bitacora
ESPACIO PARA PUBLICIDAD
 
 

13.3.23

Marzo mes de las mujeres. Rosa Luxemburgo, una de las principales figuras del socialismo (Parte I)

imagen

Por Esteban Valenti (*) (Con un aporte fundamental de Michael R. Krätke)(1)

Esta columna se va a leer poco, ya asumí que los temas internacionales y en particular los históricos- teóricos tienen un interés muy relativo en Uruguay. Es parte esencial del empobrecimiento de la política, de la ideología y de la cultura, en particular en la izquierda de mi país. Y lo digo con todo el dolor del alma.

No se puede entender a fondo el proceso histórico del socialismo, del papel de las mujeres en ese movimiento que cambió el mundo en el siglo XX, y en la compleja y contradictoria relación entre los íconos de esa ideología, sin considerar el papel de Rosa Luxemburgo, fusilada a los 47 años de vida durante un gobierno socialdemócrata y denostada durante décadas por los comunistas ortodoxos por sus críticas a Lenin y su atrevimiento con la teoría de Marx por lo que ahora todos nos hacemos los desentendidos o buscamos resquicios de justificaciones.

A ello hay que agregar que muchos economistas de muy distintas escuelas y formas de pensamiento han elevado su disciplina casi a una ciencia exacta, precisa, ordenada e intocable, sobre todo por la política. Rosa Luxemburgo es un ejemplo estridente de la relación fundamental entre la economía y la política y sus contradicciones.

El 5 de marzo se cumplieron 152 años de su nacimiento.

No me importa cuánto se lea esta columna, ni el interés o la poca pasión que despierte en comparación con las enanas pasiones de circo que nos conmueven en la actualidad, nacimos al mundo de las ideas, de las grandes luchas sociales y políticas porque por encima de todo colocamos la crítica, el coraje frente a las verdades reveladas y nos derrumbamos cuando se saturó completamente nuestro espíritu crítico y nuestra principal tarea fue justificar el ejercicio del poder y todavía peor, endiosar a los ídolos de un "socialismo" en decadencia.

Nuestros adversarios, los defensores de este sistema, del capitalismo eterno y supuestamente evolutivo no necesitan ni esos personajes, ni ese permanente sentido de la crítica. Para nosotros es la vida o la muerte. Es ser decoradores, retocadores del sistema o ser capaces de arriesgarnos a cuestionar este mundo, estas injusticias, esta supuesta placidez intelectual e ideológica.

Rosa Luxemburgo  debería ser una referencia fundamental del socialismo. Durante su vida fue duramente criticada: fue celebrada y admirada, pero también atacada y calumniada. La polémica en torno a ella en determinados ambientes sigue viva. Mártir de las luchas obreras y populares se elevó su pedestal con su asesinato, pero fue duramente criticada por los partidos comunistas cuanto se hicieron públicas sus críticas a la política de Lenin y los bolcheviques, escritas en notas fragmentarias y publicadas póstumamente. Luxemburg, R. "La Revolución Rusa", Gesammelte Werke, Volumen 4, Berlín, Dietz, 1990, pp.332-364. [En adelante nos referiremos a las Gesammelte Werke como GW seguidas del número de volumen]. Este manuscrito inacabado fue escrito en la primavera de 1918, en la cárcel, y solo fue publicado bajo este título en 1922. Durante un largo periodo se la rechazó porque no era leninista y el término "luxemburguismo" era un insulto en los partidos comunistas, permitiendo definir y excomulgar a todos aquellos que se aferraban a la concepción original del socialismo como forma de autogobierno democrático de la clase obrera.

Quería que se la tomara en serio, es decir, que se la viera bajo una luz completamente distinta de la que se tiene hoy en día, sin excepción, como también pasó en 2021, con motivo de su 150 aniversario. Quería ser considerada como una científica social con sus ideas propias, como una economista, ciertamente muy política, uno de los aspectos más críticos de la economía.  Como discípula de Marx, a quien se atrevió a criticar y,  proponerse mejorar su teoría través de la crítica. Ella quería nada menos que corregir las ideas centrales de Marx, rectificar sus construcciones teóricas, y así poner en marcha la continuación de la obra marxista, una tarea de apremiante necesidad. Y así emprender las adiciones y ampliaciones, las correcciones de la teoría y de la crítica marxista del capitalismo, que serían las únicas que permitirían defender eficazmente esta teoría contra sus críticos, los revisionistas de su propio campo. Este era, según ella, su propio mérito, y este era este punto de vista bajo el cual quería ser juzgada. Desgraciadamente, la mayoría de sus biógrafos han considerado su pensamiento económico como algo accesorio y lo han tratado con negligencia. Además de todo, era mujer...

