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22.5.23

Christian Rakovsky y el destino del marxismo europeo

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Por Roger Markwick (*)

Es casi imposible concebir que el auge y la caída del movimiento marxista internacional en la primera mitad del siglo XX puedan encarnarse en el destino de un individuo.

Sin embargo, la vida de Christian GeorgievichRakovsky (1873-1941) ejemplifica, casi como ningún otro, toda una generación de intelectuales europeos de izquierda que estaban integrados en los movimientos socialista y obrero, con un compromiso inquebrantable que definió sus vidas de principio a fin.

Rakovsky fue borrado de la historia por su verdugo, Joseph Stalin. Pero podemos trazar el drama de las convulsiones que envolvieron a Eurasia en esas décadas por el recorrido de su vida: estudiante, activista sindical y pacifista, publicista político, autor prolífico en numerosos idiomas, médico, dirigente bolchevique, al frente del naciente Estado ucraniano, líder del Ejército Rojo, diplomático soviético, antifascista y antiestalinista.

Cuestiones balcánicas

Búlgaro de nacimiento, Rakovsky era descendiente de una familia relativamente rica que en la década de 1860 había luchado activamente por la independencia de Bulgaria contra el Imperio Otomano. En esos tiempos convulsos, "la cuestión nacional" y los temas sociales moldearon su pensamiento. Su politización llevó a su exclusión del colegio en Bulgaria a la edad de quince años por encabezar una protesta estudiantil. En adelante, su educación y su implicación política fueron cada vez más multinacionales.

A partir de 1889 participó activamente en los movimientos socialdemócratas de Bulgaria y Rumanía. En 1891, partió de Bulgaria hacia Ginebra, un semillero de emigrados políticos de izquierda, donde se unió a un círculo de estudiantes socialistas y publicó en la revista búlgara Social-Demokrat . Matriculado como estudiante de medicina, conoció a grandes marxistas como Friedrich Engels, GeorgiPlekhanov y Rosa Luxemburg.

Pronto se convirtió en un prolífico periodista y enérgico activista político. En 1893, organizó el Segundo Congreso Internacional de Estudiantes Socialistas y representó a Bulgaria en el Congreso Internacional Socialista de Zúrich. Tres años más tarde, fue delegado al cuarto congreso de la Segunda Internacional celebrado en Londres. Esta reunión se caracterizó por feroces disputas, en particular entre Vladimir Lenin y Luxemburg sobre la cuestión de la autodeterminación nacional.

El joven Rakovsky se distinguió como estudiante de medicina. Se graduó en la Universidad de Montpellier en 1897 con una disertación provocativa y muy valorada que abogaba por un enfoque socio-económico de las "causas del crimen y la degeneración" en lugar de uno antropológico y atávico. Pero su verdadera vocación no era la medicina, que solo practicó durante seis meses en el ejército rumano, sino la arriesgada política.

Se vio obligado a huir del San Petersburgo zarista en 1899 para evitar ser arrestado después de participar en los debates entre los populistas rusos, que veían la comuna campesina tradicional como un vehículo para la revolución, y los marxistas, que como él asignaban ese papel a la clase trabajadora. Un año después, tras ser nuevamente deportado de la capital rusa por pronunciar discursos "incendiarios", viajó a París para participar en el Congreso Socialista Internacional.

Una vez allí, se vinculó a los socialdemócratas búlgaros y serbios y pasó a representarlos en el Congreso de la Segunda Internacional de 1904 en Amsterdam. Al año siguiente partió para Rumanía donde fundó La Rumanía Obrera, el periódico del Partido Socialista Rumano. Al mismo tiempo, dirigió una campaña en defensa de los marineros que habían huido a Rumania después del famoso motín en el acorazado Potemkin durante la Revolución Rusa de 1905.

Resistir la guerra

La deportación y el encarcelamiento se convirtieron en parte constitutiva del currículum vitae de Rakovsky. Las autoridades rumanas lo declararon un "agitador socialista" y lo responsabilizaron de los levantamientos campesinos que se extendieron por el país, y en 1907 fue deportado. Hizo falta una campaña masiva de cinco años a su favor antes de que se le permitiera regresar.

No desperdició esos años en el exilio. Representó a los socialistas rumanos en congresos en Stuttgart y Copenhague y al Buró de la Internacional Socialista en la primera conferencia de partidos socialistas de los Balcanes en Belgrado en 1911. Pronto demostró sus convicciones contra la guerra, denunciando la primera Guerra de los Balcanes (1912-13) como una "infame y criminal. . . guerra de conquista." Para Rakovsky, la única guerra legítima era la guerra de clases.

