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6.3.23

La hoguera de las vanidades

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Por Esteban Valenti (*)

Desde el mes de setiembre del año pasado la prensa y sobre todo la política se ha poblado de interrogantes, que en lo fundamental surgen del proceso judicial a nivel de la fiscalía sobre el ex jefe de la seguridad presidencial Alejandro Astesiano y sus relaciones con el poder y sus alrededores. Lo que no se ha hecho es un ejercicio de sintetizar las respuestas que a esta altura son evidentes.

¿Estamos hartos de tanto Astesiano? Es muy probable e incluso es muy posible que los que hasta ahora llegaron a sus propias conclusiones sobre este caso único en la historia política e institucional del Uruguay, muy difícilmente las cambien. Tendría que suceder un alud, un milagro, porque se basan en convicciones ideológicas y políticas y no sobre los hechos. Pero es un tema que va mucho más allá de la disputa político electoral, tiene que ver con la historia, con el papel de la justicia y de las instituciones. Y quedará marcada en la crónica, en el periodismo, en el carnaval y en los libros, de eso no tengamos dudas. Por eso hay que ocuparse del tema, aunque no seamos imparciales. Casi no hay nadie con esa condición, ni la fiscal que cada día lo demuestra de manera más evidente y escandalosa.

Respuestas evidentes:

Alejandro Astesiano es una persona con un largo historial delictivo de poca monta y de muchos años, que además estuvo al servicio de diferentes dirigentes del Partido Nacional y que a partir del 1 de marzo del 2020 fue designado por el propio Presidente de la República, que conocía perfectamente su pasado, como jefe de su custodia presidencial, con todas las atribuciones que tiene ese cargo de la máxima confianza, con 115 personas a su cargo, con directas relaciones con las máximas autoridades policiales y de seguridad. Esto está confirmado mil veces y es la primera mentira del Presidente. Lacalle Pou conocía perfectamente el pasado de Astesiano. ¿Por qué lo eligió en esas condiciones?

Las máximas jerarquías del gobierno, Ministro del Interior, Secretario de la Presidencia, Prosecretario de la Presidencia, secretario particular del Presidente, Jefe de Inteligencia estratégica, conocían los antecedentes de Astesiano. Es más que evidente con los elementos que todos conocemos. Incluida naturalmente la fiscal Gabriela Fossati y el Fiscal de Corte. Mintió de manera flagrante el jerarca directo de Astesiano, Rodrigo Ferres prosecretario de la presidencia, en el parlamento cuando declaró que Astesiano no era el jefe de la custodia. Existen testimonios y documentos oficiales que lo prueban de manera inexorable.

Todas las jerarquías, incluido el Presidente de la República fueron interrogadas por la fiscal del caso durante muchos minutos (4 horas el Presidente de la República) sobre este caso. No sucedió absolutamente nada. La misma fiscal interrogó durante algunos minutos a Gustavo Leal del Frente Amplio, por una visita de 15 minutos al padre de Astesiano realizada fuera del territorio nacional y pasó de testigo a indagado. Sin ninguna explicación legal o lógicamente razonable.

Diferente es la valoración POLITICA de la inoportunidad de Leal de visitar por su cuenta al padre de Astesiano y la "acusación" de la fiscal de que podía entorpecer la investigación. No existe en nuestra legislación la figura de "entorpecer una investigación". Las sospechas de parcialidad e incluso de abuso de funciones sobre la fiscal Fossati, son de recibo.

Ahora en un desbarranque sin fondo Fossati acusó al Presidente del Frente Amplio Fernando Pereira, al director de Caras y Caretas Alberto Grille y a tres usuarios de las redes sociales de difamación. Es la politización extrema de la justicia y de la fiscal.

Astesiando, fue condenado por el juez por los delitos continuados de conjunción del interés personal y del público, asociación para delinquir, revelación de secreto y tráfico de influencias, a 4 años y medio de prisión y se desarrollaron a lo largo de 29 meses de ejercer su función como jefe de la Custodia Presidencial. No pudieron nunca haberse ejecutado sin la participación, la vista gorda, muy gorda de sus jefes a diversos niveles, queda muy poco por comprobar que algunos de esos delitos fueron cometidos a pedido de esos jerarcas de gobierno. Es más, si bajo las narices de esos máximos jerarcas pudo violar las leyes de esa manera, la responsabilidad política por irresponsables, por ciegos y otras variantes es muy grande y reclama consecuencias. No se arreglan con una estrategia de comunicación y menos con un hilván de mentiras. Comprobadas.

