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13.3.23

Rosa Luxemburg, una economista muy política (II)

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Por Michael R. Krätke (*)

Traducimos, en ocasión del 152 aniversario de Rosa Luxemburg (5/3/1871), este texto, revisado por su autor, publicado en Actuel Marx en enero de 2022.

El debate sobre Luxemburg

Luxemburg fue reconocida, incluso célebre, pero su libro no tuvo mucho éxito. Fue criticado por todas las personas competentes con las que la socialdemocracia alemana y austriaca contaba. La mayor parte de veces con cortesía, pero con dureza. La opinión unánime de la crítica, desde Otto Bauer hasta Lenin y Anton Pannekoek, fue la siguiente: Luxemburg se había equivocado radicalmente sobre un punto en su obra. Su problema no era insoluble, sino simplemente mal planteado, y la argumentación de Marx podía de hecho llevarse hasta el final con sus hipótesis. La Acumulación de Luxemburg fue pronto unánimemente rechazada. Solo una persona elogió su libro, Franz Mehring, cuya opinión no tenía ningún peso en el debate económico. Luxemburg se sintió muy decepcionada y ofendida. Incluso con la Anticrítica, escrita dos años más tarde en la cárcel, en la que intentó responder a las objeciones de sus críticos, no logró convencer30. Pero Luxemburg había iniciado, con su obra maestra económica, un debate que continuaría mucho después de su muerte. Sin querer y sin saberlo, había llevado a los economistas marxistas, desde Otto Bauer hasta Michal Kalecki, a tener en cuenta de manera cada vez más precisa y a estudiar cada vez más profundamente los problemas de la dinámica del crecimiento capitalista. Y ello a pesar de que, con excepción de Fritz Sternberg, rechazaron su crítica de Marx y su explicación económica del imperialismo31.

¿Qué ofrece el análisis luxemburguiano del imperialismo?

En la tercera parte de su libro, Rosa Luxemburg trata de mostrar, en seis capítulos, cómo se puede llevar a cabo el proceso de expansión del capitalismo en espacios no capitalistas. Esta parte es considerada por la mayoría de sus partidarios, hasta el día de hoy, como la más exitosa, porque argumenta histórica y empíricamente. Incluso aquellos que consideran errónea su crítica a Marx en la primera parte del libro pueden estar convencidos sobre algunas de sus críticas a las prácticas coloniales de las potencias imperialistas.

Sin embargo, en esta parte contradice muy claramente la afirmación central de su libro: que la insuficiente demanda efectiva para "el resto de las mercancías invendibles" que supuestamente debe frenar, o incluso imposibilitar por completo, la acumulación en los países capitalistas, no puede provenir de los espacios o países no capitalistas. Estos últimos no pueden absorber las mercancías excedentes de los países capitalistas, precisamente porque no son capitalistas. En los países o espacios no capitalistas no puede generarse una demanda adicional suficientemente grande para este excedente de mercancías de los países industriales capitalistas. Rosa Luxemburg simplemente lo constata32. Pues en estos países, en estos espacios, encontramos formas de economía natural o de subsistencia, sin mercados y sin dinero. Carecen de la estructura económica y social susceptible de absorber grandes cantidades de mercancías del mundo capitalista desarrollado. Y esto es así independientemente de que estos países o zonas estén colonizados o no. Hay varias otras razones para ello. En primer lugar, los habitantes de estos países o espacios no capitalistas no necesitan las mercancías producidas por los países capitalistas, pues estas no tienen (o tienen muy poco) valor de uso para ellos. Salvo contadas excepciones, pueden producir ellos mismos las cosas que realmente necesitan, en cantidades suficientes para sus necesidades y con una calidad superior. Es el caso de las economías de subsistencia, en las que las comunidades se ocupan de sí mismas. En segundo lugar, aunque los habitantes de estos espacios o países sintieran la necesidad o el deseo de obtener bienes del mundo capitalista y los prefirieran a los bienes de uso de los que ya disponen, sencillamente no tendrían dinero para comprarlos. El trueque -es decir, el intercambio en especie de productos locales, como pieles o materias primas, por mercancías del mundo capitalista- sería una salida, pero sería del todo insuficiente y accesoria. En tercer lugar, los habitantes de los países y espacios no capitalistas ya están familiarizados con la producción de mercancías, el dinero y el comercio. En viejos países altamente civilizados como China, Japón o Corea, las mercancías que ofrecía el mundo capitalista se encuentraban sencillamente rechazadas. Lo que ofrece el mundo capitalista no atrae a los compradores potenciales de estos países y espacios. Tienen algo mejor, están acostumbrados a algo mejor, y no quieren gastar el dinero que tienen en algo que consideran cualitativamente no tan bueno.