La respuesta inicial de Rakovsky al estallido de la Primera Guerra Mundial fue ambigua. No condenó a los socialdemócratas de los países beligerantes que votaban a favor de los créditos de guerra. Mientras Serbia, Francia y Bélgica eran atacadas por Alemania y Austria, hizo campaña con los socialdemócratas rumanos a favor de la neutralidad rumana contra los dos partidos pro-guerra en competencia: los rusófilos y los germanófilos.

Sin embargo, el establecimiento de la "UnionSacrée" en Francia, con la entrada en el gobierno del veterano socialista Jules Guesde, y la influencia de las discusiones con su amigo Leon Trotsky y las feroces críticas de Lenin, rápidamente radicalizaron la postura de Rakovsky. Pasó de abogar por la neutralidad a oponerse a la guerra imperialista y comenzó a identificarse con la posición de Trotsky de "paz sin indemnización ni anexión, sin vencedores ni vencidos".

Lenin, sin embargo, llamó a la "transformación de la guerra imperialista en una guerra civil". Condenó la incapacidad de lucha por este objetivo como un "mal kautskista" oportunista. Las tensiones entre Rakovsky y Lenin fueron marcadas en la conferencia contra la guerra de Zimmerwald, celebrada entre el 5 y el 8 de septiembre de 1915, en la que Rakovsky fue un actor clave.

Rakovsky apoyó el manifiesto final de la conferencia redactado por Trotsky. Lenin y sus delegados de la izquierda de Zimmerwald finalmente votaron a favor de este documento, viéndolo como un paso hacia la ruptura con el oportunismo socialdemócrata, a pesar de sus reservas sobre la falta de análisis del oportunismo o de cómo luchar contra la guerra en el manifiesto.

Zimmerwald, sin embargo, marcó un verdadero punto de inflexión para Rakovsky, quien finalmente repudió a la Segunda Internacional en favor de una nueva internacional revolucionaria. Rechazó la idea del "defensismo" nacional. Abandonó la oposición indeterminada a la guerra que había sido adoptada en la conferencia de Stuttgart de la Segunda Internacional de 1907, buscando en cambio la revolución en los estados beligerantes como la forma de terminar el conflicto y buscando formular las tácticas necesarias para llevarla a cabo.

En la conferencia de Berna de febrero de 1916 del ejecutivo del movimiento de Zimmerwald, Rakovsky se jactó de estar "al lado de Lenin". Condenó categóricamente la unidad nacional en tiempos de guerra, apoyó el objetivo de establecer una Tercera Internacional para reemplazar a la Segunda y abogó por la revolución socialista como medio para poner fin a la guerra. Como lo expresó un periódico de Berna en ese momento, Rakovsky era la "figura más internacionalista del movimiento revolucionario europeo".

La Revolución Rusa

Después de regresar a Rumania, Rakovsky fue arrestado en septiembre de 1916, un mes después de que el ejército rumano se uniera al conflicto del lado de las potencias de la Entente. La revolución de febrero de 1917 en la Rusia imperial resultó ser su salvación. Rakovsky fue liberado el Primero de Mayo de 1917 "en nombre de la Revolución Rusa" por una guarnición rusa estacionada en Rumania.

Con cuarenta y cuatro años, se fue inmediatamente a la Rusia revolucionaria y se unió al Partido Bolchevique de Lenin tras la Revolución de Octubre. En nombre del pueblo rumano, Rakovsky saludó "el triunfo de la revolución proletaria y campesina en Rusia". Por su parte, los bolcheviques saludaron a su ilustre nuevo recluta, el "famoso dirigente rumano" y "reconocido internacionalista".

La incipiente revolución soviética se vio amenazada por las fuerzas alemanas que ocuparon Ucrania en la primavera de 1918. A Rakovsky se le encomendó la tarea de negociar con PavloSkoropadsky, que se había convertido en hetman de Ucrania en un golpe respaldado por Alemania, para desactivar posibles hostilidades. La revolución alemana de noviembre de 1918 puso fin a esa amenaza inmediata.

Sin embargo, el ejército alemán detuvo a Rakovsky en su nueva tarea de emisario de los soviets pan-rusos ante el Congreso de Consejos de Trabajadores y Soldados de Berlín. Después de su liberación, Lenin asignó a Rakovsky un papel aún más difícil como dirigente bolchevique en Ucrania, uno de los principales campos de batalla de la guerra civil entre los Ejércitos Rojo y Blanco.

