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30.1.23

Perú: la lucha por una salida democrática de la crisis de régimen. Dossier (I)

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Por Carlos Noriega, Hernando Cevallos, Héctor Béjar (*)

La "toma de Lima" terminó con represión

Carlos Noriega

Con carteles que dicen "Dina Boluarte asesina, renuncia", "Elecciones este año" y "Cierre del Congreso corrupto", una movilización popular repudia los 50 muertos por la represión. Hubo enfrentamientos y un gran incendio.

"Dina asesina, el pueblo te repudia", coreaba una bulliciosa multitud que este jueves se manifestó por las calles de Lima: la consigna se escuchó en distintas ciudades del país. Con banderas peruanas --varias con el color negro reemplazando las franjas rojas en señal de duelo por las víctimas de la represión-- miles de personas tomaron las calles del centro de la capital. La jornada de protesta comenzó alrededor del mediodía y se prolongó hasta la noche. La policía que había tomado el centro de la ciudad reprimió la protesta. Hubo enfrentamientos entre policías y manifestantes, que continuaban al cierre de esta nota. En medio de esos choques, en la noche se desató un gran incendio en un viejo inmueble del centro histórico, cerca de la Plaza San Martín, centro de la movilización. Las llamas se alzaban varios metros, el humó comenzaba a cubrir la zona. El inmueble estaba vacío, pero los vecinos de lugares cercanos tuvieron que evacuar con lo que se podían llevar rápidamente ante la posibilidad que el fuego se extienda. Había desesperación. Al cierre de esta nota no se había informado la causa del incendio.

Muchos manifestantes aymaras llegados desde la altiplánica región de Puno agitaban la bandera wipala de los pueblos originarios. También se levantaban carteles y se coreaban consignas exigiendo la renuncia a la presidencia de Dina Boluarte, además de elecciones para este año, repudio al Congreso que controla la derecha, pedidos de una Asamblea Constituyente y sanción a los culpables por los muertos de la represión. Otros manifestantes exigían también la libertad de Castillo.

Una lenta masacre popular

En medio de las multitudinarias protestas antigubernamentales en la mayor parte del país, dos muertes más se sumaron a la negra lista de la represión. En la provincia de Macusani, en la región de Puno, la campesina Sonia Aguilar murió el miércoles de un balazo en la cabeza, disparado por la policía. Hubo varios heridos, uno ellos, Salomón Valenzuela, que recibió un impacto de bala en el tórax y murió este jueves.

Ya suman más de medio centenar los fallecidos por la represión, de los cuales 44 han muerto por disparos de las fuerzas de seguridad. El gobierno y la derecha parlamentaria y mediática respaldan a las fuerzas de seguridad denunciadas por disparar contra manifestantes y criminalizan a quienes se movilizan exigiendo la renuncia de Boluarte, acusándolos de "violentistas" y "terroristas".

En la noche del jueves, mientras los enfrentamientos entre policías y manifestantes en el centro de Lima continuaban, y ya se conocía de un muerto en Arequipa, la presidenta Boluarte dio un mensaje en el que calificó el comportamiento de la policía como "inmaculado". Habló de "protestas violentas" y acusó a los manifestantes de querer "generar caos y desorden para tomar el poder" y de buscar "quebrar el estado de derecho". En referencia a las acciones de protesta contra su gobierno, señaló, en tono amenazante, que "los actos de violencia generados en diciembre y enero no quedarán impunes". Pero no dijo una palabra sobre los muertos por disparos de las fuerzas de seguridad, a las que volvió a respaldar, y las demandas para que no queden impunes. Sobre esa letal violencia oficial que ha causado las muertes que han indignado a la población que protesta no habló de sanción. Una confirmación que el gobierno apuesta a la impunidad de las fuerzas de seguridad que han disparado contra manifestantes.

Las movilizaciones de este jueves en la capital, las principales ciudades del país y provincias, se realizaron durante una jornada de paro nacional convocado por la Central General de Trabajadores del Perú (CGTP) --la principal central sindical del país-- y organizaciones sociales. Y continúan los bloqueos de rutas.

