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12.12.22

Un proyecto de país soberano necesita movilizar la entera economía popular

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Por Roberto Sansón Mizrahi (*)

A pesar que la economía popular involucra enormes segmentos poblaciones, los gobiernos que promueven proyectos de país inclusivos suelen subestimarla. Encaran la economía popular con limitadas iniciativas sin contemplar su envergadura y complejidad.

La decisión de movilizar la entera economía popular es de importancia estratégica si como ordenador del funcionamiento del país primase consagrar equidad, dignidad y potencia productiva.

No sirven limosnas para la economía popular y, sin embargo, es lo que prevalece. Gobiernos neoliberales discursean hipócritamente y poco actúan ya que sólo se interesan electoralmente por quienes sobreviven en la economía popular. Canalizan magros apoyos para organizaciones afines con sus intereses manipulando la opinión pública. Apoyan a dirigentes que traicionan a sus representados y lucran con fechorías encubiertas con la complicidad de ciertos medios y la justicia.

Existen otros gobiernos de base popular comprometidos con la economía popular, pero salvo excepciones que las hay, no resuelven la situación estructural de ese universo poblacional sino amenguan los graves problemas con respuestas de emergencia. Desconocen que detrás de la pobreza y escaseces de todo tipo anida una tremenda potencialidad arteramente bloqueada. O, tal vez la visualizan, pero ignoran cómo actuar.

Esa ignorancia hace parte del sesgo ideológico de creer que primero viene el crecimiento del sistema económico ya establecido para después que ellos derramen efectos benéficos al resto de la sociedad. De este modo los actores dominantes siguen capitalizando mayores resultados sin ninguna garantía que la concentración pueda ser revertida. Es que las fuerzas dominantes mantienen a ultranza su compulsión a maximizar lucros acumulando lo que ellos producen y una buena parte de lo que el resto de actores más débiles generan.

En este "crecimiento expulsivo" el efecto derrame no se produce sino en cambio se agiganta la desigualdad y el castigo social. Se consagran sociedades donde poderosas minorías viven en la opulencia, evaden impuestos y fugan excedentes mal habidos, mientras los sectores populares y sectores medios en retroceso sobreviven con tremendas dificultades.      

Soluciones de fondo y cuantía

Estos desgarradores procesos no se resuelven con medidas de poca monta ya que el desafío es de enorme envergadura. Se necesita apoyar con firmeza a la economía popular por razones de equidad y también para sumarla a las fuerzas sociales orientadas a desmontar los mecanismos que sustentan el proceso de concentración de la riqueza y el poder decisional.

La movilización de la entera economía popular reconfigura el aparato productivo nacional. Los espacios oligopólicos encuentran límites a su poder apropiador con la presencia, por un lado, de nuevas cadenas productivas que les disputan franjas de mercados y, por otro, apuntalada con la mediación del Estado la economía popular podría mejorar las condiciones de inserción en cadenas existentes para algunos de sus segmentos. Esto es crítico porque el propósito de movilizar la economía popular es asegurar su desarrollo y no sumarla como furgón de cola de los dominadores. Vale explicitarlo.

Con poderosos instrumentos de apoyo y el aporte de inversión y crédito, la economía popular puede emerger productivamente del sometimiento al que está sometida. Como no constituye un espacio homogéneo, diferentes segmentos encontrarán diferentes soluciones 

a.           Un segmento de la economía popular podrá insertarse en cadenas de valor existentes en las que predominan empresas líderes que concentran los mayores resultados a expensas de los demás participantes de la cadena. De ahí que esta modalidad de salida debe encararse con la activa mediación del Estado para nivelar las tremendas diferencias de poder entre empresas líderes y el resto. Algo semejante, o mejor, al papel que juegan los Estados de base popular al interior de las paritarias de negociación de salarios y condiciones laborales.

b.           Otro segmento de la economía popular podrá insertarse en nuevas cadenas de valor de base popular. Ellas emergerían conjugando la iniciativa de organizaciones representativas de trabajadores de la economía popular con el respaldo de un efectivo sistema de apoyo. Este sistema de apoyo actuaría como desarrolladora de las nuevas cadenas productivas. Ayudaría, entre otros aspectos, a identificar promisorias oportunidades, establecer los emprendimientos productivos de las nuevas cadenas y acompañarlos hasta su consolidación, financiar el capital semilla y facilitar los créditos comerciales.