En este caldero, Rakovsky tuvo múltiples responsabilidades bolcheviques: presidente del Soviet de Comisarios del Pueblo de Ucrania, presidente de su consejo de defensa, comisario de asuntos exteriores y miembro del politburó del Partido Comunista (Bolcheviques) de Ucrania (CP(b)U). El currículum vitae multiétnico de Rakovsky, sin mencionar su coraje, energía y experiencia política, lo convirtió en la elección correcta para las tareas encomendadas.

La incipiente República Socialista Soviética de Ucrania (UkSSR), declarada el 10 de marzo de 1919 en Kharkiv, nació casi muerta. El Ejército Rojo tuvo que enfrentarse a una sucesión de feroces oponentes contrarrevolucionarios, incluido el Ejército Popular de Ucrania de SymonPetliura y las fuerzas blancas de AntonDenikin, así como a los intervencionistas franceses y polacos. La marea de la batalla cambió dramáticamente varias veces, al igual que las alianzas político-militares, hasta que el tratado soviético-polaco de marzo de 1921 finalmente puso fin a la lucha.

Nacionalismo e Internacionalismo

Las condiciones sociales en 1919-1921 estaban lejos de ser propicias para el gobierno soviético ucraniano de Rakovsky. La guerra civil despiadada, combinada con las draconianas políticas bolcheviques del "comunismo de guerra" y la requisición agrícola, destrozaron la economía y enfurecieron a la población, en particular al campesinado, que constituía el 80 por ciento de la población y era predominantemente ucraniano.

Los centros urbanos fueron los baluartes del CP(b)U, particularmente en el Donbas industrial. La población en esas áreas era en gran parte rusa y judía, lo que reforzaba los estereotipos antirrusos y antisemitas sobre la naturaleza del bolchevismo.

Rakovsky no estaba de acuerdo con el nacionalismo ucraniano: en vista de lo que consideraba la "debilidad y la anemia" del proletariado ucraniano, consideró que la idea de una Ucrania independiente era una peligrosa concesión a la contrarrevolución y al imperialismo occidental. En este punto, descartó cualquier distinción étnica entre ucranianos y rusos o preocupaciones sobre la amenaza de la rusificación.

Según Rakovsky, el nacionalismo ucraniano era una fuerza artificial impuesta por la intelectualidad. Desde su perspectiva, los imperativos de la lucha de clases y la revolución socialista internacional eran decisivos, y describió la lucha revolucionaria ucraniana como "el factor decisivo de la revolución mundial".

La perspectiva de Rakovsky sobre el nacionalismo ucraniano cambió drásticamente con el final de la guerra civil, la introducción de la Nueva Política Económica (NEP) en marzo de 1921 y las negociaciones sobre la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1922-23. En el curso de estas discusiones, se enfrentó a Joseph Stalin, quien defendía el proyecto de construir una URSS centralizada dominada por su república más grande, Rusia. Ignorando los temores de un Lenin moribundo sobre el regreso de la dominación Gran Rusa.

Como jefe de la Ucrania soviética, Rakovsky abogó con vehemencia por la igualdad federal entre las repúblicas fundadoras de la URSS (Ucrania, Rusia, Bielorrusia y Transcaucasia). Denunció el "centralismo autoritario" de Stalin y su "insensibilidad" hacia las nacionalidades campesinas no rusas como una amenaza para el "poder soviético".

El nuevo líder soviético finalmente derrotó a Rakovsky en esta cuestión: mientras que Stalin aceptó formalmente el principio de una federación soviética de naciones iguales, en realidad pasó a establecer una URSS hipercentralizada con Moscú a la cabeza. Nunca perdonó a Rakovsky, que fue destituido como jefe del gobierno ucraniano en julio de 1923.

Rakovsky fue nombrado embajador soviético en el Reino Unido (1923-25) y posteriormente en Francia (1925-27). Como le escribió a Stalin, estos nombramientos eran simplemente un pretexto "para desterrarme de mi trabajo en Ucrania". No iba a ser el último período de exilio de Rakovsky.

Contra la burocracia

Rakovsky estaba cada vez más preocupado por el surgimiento de una burocracia gubernamental en la URSS que sofocase tanto la independencia nacional republicana como la democracia soviética. Justo antes de su destitución como jefe del gobierno ucraniano, Rakovsky advirtió contra el surgimiento de un "estado separado de funcionarios que unan su destino a la centralización misma".

