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3.4.23

La guerra de Irak cambió el mundo a peor

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Por Ingar Solty (*)

La invasión ilegal basada en mentiras sentó precedentes geopolíticos que resuenan hasta nuestros días.

Hace veinte años, el gobierno de Estados Unidos y la "coalición de la voluntad" invadieron el país soberano de Irak.

Según Richard A. Clarke, ex asesor principal para la lucha antiterrorista de Estados Unidos, el presidente estadounidense George W. Bush se dirigió a él al día siguiente de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 y le pidió que estableciera un vínculo entre los atentados y el Estado iraquí. Clarke discrepó y afirmó que Irak no tenía nada que ver. En su libro publicado en 2004, AgainstallEnemies: InsideAmerica'sWaron Terror, escribió posteriormente que Bush y el Secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, querían encontrar un pretexto para bombardear Irak. Estos planes fracasaron provisionalmente.

Poco después del inicio de la guerra en Afganistán dirigida por Estados Unidos y la OTAN, el gobierno estadounidense inventó entonces una nueva mentira para justificar la invasión de Irak. Junto con el gobierno británico de Tony Blair, afirmaron que Irak poseía armas de destrucción masiva que podían alcanzar los puestos de avanzada de la OTAN en el Mediterráneo oriental en 45 minutos. El Secretario de Estado de EEUU, Colin Powell, difundió esta mentira ante las Naciones Unidas.

Cuando el gobierno ruso y Vladimir Putin intentaron justificar su guerra en Ucrania el año pasado remitiéndose al artículo 51 de la Carta de la ONU en legítima defensa, alegando que existía un programa secreto de armas nucleares en Ucrania que podía alcanzar San Petersburgo y Moscú con un tiempo previo de alerta de cinco minutos, acabaron recurriendo a este mismo arsenal ideológico y a estas mismas mentiras de guerra baratas. Y del mismo modo que la administración Bush no intentó demostrar por entonces que había armas de destrucción masiva en Irak -más tarde se dijo que las palabras de Bush habían sido que simplemente no estaba tan interesado en encontrarlas-, el gobierno ruso ni siquiera se molestó en aportar "pruebas" de sus afirmaciones.

No todos los países de la OTAN querían participar en la guerra de Irak. En 2002-2003, varios aliados clave de la OTAN, sobre todo Francia y Alemania, se negaron a seguir la agenda de política exterior estadounidense, por lo que Estados Unidos bautizó como "coalición de la voluntad" al grupo de países que pasaron a formarla como Gran Bretaña, Polonia, Hungría, Lituania, Letonia, la República Checa, Eslovaquia, pero también España, Italia y Holanda. La derecha estadounidense se enfureció tanto que durante un tiempo hizo campaña con éxito para cambiar el nombre de las "patatas fritas" ("French Fries" en inglés) por el de "patatas fritas de la libertad" ("LibertyFries"), igual que la entrada de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial había llevado a cambiar el nombre de los "Frankfurters" por el de "Hot Dogs" en 1917.

En Alemania, la CDU/CSU veía la oposición alemana a la inminente guerra de Irak como un desastre diplomático. Angela Merkel, la líder conservadora de la oposición en aquel momento y que dos años más tarde se convertiría en canciller durante los siguientes 16 años, voló a Estados Unidos expresamente para disculparse por la decisión del canciller Gerhard Schröder y escribió un artículo en el Washington Post titulado "Gerhard Schröder no habla en nombre de todos los alemanes".

Sin embargo, esto no era cierto, porque el rumbo tomado por Schröder acababa de ayudarle, de hecho, a conseguir lo que hasta entonces parecía irrealizable: su reelección.  Las grandes inundaciones que hubo en Alemania del Este contribuyeron a que los y las votantes de Alemania oriental pusieran entonces sus cruces en la papeleta para el SPD y a echar del parlamento al postcomunista Partido del Socialismo Democrático (PDS) - que anteriormente había dicho que ayudaría a reelegir como canciller a Schröder si fuera necesario - durante los tres años siguientes.

