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10.4.23

Es imprescindible cerrar el drenaje delictivo de recursos

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Por Roberto Sansón Mizrahi (*)

Si llenase de agua una piscina con grietas por donde pierde agua le tocaría cerrar las grietas antes de agregar sin parar más agua. Algo de esto sucede en muchas economías del mundo y con mayor gravedad en los países no centrales que sufren un constante e inmenso drenaje de recursos. Drenaje non santo que castiga a los pueblos y contribuye a concentrar la riqueza.

Lo dramático es que buena parte de ese drenaje surge de operaciones ilegales (delitos) o ilegítimas (cuasi delitos).

Las operaciones ilegales incluyen, entre otras, la evasión impositiva, la imposición de intereses usurarios, el abuso de poder de mercado y las operaciones fraudulentas de comercio exterior.

Las operaciones ilegítimas son posibilitadas por políticas impuestas por el poder económico que transforman en legales lo que en otros contextos son ilegales. Así, los dominadores se arrogan el poder de decidir qué es legal y qué ilegal favoreciendo de esa forma lucrar sin límites a expensas del resto de la población.

 

Quienes son los delincuentes y cómo fugan recursos mal habidos

Los dominadores encubren que el drenaje delictivo de recursos que realizan basándose en su poder e impunidad es el resultado de apropiar ingresos que pertenecen al Estado, a consumidores, a trabajadores, a proveedores y a competidores.

Una parte de esos recursos mal habidos queda en el país engrosando los circuitos ilegales de operación, pero una gran proporción fuga a guaridas fiscales. Uno creería que el mayor drenaje delictivo que se refugia en esas guaridas proviene del crimen organizado (tráfico de drogas, personas y armas) pero no es así. Un tercio de los recursos fugados tienen ese origen, alrededor de un diez por ciento proviene de la corrupción y, alerta, casi dos tercios del drenaje delictivo de recursos radicado en guaridas fiscales lo realizan grandes empresas y familias de altos ingresos[1].

Fue señalado que el drenaje delictivo de recursos no es ocasional sino enorme y permanente, toca explicitar que provoca consecuencias sociales y económicas devastadoras.

Así, la gran evasión y elusión impositiva permite a delincuentes aumentar su lucro reteniendo recursos que debieran aportar al fisco. Al hacerlo desfinancian al Estado limitando su capacidad de proveer infraestructura social y productiva. El robo cometido reduce los ingresos públicos legítimos y fuerza al Estado a acudir a otras fuentes como el endeudamiento y una mayor emisión afectando seriamente las cuentas públicas. El déficit fiscal resultante es una de las devastadoras consecuencias de ese latrocinio; no aparece sin razón sino por perder ingresos legítimos a manos de los que más tienen. De ahí que la solución impuesta por los dominadores de reducir la inversión social carece de legitimidad y sentido; la política apropiada para cerrar un déficit fiscal pasa, en primera instancia, por suprimir con firmeza el drenaje delictivo por impuestos exigibles y no pagados.

Son conocidos los muy grandes evasores y no los que ocasionalmente se atrapan ("perejiles" en el léxico popular). Y también se conocen los variados mecanismos que utilizan para evadir. El ejemplo de los agroexportadores es demoledor.

En general, quienes exportan la producción agropecuaria son un puñado de grandes corporaciones globales; no exportan directamente los productores que venden su producción a acopiadores y exportadores. Ahí comienza el gran fraude fiscal. Los grandes agroexportadores hacen parte de una red global con subsidiarias o empresas asociadas en todos los mercados del mundo. Esto facilita que los grandes agroexportadores que operan en un país puedan vender a una de esas subsidiarias en el exterior a un precio por debajo del vigente en el mercado internacional, lo que técnicamente se llama subfacturación de la exportación. Al hacerlo, declara al fisco nacional menos ganancias y por tanto evade una buena parte de los impuestos que debiera pagar robando recursos que pertenecen a la entera sociedad. Mientras tanto la empresa subsidiaria, ahora sí, le vende al comprador de la exportación el precio pleno de mercado y se queda con la ganancia no declarada. La subsidiaría puede luego remitir esa ganancia a su casa matriz que la suma a su patrimonio o asigna esos recursos robados a cualquier otro propósito.

Es crucial desenmascarar esa operación delictiva porque compromete la soberanía nacional de decidir cómo retener y distribuir el ahorro nacional sin castigar a sectores medios y populares. Algo que los delincuentes saben encubrir mientras circulan en encumbrados círculos sociales disfrutando de sus tropelías. Es inaudito que tamaños saqueos "de cuello blanco" gocen de total impunidad.       

Otro importante componente del drenaje delictivo de recursos mencionado más arriba hace a la masiva apropiación financiera de excedentes. Dada su magnitud (prácticamente todo el mundo está endeudado) y complejidad (articulación de redes locales de usura y extorsión con quienes controlan las finanzas globales) requiere tratar el sistema financiero, sus normas y sus regulaciones-desregulaciones en su conjunto, desafío a ser abordado en un próximo artículo. 

El drenaje delictivo y la política

Las prioridades que cada país soberano adopte para cerrar el drenaje delictivo de recursos variarán según sean sus circunstancias y fases de desarrollo. No existen recetarios únicos como los impuestos por los centros de poder y sus organismos internacionales que actúan como si no existiesen las inevitables singularidades de cada situación y lugar. De ahí que sólo corresponde señalar grandes prioridades estratégicas, las políticas y los mecanismos específicos son atribuciones propias de cada país.

Posibilitar estos cambios de rumbo y formas de funcionar se asienta en una base política fundamental, conformar una firme coalición política para ganar elecciones y gestionar con efectividad los mandatos recibidos. Es el mayor desafío para poder enfrentar exitosamente al poder económico y sus cómplices mediáticos y judiciales. Ese poder ha configurado trincheras que les permite manipular a la opinión pública y hacer valer sus intereses.

Una coalición política liberadora se sustenta en un permanente esfuerzo de esclarecimiento y organización social, incluyendo sectores poblacionales con diversas culturas y necesidades que no siempre avanzaron juntos. Esto jerarquiza la importancia de alinear anhelos e intereses, algo que no sucede espontáneamente por la heterogeneidad constitutiva de sectores medios y populares. Con débil esclarecimiento y organización social se reproducen vulnerabilidades que los dominadores saben aprovechar para agigantar la fragmentación social.  

 

(*) Roberto Sansón Mizrahi. Economista, planificador regional y urbano, consultor, dirigió empresas, autor de Un país para todos, Crisis global: ajuste o transformación, Democracias capturadas y otros libros, Co-Editor de Opinión Sur www.opinionsur.org.ar


(!)  GAGGERO, J., RUA, M. y GAGGERO, A. (2013) Fuga de Capitales III. Argentina (2002-

2012). Magnitudes, evolución, políticas públicas y cuestiones fiscales relevantes.

CEFID-AR. Documento de Trabajo Nº 52. Buenos Aires, diciembre 2013


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