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1.5.23

El pasado fascista de Italia y el presente gobierno de Roma. Dossier

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Por Norma Rangeri, Davide Conti (*)

El gobierno de Meloni quiere borrar nuestra verdadera historia

Norma Rangeri

Se acerca el 25 de abril: el Día de la Liberación, la primavera de nuestra democracia renacida tras 20 años de feroz dictadura mussoliniana, después de una guerra desatada por el nazi-fascismo. Una fiesta nacional, popular y fundacional que ya se vio atacada en la primera década del 2000, cuando los paradójicos liberales berlusconianos quisieron purgarla de toda "mancha" comunista rebautizándola como Día de la Libertad, en lugar de Día de la Liberación.

Por aquel entonces, bastó que "ilCavaliere" se anudara al cuello el pañuelo partisano en un anuncio televisivo para que todo el mundo alabara su brillantez y respirara aliviado. Aquel torpe intento revisionista fracasó, pero sólo se pospuso para más adelante.

Ahora, la peor derecha de Europa, actualmente en el poder en Italia, sigue adelante por ese viejo camino. Meloni y los suyos lo intentan de nuevo, enarbolando las banderas gemelas de Patria y Familia. Pretenden cortar las raíces antifascistas de la República, desfigurando la cultura constitucional del país.

Pretenden limpiar las relaciones sociales de las "impurezas" modernistas, borrando los derechos civiles y negando la emancipación sexual de hombres y mujeres.

Debemos ser conscientes de que estas derechas avanzan con un plan cuidadoso, una inteligencia lúcida y una arrogante actitud de superioridad. Están actuando como si su victoria electoral y el apoyo popular (bastante limitado por la marea abstencionista) pudieran bastar para desligar al gobierno y a las instituciones del pacto antifascista sobre el que se construyeron y substituirlo por un nuevo régimen anti-antifascista.

El revisionismo del presidente del Senado sobre el ataque partisano de ViaRasella a las tropas alemanas el 23 de marzo de 1944 ("Un episodio nada glorioso: los partisanos no mataron nazis, sino a una banda musical de jubilados", declaró) se produjo pocos días después de que el primer ministro reformulara la masacre de las Fosas Ardeatinas que los nazis llevaron a cabo como represalia ("335 italianos inocentes masacrados sólo por ser italianos").

Estos son dos ejemplos cristalinos del capullo revisionista que encubre el núcleo duro del negacionismo. Si los asesinados en represalia por el ataque de ViaRasella eran simplemente "italianos" (revisionismo), entonces los antifascistas y los judíos no eran las víctimas previstas de los nazis, por lo que tales víctimas no existían en absoluto (negacionismo). Y si los soldados de ViaRasella no eran torturadores nazi-fascistas, sino sólo una "banda de música", entonces quienes les atacaron no eran antifascistas, al fin y al cabo, sino terroristas comunistas.

Por lo demás, dejando a un lado a los políticos de segunda fila que utilizan las palabras de Mussolini sobre el asesinato de Matteotti para disfrazarse de guerreros políticos, hace poco vimos un ejemplo de negacionismo en acción por parte de un Ministro de Educación que tiene una habilidad única para canalizar el viejo Ministerio mussoliniano de Cultura Popular para una nueva era.

Tras el ataque de cariz fascista a un grupo de estudiantes de secundaria, reprendió sin contemplaciones y públicamente a un director que era "culpable" de pedir a los estudiantes que estuvieran atentos a la protección de la democracia en la escuela y que se levantaran contra la violencia fascista, y que incluso se atrevió a citar palabras de Gramsci ("Odio a los indiferentes").

Se trata de una involución cultural (en la escuela, en la historia, en los símbolos republicanos, en las relaciones familiares) que desemboca en un plan de revisión institucional para tener un "padre", o una "madre", de la patria elegido directamente, una figura que sería tanto más fuerte cuanto más débil fuera la unidad nacional, fragmentada entre pequeñas patrias regionales.

Este grupo de poder no tiene intención de desechar las sombras del pasado, y no está intentando que la gente olvide de dónde viene. Intenta eliminar nuestra historia porque ya está trabajando para cultivar otra que la substituya.

 ilmanifesto global, 10 de abril de 2023

 

Vieja ignorancia y nuevo "plan para África"

DavideConti

El 5 de mayo de 1936, después de siete meses de guerra, el mariscal Pietro Badoglio telegrafió a Roma la noticia de la entrada de las tropas del ejército italiano en Adis Abeba, la capital de Etiopía.

El 9 de mayo, Mussolini anunció triunfalmente, desde el balcón de Piazza Venezia, "el resurgimiento del Imperio en las colinas del destino de Roma". Toda esta historia persigue ahora a Giorgio Meloni como una larga sombra en su viaje a la antigua colonia italiana, primera primera ministra postfascista e hija política del MSI [Movimiento Social Italiano], el partido heredero del movimiento de Mussolini.

