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23.1.23

El testamento político de Lenin (II)

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Por Nikolái Bujarín (*)

Camaradas:

Las creaciones de los grandes hombres -y uno de los más grandes fue nuestro difunto maestro y jefe- constituyen el maravilloso tesoro de las ideas. Es necesario escoger entre la admirable diversidad de este tesoro.

VI. Problemas de las relaciones de clase fundamentales

Vladimir Ilich abordaba todas las cuestiones económicas no desde el punto de vista de cierta economía extraclasista: unía cualquier tema importante, por un lado, con la situación internacional, y por el otro, con la lucha de clases en nuestro país. Para él, la economía se desarrolla junto con los desplazamientos y entrelazamientos constantes en el terreno de la estructura de clases de nuestra sociedad. A la vez, la principal garantía de la edificación SOCIALISTA en nuestro país es la preocupación por la conjugación más favorable de las fuerzas de clase, que nos garantizaría la posibilidad de la edificación ulterior del socialismo... la preocupación por la combinación de la 'revolución proletaria" con la "guerra campesina" en una forma nueva, "constructiva" en este caso. Esto es lo PRINCIPAL. Esto es lo que señalaba Marx, lo que, pese a las tradiciones lassalleanas y pese a cualquier kautskyano, menchevique, etc., es la continuación de las ideas marxistas. La necesidad de la más estrecha alianza de los obreros y campesinos es señalada especialmente por la penosa y difícil situación internacional. En relación con esta tesis central de Lenin se encuentra ese extraordinario pasaje que ninguno de nosotros debe perder ni por un minuto. Este pasaje es por todos conocido, pero considero mi deber recordarlo aquí una vez más:

"Como es natural, el orden social de nuestra República Soviética se basa en la colaboración de dos clases: los obreros y los campesinos, colaboración en la que ahora se admiten también, con ciertas condiciones, los «nepman», es decir, la burguesía. Si surgieran serias divergencias de clase entre estas clases, la escisión sería inevitable. Pero en nuestro régimen social las causas de esa escisión no son inevitables; y la tarea principal de nuestro CC y de la Comisión Central de Control, así corro de todo nuestro partido, es la de vigilar muy atentamente las circunstancias que pudieran originar una escisión y prevenirlas, ya que al fin de cuentas los destinos de nuestra República dependerán de que las masas campesinas marchen unidas con la clase obrera, manteniéndose fieles a la alianza con ésta, o que permitan que los «nepman», es decir, la nueva burguesía, los desunan, los separen. Cuanto mayor sea la claridad con que veamos esta alternativa cuanto mayor sea la claridad con que la comprendan todos nuestros obreros y campesinos, tanto mayores serán las posibilidades de que evitemos una escisión, que sería funesta para la República Soviética"

Parecería que yo presto atención a ciertas cosas, "monstruosas" para un marxista. Todos saben que la clase obrera no es lo mismo que el campesinado. El campesinado, aun refiriéndose al campesino medio y pobre, es la pequeña burguesía rural (en esos artículos, Vladimir Ilich ni siquiera menciona a los kulaks). Cualquiera entiende que si existen dos clases, existen diferencias de clase entre ambas, y Vladimir Ilich lo formula diciendo que si surgieran serias divergencias de clase entre estas clases, la escisión sería inevitable y la República Soviética sucumbiría ineludiblemente. Pero, ¿cómo es el problema? ¿Lenin se apartó del marxismo o dejó de considerar al campesinado una clase especial? No hay modo de entender este "asunto" si uno adopta una postura trivial, vulgar, antileninista, si no se entiende toda la dialéctica real del original desarrollo 'soviético'. Ahora se plantea ante la clase obrera la tarea de cambiar al campesinado en forma constante, de cambiarlo 'a su imagen y semejanza', sin separarse de él sino fundiéndose con su masa, de conducirlo. Es totalmente distinta la correlación que existe entre el proletariado y el campesinado en la sociedad capitalista. Nuestro Ejército Rojo, que en buena medida está constituido por campesinos, es la máquina cultural más grande para cambiar al campesino, que saldrá de ella con una nueva sicología.