La oposición de Rakovsky al proyecto centralizador de Stalin lo llevó a apoyar la Oposición de Izquierda dirigida por Trotsky, a la que respaldó públicamente en agosto de 1927. Poco después, las autoridades francesas declararon a Rakovsky persona non grata en su territorio y regresó a la URSS. Inmediatamente se lanzó a la campaña de la Oposición de Izquierda durante el período previo al décimo aniversario de la Revolución de Octubre y el Congreso del Partido Comunista de Toda la Unión que debía celebrarse en diciembre de 1927.

Durante este período, Rakovskyhabño en mítines de fábricas y del partido, especialmente en Ucrania, a pesar del acoso y el matonismo del régimen de Stalin. Pronto fue expulsado del Comité Central del Partido Comunista Soviético, del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista y finalmente del propio Partido Comunista en diciembre de 1927.

A raíz de la derrota de la Oposición de Izquierda, Rakovsky fue arrestado y exiliado al sur de Rusia y Siberia. Mientras estaba en el exilio, elaboró ??su pensamiento sobre la burocratización estalinista en un análisis seminal titulado "Los 'peligros profesionales' del poder", que se publicó en el boletín clandestino de la Oposición de Izquierda en 1929. Como observó su biógrafo Pierre Broué, el análisis de Rakovsky fue "el primer intento serio de la oposición de aceptar histórica y teóricamente el fenómeno de la degeneración burocrática".

El artículo fue un análisis minucioso de la degeneración y burocratización del Partido Comunista y el estado soviético. El punto de partida de la explicación de Rakovsky fue la pasividad y la despolitización de la clase obrera soviética. Argumentó que esta clase no era la misma fuerza social que había tomado el poder en octubre de 1917. La clase obrera posrevolucionaria no había experimentado el mismo bautismo de fuego que previamente la había unificado e impulsado la revolución.

La guerra y las terribles condiciones económicas sin duda se habían cobrado su precio. Sin embargo, Rakovsky creía que la causa principal era el fracaso del Partido Comunista en educar a esta clase obrera reconstituida en el espíritu del socialismo soviético. Atribuyó ese fracaso a su vez a la bancarrota del partido y las élites estatales, cuyas condiciones de vida privilegiadas estaban muy alejadas de las de la clase trabajadora:

"Cuando una clase toma el poder, una de sus partes se convierte en agente de ese poder. Así surge la burocracia. En un estado socialista, donde la acumulación capitalista está prohibida por los miembros del partido dirigente, esta diferenciación comienza siendo funcional; más tarde se convierte en social. . . . Ciertas funciones antes satisfechas por el partido en su conjunto, por toda la clase, se han convertido ahora en atributos del poder, es decir, sólo de un cierto número de personas en el partido y esta clase".

El resultado fue "la intoxicación de poder", escribió Rakovsky, citando al líder revolucionario francés Maximilien Robespierre. Como remedios para este problema, la Oposición de Izquierda debería proponer no sólo una depuración completa del aparato del partido, sino también la reeducación de los miembros del partido y de la población en general.

Rakovsky sugirió modestamente que esto era simplemente un análisis preliminar de los males de la revolución. Sin embargo, su aliado Trotsky elogió con entusiasmo el ensayo e instó a que se difundiera lo más ampliamente posible. Más tarde proporcionó el punto de partida para el famoso análisis antiestalinista del propio Trotsky, La revolución traicionada, publicado en 1936.

Entre el fascismo y el estalinismo

La expulsión del partido, el exilio y el encarcelamiento brutal pasaron factura a los opositores bolcheviques. Algunos buscaron volver al redil del partido, especialmente después de que Stalin pareció asumir algunas de sus políticas clave, como la industrialización acelerada, de 1928 en adelante. Por su parte, Rakovsky rechazó la idea de la "capitulación" basada en concesiones parciales de Stalin a la plataforma de la Oposición, exigiendo la restauración completa de la democracia partidaria, soviética y sindical.

Después de la expulsión de Trotsky de la Unión Soviética en enero de 1929, se consideró a Rakovsky el líder de la Oposición de Izquierda dentro del país. A pesar de su aislamiento y el deterioro de su salud, Rakovsky escribió varias declaraciones abiertas en 1929-1930, dirigiéndose directamente al Comité Central y estableciendo las condiciones previas necesarias para que la Oposición volviera a participar en la vida política. La democratización profunda era la esencia de lo que buscaba Rakovsky.

