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15.5.23

Reino Unido: La farsa semifeudal de la Coronación. Dossier (II)

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Por Morning Star, Eddie Ford, John Wight, Peter Lazenby (*)

La monarquía no es neutral, y la Coronación no es un espectáculo inocuo

 

Carlos III es un memo corto de entendederas cuya coronación da testimonio de una revolución fracasada.

John Wight

Gran Bretaña está humillada, infantilizada y deshonrada por su duradera tolerancia de la monarquía. Toda reforma progresista debe incluir la abolición de esta farsa semifeudal.

Aquel celebérrimo antimonárquico, Thomas Paine, defensor a muerte de la democracia y la meritocracia, no era hombre dispuesto a andarse con remilgos a la hora de execrar la existencia de una monarquía hereditaria:

"Los reyes se suceden, no como seres racionales, sino como animales. No importa cuáles sean sus caracteres mentales o morales. ¿Podemos entonces sorprendernos del estado abyecto de la mente humana en los países monárquicos, cuando el gobierno mismo está formado sobre un sistema de nivelación tan abyecto?"

Se están gastando más de 100 millones de libras del dinero de los contribuyentes, pero no en alimentar a los hambrientos o en alojar a los sin techo, de los que hay millones en todo un país cuyos apologetas nunca pierden la oportunidad de agitar su Union Jack mientras se jactan de que el Brexit ha vuelto a hacer grande a Gran Bretaña.

No, se está desperdiciando en el inminente desfile de basura semifeudal que debería haberse consignada ya desde hace mucho al basurero de la historia.

Lo que hace las cosas aún más aborrecibles es el hecho de que el rey Carlos heredó 650 millones de libras libres de impuestos de su madre, recibe 350 millones de libras al año libres de impuestos del contribuyente y tiene un patrimonio por valor de 22.000 millones de libras que nunca se grava. Sin embargo, el hombre no puede, con todo, pagarse su propia coronación.

La Casa de Sajonia-Coburgo y Gotha, de la que procede nuestro glorioso y noble monarca, no procede de Londres, sino de Alemania. La familia cambió hábilmente su nombre por el de Windsor, que suena menos germánico, bajo la juiciosa instrucción del rey Jorge V en 1917, en una época en la que el patrioterismo estaba de moda y los jóvenes de clase trabajadora de todo el país eran masacrados por millares en las trincheras de Francia, luchando contra los alemanes.

Tras la muerte de la reina Isabel III a los 96 años el pasado septiembre, Gran Bretaña se convirtió rápidamente en Corea del Norte sin risas. Tal como manifesté en su momento:

"La intensidad de la efusión de dolor nacional en Gran Bretaña por la muerte de la reina Isabel II a los 96 años ha sido reveladora de contemplar".

"Confirma sencillamente hasta qué punto en Gran Bretaña hemos quedado infantilizados por esta arcana institución semifeudal y condicionados a venerar a una familia cuya única pretensión es un accidente de nacimiento y un legado forjado en sangre e imperio".

Lástima de país al que se carga con una "familia real" de pervertidos sexuales, arpías y maravillas sin mentón. El príncipe Andrés se había estado poniendo las botas a expensas de los contribuyentes británicos durante décadas cuando se sentó para la ahora famosa entrevista con Emily Maitlis, del programa televisivo Newsnight, en el Palacio de Buckingham en 2018.

La sensación de privilegio que desprendía a lo largo de la entrevista, la forma en que parecía genuinamente sorprendido y desconcertado cuando afrontaba las preguntas forenses de Maitlis sobre su relación con el financiero estadounidense, traficante sexual y pedófilo Jeffrey Epstein, proporcionaban una valiosa visión del universo enclaustrado de una familia cuya existencia en el siglo XXI constituye una vergonzosa acusación de nuestra tolerancia frente a un sistema de clases que hace que Gran Bretaña se parezca más a un parque temático y un museo del siglo XIX que a una democracia moderna.

El entorno palaciego del Palacio de Buckingham en el que tuvo lugar la entrevista no ayudaba en nada. Resulta asombroso que cualquier sociedad que se precie de ser civilizada pueda equilibrar una ostentación tan obscena con unos niveles de pobreza y desesperación que se ajustan a una guerra que se libra contra sus gentes más pobres y vulnerables.

"No, era un fin de semana de caza... Un simple fin de semana de caza", respondía
el hombre a una de las preguntas de Maitlis, como si los fines de semana de rodaje eran algo normal, como ir a la franquicia local del Kentucky Fried Chicken a por unas alitas de pollo.