Vladimir Ilich está absolutamente en lo cierto: la escisión entre estas dos clases, vale decir, la aparición de serias divergencias de clase entre ellas, que este mecanismo de reorganización de una clase por otra eliminaría, significa la desaparición de la República Soviética. Por lo tanto, es plenamente comprensible que Vladimir Ilich enfocara cualquiera de sus tesis desde el punto de vista de la correlación entre la clase obrera y el campesinado. Y precisamente de aquí se deriva su directiva general: la tarea PRINCIPAL de todo nuestro partido, de todos sus organismos, consiste en observar de dónde puede provenir la escisión y, notando a tiempo el peligro, liquidarlo.

VII. Los problemas de la edificación cultural

De modo que tenemos industrialización más cooperativismo. Pero la cooperativización presupone una revolución cultural. Aquí, Lenin, al presentar la consigna de la revolución cultural, no se limita con ello a la consigna en sí ni mucho menos. También aquí muestra su contenido concreto, dice qué hay que hacer, a qué hay que prestar la principal atención, dónde está aquí el "eslabón'. A ello está especialmente dedicado su artículo Páginas de un diario. Desde luego, Lenin plantea también esta cuestión desde el ángulo de la correlación entre la clase obrera y el campesinado: 'Aquí tenemos una cuestión política fundamental: las relaciones entre la ciudad y el campo, que tiene una importancia decisiva para toda nuestra revolución". La orientación general está clara. No estamos haciendo 'lo principal": no hemos colocado al maestro de escuela a la altura debida. Esta es una directiva. Y Lenin prosigue de inmediato; al encarar la confección de nuestro presupuesto estatal, dice: si quieren realizar la revolución cultural, la indicación que les doy es que es indispensable trasladar todo nuestro presupuesto estatal a la educación primaria. O sea que Lenin no sólo proclamó la consigna de la revolución cultural, sino que enseguida extrajo de esto las indicaciones prácticas y, por añadidura, indicaciones de muy largo alcance. Nadie podrá decir que esto se puede llevar a cabo de inmediato y ni siquiera durante el corriente año, pero la directiva es audaz, revolucionaria, profundamente correcta. Vean qué significa en realidad: eliminar todo lo superfluo de nuestras relaciones sociales, todas las nimiedades de señores, todo lo innecesario; desplazar el presupuesto estatal hacia la educación popular primaria, elevar a nuestro maestro de escuela a la altura debida. Esto, desde luego, es todo una "revolución". Esta revolución se debe realizar, pero se oponen a ella las fuerzas espontáneas de las costumbres, del modo de vida, de los prejuicios, de la rutina burocrática, de la imitación a los señores. Vladimir Ilich no se avergonzaba de decir: "Al margen del presupuesto oficial o de los cauces oficiales es poco o nada lo que hacemos por los distritos rurales". Y partiendo de las tareas de la revolución cultural, plantea la idea de las organizaciones obreras de masas, que penetrarían en el campo, plantea el tema de las sociedades patrocinadoras y expresa que los obreros de vanguardia deben llevar el comunismo al campo. Pero, al mismo tiempo, descifra el contenido del concepto, sabiendo una vez rnás cómo agrada entre nosotros la frase y el tambor batiente en lugar de los hechos. Explica su pensamiento:

No se pueden difundir inmediatamente en el campo ideas pura y exclusivamente comunistas. Hasta que no dispongamos en el campo de una base material para el comunismo, hasta entonces esto resultará, diría, perjudicial, esto resultará, diría, funesto para el comunismo.

"No. Debemos comenzar por establecer relaciones entre la ciudad y el campo sin el objetivo preconcebido de implantar el comunismo en los distritos rurales. Es un objetivo que no puede ser alcanzado ahora. Es inoportuno, y plantearse ahora un objetivo semejante reportaría daño a la causa en lugar de beneficio".

Esta es la sabiduría del organizador, que organiza no simplemente una célula de jóvenes entre los empleados soviéticos, sino que organiza a decenas y centenares de millones,'y sabe cómo abordar a esas decenas de millones. Al discutir el tema de las formas de vínculo entre el campo y la ciudad (patrocinio, etc.), insiste: no lo hagan en forma burocrática, y plantea la consigna de todas las asociaciones posibles de obreros, evitando a toda costa su burocratización.