En cualquier caso, el desgarro en las relaciones transatlánticas contribuyó a que las mentiras bélicas de Estados Unidos se pusieran ahora en tela de juicio ampliamente en los principales medios y parpadearan en las pantallas de televisión en horario de máxima audiencia. El efecto se hizo notar durante mucho tiempo en todo el mundo. Las encuestas globales del PewResearchGroup constataron después de ello una desconfianza persistente y profundamente arraigada hacia Estados Unidos y su política exterior. Esto también valía para Alemania. En 2013 - 2014, cuando se puso de manifiesto una profunda brecha entre la opinión de la élite y de las masas sobre la crisis de Ucrania de 2013-2014, junto a una crítica a la fuerte orientación del gobierno alemán a favor de la política de los EE.UU. en Ucrania, llevó al analista de política exterior Michael Thumann - del fiable pro-atlántico ZEIT - a preguntar en una columna si ellos, es decir, la prensa dominante liberal y conservadora, quizás habían sido en años anteriores demasiado críticos a la hora de informar sobre la guerra y los crímenes de guerra estadounidenses (asesinatos extrajudiciales, prisiones secretas de tortura, etc.) o sobre la vigilancia de la clase política alemana por parte estadounidense (el escándalo de la NSA [Agencia de Seguridad Nacional]).

Las críticas a los preparativos bélicos de Estados Unidos y el Reino Unido encontraron una amplia audiencia fuera de la prensa opositora de izquierda en Europa Occidental y contribuyeron a hacer brotar el mayor movimiento contra la guerra desde la guerra de Estados Unidos en Vietnam. El 15 de febrero de 2003, millones de personas salieron a la calle para impedir la inminente guerra contra Irak. Alrededor de tres millones protestaron en Roma y alrededor de 1,5 millones en Madrid. Se calcula que unos 36 millones de personas participaron ese día en las 3.000 protestas contra la guerra en todo el mundo.

Pero la guerra de Irak no pudo detenerse. Bush declaró que serían "recibidos como libertadores". El resultado, sin embargo, fue una sangrienta guerra de ocupación. La reorganización confesional de la política iraquí, que también excluyó de los puestos administrativos a la antigua clase política, reclutada en su mayoría entre la minoría suní, contribuyó a desencadenar una sangrienta guerra civil. La guerra causó entre 28.800 y 37.400 soldados muertos y un número desconocido de heridos y mutilados en el bando iraquí, así como casi 5.000 muertos y más de 33.000 heridos entre los soldados estadounidenses. El Iraq BodyCount registró entre 103.160 y 113.728 víctimas civiles entre 2003 y el 14 de diciembre de 2011. Las estimaciones estadísticas sugieren cifras de víctimas mucho más elevadas: Lancet calcula 654.965 muertes de civiles solo entre marzo de 2003 y julio de 2006, OpinionResearch Business cifra el número de víctimas en 1,033 millones entre marzo de 2003 y agosto de 2007, y el estudio PLOS Medicine cifra el número de víctimas en 405.000 entre marzo de 2003 y junio de 2011.

La guerra contra Irak fue solo una de las muchas áreas geográficas de la "guerra contra el terror" de Estados Unidos. El gobierno estadounidense sigue llevando a cabo "operaciones antiterroristas" en 85 países de todo el mundo. El proyecto de investigación "Costs of War", con sede en la Universidad estadounidense de Brown, ha analizado estos costes humanitarios y financieros desde 2010. Los investigadores calculan que "más de 929.000 personas han muerto como consecuencia de la violencia bélica directa en las guerras posteriores al 11-S", entre ellas más de 387.000 civiles. Además, "varias veces ese número" habrían muerto por los "efectos indirectos de la guerra". 38 millones de personas fueron desplazadas. En comparación, las bajas en el primer año de guerra en Ucrania se estiman en algo menos de 300.000 soldados muertos en ambos bandos. Las Naciones Unidas calculan en 8.231 los civiles muertos hasta el 12 de marzo de 2023.

El proyecto de investigación Costs of War calcula que el coste financiero de la "guerra contra el terror" asciende a ocho billones de dólares estadounidenses desde 2001 (estas cifras no incluyen la actual ayuda militar estadounidense a Ucrania). En comparación, esta cifra es más de diez veces superior a la Ley de Recuperación y Reinversión de Estados Unidos, el gigantesco paquete de estímulo de la administración Obama para combatir la crisis financiera mundial de 2008-2009. También supera con creces los planes de gasto originales del presidente JoeBiden para el relanzamiento de la economía.