En realidad, el hecho de que nunca haya habido un ajuste de cuentas con esa parte de la historia no es algo exclusivo de la extrema derecha y pone en cuestión a la sociedad italiana en su conjunto. Incluso hoy en día, calles, plazas y monumentos de todo el país llevan nombres de la guerra imperialista librada por el fascismo y estan dedicadas a ella, y ningún gobierno o institución ha pensado en intervenir para dar al menos una explicación de lo que significan Viadell'AmbaAradam, ViaAdis Abeba o Largo Ascianghi en su contexto histórico.

El pasado colonial de Italia ha supuesto un enorme bagaje reprimido para nuestra República, que llevó a cabo el cambio del fascismo a la democracia sin su propio juicio simbólico de Nuremberg, y en su lugar formó su autoimagen con el falso mito de que "los italianos son buena gente" ["Italiani, brava gente"]. Prueba de ello fue el increíble alcance del ostracismo al que la prensa y los medios de comunicación sometieron al mayor historiador (y antiguo partisan) del colonialismo italiano, Angelo Del Boca. Especialmente memorable fue su polémica con IndroMontanelli sobre el uso de bombas de mostaza y gases asfixiantes por parte del ejército italiano (que este último seguía negando, inverosímilmente, invocando únicamente su "memoria personal" de su época entre las tropas de ocupación), una fuerza cuya aviación lanzó 200 toneladas de explosivos sólo en la batalla de Scirè, en febrero-marzo de 1936.

Estos crímenes de guerra quedaron confirmados documentalmente y no fueron meros incidentes aislados. Tras la ocupación de Adis Abeba, las Matanzas de civiles y partisanos continuaron de forma regular, hasta el punto de que la oficina militar del Ministerio de África italiano registró, hasta el 10 de junio de 1940, 76.906 rebeldes etíopes muertos, 4.437 heridos y 2.847 prisioneros.

Esa historia dice mucho no sólo del régimen fascista, sino también de la Italia de postguerra y de cómo la "continuidad del Estado", tal como nos ha enseñado Claudio Pavone [historiador del antifascismo y la República italianas y reorganizador del Archivo Central del Estado], influyó en el desarrollo histórico de la democracia en nuestro país.

En Etiopía, las operaciones policiales estaban coordinadas por Rodolfo Graziani, alto funcionario fascista nombrado virrey de Etiopía, criminal de guerra y ministro de las Fuerzas Armadas del ejército colaboracionista de Salò. Fue sometido a juicio después de la guerra, pero salió rápidamente de prisión, convirtiéndose en presidente honorario del MSI en 1952. Su "abrazo" pacificador con Giulio Andreotti en Arcinazzo durante uno de los mítines electorales del político democristiano se haría tristemente célebre. En 2012, se inauguró un mausoleo en su honor en la localidad de Affile, financiado por el gobierno regional del Lacio, dirigido entonces por Renata Polverini y del que formaba parte el entonces concejal de Transportes Francesco Lollobrigida, hoy fiel subordinado del gobierno Meloni.

Tras un ataque contra Graziani por parte de la Resistencia etíope, el 19 de febrero de 1937, el mando militar italiano ordenó un exterminio masivo (14.294 rebeldes muertos y ejecutados y 50.000 casas quemadas) que culminó con la matanza de los monjes coptos de DebràLibanòs, que llevaron a cabo unidades dirigidas por Pietro Maletti. Décadas más tarde, el hijo de este último, GianadelioMaletti, que siguió los pasos de su padre en su carrera militar, fue condenado por complicidad en el marco de la investigación de la matanza de Piazza Fontana del 12 de diciembre de 1969.

GiorgiaMeloni pudo aprender en Etiopía la historia de otro de los padres fundadores de su MSI: AlessandroLessona, colocado por Mussolini al frente del Ministerio para el África Oriental Italiana. En la posguerra, habiendo superado indemne la purga, sería miembro y luego senador del MSI en 1963. En abril de 1969, dimitió del partido y se unió al Frente Nacional de Junio Valerio Borghese (otro presidente honorario del MSI) poco antes del intento de golpe de Estado del 7 y 8 de diciembre de 1970.

Así, mientras pregona un quimérico "Plan Mattei" para África, Meloni podría aprovechar la oportunidad para recordar a aquellos padres fundadores y a "aquellas personas que ya no están" a quienes dedicó su victoria electoral en septiembre. En cambio, seguirá ignorando el tema (lo mismo que la opinión pública nacional), apostando por el desinterés del país por conocer su pasado y confiando en el triste espíritu de nuestro tiempo, que recuerda al famoso aforismo de Karl Kraus: "Cuando el sol de la cultura está bajo, hasta los enanos proyectan largas sombras".

ilmanifesto global, 19 de abril

 

(*) Norma Rangeri. Directora desde 2010 del diario italiano "ilmanifesto", en el que lleva trabajando desde 1974, primero como crítica de televisión, experiencia recogida en su libro "Chi l´ha vista?Tuttoilpeggiodella tv da Berlusconi a Prodi' (o viceversa)", Milán, Rizzoli, 2007.

(*) Davide Conti, periodista de "ilmanifesto", escribe habitualmente sobre asuntos de historia contemporánea de Italia.

Fuente: IlManifesto Global

Traducción: Lucas Antón


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