Lenin plantea de este modo el tema de la revolución cultural y especialmente en lo que se refiere al campo, al tiempo que es característico cuánto valoraba Vladimir Ilich esta labor. En el artículo Sobre el cooperativismo dice: se nos plantean dos tareas principales: l) reorganizar el aparato estatal y 2) trabajar en la esfera cultural entre los campesinos. En otro punto evalúa esta labor cultural entre el campesinado como una tarea cultural histórico-mundial.

De este modo, vemos qué plan vasto expresa Vladimir Ilich con respecto a la labor cultural y cómo está estrechamente vinculada, cómo -podríamos decir- está "acomodado" a otras de sus tesis: sobre la organización cooperativa, sobre la industrialización del país, sobre la lucha contra el capitalismo internacional, etcétera.

VIII. Las cuestiones del aparato estatal y de la dirección del partido y del Estado

Aquí Vladimir Ilich manifiesta que una de las cosas más importantes que integran los momentos de la revolución cultural, una de las palancas principales de la acumulación socialista y de la incorporación de las masas a la construcción -¡y todo pequeño campesino debe construir el socialismo!- es el estado del aparato estatal y las cualidades de la dirección.

Este tema se desarrolla en dos artículos: Cómo reorganizar la Inspección Obrera y Campesina y Mejor poco, pero mejor. Es interesante el propio enfoque de Vladimir Ilich:

"Es el momento de que corrijamos esto. Debemos mostrar una saludable desconfianza hacia el avance demasiado rápido, hacia cualquier jactancia, etc. Debemos proponernos comprobar cada uno de los pasos hacia adelante que proclamamos cada hora, que damos cada minuto, y que luego, cada minuto, demostramos que son frágiles, inseguros y confusos. Lo más perjudicial en este caso sería apresuramos".

Partiendo de esta orientación, que presupone "solidez', 'estabilidad', 'claridad' -cosas sumamente sencillas-, Vladimir Ilich encara el tema de nuestro aparato.

Ustedes recuerdan qué premisas tenía Vladimir Ilich en el problema del aparato estatal: hay que economizar,porque sólo entonces se puede llevar a cabo la industrialización. Hay que simplificar porque solo entonces podremos incorporar a las masas. Hay que alcanzar una elevación general de la productividad del trabajo. De esta manera, el problema del aparato estatal, desde el punto de vista de la incorporación de las masas, de la economía y de la productividad del trabajo, se vincula con todos los problemas. En el tema del aparato estatal se enlazan, como en un foco, todos los temas, desde los económicos hasta los culturales.

Y esto es, comprensible. Al fin de cuentas el aparato estatal es esa palanca, esa máquina, mediante la cual nuestro partido, dirigente victorioso del proletariado, orienta toda su política; al fin y al cabo, si miramos desde cierta perspectiva, nuestro aparato estatal es esa organización que, abarcando a millones, abarcando a todos los trabajadores en general, después debe constituirse en una etapa en el paso al Estado-comuna, del que -lamentablemente todavía estamos muy, pero muy lejos. De este modo, camaradas, Vladimir Ilich pregunta: si se plantea así el tema del aparato estatal, ¿cómo repararlo, adónde debemos dirigimos, a qué palancas debemos aferramos? Y brinda una formulación extraordinaria. Dice: debemos apelar a la fuente más profunda de la dictadura; y esta fuente más profunda la constituyen los 'obreros de avanzada".

Entonces, primero, hay que recurrir a los obreros de avanzada y, segundo, a 'los elementos realmente esclarecidos" en nuestro país. Es menester preocuparse por concentrar en la Inspección Obrera y Campesina a 'lo mejor que tenemos en nuestro sistema social"", "un material humano de características realmente modernas, es decir, que no sea inferior a los mejores modelos de Europa occidental".

A partir de este extremo hay que depurar el aparato estatal. Los elementos 'realmente esclarecidos" deben tener las siguientes características: primero, no creer ni una palabra al pie de la letra; segundo, no decir ni una palabra en contra de su conciencia (en política, la conciencia no se anula, como algunos piensan); tercero, no temer decir la verdad ante ninguna dificultad, y cuarto, no temer a ninguna lucha para lograr el objetivo que uno se ha planteado seriamente.

