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10.4.23

“Los bancos centrales temen el contagio de las luchas obreras y sociales”. Entrevista

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Christian Marazzi (*)

Christian Marazzi, economista, autor de numerosos libros de crítica del capitalismo financiero y profesor en la Universidad de Ciencias Aplicadas y Artes de la Suiza Meridional (SUPSI), ha escrito en los últimos meses un diario de la crisis para las páginas digitales de Effimera, Machina y El Salto.

Le entrevista para el diario il manifesto el periodista Roberto Ciccarelli.

¿Qué significa la decisión del Banco Central Europeo (BCE) de subir los tipos de interés 50 puntos básicos?

Es una señal de que no quieren ceder al chantaje del mercado que quiere la rebaja de los tipos de interés. Y reiteran su determinación de luchar contra la inflación. Lo mismo puede decirse de la Reserva Federal de los Estados Unidos. En una situación así, no se pliegan al mercado financiero, sino que avalan la crisis. Y tratan de exorcizarla ciñéndose a una estrategia que tienen predefinida.

¿Es correcta la impresión de que los bancos centrales y todos los gobiernos han estado malinterpretando el significado de la inflación durante el último año y medio?

Sí. La insistencia en combatir la inflación con políticas monetaristas centradas todas ellas en el volumen de la oferta puede explicarse como una lucha preventiva, en el mejor de los casos, contra una posible espiral entre salarios y precios, que sin embargo no existe, como demuestran los datos. En realidad, asistimos a una inflación debida a una espiral precios-precios, es decir, proveniente de la acumulación de los gigantescos beneficios acumulados desde la pandemia. La obstinación de los banqueros centrales viene dictada por una política que quiere proteger estos beneficios y es, de hecho, contraria a una resistencia laboral y obrera en aumento desde 2022. El año pasado hubo un aumento del 52% en el número de paros laborales en comparación con 2021, con un 60% más de trabajadores que participaran en protestas. Si se compara con el período fordista, se puede suponer que se ha desencadenado un ciclo de luchas sociales que parecía irrepetible desde los años 80, cuando comenzó la contrarrevolución neoliberal.

¿De qué tienen miedo?

No sólo del contagio de la crisis financiera, sino del de la crisis social. Y reaccionan. Incluso a costa de ir en contra de los intereses del capital.

¿De veras?

Si no, no se explica la crisis de los bancos de Silicon Valley. La subida de los tipos de interés está haciendo saltar por los aires el sector del capital riesgo, la base del capitalismo digital donde parecía haber encontrado el Huevo de Colón. La agresividad de la política monetaria de la Fed no sólo está afectando a los salarios reales, sino también a los bonos del Tesoro a diez años, es decir, a los que la banca había comprado porque daban un rendimiento modesto, pero superior a los tipos cercanos a cero de antes. La salida de la crisis pandémica supuso la reanudación de la actividad con un gasto keynesiano que impulsó la demanda y el consumo. En los Estados Unidos, reactivó la inflación y alertó a las autoridades monetarias que iniciaron una política restrictiva. El paso del "Quantitative Easing" al "Quantitative Tightening" sólo podía dejar heridos sobre el terreno.

¿A qué están jugando?

La política de la Fed no sólo resulta perjudicial desde el punto de vista del coste del dinero que repercute en los salarios, o de la confianza de los mercados. Se trata de un intento de restablecer la hegemonía del dólar en una situación mundial en la que China, principalmente, está desinvirtiendo de la deuda estadounidense para diversificar su cartera. A EE.UU. le molesta la idea de que el dólar deje de ser la moneda preferida. Esto permite sostener una deuda pública muy elevada para invertir en la Ley de Reducción de la Inflación de Biden o en gastos militares para financiar la guerra de Ucrania. La deuda pública debe ser gobernable, y para ello la política monetaria debe contrarrestar la desdolarización. El dólar representa el 58% de las reservas mundiales de divisas, tres veces más que el euro. Pero el riesgo está ahí.

¿Qué puede pasar en Europa?

Aquí la inflación procede en gran medida del aumento de los precios de las materias primas energéticas. La Unión Europea tiene un grave problema para definir líneas estratégicas en los sectores digital y energético. Y se ve frenada por sus tensiones internas que oscilan entre un enfoque más ligado a la financiación privada que a la pública. Por el momento, no hay claridad sobre las prioridades que deben darse a estas estrategias en el ámbito de los semiconductores o de las "start-ups". Por si fuera poco, la guerra ruso-ucraniana se desarrolla en el corazón de Europa, incitándola a buscar gas licuado y armas en Estados Unidos. Europa corre el riesgo de salir de ésta con los huesos rotos si se produce otra crisis.

Las negociaciones para restablecer el pacto de estabilidad están en marcha, pero Alemania se resiste. ¿Por qué quieren volver a la normalidad en una situación tan incierta?

Estas tensiones sobre una vuelta "flexible" a los criterios de Maastricht se explican porque es prácticamente la única forma que tienen de disciplinar a los países miembros, entre otras cosas discriminando entre países. Se sabe que Francia y Alemania han rebasado estos parámetros. Es un problema de gobernanza en un continente que no está unido. La única vez que hubo una oleada de solidaridad fue con la mutualización de las deudas durante la pandemia, para luego volver a las andadas. Hay un problema de vacío de poder que se quiere llenar con criterios totalmente artificiales que tienen un fuerte valor disciplinario.

¿No aumenta esto el riesgo de nuevas crisis?

Estoy convencido de ello. La crisis es la forma misma de existencia de la Unión Europea. Su gobernanza se da por medio de las crisis y a través de las crisis.

¿E Italia?

Está en una situación delicada. Se encuentra en apuros tanto por la decisión del BCE de cerrar el grifo del crédito como por la renovada cautela sobre la solidez de su enorme deuda pública. Podría volver a ser objeto de una vigilancia especial por parte de los mercados financieros.

Ante tales riesgos, ¿cree que el Gobierno de Meloni está preparado?

El Banco de Italia se está comportando de forma positiva y está tratando de dar las señales adecuadas a un gobierno que atraviesa tensiones no pequeñas. Mientras tanto, sobre la guerra, Forza Italia no me parece que vaya en la misma dirección que el atlantismo. Sobre las políticas públicas hay más voluntad de reprimir los ingresos sociales y no de garantizarlos. Las desigualdades aumentarán en nombre de un impulso neoliberal a las inversiones privadas.

¿Qué puede sacudir a un país aparentemente pacificado?

Movilizaciones sindicales y sociales en defensa de una mejor redistribución de la renta, de la renta de ciudadanía o de una reforma fiscal. Algo que contraste con las opciones austeritarias que el gobierno ya ha esbozado en la primera ley de presupuestos. Aunque poco se mueva hoy, podría haber respuestas a problemas globales no creados en Italia.

 

(*) Christian Marazzi. Economista, es profesor en la Universidad de Ciencias Aplicadas y Artes de la Suiza Meridional (SUPSI), y autor, de varios libros, como "Il posto dei calzini" (Casagrande-Bollati Boringhieri, 1999, Casagrande, 2021), "E il denaro va. Esodo e rivoluzione dei mercati finanziari" (Bollati Boringhieri, 1998), "Capitale e linguaggio. Ciclo e crisi della new economy" (DeriveApprodi, 2002); "Finanza bruciata" (Casagrande, 2009), "Il comunismo del capitale" (Ombre Corte, 2010), "Diario della crisi infinita" (OmbreCorte, 2015) o "Checos'è il plusvalore?" (Casagrande,2017).

Fuente: il manifesto, 17 de marzo de 2023

Traducción: Lucas Antón


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