alto para que lo pague el asediado primer ministro.

Declaración tras declaración, empezando por la del comandante en jefe de las Brigadas Al Qassam, Mohammed Deif -seguido de Ismail Haniyeh, jefe del buró político de Hamás, y más tarde Ziad al-Nakhla, de la Yijad Islámica...- han mostrado que las exigencias palestinas son claras y precisas:

Liberar a todos los presos, respetar la santidad de los lugares sagrados palestinos en Jerusalén, poner fin al asedio a Gaza y mucho más.

O, si no...

Esas exigencias, aunque deberían considerarse razonables, son casi imposibles de cumplir para Netanyahu y su gobierno de extrema derecha. Si cede, su gobierno se derrumbará rápidamente y la política israelí volverá a caer en picado.

En cualquier caso, ese derrumbe parece inminente.

El ministro de Seguridad Nacional, el extremista Itamar Ben-Gvir, ha desaparecido casi por completo de la escena política. Se trata de un acontecimiento importante.

De hecho, uno de los logros de la Resistencia en Gaza es marginar a personajes tan infames, que actuaban con impunidad contra civiles palestinos desarmados en Jerusalén, en la mezquita de Al Aqsa, incluso en las numerosas cárceles de Israel.

Pero una nueva coalición en Israel complicaría aún más la misión de Netanyahu. El gabinete ya ha declarado el estado de guerra, y los posibles nuevos ministros quieren que Netanyahu se comprometa a que debe vincular esa declaración de guerra a acabar con Hamás. Para siempre.

Esta es la primera guerra de verdad en Gaza, afirman. También quieren que sea la última.

Pero si Netanyahu siguiera matando civiles en Gaza, mediante ataques aéreos y bombardeos, como él y otros dirigentes israelíes han hecho en anteriores operaciones militares, ni Hamás, ni ningún otro grupo sería eliminado.

La Resistencia palestina se cuida demasiado de presentarse como blanco fácil para los aviones de guerra, drones y francotiradores israelíes. Sus operaciones se llevan a cabo casi exclusivamente en la clandestinidad.

De ello se deduce que destruir la Resistencia requeriría una invasión terrestre masiva.

La Resistencia no sólo se ha anticipado a todos los escenarios, incluida la incursión terrestre, sino que una invasión de Gaza provocaría seguramente miles de muertos israelíes; por no hablar de la siega de decenas de miles de vidas palestinas.

Además, el soldado israelí ha demostrado ser incapaz de librar una batalla terrestre. Hamás lo ha demostrado en los últimos días, como también lo demostró Hezbolá en el Líbano, en 2000 y, de nuevo, en 2006.

Pero aunque supongamos que Israel será capaz de llevar a cabo una invasión de este tipo, ¿qué hará una vez conquistada Gaza?

En 2005, el ejército israelí escapó de Gaza debido a la intensa resistencia en toda la Franja. Evacuó sus fuerzas y, rápidamente redesplegadas, rodeó  Gaza desde todas direcciones, de ahí el infame asedio actual.

La Resistencia de entonces era mucho más débil, menos organizada y estaba mucho menos armada que ahora.

Si Israel vuelve a hacerse cargo de Gaza, tendrá que luchar diariamente, y posiblemente durante años, contra esa misma Resistencia palestina.

No está claro qué rumbo va a elegir Netanyahu. Pero, en cualquier caso, pase lo que pase en los próximos días y semanas, Israel ha perdido la guerra en muchos sentidos.

Que esto cale.

Fuente: Counterpunch, 10 de octubre de 2023

Editorial de "Haaretz", 8 de octubre de 2023

Haaretz

El desastre que se ha abatido sobre Israel en Simchat Torá es claramente culpa de una persona: Benjamin Netanyahu. El primer ministro, que se enorgullecía de su vasta experiencia política y de su insubstituible sabiduría en cuestiones de seguridad, fracasó por completo a la hora de identificar los peligros a los que estaba conduciendo conscientemente a Israel al establecer un gobierno de anexión y desposesión, al nombrar a Bezalel Smotrich e Itamar Ben-Gvir para puestos clave y al adoptar una política exterior que ignoraba descaradamente la existencia y los derechos de los palestinos.

Netanyahu intentará sin duda eludir sus responsabilidades y echar la culpa a los jefes del ejército, la inteligencia militar y el Shin Bet que, al igual que sus predecesores en vísperas de la Guerra de Yom Kipur, consideraron que la probabilidad de guerra era baja y cuyos preparativos para un ataque de Hamás resultaron inadecuados.

Despreciaron al enemigo y sus capacidades militares ofensivas. En los próximos días y semanas, cuando haya salido a la luz todo el alcance de los fallos del ejército y los servicios de inteligencia israelíes, surgirá inevitablemente una justificada exigencia de substituirlos y hacer balance.

Sin embargo, el fracaso del ejército y de los servicios de inteligencia no exime a Netanyahu de su absoluta responsabilidad en la crisis, ya que él es el responsable último de la diplomacia y la seguridad de Israel. Netanyahu no es un novato en este papel, como lo fue Ehud Olmert durante la segunda guerra del Líbano. Tampoco es un ignorante en cuestiones militares, como afirmó serlo Golda Meir en 1973 y Menachem Begin en 1982.

Netanyahu dio forma asimismo a la política adoptada por el efímero «gobierno del cambio» dirigido por Naftali Bennett y Yair Lapid: un esfuerzo multidimensional por aplastar el movimiento nacional palestino en sus componentes de Gaza y Cisjordania a un precio que pudiera parecer aceptable a la opinión pública israelí.

En el pasado, Netanyahu se ha presentado como un líder prudente que le evitaba guerras y grandes pérdidas a Israel. Tras ganar las últimas elecciones, substituyó esta cautela por la política de un «gobierno de derechas», adoptando medidas claras para anexionarse Cisjordania y limpiar étnicamente partes de la zona C definida por Oslo, incluidas las colinas de Hebrón y el valle del Jordán.

Estas medidas también incluyen una expansión masiva de las colonias y un refuerzo de la presencia judía en el Monte del Templo, cerca de la mezquita de Al Aqsa, declaraciones bravuconas sobre la inminente firma de un acuerdo de paz con los saudíes, del que los palestinos no sacarían nada, y conversaciones abiertas dentro de su gobierno de coalición sobre una «segunda Nakba». Como era de esperar, hubo indicios de reanudación de las hostilidades en Cisjordania, donde los palestinos empezaron a sentir la creciente presión de los ocupantes israelíes. Hamás aprovechó la oportunidad para lanzar su ataque sorpresa el sábado.

Por encima de todo, el peligro que ha estado acechando a Israel en los últimos años se ha hecho plenamente realidad. Un primer ministro imputado en tres casos de corrupción no puede ocuparse de los asuntos de Estado, porque los intereses nacionales quedarán necesariamente subordinados a la necesidad de librarle de una posible condena y pena de prisión.

Esto es lo que motivó la creación de esta horrible coalición y el golpe de Estado judicial propuesto por Netanyahu, así como el debilitamiento de los altos mandos del ejército y de los servicios de inteligencia, percibidos como adversarios políticos. Han sido las víctimas de la invasión del Negev occidental quienes han pagado el precio.

Fuente: Haaretz, 8 de octubre de 2023


Atrás

 

 

 
Imprimir
Atrás

Agrandar texto

Achicar texto

linea separadora
rss RSS