Estas son las exigencias que Vladimir Ilich presentaba a esas personas.

Pero esto es poco. Para renovar el aparato estatal y comenzar por la Inspección Obrera y Campesina unida a la Comisión Central de Control, el camarada Lenin proponía introducir pruebas o exámenes" especiales (un examen para candidato a empleado de la Inspección Obrera y Campesina y un examen para candidato a miembro de la Comisión Central de Control). Estos exámenes deben consistir en la comprobación de conocimientos sobre la estructura de nuestro aparato estatal, sobre la teoría de la organización en la esfera de trabajo en la que desean trabajar, etcétera.

Después de convertir la Inspección Obrera y Campesina en ese acumulador de primera clase de energía racionalizadora, es indispensable hacer de ella una palanca que defina por sí sola todos los demás comisariatos del pueblo, que cambie todo el sistema de trabajo y -eleve la productividad del trabajo. Pero, ¿por qué Vladimir Ilich proponía la unión con la Comisión Central de Control, cómo se vincula esto con todo el plan? Esto, camaradas, es muy sencillo y comprensible si estudiamos atentamente todo el plan de Lenin en su conjunto. Tiene dos ejes principales del plan: primero, mejor trabajo, economía, industrialización, elevación de la productividad del trabajo, aumento de los índices de calidad y, segundo, correlaciones acertadas entre la clase obrera y el campesinado y la preocupación para que no se inicie una escisión entre estas dos clases a través de nuestro partido, a través de la escisión de nuestro partido. De aquí la unificación de la Inspección Obrera y Campesina con la Comisión Central de Control, la organización de esta díada que debe responder por las dos tareas principales, que consta de los mejores elementos del país. De este modo, ese proyecto organizativo está vinculado por entero con todo lo anterior comenzando desde la política internacional. Y por último, en ese mismo plan también están desarrolladas las correspondientes exigencias con respecto a las masas.. Vladimir Ilich reunió estas exigencias en una fórmula extraordinariamente breve, pero expresiva: 'la verdadera participación de las verdaderas masas'. Porque se puede reunir un montón de gente, pero no será la verdadera masa; se la puede reunir como si 'participara", pero en realidad no participa. De ahí la fórmula: 'la verdadera participación de las verdaderas masas".

Así pues, si ahora reunirnos todo el plan en uno solo, veremos que además de la evaluación general de nuestra revolución se da una evaluación de la situación internacional; de esa situación internacional se deduce el problema de la consolidación del poder, de su fortalecimiento, y la directiva principal a la clase obrera de conservar el poder sobre el campesinado pequeño y muy pequeño. De aquí, a su vez, se desarrolla el rumbo hacia la industrialización del país en base a ahorros, en base a la elevación de la calidad del trabajo mediante la cooperativización del campesinado, es decir, la incorporación, del campesinado a la edificación socialista del modo más fácil, más sencillo y sin ningún tipo de violencia. Una vez más, de aquí derivan las consignas de la revolución cultural, de la transformación del aparato eficaz, que trabaje bien e incorpore a las masas; de la preocupación en cuanto a una correcta correlación de las clases se deriva la preocupación por la línea partidaria, por la unidad de nuestro partido; a partir de aquí es que se confecciona también el plan de la díada (Inspección Obrera y Campesina más Comisión Central de Control) que observa, por un lado, la calidad del trabajo, reúne en sí el control, las tareas prácticas y las tareas teórico científicas en el terreno de la organización del trabajo y, por el otro, vela por la unidad del partido y-a través de éste- por la concreción en común de la alianza obrero-campesina.

Todo el plan es grandioso, todo el plan está calculado para muchos años. Todo el plan parte de la más amplia perspectiva. Todo el plan descansa sobre el sólido fundamento de las tesis leninistas básicas. Y, al mismo tiempo, el plan es concreto, vale decir que da toda una serie de indicaciones de carácter realmente práctico.