En efecto, estas declaraciones eran propuestas de readmisión en el partido, llamando implícitamente a una alianza con la facción "centrista" de Stalin contra la "derecha" de NikolaiBukharin. Este enfoque preocupó a algunos opositores, incluido Trotsky, quien de forma privada hizo llegar sus reservas a Rakovsky.

Sin embargo, las declaraciones de Rakovsky eran críticas intransigentes y mordaces de "la autocracia del aparato" y la represión política "violenta" que había desatado. En un comunicado exigió provocativamente la "abolición del cargo de secretario general", el cargo que ocupaba el propio Stalin.

Rakovsky y sus cosignatarios denunciaron la visión de Stalin del "socialismo en un solo país", la marcha forzada hacia la industrialización y la colectivización agrícola, y el centralismo burocrático de la Gran Rusia que asfixiaba a las repúblicas nacionales de la URSS. Hicieron hincapié en la importancia de restaurar la "democracia obrera y partidaria" como una forma de revigorizar la agotada "iniciativa revolucionaria de las masas".

En la década de 1930, estas resultaron ser vanas esperanzas. El estalinismo triunfaba en la URSS y el fascismo estaba en marcha en otras partes de Europa. Deportado a Asia Central en 1932, el enfermo Rakovsky perdió todo contacto con Trotsky. La noticia de que Rakovsky resultó herido en un intento fallido de fuga llegó a Trotsky a fines de ese año.

El legado de Rakovsky

Lo peor estaba por venir. El 23 de febrero de 1934, el periódico ruso Izvestiia publicó el texto de la capitulación de Rakovsky al partido. Aludía a la toma de poder nazi en Alemania unas semanas antes como la razón para apoyar el liderazgo de Stalin:

"Frente al ascenso de la reacción internacional, dirigida en última instancia contra la revolución de Octubre, considero el deber de un comunista bolchevique someterse por completo y sin vacilación a la línea general del partido".

La rendición de Rakovsky fue un golpe devastador para la asediada Oposición de Izquierda y para Trotsky personalmente: "Rakovsky fue prácticamente mi último contacto con la vieja generación revolucionaria", escribió en su diario. "Después de su capitulación no queda nadie". Sin embargo, no condenó personalmente a Rakovsky, sino que culpó a las extraordinarias presiones políticas a las que había sucumbido: "Podemos decir que Stalin sometió a Rakovsky con la ayuda de [Adolf] Hitler".

Cuatro años más tarde, en marzo de 1938, en el apogeo del terror estalinista, Rakovsky fue acusado en el tercer juicio de Moscú contra los viejos bolcheviques de ser miembro del llamado "Centro trotskista". Fue acusado de conspirar con agencias de inteligencia extranjeras para derrocar al gobierno soviético. "El viejo luchador, roto por la vida", escribió Trotsky al enterarse de la acusación, "va ineludiblemente al encuentro de su destino".

Y así fue, aunque su ejecución no llegó hasta el 11 de septiembre de 1941. Rakovsky había confesado haber tramado crímenes mediante "engaño, chantaje y violencia psicológica y física", en palabras de una resolución del Soviet Supremo de abril de 1988 que póstumamente rehabilitó a Rakovsky y lo readmitió en el Partido Comunista.

El recorrido de la vida de Rakovsky subió y cayó con el período más heroico de los movimientos marxista y obrero internacionales y su derrota en el siglo XX, aplastado entre el martillo fascista y el yunque estalinista. Las repercusiones de esa derrota todavía están con nosotros hoy, y no solo en Ucrania, sino en todo el mundo.

El legado de Rakovsky es tanto histórico como contemporáneo. Forjado como estaba en la caldera de las guerras de los Balcanes y la catástrofe de la Primera Guerra Mundial, sus escritos nos brindan una rica comprensión de las sensibilidades de la opresión nacional y los peligros del chovinismo nacional cuando es manipulado por poderes imperiales beligerantes y rapaces. El internacionalismo y la democracia participativa definieron el socialismo de Rakovsky, puesto de manifiesto no solo en su defensa de la Revolución de Octubre sino en su determinación inquebrantable de mantener esos principios hasta el final.

 

(*) Roger Markwick, profesor honorario de Historia Europea Moderna en la Universidad de Newcastle, Australia. Ha sido nombrado editor de una traducción al inglés de una importante biografía de Christian Rakovsky escrita por GeorgyChernyavsky, MikhailStanchev y MariaTortika (Lobanova).

Fuente: https://jacobin.com/2023/05/christian-rakovskys-european-marxism-russian-revolution-soviet-union-bulgaria-history

Traducción: G. Buster


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