Para Rosa Luxemburg este no es el fin sino el principio del análisis del imperialismo. Con economías naturales y de subsistencia, el capitalismo desarrollado no puede emprender nada, aun cuando en estos espacios o sociedades no capitalistas exista, marginalmente, una pequeña producción de mercancías, comercio ocasional y de negocios entre comunidades locales. Estos países y sociedades solo pueden constituir salidas comerciales para las mercancías excedentes, fuentes de compra de materias primas y una reserva de fuerza de trabajo si se transforman radicalmente. Este es el verdadero sentido de la anexión de tierras: las economías naturales, las economías campesinas de subsistencia, los pequeños productores con su comercio marginal, deben transformarse en economías de mercado monetario, produciendo permanente y exclusivamente mercancías. Esto es lo que debía traer la colonización por parte de las potencias capitalista, por todos los medios, y que históricamente ha traído: la destrucción de las economías naturales, de las economías de subsistencia y de las formas existentes de producción de mercancías a pequeña escala, no capitalistas. Luxemburg dedica tres capítulos a la forma en que las potencias coloniales llevan a cabo esta violenta transformación en diferentes partes del mundo: uno dedicado a "la lucha contra la economía natural", otro a "la introducción de la economía mercantil" por todos los medios posibles, y uno final a "la lucha contra la economía campesina"33.

El relato histórico de Luxemburg, por breve y selectivo que sea, va al meollo de la cuestión: el colonialismo europeo ha desencadenado un largo proceso de transformación con una violencia de notables consecuencias. Pero esto no salva el argumento central de su libro, la necesidad del colonialismo o del imperialismo para la acumulación de capital en los grandes países capitalistas. Incluso en los casos más favorables para los países capitalistas, incluso cuando los países o espacios no capitalistas ocupados eran ricos en recursos de oro y plata (que todavía eran las mercancías monetarias en el mundo capitalista) u otras materias primas, incluso si los habitantes de estos países o espacios tenían los medios para comprar las mercancías excedentes del mundo capitalista (con su oro o plata) o para cambiarlas por él (por materias primas), el argumento no es convincente. Pues antes de poder transportar oro, plata o materias primas al mundo capitalista tras la anexión, es necesario construir minas, carreteras y puertos y establecer una red internacional de transporte y comercio. El bandolerismo y el saqueo, como aparecen con cada anexión violenta, solo llegan hasta cierto punto. Para obtener oro, plata y materias primas de los países colonizados de manera regular y en la forma adecuada, las potencias coloniales tienen que invertir en las colonias.

Este es precisamente el punto de partida que nos ofrece Rosa Luxemburg para el análisis de la anexión capitalista. La colonización y penetración de países y espacios no capitalistas es un proceso completamente contradictorio y sobre todo muy costoso. Para crear salidas en las colonias, para hacer posible la explotación de la fuerza de trabajo y la apropiación de los recursos (tierra y recursos del suelo), las potencias coloniales, ya sean Estados o empresas privadas, tienen que invertir mucho capital en sus colonias, a gran escala y a largo plazo. Las colonias cuestan dinero y reportan pocos beneficios; fundar o mantener un imperio es aún más caro y puede arruinar a los estados más poderosos. Este argumento era bien conocido por los economistas de los siglos XVIII y XIX. El propio Marx lo sabía y comentó el debate sobre si las colonias cuestan más de lo que reportan. La mayoría de los historiadores económicos consideran actualmente que las colonias y los imperios coloniales han sido, para la mayoría de las potencias coloniales modernas, una empresa más deficitaria que rentable. Muchos capitalistas individuales, muchas empresas capitalistas obtuvieron ganancias considerables, pero para la mayoría de los estados fue una historia diferente. En la época de Luxemburg, por tanto, hubo serias controversias en torno a la política colonial. El canciller del Reich, Otto von Bismarck, no quería colonias alemanas, ya que serían demasiado caras y no servirían al Estado ni a la economía en su conjunto; Alemania no era lo suficientemente rica como para permitirse colonias34.