Con la guerra contra Irak Sadam Husein fue derrocado. Al mismo tiempo, la guerra creó un horroroso entorno de inseguridad y violencia, destruyó en gran medida las infraestructuras del país, provocó un catastrófico desempleo masivo (que alcanzó un máximo no oficial del 60% tras la invasión) y una crisis humanitaria. En la actualidad, cuatro de cada diez iraquíes tienen dificultades para comprar alimentos, según las encuestas de Gallup, y el desempleo masivo sigue siendo elevado, lo que provoca frecuentes protestas masivas como las de 2019. Según las encuestas de Gallup, "la mayoría de los iraquíes en 2022 declararon que, durante gran parte del último día antes de la encuesta, habían experimentado dolores de algún tipo (61%), preocupación (59%) y estrés (53%) y casi la mitad experimentó ira (46%) y tristeza (45%)". Muchos recuerdan a Muntadhar al-Zaidi, el periodista iraquí que lanzó sus zapatos a George W. Bush en protesta por la invasión, un acto conmemorado hoy en Irak con la estatua de un zapato gigante de dos metros de altura. Pero la invasión también dejó decenas de miles de soldados estadounidenses y británicos traumatizados. Uno de ellos es Michael Prysner, que el 19 de septiembre de 2021 interrumpió un discurso de George W. Bush en Beverly Hills, California, y exigió que el ex presidente se disculpara por las mentiras de su administración sobre las armas de destrucción masiva y la muerte de un millón de iraquíes. "Usted me envió a Irak", dijo. "Mis amigos están muertos porque mintió".

La guerra de Irak debe permanecer en el recuerdo como un acontecimiento que cambió para siempre la historia del mundo. En las cárceles iraquíes, gestionadas por las fuerzas de ocupación, se agruparon personas de los antiguos aparatos de seguridad (de un Estado hasta entonces laico) con otros prisioneros de "Al Qaeda en Irak". Juntos formaron el ISIL (más tarde ISIS o "Estado Islámico") y aprovecharon el vacío creado por la guerra en Siria, convertida en una guerra de poder con diversas potencias mundiales y regionales debido a la brutal represión de la Primavera Árabe en Siria por parte del gobierno de Assad. En otras palabras, sin la guerra de Estados Unidos y Reino Unido contra Irak, el ISIS nunca habría surgido. Sin la guerra de Irak, Occidente no habría experimentado años de atentados terroristas fundamentalistas islámicos y salafistas destinados a expulsar a las potencias "occidentales" de Oriente Medio, del mismo modo que los atentados terroristas contra el metro de Madrid provocaron la retirada del gobierno español de la coalición de la voluntad.

Además, sin el ISIS y el intento de establecer un nuevo "califato", los simpatizantes del ISIS en todo el mundo no habrían librado una guerra asimétrica contra las poblaciones civiles de los países implicados en la guerra de poder en Siria. Sin esos ataques y sin el éxodo masivo de millones de desplazados de Siria, Irak y Afganistán, el ascenso del nacionalismo autoritario de derechas y de las fuerzas racistas anti-musulmanas en Europa y Norteamérica no habría sido posible tan fácilmente como lo fue entonces y lo es hoy. En otras palabras, la guerra contra Irak cambió tremendamente el mundo y la historia mundial para peor.

Pero en contraste con Vladimir Putin, quienes mintieron a la ONU y a la opinión pública mundial y ordenaron y libraron una guerra que cientos de miles de civiles pagaron con sus vidas siguen en libertad y no están buscados por órdenes de detención de La Haya. Incluso son aclamados como "ancianos estadistas" (elderstatesmen) en Estados Unidos y Europa. Y es más: si la Corte Penal Internacional emitiera una orden de detención contra criminales de guerra estadounidenses, Estados Unidos ha amenazado repetidamente con invadir los Países Bajos para impedir su procesamiento.

 

(*) Ingar Solty es escritor y periodista alemán y consultor de política de paz y seguridad en el Instituto de Análisis Social de la Fundación Rosa Luxemburg

Fuente:https://www.rosalux.de/news/id/50152/der-krieg-im-irak-hat-die-welt-veraendert-zum-schlechten

Traducción:Jaume Raventós


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