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5.12.22

“A quien debemos las libertades”. Sobre el último libro de Xavier Domènech

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Por Ernesto M. Díaz Macías (*)

Algunos aspectos generales de interés.

En octubre del mes pasado llegó a las librerías Lucha de clases, franquismo y democracia. Obreros y empresarios (1939-1979), escrito por Xavier Domènech y editado por Akal.

Un voluminoso libro que recorre cuarenta años de conflictos de clases y que pone la mayor de las atenciones en la conexión existente entre movilización social y política de las clases trabajadoras con los cambios políticos que tomaron cuerpo durante la Transición.

En sus primeras páginas, el libro es presentado como una actualización y ampliación de Clase obrera, antifranquismo y cambio político. Un libro clave para entender las causas sociales de la Transición que fue publicado en 2008 por Catarata.

El nuevo libro se inserta dentro de la misma tradición de la historia social que busca las raíces del cambio político en la politización y radicalización de las clases trabajadoras, alejándose de las interpretaciones economicistas (que intentaron buscar la explicación de la Transición en la modernización económica impulsada por el franquismo), así como de las elitistas (que impusieron el relato de la Transición como un proceso histórico impulsado y dirigido por las élites políticas). Para Domènech, la explicación del cambio político habría que situarla en la radicalización obrera que puso contra las cuerdas al régimen, obligando a las élites políticas (pero también a las patronales) a reinventarse.

Durante las 400 páginas que tiene el libro, esta hipótesis historiográfica es mantenida de forma constante. En cada capítulo, el autor es capaz de hilar cada aspecto concreto que analiza (puede ser el número de huelgas de solidaridad, la cultura obrera y su continuum con las etapas históricas anteriores, o los movimientos de las patronales en la búsqueda de mayor estabilidad política) con la interpretación social de los cambios políticos que tomaron cuerpo con una solvencia enorme.

Las principales polémicas historiográficas

A mi entender, este libro puede leerse tanto en su conjunto como por partes, pues cada capítulo desgrana aspectos particulares que podrían entenderse al margen del resto de capítulos. Y aunque de este modo se perdiera sustancia, el lector sería capaz de apreciar cada parte por separado.

Me parece que existen al menos cuatro apartados que abordan 4 debates historiográficos de relieve para nuestra historiografía: la cultura obrera y su relación con el pasado; que sujeto social impulsó la democratización; el grado de politización de las clases trabajadoras durante el periodo; y, por último, el grado de autonomía de las clases dominantes antes y durante el proceso de cambio.

Sobre la cultura obrera. Domènech insiste en varios pasajes de su trabajo sobre el concienzudo esfuerzo que hizo el franquismo para intentar establecer un tajo, una barrera temporal, en la cultura de lucha obrera proveniente de la Guerra Civil. El franquismo intentó imponer el fin de esta cultura de lucha a través de ejecuciones, arrestos, ilegalización y persecución del tejido organizativo obrero. Pero a pesar de todo ello, el autor es capaz de reconstruir cierto continuum de la cultura conflictual que se mantuvo viva entre las clases trabajadoras, a pesar de todos los esfuerzos de la dictadura. Ese fue uno de los objetivos incumplidos por parte del franquismo y que creo que el libro demuestra adecuadamente.

El segundo debate historiográfico de importancia versa sobre el sujeto que impulsó la Transición. Ésta ha constituido una de las principales disputas en la academia española. Y no es baladí, pues su contestación es la clave para resolver una de las principales incógnitas que plantea el libro: "a quien debemos las libertades"[1]. La tesis de Domènech es, en este sentido, taxativa: el fin del franquismo y el nacimiento de la democracia es un proceso histórico que se debe a la movilización y radicalización de las clases trabajadoras. El grado de actividad y consciencia política de éstas impidió la continuidad del franquismo, lo que está lejos de afirmar que dirigió el proceso. Las élites políticas y la patronal tuvieron que adaptarse y reinventarse durante la Transición a un cambio propiciado por la movilización popular.