Camaradas, he intentado no omitir aquí ningún pensamiento importante de Lenin y no agregué absolutamente nada propio, excepto algunos comentarios que se derivan de los respectivos artículos de Vladimir Ilich. He tratado de presentarlos como un todo único, como el testamento político de Vladimir Ilich. Se sobrentiende que esa gran franja histórica que hemos atravesado desde su fallecimiento introdujo cambios significativos en las condiciones objetivas del desarrollo: en el terreno de las correlaciones de clase internacionales, en el terreno de las relaciones entre los Estados imperialistas y la Unión Soviética, en el terreno de-nuestra construcción en economía, en el terreno de las correlaciones entre las clases (esto concierne también a la creciente actividad de los kulaks), en el terreno del reagrupamiento dentro de nuestro partido, etc., etc. Quizá pueda decir, sin temor a equivocarme, que difícilmente alguien de nosotros esperara que pudiéramos colocar toda una serie de enormes cifras record, por ejemplo, en cuanto a la construcción de la industria. Pero en realidad hemos inscrito toda una serie de cifras record, tenemos muchos logros tanto en la racionalización de la industria, como en la fecundación científica de la economía, en la reorganización técnica inmediata, en el incremento de la producción, etc., etc. En la esfera económica hemos hecho un enorme avance.

En cierta medida nos hemos afianzado también en la escena internacional, aunque las contradicciones del desarrollo se muestran aquí en la forma más aguda. Pero nuestro crecimiento se dio en forma extremadamente despareja, lo que provocó toda una serie de dificultades, de las cuales hablamos tanto ahora. En el último tiempo se planteó ante nuestro partido toda una serie de nuevas tareas que no están escritas en los textos del testamento de Vladimir Ilich.

Hemos planteado los problemas de la edificación koljosiana (lo que está vinculado con el cooperativismo y en lo cual hacemos hincapié ahora), de la edificación en los sovjoses, las tareas de la reconstrucción técnica, problemas y tareas que Vladimir Ilich sólo planteó en líneas generales. Muchos de nuestros problemas han resultado algo diferentes. Pero el esbozo básico de nuestra política, de nuestra estrategia y de nuestra táctica fue genialmente anticipado y predeterminado por Vladimir Ilich. Y las dificultades, por las que ahora atraviesan nuestro país y nuestro partido, nos obligan a recurrir una y otra vez a una de las fuentes inagotables de sabiduría política, al testamento de Lenin, y a examinar atentamente una y otra vez el problema fundamental: la relación de la clase obrera con el campesinado. Porque los problemas de la industrialización, de los cereales, de la escasez de mercancías, de la defensa, son todos problemas sobre el obrero y el campesino. No en vano nuestro partido incluye este tema en la orden del día de su próxima conferencia.

Camaradas, hace cinco años, un apacible día de invierno, nos abandonó el genio de la revolución proletaria. Muchos tuvimos la suerte de trabajar junto a este hombre, ese 'Viejo" de hierro, como lo llamábamos, el jefe, el revolucionario, el científico.

A cinco años de su fallecimiento, después de comprobar sus legados con la dura experiencia de la vida, levantamos nuestras banderas rojas con más pasión, más tenacidad y más conocimiento de la realidad que nunca antes, ¡para avanzar cada vez más!

 

(*) Nikolái Bujarín. Destacado miembro de la dirección bolchevique, formó parte del politburó hasta 1929,editó Pravda y fue durante la década de 1920 el teórico oficial del comunismo soviético. Dirigió la Comintern entre 1926 y 1929. Entre 1925 y 1928, fue el principal dirigente soviético junto con Stalin, y la figura más sobresaliente de la llamada «Oposición de derecha». Fue Bujarin quien formuló la tesis del «Socialismo en un solo país». Detenido en 1937,? fue juzgado, condenado y ejecutado en 1938 por su oposición a la política de Stalin, acusado falsamente durante la Gran Purga de una supuesta conspiración para ejecutar un golpe de Estado armado contra el gobierno soviético. Intervención realizada por Bujarín en la sesión recordatoria del 5to aniversario de la muerte de Lenin, Moscú, 12 de enero de 1929.

Fuente: https://www.marxists.org/espanol/bujarin/obras/21ene1929.htm


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