La "toma de Lima"

La jornada tuvo como eje una gran marcha en Lima, que está bajo estado de emergencia y amaneció el jueves con las principales plazas y calles del centro de la ciudad cercadas por contingentes policiales. El Palacio de Gobierno y el Congreso fueron rodeados por policías y tanquetas. Según información oficial, el gobierno movilizó 11.000 policías en la ciudad para seguir la marcha de protesta, quienes lanzaron bombas lacrimógenas contra grupos de manifestantes. Los choques entre policías y manifestantes se repitieron durante toda la jornada y se intensificaron en la noche. La policía lanzaba bombas lacrimógenas, grupos de manifestantes respondían arrojando piedras, botellas y adoquines que desprendieron de las veredas.

A la capital llegaron miles de pobladores desde distintas regiones -en especial andinas-- para concentrarse en una masiva movilización en el centro político y económico del país con una marcha llamada "la toma de Lima". Se movilizaron durante días en caravanas de camiones y buses con multitudinarias despedidas en su lugar de origen. En los pueblos por los que iban pasando eran recibidos con aplausos, gritos de aliento y donaciones de agua, frutas y alimentos.

Los manifestantes que llegaron a la capital desde el interior del país salieron a las calles desde el mediodía de este jueves. Se alojaron en dos universidades, locales de organizaciones sociales y casas de familiares y se dirigieron caminando hacia el centro de la ciudad, juntándose en el camino. Después se sumaron pobladores de Lima. No hubo una dirección unificada y distintos grupos se movilizaron cada uno por su lado, dispersando la multitud por diferentes calles del centro de Lima.

"Dina Boluarte asesina"

En una banderola se leía "Dina Boluarte asesina renuncia. Elecciones este año". En otra, "Cierre del Congreso corrupto". Una mujer llevaba un cartelón con la foto de la presidenta con la inscripción "DiNazi". En otro se había escrito "Dina Balearte". Mientras caminaban por el centro de la ciudad, bajo la amenazante mirada de un gran número de policías, la multitud coreaba "Perú, te quiero, por eso te defiendo".

"No habrá democracia, no habrá paz, si la señora Boluarte no escucha al pueblo que exige su renuncia", declaró a Página/12 el secretario general de la CGTP, Gerónimo López. Todos los manifestantes consultados coincidieron en que además de Boluarte, tiene que renunciar el titular del Congreso, a quien en caso de que dimita la presidenta, le tocaría reemplazarla: es el ultraderechista general en retiro José Williams, acusado de violaciones a los derechos humanos contra campesinos en los años 80, una figura inaceptable para las multitudes que se movilizan en el país. "La lucha seguirá si renuncia Boluarte y Williams se quiere quedar. Él también tiene que irse", dicen en coro los manifestantes.

Un dialogo a los tiros

Boluarte ha propuesto un diálogo con quienes llegaron a Lima para exigir su renuncia, pero al mismo tiempo dijo que sus demandas son "inviables" y los ha acusado de "querer quebrantar la institucionalidad del país". Leonela Labra, estudiante de historia y presidenta de la Federación de Estudiantes del Cusco, le responde: "Desde el primer día de su gobierno nos ha criminalizado, ha asesinado a nuestros compañeros que han salido en su justo derecho a manifestarse en contra de este gobierno. Cómo la señora Boluarte dice querer dialogar, cuando están apuntándole con un arma a nuestros compañeros, cómo se puede llamar a un diálogo cuando ponen un arma sobre nuestras cabezas. En esas condiciones no se puede dialogar con este gobierno".

El llamado a una Asamblea Constituyente es otra exigencia que se escucha con fuerza en las calles. "Tiene que haber referéndum para que el pueblo decida si quiere o no una Asamblea Constituyente. Porque los congresistas se oponen a esa salida democrática", señala Leonela. Una reciente encuesta indica que 69 por ciento respalda una Asamblea Constituyente.

