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20.3.23

Los temas ineludibles

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"De los cuales Heráclito es el líder que primero luchó, /hecho famoso por la lengua oscura más entre los tontos / que entre los griegos reflexivos que buscan la verdad. / Los necios en verdad admiran y aman a más todo / que creen ver escondido bajo términos ambiguos, / y tomar como verdadero lo que puede venir suavemente / al oído y se embellece con una sonoridad placentera".

Lucretius, De rerum natura

Por Esteban Valenti (*)

Cada fuerza política, sus líderes e incluso los medios tratarán de marcar la agenda política, es un elemento muy importante de la actividad nacional y de los esfuerzos por ocupar ciertas posiciones, pero la realidad es implacable y considero que hay temas que por ser parte de la cruda, dura realidad serán inexorables, inoxidables. Cada uno que haga su propio aporte, estamos en un año bisagra.

Por su urgencia y gravedad la sequía y el cambio climático están instalados por la realidad, pero cuando lleguen las lluvias, no pueden obviarse las ideas urgentes, a medio y largo plazo. Dependemos y, un gobierno dependerá de la audacia, de su visión estratégica, de su capacidad de utilizar las experiencias internacionales y las capacidades y de la precisión y la oportunidad, para encarar este binomio que tanto tiene que ver con nuestro presente y futuro.

El trabajo, el cambio tecnológico, incluyendo la inteligencia artificial, su relación con la educación y con la seguridad social, y en definitiva el proyecto productivo y sus prioridades, son temas indivisibles, que a su vez son el corazón del Proyecto Nacional, son otro de los ejes muy complejos y entrelazados que no se pueden obviar. Que además tienen una inexorable relación y tensión con los factores civilizatorios, de humanismo, de sensibilidad social y de vanguardia en la organización de las sociedades del futuro, incluyendo la distribución de la riqueza y las oportunidades. Estableciendo claramente las prioridades y una de ellas debe ser la cadena agroalimentaria y forestal y un gran salto sería el riego artificial de al menos 500.000 hectáreas más, junto con las nuevas tecnologías y la generación de energía son una trilogía virtuosa y necesaria.

Los cambios profundos que reclamamos la gran mayoría de los uruguayos, incluso mucho más allá de determinados partidos, ya está en el centro del escenario. Claro que con visiones muy distintas y en tensión y polémica. Cambios en la economía, en el crecimiento a tasas no solo constantes sino elevadas pero simultaneas a la distribución de la renta y en definitiva de la riqueza nacional, en la atención a los principales problemas sociales, pobreza infantil y de las mujeres, la indigencia, la gente viviendo en las calles, y el problema de la vivienda que se arrastra desde hace años y crece. No parches, soluciones concretas y estratégicas y sustentables.

Cambios en la democracia y en el avance de nuestra libertad, que no se consigue gastando la palabra hasta el hartazgo y para justificar casi todo, sino consolidando y ampliando las bases legales y culturales de nuestra democracia, incluyendo el complejo tema de la información y su transparencia.

Cambios en la seguridad social, donde hay casi unanimidad que se necesitan cambios, pero hay enormes diferencias sobre sus alcances y características y que cruzan sectores muy diversos de la población: trabajadores, empleadores, políticas sociales de emergencia y permanentes, cuidados y diversas prestaciones. Es uno de los corazones del Estado del Bienestar.

Cambios en la educación. No estamos confirmes y las cifras son crudas y duras y hemos retrocedido, el actual gobierno puso en marcha SU reforma de la educación, que no se puede substituir por la crítica o la vuelta al pasado. Hay que cambiar, nos va la vida y la identidad nacional y de la izquierda.

Cambios en el Estado. Todos lo colocan en la cartelera, pero son superficiales, atados por miles de cabos entrelazados, por una acumulación casi indestructible y por intereses contradictorios de todo tipo. Habrá que elegir las prioridades y jugarse en serio desde un primer momento. No se arregla ni con maquillajes ni con comunicación, sino con hechos y resultados. Los cambios obligatorios en la moral, en la ética pública y privada en las actividades del Estado y los instrumentos de control, su severidad y su transparencia. La vida nos está mostrando que nos falta realmente mucho.

La seguridad o mejor dicho la inseguridad es hoy y la tendencia muestra que ha cambiado de calidad, con la droga y la pobreza en el centro de toda la trama. La droga internacional y nacional y los instrumentos para combatirla y su capacidad de infectar ganglios fundamentales del Estado. Entre Bukele y su experiencia en El Salvador y otras experiencias muy diversas ¿por donde debe ir nuestro camino para evitar que la enfermedad avance? No es un tema de buenas declaraciones y malas estadísticas, es el problema que está afectando de manera más radical la vida de  nuestra sociedad, sobre todo de determinados sectores etarios y sociales de nuestro país.

La salud, ya no es un tema de continuidad y pequeños ajustes, la degradación que está sufriendo a nivel público e incluso privado y del Sistema Nacional de Salud, que pudo cubrirse en parte con el combate a la pandemia, ahora se expone en toda su desnudez y los grandes intereses en juego. Y sobre todo el futuro mundial del tema de las epidemias y pandemias. Es de reconstrucción pero también de aprender de errores y de afrontar los corporativismos.

La política regional e internacional, plagada de anuncios rimbombantes y de resultados casi nulos y sobre todo en bamboleantes, exige un diseño estratégico, pero también una planificación de su ejecución, con claridad en las prioridades y no solo el griterío sobre los intereses de determinados grupos y cero resultados.

La descentralización, planificada y como política nacional, medida por el uso de los recursos económicos, humanos y productivos distribuidos en el territorio y no los intereses electorales y el manejo a veces vergonzoso del poder y de la plata. Nuevos niveles de descentralización, que no implican más cargos, fragmentación, sino el uso adecuado de los recursos y las capacidades. Un tema lleno de tensiones y contradicciones. Pero que además incluye el tema Capital, es decir Montevideo, visto como prioridad en el diseño estratégico de su futuro.

La realidad demográfica del Uruguay, su envejecimiento, pero sobre todo pensar con audacia como crecemos en cantidad y calidad y en la distribución de nuestra población. No hay posibilidades de un salto importante en la riqueza (PBI) sin cambios poblacionales en serio. Y eso requiere mucha audacia.

La cultura, no como slogan o como esa definición básica de todo lo que no es naturaleza es cultura, que es justa pero limitativa. En el nivel de la educación en nuestra sociedad, en el funcionamiento y los resultados de su sistema educativo, nuestros profesionales o los que inmigren a nuestro país, en la calidad de los docentes, de los universitarios e investigadores y el desarrollo de las múltiples actividades culturales que identifican e identificaron a nuestro país, no son un resultante de todo lo demás, son un diseño son recursos,  una actitud, una sensibilidad y un profundo sentido crítico, desde el Estado y desde la sociedad civil y los constructores de cultura.

Este es mi aporte, cada uno si le interesa el tema podrá hacer el suyo. No alcanza con enumerarlos, hay que trabajar en sus contenidos, pero también en la base para ejecutarlos, en el talante y el contenido ideológico de cada propuesta. Nada es neutral, el que lo proclame, está ocultando sus verdaderas intenciones o no está dispuesto a dar el debate de fondo.

 

(*) Esteban Valenti. Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.bitacora.com.uy) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es), de Other News (www.other-news.info/noticias). Integrante desde 2005 de La Tertulia de los jueves, En Perspectiva (www.enperspectiva.net). Uruguay


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