No existe en la historia política e institucional del Uruguay antecedentes que en el corazón del gobierno, se hubiera formado una asociación para delinquir que espiaba a senadores, a dirigentes sindicales, a la ex esposa del Presidente de la República, utilizando en todos los casos recursos del propio Estado y que estaban en conocimiento por ejemplo del secretario particular del Presidente. Como la fiscal aceptó excluir las comunicaciones entre el Presidente y Astesiando, podemos sospechar lo peor o lo mejor. Queda a criterio de cada uno.

Yo, sin sospechar nada más que lo que se ha demostrado claramente de la connivencia entre las máximas autoridades policiales (destituidas) y otras dependencias del Estado, como la Casa Militar y la Caja Militar que le permitieron conseguir una jubilación de 20 años de jubilaciones  atrasadas y acumuladas (37 millones de pesos para el ex militar Sergio Pintado Otero). No hay duda de que Astesiano tenía y ejercía poderes muy por encima de los muchos que le confiere la ley. Y era por dinero (conjunción del interés privado y el público), o por mandato de algún altísimo jerarca.

Pero no se limitaba a esto, su asociación para delinquir, cuyos integrantes todavía no han sido develados, pero está más que claro que no se trataba de algún cónsul o escribano o un gestor ruso, operaba directamente desde la Casa de Gobierno y no solo desde el 4to piso. Además gestionaba concesión de obras públicas (rutas), compra de equipamiento militar y otras promesas e intervino, por su propia declaración de puño y letra en la importación de 457 kilos de pescado desde Dubai y su depósito totalmente ilegal en un frigorífico de carne bovina, de propiedad de un amigo del Secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado. Que se pretendió zanjar ridículamente con una donación, siete meses después de su llegada. Seguramente para que se añejaran convenientemente.

La conducta de la fiscal Fossati, defendida a capa y espada por el propio gobierno para que siguiera su labor hasta el final, despierta una cantidad de interrogantes y de dudas. ¿La Fiscalía de Corte no podría hacer un aporte a la transparencia y la confianza general, cambiando la titular de este caso emblemático?

Otra comprobación inevitable, el Partido Colorado y el "padre" de la Coalición Multicolor Julio María Sanguinetti, , que tuvo que pagar el alto precio de 5 ministros y altos jerarcas que abandonaron por la ventana sus cargos en el gobierno, contra ninguno del Partido Nacional, está decidido a imponerle a sus votantes (en caída acentuada y permanente) y a sus dirigentes la tarea de defender a toda costa cualquier violación a la ley, a la Constitución y a la lógica más elemental, de parte de altas jerarquías blancas del gobierno con el estratégico objetivo de consolidarse como una fuerza política de adorno, incluso con el riesgo de ocupar el cuarto puesto en las próximas elecciones. Ver encuestas varias y el doloroso rumor de la plaza.

El gobierno espera, reza para que el tiempo pase y todo se olvide.

En la opinión pública el efecto de este escándalo no lo han afectado entre el electorado blanco de manera mínimamente proporcional, por ejemplo a la embestida baguala de 1995, que fue infinitamente menos grave. Y esa es su peor contribución a la incultura, la inmoralidad y a la decadencia de la política nacional: la justificación y la aceptación por parte de sectores de la población de corrupción y la asociación para delinquir. Una de las peores degradaciones de la democracia y de la política, a la que se agrega la mentira como el combustible de esa terrible hoguera.

En un año de muchos incendios que consumieron miles de hectáreas, el mayor de todos, que está consumiendo una parte importante de nuestra institucionalidad y sobriedad democrática, son los escándalos Marset- Astesiano.

¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo, si pierde su alma? De "La hoguera de las vanidades"

 

(*) Esteban Valenti. Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.bitacora.com.uy) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es), de Other News (www.other-news.info/noticias). Integrante desde 2005 de La Tertulia de los jueves, En Perspectiva (www.enperspectiva.net). Uruguay


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