De Cusco a Lima

La abogada Florencia Fernández también llegó desde el Cusco para protestar en Lima. "Venimos de una ciudad histórica como el Cusco donde consideramos que el grito libertario de Túpac Amaru no ha concluido. A la presidenta le dicen 'Balearte' porque usa las balas antes que la palabra. Ella dice que es la primera mujer presidenta del Perú, nosotras le decimos que ella no es un orgullo para las mujeres porque ha matado a nuestros hijos". Hace una pausa y agrega: "Que sepa la prensa internacional que mi patria está al borde de una guerra civil por esta clase política que lo único que ha hecho es destrozar la democracia".

Eugenio Allcca es un agricultor de Apurímac, la tierra de Dina Boluarte. "Ella es una asesina, tiene las manos manchadas con la sangre de más de cincuenta peruanos, no nos representa, es una vergüenza para los de Apurímac", dice con una indignación que se hace más notoria cuando responde sobre las acusaciones de terroristas del gobierno contra los manifestantes. "Nos tildan de terroristas, narcotraficantes, nos dicen campesinos ignorantes, somos el pueblo que está luchando para reclamar sus derechos. Aquí no hay terroristas, el verdadero terrorismo está en el Estado. Hay que seguir esta lucha con fuerza, no hay que tener miedo".

En opinión de Svetia Fernández, de la Asamblea Regional de los Pueblos de Tacna, región fronteriza con Chile, lo que se está viviendo en el Perú "es un momento histórico, un hito para la lucha popular de nuestro país, donde las clases más oprimidas, que han sido relegadas durante muchos años, se manifiestan después de todos los atropellos que se han cometido a lo largo de la historia"

La profesora Olga Mamani, venida desde la sureña región de Moquegua, dice que "la muerte de nuestros compatriotas nos ha causado un dolor intenso que ha hecho que nos movilicemos. Queremos paz con justicia. Este es un momento histórico que tiene que ser de triunfo".

Estas son las voces que protestan, las voces que los grandes medios peruanos, donde desfilan políticos, analistas y exmilitares que criminalizan la protesta y piden más represión, ocultan. Un manifestante grita: "El ´terruqueo´(acusaciones falsas de terrorismo) no nos va a detener". Otro lo sigue: "El pueblo somos la mayoría y la mayoría va a ganar".

 

"El plan de la derecha es ganar las elecciones y quedarse en el poder". Entrevista a Hernando Cevallos, exministro de salud de Pedro Castillo

Hernando Cevallos

Médico de 66 años, fue el primer ministro de Salud en el gobierno de Pedro Castillo. Enfrentó con éxito la pandemia y la campaña de vacunación, lo que lo convirtió en el ministro más reconocido de ese gobierno. Sin embargo, dejó el cargo poco más de seis meses después de iniciado el gobierno por presiones de Perú Libre (PL), el partido que llevó a Castillo al poder, para poner a uno de sus militantes en ese ministerio. Cevallos, dirigente de izquierda de larga trayectoria, no milita en PL. Estudió medicina en la Universidad Nacional de La Plata. Después vivió varios años en Argentina, donde ahora reside uno de sus hijos. Comenzó a estudiar en 1975 y le tocó vivir la dictadura. Dice que varios de sus compañeros de estudios fueron desaparecidos y que él dio su testimonio ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos para denunciar esas desapariciones. De regresó al Perú, en los años 90 se incorporó a la salud pública y a la izquierda. Fue dirigente gremial y en 2016 fue electo congresista por el izquierdista Frente Amplio, cargo que dejó en 2019 cuando Martín Vizcarra cerró el Congreso. Estuvo en la multitudinaria movilización por las calles de Lima el pasado jueves exigiendo la renuncia de Dina Boluarte y le entrevistó para Página/12 Carlos Noriega.

-¿Qué balance hace de las movilizaciones populares que este jueves concentraron en Lima la presencia de pobladores de todo el país en "la toma de Lima"?