La entrevista se convirtió por momentos en una parodia, tan vergonzoso resultaba ver a este gran saco de inútil aire de la realeza allí sentado allí con la barbilla colgando sobre su cuello como un Jay Gatsby de los últimos tiempos, parpadeando como un hombre que acaba de salir a la luz después de pasar décadas en la oscuridad de un mundo de lujo obsceno y autogratificación.

Él y los demás miembros de la realeza son maniquíes humanos, productos de una institución total y completamente incompatible con la modernidad, por no hablar de la democracia.

Su popularidad entre una gran franja del público británico es una triste medida de su infantilización y de hasta qué punto los miles de personas que acudirán a presenciar este desfile de detritus humanos en la coronación en el centro de Londres han interiorizado el imaginario del sistema de clases más arraigado y perverso que el mundo ha conocido desde la caída de Roma.

El ejército de vagabundos que coloniza hoy día Londres, los supervivientes de Grenfell [víctimas de un incendio en unas viviendas sociales londinenses en junio de 2017], los 14 millones que viven en la pobreza en Gran Bretaña, todos los que se han encontrado en el otro extremo recbiendo golpes en nombre de la austeridad en esta última década, incluidos los seres queridos de los 120.000 que han muerto como resultado directo de todo ello, tienen derecho a preguntar cuándo comenzará la revolución.

El resto de nosotros, mientras tanto, estamos obligados a exigir no sólo un cambio económico o político en Gran Bretaña, sino un cambio constitucional. Porque, sin duda, ha llegado el momento de barrer la toga y la peluca del semifeudalismo que sustenta nuestras principales instituciones: los Comunes, la Cámara de los Lores, el poder judicial y, sí, la monarquía.

"Todo país en el que la mendicidad es una profesión está mal gobernado", escribió Voltaire.

El filósofo francés de la Ilustración conoce a los británicos mejor que ellos mismos.. 

The Morning Star, 5 de mayo de 2023

 

Julian Assange envía una misiva a Carlos de Windsor invitándole a visitar la prisión de Belmarsh

Peter Lazenby

Julian Assange, célebre periodista encarcelado en el Reino Unido, ha escrito a Carlos de Windsor invitándole a visitarle en la prisión de Su Majestad de Belmarsh, donde el fundador de WikiLeaks lleva más de cuatro años, mientras lucha contra su extradición a los Estados Unidos.

Assange ha felicitado irónicamente al Rey por ser, técnicamente, anfitrión de la mayor población reclusa de Europa.

Washington ha tenido a Assange en busca y captura desde que WikiLeaks sacó a la luz los crímenes de guerra cometidos por los Estados Unidos en Irak y otros lugares. En caso de extradición, podría ser condenado a cadena perpetua.

En su carta al señor Windsor, escribe: "Aquí [en Belmarsh] es donde se encuentran detenidos 687 de sus leales súbditos, subscribiendo la insólita marca del Reino Unido como país con la mayor población carcelaria de Europa Occidental".

"Tal como ha declarado recientemente su noble gobierno, su reino está experimentando actualmente 'la mayor expansión de plazas carcelarias en más de un siglo', con ambiciosas proyecciones que muestran un aumento de la población carcelaria de 82.000 a 106.000 personas en los próximos cuatro años. Todo un legado.

"Me siento honrado por residir entre los muros de esta institución de categoría mundial. Verdaderamente, su reino no tiene límites".

El señor Assange se refiere sarcásticamente a las condiciones carcelarias, como "las delicias culinarias preparadas para sus leales súbditos con un generoso presupuesto de 2 libras diarias".

"Saboree las cabezas de atún salreadas y las omnipresentes formas reconstituidas supuestamente hechas de pollo".

"Aquí le maravillarán las sensatas reglas diseñadas para la seguridad de todos, como la prohibición del ajedrez, mientras se permite el juego, mucho menos peligroso, de las damas", escribe.

Miles de personas asistieron el jueves [4 de mayo] a los actos del Día Mundial de la Libertad de Prensa en los que se puso de relieve la difícil situación de Assange.

No ha sido posible contactar con el señor Windsor para recabar sus comentarios.

The Morning Star, 5 de mayo de 2023
Morning Star 

 

(*) Editorial del Mornig Star, tradicional diario de la izquierda laborista británica.

(*) Eddie Ford es un analista poli´tico brita´nico, especializado en asuntos internacionales y estrate´gicos que suele contribuir a la revista Weekly Worker.

(*) John Wight, periodista y escritor autor de varias novelas y ensayos, es colaborador del diario "Morning Star", donde escribe sobre política y boxeo

(*) Peter Lazenby,veterano reportero del norte de Inglaterra, es colaborador del "Morning Star" y miembro activo de la National Union of Journalists, el sindicato de periodistas británico.

Fuente: VVAA

Traducción: Enrique García, Lucas Antón


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