 Hay un caso muy claro, el de John Peter Nettl, que no sabía qué hacer con Rosa Luxemburg la economista y que solamente dedica un breve apéndice al final de su extensa biografía a todo su pensamiento económico [edición en español: Nettl, J.P. Rosa Luxemburgo. México: Ediciones Era, 1974]. Lo mismo ocurre con el autor de la última biografía de Luxemburg, Ernst Piper, que solo dedica 7 páginas de 832 a su obra maestra económica y a los debates que la siguieron (véase Piper, Ernst. Rosa Luxemburg. Ein Leben, Munich: Pantheon, 2019, pp.412-419).

Solo en Zúrich, Suiza, las mujeres tenían acceso a todos los estudios universitarios. Rosa Luxemburg ingresó en el semestre de invierno de 1889 y empezó estudiando filosofía, matemáticas, botánica y zoología. No fue hasta dos años más tarde que cambió a Derecho, y un año más tarde a Ciencias Políticas, donde se volcó literalmente a la Economía. El más importante de sus profesores fue Julius Wolf, un decidido opositor a Marx, que más tarde atestiguó que su famosa alumna había sido una alumna muy dotada. Completó sus estudios de economía con una tesis doctoral sobre el desarrollo industrial de Polonia. Este trabajo, muy apreciado, se imprimió inmediatamente, lo cual constituía una rara distinción y un gran honor en la época.

La nueva lectura de Marx por Rosa Luxemburg

A principios del verano de 1898, recién licenciada, Rosa Luxemburg se marchó a Berlín. Quería estar en el centro del movimiento socialista europeo. Escribía con maestría, dominaba la economía moderna y tenía don de palabra; su talento, energía y ambición eran notables. Rápidamente hizo carrera en la socialdemocracia, ayudada por algunos miembros más veteranos y acaso más célebres del SPD. Karl Kautsky y August Bebel la tenían en gran estima.

Rosa Luxemburg encontró en la socialdemocracia alemana un campo de acción a la altura de su energía y ambición. Aunque no le gustaban los alemanes y nunca se sintió verdaderamente en casa en Alemania, allí se entregó de lleno a su trabajo. Empezó como agitadora en las campañas electorales del SPD, escribió para los periódicos del partido y pronto encontró el entusiasmo de muchos lectores. Ya en septiembre de 1898 le ofrecieron el puesto de redactora jefe del Sächsische Arbeiterzeitung, uno de los principales periódicos regionales del SPD. Aceptó e inmediatamente empezó a transformar el periódico según sus propios puntos de vista. El SAZ recibió una nueva sección, "Panorama económico y sociopolítico", para la que ella misma escribía los artículos bajo el seudónimo de "ego". Desgraciadamente, dejó la redacción del SAZ solo tres meses después.

Ese mismo año polemizó con Eduard Bernstein en una serie de cinco artículos que aparecieron en el Leipziger Volkszeitung a finales de septiembre. Esta serie de artículos, publicada poco después como libro, Reforma o revolución, la hizo repentinamente famosa. Además, apareció por primera vez como teórica del socialismo. Su texto causó sensación, y no solo por el descaro con el que atacaba a Bernstein, uno de los venerables veteranos del movimiento socialista -un hombre de grandes méritos, que había sido amigo personal de Karl Kautsky, así como de Friedrich Engels-. No fue solo por la polémica directa con la que endureció la disputa en torno al programa del SPD y en la que trató a Bernstein, junto a sus partidarios, como renegados y opositores al socialismo. También causó sensación porque en este texto Rosa Luxemburg puso de manifiesto algo que contradecía la las lecturas dominantes: argumentó sobre la base de hechos económicos, polemizó con Bernstein sobre cómo debían evaluarse los fenómenos en parte nuevos del desarrollo capitalista que habían acompañado y seguido a la primera gran depresión. Este era el verdadero quid del debate: ¿cuáles eran las transformaciones visibles del capitalismo, pasadas y presentes, desde el final de la Gran Depresión? Dejó para Parvus y Kautsky, quienes se ocuparon de ello mucho más profundamente, la disputa sobre las pruebas estadísticas y su interpretación.

