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17.4.23

Italia: El gobierno Meloni y el reflejo condicionado del postfascismo

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Por Davide Conti (*)

"Quiero dedicar esta victoria a todas las personas que ya no están aquí y que merecían ver esta noche": estas fueron las palabras de Giorgia] Meloni dedicadas a los padres fundadores de la "comunidad" "missina" [del MSI, Movimiento Social Italiano, el partido neofascista de la postguerra italiana] en [el diario] La Repubblica.

Así es como la recién elegida primera ministra decidió celebrar los resultados electorales del 25 de septiembre de 2022 que la llevaron a la jefatura del gobierno, la primera política abiertamente postfascista en conseguirlo. 

Desde aquella noche, como si de un continuo e incontrolable reflejo antropológico se tratara, hemos sido testigos, uno tras otro de: el ataque de Meloni al antifascismo en su discurso de investidura (astutamente situado en el marco de la situación de "extremismos opuestos" de los años setenta, en lugar de como raíz fundacional de la República), los elogios al MSI, en el aniversario de su fundación, por parte de la subsecretaria de Defensa Isabella Rauti (hija del fundador de Ordine Nuovo [grupo neofascista]) y del presidente del Senado, Ignazio Benito La Russa (antes conocido por ser orgulloso coleccionista de bustos de Mussolini que exhibía ante la prensa); y el ataque antiantifascista del ministro de Educación Valditara contra el director del instituto [de enseñanza media] Leonardo da Vinci de Florencia, tras el ataque de corte fascista de militantes juveniles de Fratelli d'Italia, contra estudiantes menores de edad frente al instituto Michelangiolo.

Por último, está la relectura inconscientemente reveladora de Claudio Anastasio del discurso con el que Mussolini reivindicó la responsabilidad política del asesinato de Giacomo Matteotti y confesó abiertamente la naturaleza criminal del propio fascismo.

"¡Me importa un bledo! Denunciar no es una palabra que forme parte de mi vocabulario, ni del vocabulario de los miembros del MSI". Así respondió Giorgio Almirante [líder histórico del MSI], el 14 de enero de 1987, a la pregunta de un asombrado periodista que dirigía una tertulia política. Al citar la fórmula acuñada por el ex secretario del MSI, Augusto De Marsanich, "No denunciar, no restaurar", Almirante trazaba una línea política que hoy defienden a capa y espada sus herederos en el gobierno.

Aunque seguimos siendo plenamente conscientes de la imposibilidad de un retorno del fascismo en sus formas históricas (entendido como corporativismo, autarquía, imperialismo belicoso, régimen terrorista, racismo de Estado, clasismo totalitario y organicista), el sentido profundo de la fórmula apunta a una línea política mucho más concreta para los seguidores de la tradición del MSI: averiguar cómo ser fascistas de su propio tiempo.

Hoy en día esto significa esconderse y mezclarse dentro del establishment neoliberal global y desde esa posición, por un lado, mantener viva la retórica de una "alternativa al sistema", y por otro lado expresar el mayor grado de compatibilidad con el establishment en términos de atlantismo mezclado con clasismo punitivo contra las clases más débiles, negación de los derechos civiles y discriminación contra los inmigrantes.

Así pues, el debate no gira en torno a un posible resurgimiento del régimen de Mussolini del basurero de la historia; gira en torno a las dimensiones de la actualidad, donde el equilibrio de poder entre el legado histórico de la República Constitucional (nacida de la victoria del antifascismo) y la nueva derecha (nacida de la derrota del fascismo) se pondrá en juego en los próximos dos años.

En su redefinición de la identidad republicana, este gobierno se enfrentará a aniversarios históricos que van a adquirir gran significado porque se producen en medio de un proceso de "reforma" presidencialista y de orientación regional-autonómica que podría trastocar definitivamente la estructura de las instituciones nacidas de la Resistencia.

¿Cuál será la postura del ejecutivo de Meloni el 8 de septiembre, cuando se cumplan 80 años del armisticio que la derecha del MSI siempre ha calificado de "traición" y "deshonra" a la patria? ¿O en junio de 2024, con el centenario del asesinato de Matteotti (y por tanto del advenimiento totalitario del régimen fascista) y el 80 aniversario de la Liberación de Roma, una celebración de la Resistencia? ¿O el 25 de abril de 2025, el 80º aniversario de la Liberación de Italia?

Estos aniversarios llegarán en un momento en el que nos encontraremos (si dura este gobierno) en medio de discusiones sobre dos cambios sistémicos (una república presidencial y una autonomía diferenciada) que podrían conducir no a un "nuevo fascismo", sino al desmembramiento definitivo del Estado nacido de la Resistencia.

Estas medidas no devolverán a las calles a los camisas negras, pero "resolverán" esos problemas de compatibilidad entre la Constitución antifascista y el marco de libre mercado señalados por el banco de inversión JP Morgan en 2013.

Ya estábamos en el umbral de ese cambio (que afortunadamente se detuvo ahí) con la "solución" del referéndum de 2016 por parte del gobierno de Renzi, que no desagradó a esa parte de la sociedad liberal que no pierde ocasión de intentar separar ideológicamente lo que la historia ha unido en la configuración de nuestro país: el antifascismo comunista y socialista (que era objetivamente mayoritario), el antifascismo católico y el antifascismo laico-democrático.

Este encuentro creó el primer y único terreno histórico que tenemos en común (a diferencia de las posturas actuales sobre recuerdos compartidos): la Constitución de nuestra República. Ese será el objetivo de la derecha. 

 

(*) Davide Conti, periodista de "il manifesto", escribe habitualmente sobre asuntos de historia contemporánea italiana.

Fuente: il manifesto, 17 de marzo de 2023

Traducción: Lucas Antón


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