Así, por ejemplo, si se tratase de la cadena productiva de alimentos, se atendería las fases de producción, acopio, transformación y comercialización. Fideicomisos o fondos de inversión públicos o mixtos financiarían la inversión inicial o de consolidación, y fondearían a entidades financieras que provean créditos de funcionamiento. Se promovería la producción de cercanía a los centros poblados y, en lo posible, además de atender el mercado interno se explorarían oportunidades de exportación y de sustitución de importaciones.

c.            Un tercer segmento de la economía popular puede escoger soluciones individuales que aprovechen pequeños nichos de mercados. Este segmento contará con la asistencia técnica y financiera necesaria para operar con efectividad y afianzarse como miembros solidarios de la economía popular. 

De oprimidos a constructores de nuevos horizontes

El potencial que anida en la economía popular es enorme. Al aporte productivo se suma lo que pueda influir para dar paso a una sociedad más justa y segura. Incluir la economía popular al funcionamiento pleno del país ayudará a revertir la fragmentación social que prevalece, nada sencillo por cierto y, sin embargo, imprescindible de encarar.

Un factor clave del proceso movilizador hace a recuperar la confianza y autoestima en la toma de decisiones, en reforzar el propio poder para mejor relacionarse con otras fuerzas sociales y poder sostener las necesarias transformaciones.Esto incluye priorizar valores solidarios que ayuden a desarrollar relaciones sociales de colaboración, lo opuesto a que cada quien se "salve" sólo a expensas de los demás. El apoyo que requiere la economía popular es una inversión que hace una sociedad en busca de un buen vivir para todos. No es un gasto ya que el aporte de recursos se recupera con mayores niveles de actividad y mayor recaudación impositiva y de aportes a la seguridad social.  

Los dominadores resisten la movilización plena de la economía popular porque al activarse se avanza hacia la democratización del poder, sustento imprescindible para liberar a democracias capturadaspor poderosas minorías. De ahí que no toleren que la economía popular despegue esclarecida, potente, organizada.

La economía popular se torna así en protagonista de construir lo nuevo, en primera línea y no arrinconada en la desesperanza. En esa búsqueda política es necesario contar con un Estado con capacidad de conducir la complejidad de intereses que coexisten en un país haciendo prevalecer ya no el lucro como ordenador social sino el bienestar social y el cuidado ambiental.

En pocas palabras ¡ya no más de lo mismo! La movilización requerida busca nuevos senderos y timoneles para construir lo promisorio alejado de la mediocridad o el estancamiento. Al avanzar hacia una utopía referencial respetuosa de la Madre Tierra y de un buen vivir, habrá que cuidar no caer en nuevos fundamentalismos. Si se exploran espacios poco transitados será inevitable cometer errores por la complejidad de toda dinámica social. Por otra parte, si bien primará la entrega solidaria abierta a reconocer vicisitudes, también habrá intrigas y mezquindades que pueden provocar desvíos no deseados. Por eso un proyecto de país inclusivo se valora no sólo por sus principios y declaraciones sinotambién y muy especialmente por su determinación de rectificar lo que funciona mal para preservar el rumbo tan esforzadamente conseguido.

 

(*) Roberto Sansón Mizrahi. Economista, planificador regional y urbano, consultor, dirigió empresas, autor de Un país para todos, Crisis global: ajuste o transformación, Democracias capturadas y otros libros, Co-Editor de Opinión Sur www.opinionsur.org.ar


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