En esta polémica contra Bernstein, formuló uno de los leitmotiv de su obra ulterior: para ofrecer al socialismo una base científica sólida, es necesario estar en condiciones de justificar y explicar que el modo de producción capitalista está llegando históricamente a su fin, y describir cómo. Debe poderse demostrar que el orden capitalista en su desarrollo, "espontáneamente, como resultado de sus propias contradicciones", según sus propias leyes, llegará al momento "en que se dislocará, en que simplemente dejará de ser posible". Esta es la "idea fundamental" sobre la que insiste. Que este momento tome la forma de un "colapso", de una crisis general que se apodere de todo el mundo capitalista, es algo bastante "accesorio". No es lo mismo afirmar, como hizo ella, con una mentalidad marxista, el necesario "declive" histórico del capitalismo, y asignar a este declive una "forma determinada". Bernstein confundió repetidamente las dos ideas. Con esta diferencia entre la "idea fundamental" del fin del capitalismo y la cuestión de la forma histórica de este fin, Luxemburg había encontrado su tema: ¿cómo iba a terminar el capitalismo? ¿Cuándo y cómo chocaría este modo de producción con sus límites históricos?

La tesis del "carácter efímero de la economía capitalista" era para ella el verdadero "secreto de la doctrina marxiana del valor, de su análisis del dinero, de su teoría del capital y, por tanto, de todo su sistema económico". El lector contemporáneo puede sorprenderse al ver a Rosa Luxemburg anticipar las tesis centrales de la pretendida "nueva lectura de Marx". En respuesta a la idea, muy extendida en la época e incluso hoy, de que el economista Marx era partidario de Ricardo, insistió en la "diferencia fundamental" entre la teoría del valor de Marx y la de Ricardo. Marx fue el primero en considerar la producción de mercancías y el trabajo generador de valor como formas históricamente específicas de producción social, el primero en "reconocer en el valor una abstracción, una abstracción realizada por la sociedad en determinadas condiciones", el primero en dejar atrás las deducciones metafísicas de la economía clásica, en descifrar los "jeroglíficos de la economía capitalista", en reconocer sus categorías centrales como históricamente determinadas y en establecer que sus relaciones, como la que existe entre el valor y el dinero, se deben a las condiciones históricas y están determinadas por ellas14. La economía tenía que elegir: aceptar el progreso gnoseológico que ella debía a Marx, "avanzar por la vía abierta por Marx o declararse en bancarrota como ciencia".

Pero Marx había dejado inacabada su obra maestra, y desde la publicación del Libro 3 de El Capital, en 1894, desde la muerte de Engels en 1895, no había habido más progresos en el marxismo; este parecía estancado. El legado de Marx y Engels estaba en barbecho, la concepción materialista de la historia, un "método de investigación" del que sus inventores "solo habían dejado algunas ideas centrales geniales", había permanecido hasta entonces tan poco "elaborada y esquematizada como había salido de las manos de su creador". El libro 3 de El Capital, que ofrecía la solución al "problema fundamental del edificio económico marxiano", estaba muy atrasado y tuvimos que contentarnos con la exposición, bastante inacabada, de la teoría del valor que ofrecía el Libro 1". ¿Por qué no hubo debate, por qué no hubo investigación, por qué no hubo progreso? No porque la teoría de Marx estuviera anticuada y hubiera sido superada por el desarrollo del capitalismo. Al contrario, porque estaba demasiado adelantada a las necesidades inmediatas del movimiento obrero. El tiempo de la "teoría del desarrollo capitalista" estaba aún por llegar.

En 1905 apareció el primer libro de Teorías de la plusvalía, una parte de un voluminoso manuscrito preparatorio de Marx de 1861-1863. Rosa Luxemburg estaba entusiasmada con él, porque podía estudiar "no los resultados finales, sino el progreso mismo de la investigación de Marx...". Sus lecturas la convencieron del carácter totalmente inacabado del proceso de investigación marxiano, un proceso del que Engels había abstraído y reunido, a partir de los manuscritos de Marx, los resultados parciales en los libros 2 y 3 de El Capital.

 

(*) Esteban Valenti. Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.bitacora.com.uy) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es), de Other News (www.other-news.info/noticias). Integrante desde 2005 de La Tertulia de los jueves, En Perspectiva (www.enperspectiva.net). Uruguay


Atrás

 

 

 
Imprimir
Atrás

Agrandar texto

Achicar texto

linea separadora
rss RSS