Luxemburg se percató muy bien de la violencia, el coste y la dimensión destructiva de los métodos de colonización. La destrucción de las economías campesinas de subsistencia, la destrucción de la artesanía campesina y de la pequeña industria nacional (como la muy desarrollada industria del tejido en la India) condujeron a la pauperización y a la esclerosis masiva de regiones enteras, pero sin ninguna salida floreciente para las mercancías de los grandes países capitalistas. Para poder producir algo parecido a una economía de mercado generalizada en sus colonias, las potencias coloniales tuvieron que invertir cada vez más: en carreteras, en la construcción y establecimiento de ferrocarriles y líneas de telégrafo, en una administración y un ejército coloniales. Dado que los modernos impuestos monetarios podían acelerar la transformación de las economías campesinas en plantaciones que produjeran para el mercado mundial, pero no bastaban para cubrir los costes de la colonia, y mucho menos la necesaria inversión en infraestructuras, los préstamos internacionales resultaron inevitables. Luxemburg dedicó cierta atención a estos préstamos. Sin embargo, las finanzas internacionales no entraron en juego hasta bastante tarde, cuando la transformación de países y zonas anteriormente no capitalistas en economías de mercado productoras de mercancías ya estaba muy avanzada y eran posibles nuevas transformaciones. En cuanto las ramas de producción y las regiones se encontraban (proto)industrializadas en las colonias, los bancos y los empresarios pueden hacer buenos negocios en los grandes países capitalistas desarrollados.

¿Qué queda de Rosa Luxemburg?

Aunque la explicación de Luxemburg sobre la necesidad del colonialismo y del imperialismo no fuera errónea, seguiría siendo del todo insuficiente. Identificó bien el problema de los costes y riesgos de la empresa colonial, así como el carácter de la colonización como proceso de transformación violenta. Sin embargo, pasó por alto la enorme importancia de la rivalidad entre las grandes potencias capitalistas de Europa y América, es decir, la lucha secular entre Estados por la soberanía, la dominación y la hegemonía. Menciona acertadamente la rivalidad entre las grandes potencias, pero no desempeña ningún papel en su intento de explicar el imperialismo. Sin embargo, "la acumulación de capital es un proceso no sólo económico, sino político", como ella bien sabía35.

Mucho de lo que hoy interesa a los partidarios (y adversarios) de Marx le parecía completamente indiferente. No habló de la dialéctica más que ocasionalmente, sin dejar ninguna explicación detallada de su método36. Prestó poca atención al famoso modo de exposición de Marx en El Capital, consideró que el Libro 1 estaba cargado de un decoro barroco que no le gustaba, y encontró los Libros 2 y 3 con lagunas y deficiencias (y con razón). Seguía siendo insensible a la famosa "ley" de la tendencia decreciente de la tasa de beneficio, que se ha convertido para muchos en la "ley" más importante del capitalismo. Aunque esta ley aparece una vez, muy directamente, en su trabajo sobre la acumulación, no tiene ninguna relación con el curso de su argumentación37. "Queda aún tiempo para que sobrevenga", observa lacónicamente, "por este camino [la caída de la tasa de ganancia], la rendición del capitalista..."38. La teoría marxiana del fetichismo de la mercancía no se le había escapado ni a ella ni a sus contemporáneos ligeramente despiertos, pero no mostraba ninguna tendencia a dedicarle un culto esotérico, como les gusta hacer a muchos de los actuales adoradores de Marx.

Estaba convencida de que vivía en un periodo de transición, pero dentro de un capitalismo muy desarrollado y no senil. El momento de la imposibilidad del capitalismo aún tardaría en llegar. La decadencia de un capitalismo que se había vuelto incapaz de hacer frente a sus contradicciones económicas inmanentes, era para ella una "ficción teórica" que solo debía utilizarse con fines analíticos. Al final de su inacabada Introducción a la economía política, vuelve sobre el problema de los límites del capitalismo. Es cierto que la expansión y el desarrollo del capitalismo como sistema mundial son procesos cada vez más lentos y difíciles, pero continúan. Incluso en los viejos países industriales de Europa, sigue habiendo grandes regiones y sectores que no han sido "explotados de forma capitalista". Si consideramos el mundo entero, el capitalismo está lejos de ser dominante, solo domina una "pequeña fracción", islas capitalistas, aunque su influencia se extienda mucho más allá de su extensión espacial39. La cuestión decisiva para Luxemburg era, por lo tanto, cómo tendría lugar la extensión violenta del capitalismo, que siempre era posible, y la expulsión y transformación de todas las formas de producción atrasadas por la producción capitalista desarrollada. Y cómo podría desarrollarse y transformarse de nuevo el capitalismo una vez convertido en el modo de producción dominante a escala mundial. Esta cuestión es aún más apremiante para nosotros hoy que en la época de Rosa Luxemburg.