Es un desborde social, la gente quiere ser escuchada y no es escuchada. Las movilizaciones son masivas. La gente se siente totalmente postergada. Eso se ha ido agudizando. Estas movilizaciones tienen liderazgos regionales. La movilización en Lima ha sido multitudinaria. A pesar de las enormes dificultades ha sido una expresión de la presencia de delegaciones numerosas de distintas partes del país. También nos muestra que el campo popular necesita mejorar su organización, centralizar mejor la conducción. Mostró la intransigencia de la policía, que permanentemente obstruyó toda la marcha. La estrategia frente a las marchas ha sido disparar a matar para desmovilizar a la gente de la manera más brutal, para bajar la intensidad de la respuesta social y popular, pero no lo han logrado. Al contrario, han despertado un nivel de indignación cada vez mayor. Los medios pretenden minimizar estas marchas y todo el día hablan de manifestantes violentos, tratando que los hechos de violencia que se han dado sean vistos como una generalidad.

-¿Cree que atrás de esas acciones de violencia en las movilizaciones hay infiltrados que responden a la derecha, al fujimorismo?

De eso no me cabe la menor duda. Hay un movimiento violentista de ultraderecha ligado al fujimorismo que se llama La Resistencia, que está muy organizado y tiene capacidad operativa. Se infiltra en las marchas con actos violentos para ir quebrando en la opinión pública cualquier simpatía a estas protestas.

-¿Qué opina del mensaje de Boluarte la noche del jueves en el que aplaudió la represión y criminalizó las protestas?

Es un mensaje irresponsable, que nos señala la desesperación del Gobierno de no poder controlar la situación, revela que sienten que no tienen salida. Refleja el temor que tienen a las luchas populares que se van incrementando. Justifican la violencia de la represión porque saben que su salida significa ser procesados por crímenes de lesa humanidad. Los sectores que representan los grupos de poder saben que si pierden esta pulseada con las protestas populares, lo que se plantea son cambios de fondo, estructurales. Saben que aquí se juega mucho más que Dina Boluarte. Se verifica la presencia de un sector militarista para el cual la salida es a sangre y fuego.

-¿Después de este mensaje de Boluarte queda algún espacio para el diálogo o se ha llegado a un punto de no retorno?

No veo factible una salida a la crisis con Boluarte. En eso creo que hay un punto de no retorno. Hay exigencias de las poblaciones que son irrenunciables. La gente lo que no va a perdonar es la cantidad de muertos que hay. Manifestantes que no tenía un arma en la mano han sido asesinados. Las protestas van a seguir porque las heridas son muy grandes y los niveles de movilización también. Este problema no se va a resolver mientras haya impunidad. No hay una salida que permita que este gobierno se pueda mantener con esa carga de muertes. La renuncia de Boluarte es inevitable.

-Boluarte ha insistido que no renunciará.

Si la movilización se mantiene y se incorporan más sectores sociales a la lucha, más allá de un mensaje provocador, el gobierno puede retroceder y Boluarte renunciar. Una de las razones por las que no renuncia es porque sabe que no hay marcha atrás para ella. Si renuncia sin duda será procesada por los asesinatos de manifestantes y va a terminar en la cárcel.

-¿Si Boluarte no renuncia y el Congreso no adelanta para este año las elecciones programadas para 2024, qué puede ocurrir?

Eso abre un escenario de mucho riesgo para el país con la posibilidad de una confrontación mucho mayor, de consecuencias nefastas, mucho más grave de lo que está ocurriendo. La gente está muy indignada.

-Si renuncia Boluarte la reemplazaría el presidente del Congreso, el general retirado de ultraderecha José Williams, que en el pasado ha estado acusado por violaciones a los derechos humanos. ¿Eso en lugar de solucionar la crisis no la puede agravar?

La sola la renuncia de Boluarte no soluciona la crisis, la población también exige la renuncia de Williams para que asuma una nueva mesa directiva del Congreso con un nuevo presidente, o presidenta, que reemplace a Boluarte. La renuncia de Williams también es indispensable. La gente tiene una posición muy clara, vienen de una experiencia de represión muy fuerte, quieren que se vayan Boluarte y Williams, que haya elecciones este año, se procese a todos los asesinos de manifestantes y se convoque un referéndum para una Asamblea Constituyente.