El tercer debate guarda relación con el grado de politización de las clases obreras. Su principal rival en este terreno es Álvaro Soto Carmona, que a lo largo de varios de sus trabajos defendió que la mayor parte de la actividad de la clase trabajadora durante este periodo tuvo razones económicas y no políticas. De este modo, presentó a la clase obrera antifranquista como una clase con una conciencia economicista, fácilmente integrable en la futura democracia.

Domènech mantiene con solvencia una hipótesis alternativa. En estos pasajes del libro, nuestro autor no solamente expone sólidamente que hay datos cuantitativos que permiten afirmar que la mayor parte de la movilización obrera de la época respondía a motivos políticos[2]. Además, ubica las huelgas de solidaridad dentro de los motivos políticos y no económicos para la convocatoria de huelga. Y es que las huelgas de solidaridad entrañan ya de por sí una autopercepción de clase que no permite ubicarlas fácilmente dentro de las razones económicas en la convocatoria de huelgas. Junto a esos dos argumentos de peso, además realiza una interpretación de las fluctuaciones de la conflictividad demostrando la relevancia de la politización en la acción de los y las trabajadoras. 

El último gran debate historiográfico tiene que ver con el grado de autonomía de las clases dominantes respecto al régimen franquista. Domènech pone en cuestión la imagen construida históricamente del empresariado bajo el franquismo como "clase impotente", sometida a un régimen que vino a imponerse desde fuera al conjunto de las clases sociales.

Esta impotencia quedaría invalidada por el carácter de clase del propio franquismo que situaba al capital en el centro de sus preocupaciones. Algo que para nuestro autor no es baladí. Pero más allá de los análisis funcionalistas del régimen en relación al capital, Domènech pone de relieve también el protagonismo que tuvo la burguesía como clase independiente durante el franquismo y la Transición, poniendo de relieve el importante grado de autonomía e iniciativa de la que gozó permanentemente.

Como principal evidencia, el autor muestra que existieron varios canales a través de los cuales los empresarios se organizaron de forma autónoma y estable dentro del régimen. Además, reconstruye todos los pasos que permitió a las patronales tener un grado de influencia determinante durante la Transición, como la modificación de la ley de acción sindical para dejar la democracia fuera del mundo del trabajo.

Una interpretación social (y muy acabada) de la Transición y la democracia

Los méritos del trabajo de Doménech trascienden los debates historiográficos por separado. De hecho, el mayor impacto de este trabajo reside en haber compuesto una interpretación social de la Transición y la democracia conjugando todos los elementos parciales que hemos analizado. Una interpretación que va más allá de las interpretaciones economicistas y elitistas para localizar en la acción de las clases trabajadoras las raíces de la democratización de las instituciones.

Aunque en este sentido la obra no sea completamente original, Lucha de clases, franquismo y democracia es una de las obras más acabadas en cuanto a interpretación social del cambio político en España. El potencial en este ámbito reside precisamente en haber conjugado, en un todo, las iniciativas de obreros, de empresarios y de políticos para articular una explicación de conjunto.

El terreno en el que el libro encuentra más ausencias reside en la escasa relación mostrada entre la acción de las clases trabajadoras con sus organizaciones políticas. Si bien la atención a la acción obrera es permanente, la consideración de los esfuerzos de los militantes organizados queda en un segundo plano, a pesar de no estar totalmente ausente. Eso provoca a veces una sensación de inconexión entre la acción del movimiento obrero y las estrategias y tácticas de los militantes políticos. Pero ello no resta importancia ni valía a uno de los mejores libros de historia publicados en el presente año.

 

[1] Esta es una frase del propio autor. Lucha de clases, franquismo y democracia. Obreros y empresarios (1939-1979). Madrid, Akal, 2022, p. 40.

[2] Lo hace acudiendo tanto a datos de Molinero e Ysàs como a datos elaborados por él mismo a partir de fuentes del Ministerio de Trabajo.

 

(*) Ernesto M. Díaz Macías Historiador especializado en historia de la extrema izquierda en el siglo XX. Su obra más reciente es "Los últimos chinos. Historia del Partido del Trabajo de España (PTE) (1967-1980)" (Madrid, Dykinson, 2021).

Fuente: Sin Permiso, 21/11/2022


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