1Véase Luxemburg, R. "La Revolución Rusa", Gesammelte Werke, Volumen 4, Berlín, Dietz, 1990, pp.332-364. [En adelante nos referiremos a las Gesammelte Werke como GW seguidas del número de volumen]. Este manuscrito inacabado fue escrito en la primavera de 1918, en la cárcel, y solo fue publicado bajo este título en 1922 por Paul Levi.

2A pesar de su amistad con Clara Zetkin, y a pesar de su simpatía por el movimiento proletario femenino, se mantuvo alejada del "mundo de las mujeres" durante su vida, como solía decir burlonamente [Nota del traductor: el término feminista hace aquí referencia al movimiento sufragista de la época, del que el movimiento socialista de mujeres se encontraba marcadamente distanciado].

3Es el caso, por ejemplo, de John Peter Nettl, que no sabía qué hacer con Rosa Luxemburg la economista y que solamente dedica un breve apéndice al final de su extensa biografía a todo su pensamiento económico [edición castellana: Nettl, J.P. Rosa Luxemburgo. México: Ediciones Era, 1974]. Lo mismo ocurre con el autor de la última biografía de Luxemburg, Ernst Piper, que solo dedica 7 páginas de 832 a su obra maestra económica y a los debates que la siguieron (véase Piper, Ernst. Rosa Luxemburg. Ein Leben, Munich: Pantheon, 2019, pp.412-419).

4Conservó su afición por la botánica y la zoología durante el resto de su vida.

5Luxemburg, R. Die industrielle Entwicklung Polens, GW 1/1, Berlín, Dietz, 1970, pp.113-216.[Edición en castellano: Luxemburg, R. El desarrollo industrial de Polonia y otros escritos sobre el problema nacional. Buenos Aires: Pasado y Presente, 1979].

6Ibid, p.147.

7Ibid., p.211.

8"Rosa [...] es una mujer buena y muy inteligente y hará sudar a tu hombre", escribió August Bebel, el benévolo patriarca del partido, sobre la joven talento a su amigo Victor Adler, a quien no le gustaba nada (carta del 29 de septiembre de 1898, en Adler ,Victor. Briefwechsel mit August Bebel und Karl Kautsky, Viena, Verlag der Wiener Volksbuchhandlung, 1954, p.250).

9Rosa Luxemburg escribió en total cuatro panoramas económicos y sociopolíticos, en los que se ocupó de los acontecimientos en diversos países y de los desarrollos y cambios en el mercado mundial y en la política mundial. Fueron reimpresos en GW 1/1, op. cit.

10Luxemburg, R. Sozialreform oder Revolution, GW 1/1, op. cit, pp.367-445 [ed. cast.: Luxemburg, R. Reforma o revolución, Madrid: Akal, 2015].

11Luxemburg, R. "Kautskys Buch wider Bernstein", GW 1/1, op. cit, pp.537-554.

12Luxemburg, R. Sozialreform oder Revolution, GW 1/1, op. cit, p.375.

13Ibid., p.415.

14Luxemburg, R. "Zurück zu Adam Smith!", GW 1/1, op. cit, p.735.

15Ibid., p.737.

16Luxemburg, R. "Stillstand und Fortschritt im Marxismus", GW 1/2, Berlín, Dietz, 1970, p.364.

17Ibid., p.365.

18Ibid., p.368.

19Luxemburg, R. "Karl Marx", GW 1/2, op. cit, p.370.

20Luxemburg, R. "Aus dem literarischen Nachlass von Karl Marx", GW 1/2, op. cit, p.468.

21Kautsky, Luise. Rosa Luxemburg. Ein Gedenkbuch, Berlín, Laub'sche Verlagsbuchhandlung, 1929, p.37.

22Véase el breve prefacio de diciembre de 1912, en el que Rosa Luxemburg explica que se encontró con un problema no resuelto en Marx. Ella ve su obra como un intento de "formular con toda exactitud científica este problema" (Luxemburg, R. Die Akkumulation des Kapitals, GW 5, Berlín 1990, p.7 [edición en castellano: Luxemburgo, R. La acumulación del capital, México, Grijalbo, 1967/1978, p. 9]). Y este intento, aunque fallido, la convierte en una de las grandes economistas marxistas. La mayoría de los marxistas actuales se niegan a pensar, o son incapaces de hacerlo, que pueda haber algo así como un problema sin resolver en El Capital de Marx.