-¿Cómo toma las acusaciones que hacen el gobierno y la derecha contra las protestas de tener vínculos con el terrorismo?

Algo tienen que decir para justificar la barbaridad que están haciendo. Esas afirmaciones no resisten el menor análisis, no hay forma de justificarlas. A ninguno de los que han matado le han encontrado un arma, no hay forma de decir que las fuerzas de seguridad se defendieron. Según los peritos, los disparos han sido para matar. Ahí hay un plan político.

-¿Cuál es ese plan político?

Instaurar un régimen policiaco, dictatorial, seguramente con algunos rasgos populistas. El plan es que la derecha gane las elecciones y quedarse en el poder. Por eso han entrado tan duro para desmovilizar al pueblo.

-¿La izquierda tiene opción en las próximas elecciones?

Lo que nos está demostrando la experiencia de estos dos últimos meses es que las ansias de cambio, la claridad que tiene nuestro pueblo para identificar a los enemigos de clase, a los grupos de poder, la necesidad de luchar contra la corrupción y por cambios profundos, están más vivos que nunca. Eso la derecha no lo ha podido matar. La izquierda tiene el desafío de ajustar su programa a lo que el Perú quiere, de buscar niveles de coordinación y unidad necesarios porque la derecha tiene una fuerza que no la puede enfrentar un partido de izquierda aislado. La izquierda tiene un enorme capital, que es la esperanza de la gente, y eso se muestra con estas movilizaciones masivas de personas que no se han dejado embaucar por la derecha.

-¿Le ha sorprendido el nivel de apoyo a Castillo después de su caída?

Más allá que no cumplió sus promesas, sigue siendo un referente popular, la gente lo sigue sintiendo como uno de ellos. Hay un sector que sale a defender a Castillo porque lo han maltratado y eso ha generado indignación en la gente. Tengo la impresión que esto va más allá de Castillo. La gente no focaliza en un retorno de Castillo que las cosas se resuelvan. Es un fenómeno de muchos años de postergación de los pueblos peruanos, nunca el Perú llegó a ser una Nación, recorres el país y ves lugares donde el Estado no existe. La gente que se siente postergada se identificó con la candidatura de Castillo porque lo vio como un hombre de la sierra, como un cholo, pero un cholo humilde como ellos, no un cholo como Alejandro Toledo. Y por eso lo hizo suyo. Se le puede acusar de ladrón, que no hace bien las cosas, que no habla bien, pero la gente lo siente como uno de ellos y siente que se lo han arrebatado.

-¿Cómo evalúa ahora el gobierno de Castillo?

Fue un gobierno contradictorio, que es difícil de definir. Avanzó en algunos retoques a la crisis, pero nunca se animó a tocar los grandes intereses en el país. No rompió el contacto con el pueblo, pero fue perdiendo terreno, desencantando a mucha gente, pero el pueblo seguía con la expectativa que Castillo pudiera tomar decisiones de fondo. No estábamos en un punto de rechazo, estábamos en el punto que la gente le decía 'presidente para cuándo'. El pueblo sabe que la derecha lo bloqueó, lo amenazó, lo arrinconó, que los medios lo atacaron. La Constitución es un chaleco de fuerza para cualquier gobierno, no permite tocar los intereses de las empresas, los contratos no se pueden discutir, el Estado no puede planificar ni hacer empresa. Yo sentía que Castillo tenía muchas presiones y eso le generaba mucha inseguridad. Había muchas idas y vueltas. Conversábamos para tomar decisiones que no se tomaban.

-¿Qué opina de las acusaciones de corrupción contra de Castillo?

Los medios están más preocupados por el que se roba un caramelo que por los que se han robado el país. Pero eso no lo disculpa. No podría adelantar un juicio sobre estas acusaciones, pero hay indicios que preocupan.

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