23Así describe el Vorwärts del 20 de octubre de 1907 la posición de Luxemburg. El informe se refería a la serie de conferencias introductorias sobre economía política que Luxemburg dio en el restaurante Deutscher Hof, en el barrio de Kreuzberg, en octubre y noviembre de 1907. Según los informes policiales, asistieron a las conferencias 4.500 personas, una quinta parte de las cuales eran mujeres (véase "Vortragszyklus zur Einführung in die Nationalökonomie im Oktober / November 1907 in sechs öffentlichen Versammlungen der deutschen Sozialdemokratie in Berlin", GW 7/1, Berlín, Dietz, 2017, pp.105-115). Las citas se encuentran en las páginas 107 y 108.

24Véase la carta de Rosa Luxemburg a Leo Jogiches del 7 de febrero de 1910, así como su carta de finales de febrero/principios de marzo de 1910 (Luxemburg, R. Gesammelte Briefe, Vol. 3, Berlín, Dietz, 1984, págs. 115 y 117). El borrador final del libro que envió en 1916 a su editor, Heinrich Dietz, contenía diez capítulos con títulos ligeramente modificados, tres de los cuales estaban dedicados a la historia económica (capítulos 3 a 5), seguidos de un capítulo sobre la producción de mercancías (carta a Heinrich Dietz, 28 de julio de 1916, en Luxemburg, R. Gesammelte Briefe, Vol. 5, Berlín, Dietz, 1987, p.130).

25Estos dos folletos se publicaron en GW 7/1.

26Luxemburg, R. "Fragmente über Widersprüche und Tendenzen des Kapitalismus", GW 7/1, Berlín, Dietz, 2017, pp.208 y 209.

27Luxemburg, R. Einführung in die Nationalökonomie, GW 5, op. cit. p.778 [edición en castellano: Luxemburgo, R. Introducción a la economía política, Madrid: Siglo XXI, 1974, 2015].

28Luxemburg, R. "Der zweite und der dritte Band [des "Kapitals"]", GW 4, Berlín, Dietz, 1990, p.291.

29Carta a Kostia Zetkin del 11 de noviembre de 1911, en Luxemburg, R. Gesammelte Briefe, Volumen 4, Berlín, Dietz, 1987, p.124.

30Luxemburg, R. Die Akkumulation des Kapitals oder Was die Epigonen aus der Marxschen Theorie gemacht haben. Eine Antikritik, GW 5, op. cit. pp.413-523. [ed. cast. pp.365]

31Sobre este punto, véase Krätke Michael R., "On the Beginnings of Marxian Macroeconomics", en Dellheim Judith y Wolf Frieder Otto (eds.), Rosa Luxemburg. A permanent Challenge for Political Economy, Londres, Palgrave Macmillan, 2016, pp.123-155.

32Véase por ejemplo Luxemburg, R. Die Akkumulation des Kapitals, en GW 5, op. cit. p.316 y ss [ed. cast. pp.305 y ss].

33Luxemburg, R. GW 5, op. cit. pp.316-364 [ed. cast. pp.283, 323].

34Véase Baumgart Winfried, "Bismarcks Kolonialpolitik", en Kunisch Johannes (ed.), Bismarck und seine Zeit, Berlín, Duncker & Humboldt, 1992, pp.141-153.

35Luxemburg, R. Die Akkumulation des Kapitals, GW 5, op. cit. p.519 [ed. cast. p.451].

36Las observaciones más detalladas sobre la dialéctica se encuentran en su libro Reforma o revolución, como respuesta al abandono de la dialéctica por Bernstein.

37Luxemburg, R. Die Akkumulation des Kapitals, GW 5, op. cit, p.316 [ed. cast. p. 282].

38Luxemburg, R. Die Akkumulation des Kapitals oder Was die Epigonen aus der Marxschen Theorie gemacht haben, GW 5, op. cit, p.446 [ed. cast. p. 393: "...algo así como lo que queda hasta la extinción del Sol" N. del T.].

39Luxemburg, R. Einführung in die Nationalökonomie, GW 5, op. cit. p.778 [ed. cast.Luxemburg, R. Introducción a la economía política, op. cit. p.301].

 

(*) Michael R. Krätke es miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso, profesor de economía política en la Universidad de Lancaster y colaborador asiduo de Der Freitag.

Fuente: https://www.cairn.info/revue-actuel-marx-2022-1-page-73.htm

Traducción: Edgar Manjarín


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