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5.12.22

INFORME. Acoso a golpe de fotopolla

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Por Érika Bejerano, Paula Ruíz (*)

Comportamientos invisibles y sutiles, como la persecución a mujeres jóvenes a través de las redes sociales, se encuentran en la base de la pirámide de la violencia machista más severa.

Entras en Instagram, tienes un mensaje y al abrirlo te encuentras una dick pic de un hombre a quien no conoces y que por supuesto no has pedido. Aquella foto que subiste a tu perfil de tus vacaciones en la playa se ha llenado de comentarios obscenos sobre tu cuerpo. El chico al que bloqueaste se ha creado una cuenta falsa y ha empezado a seguir a todas tus amigas. Un nuevo perfil falso te ha amenazado a través de Twitter y ha subido una foto tuya insultándote. Seguro que a más de una lectora le suenan este tipo de situaciones, pues son solo algunos ejemplos de casos que han vivido el 79,8% de las mujeres jóvenes en las redes sociales, según el reciente estudio "Mujeres jóvenes y acoso en redes sociales" realizado por la empresa demoscópica 40dB. para el Instituto de las Mujeres. 

Este estudio, llevado a cabo mediante entrevistas personales y 1.000 encuestas a jóvenes de entre 16 y 24 años en España, concluye que las mujeres jóvenes reciben, principalmente, dos tipos diferentes de acoso en redes sociales: ciberbullying y acoso afectivo-sexual. 

El ciberbullying se da como una continuidad del acoso recibido en su centro escolar o de su entorno, donde los acosadores (tanto hombres como mujeres) son generalmente personas conocidas y buscan la humillación de la víctima. Las prácticas más habituales en este tipo de acoso suelen ser los insultos, las amenazas, reírse de la víctima o la difusión de información, imágenes privadas o contenido falso. 

El 56,2% de las jóvenes reconoce haber recibido mensajes insistentemente, buscando quedar o intimar, incluso cuando no ha contestado o ha rechazado a la persona

Por otro lado, el acoso afectivo-sexual se produce hacia las mujeres por el mero hecho de serlo. Siempre tiene -como su propio nombre indica- carácter sexual o afectivo y es provocado por hombres cuando una mujer no muestra de forma recíproca su interés en él, ya sea mediante la omisión de los mensajes o por su rechazo explícito. Este tipo de acoso es el más generalizado entre las mujeres: el 56,2% de las jóvenes reconoce haber recibido mensajes insistentemente, buscando quedar o intimar, incluso cuando no ha contestado o ha rechazado a la persona, el 53% dice haber recibido comentarios o fotos sexualmente explícitas no solicitadas, y el 45,2% ha recibido insultos después de no contestar o rechazar a una persona.

Fuente: informe "Mujeres jóvenes y acoso en redes sociales" elaborado por 40dB.

La generalización del acoso afectivo-sexual ha provocado que las jóvenes hayan normalizado estas conductas en redes sociales, de manera que se han acostumbrado a recibir este tipo de acoso hasta el punto de quitarle importancia y percibirlo como inofensivo la mayoría de las veces. Cuando las jóvenes viven este tipo de situaciones las comparten principalmente con sus amigas, bien por contar su propia experiencia, o bien por prevenir que ellas sufran la misma situación. No lo denuncian a organismos oficiales o a las propias redes sociales, al no considerarlo suficientemente importante (así lo declara un 56,3% de aquellas que no denunciaron y que habían recibido fotos y/o comentarios sexualmente explícitos no solicitados). Tal y como declara una participante del estudio: "No se le da importancia cuando hablamos con nuestras amigas, siempre decimos: 'Ay, qué chapas', 'qué pesado tal', o te lo tomas a risa, y no sabes que puede llegar a mucho más y que puede ser peligroso".

La generalización del acoso afectivo-sexual ha provocado que las jóvenes hayan normalizado estas conductas en redes sociales

Esta normalización por parte de las mujeres cuadra con su percepción de que estos hechos no son más que la réplica virtual de lo que ya se vive en la calle día a día. Los mensajes recibidos a través de las redes son un espejo de los "piropos" al ir sola o con tus amigas (nunca acompañada de un hombre) por la calle. Las dick pic son una forma más del exhibicionismo con el que se intimida a las mujeres y los insultos ante el rechazo son los mismos en la calle o en el plano digital. En palabras de una de las entrevistadas: "Las chicas recibimos muchos más mensajes de estos. Pero es igual que cuando vas por la calle. Por desgracia esto es así, debe ser que ellos son más descarados o nosotras más tímidas. Porque vamos, yo nunca he ido con un hombre al lado y me han dicho algo."

Estas actitudes a menudo son legitimadas por los hombres con un camuflaje de ligoteo: "Sólo quería que quedásemos", "es que eres muy guapa" o "no subas esas fotos si no quieres que te hablen". Frases que no hacen más que constatar que los roles de género están muy presentes también en el plano online, donde se intenta culpabilizar a la víctima y a su comportamiento en las redes sociales. Tanto es así que dos tercios de las entrevistadas que han vivido algún tipo de acoso creen que son las mujeres las que tienen más probabilidad de sufrirlo. Sin embargo, no consideran que todas las mujeres tengan las mismas posibilidades, pues la mitad cree que el riesgo de sufrir acoso online aumenta al subir fotos consideradas como íntimas o provocativas, al tener tu cuenta abierta, o al ser un perfil conocido con bastantes seguidores.

Llegados a este punto, hay quién podría preguntarse: entonces ¿es todo acoso sexual? ¿Cómo diferenciamos acoso sexual en redes de simplemente querer ligar o conocer a alguien? ¿Dónde está la línea que los separa? Las participantes del estudio consideran que sufren acoso online en redes cuando se producen alguno de los siguientes patrones:

La situación, aunque a priori leve, se da de manera repetida. 

El acosador insiste y mantiene conductas después de una negativa.

Las conductas de acoso son catalogadas como graves: amenazas, insultos, agresiones, etc.

No, no todas las acciones que buscan ligar en redes pueden ser catalogadas como acoso afectivo-sexual. Solo lo son cuando las mujeres recibimos estos mensajes de forma reiterada sin ser deseados, ante un rechazo explícito o ante un acto tremendamente violento como puede ser una foto sexualmente explícita. El hecho de señalar las conductas que marcan una línea roja entre ligar y acosar no quiere decir que las mujeres consideremos que todo es acoso o que siempre nos sintamos acosadas, sino que trabajar en identificar esta problemática es un paso imprescindible para lograr que internet sea un espacio seguro para las mujeres. Como afirma una de las participantes: "Es acoso en el momento que le dices que no, que no quieres hablar con esa persona, que le pides que deje de mandarte mensajes y por ejemplo sigue mandándotelos o se crea otra cuenta para hacerlo, eso es acoso porque le has dicho que no y es que no".

A pesar de que las jóvenes que sufren este tipo de comportamientos saben mayoritariamente que no es culpa suya y que la responsabilidad recae exclusivamente en la persona al otro lado de la pantalla - y, en segundo plano, en las propias redes sociales- en ocasiones no pueden evitar culparse a ellas mismas. Así, un 23,5% se considera responsable por no haber estado lo suficientemente informada o preparada para evitar esta situación (por subir cierto contenido, tener las redes sociales abiertas...). Este sentimiento de culpabilidad y miedo a denunciar es muy propio de las víctimas de la violencia machista. Según se ve en el siguiente testimonio: "Yo creo que no tenía la información suficiente para saber lo que tenía que hacer. Al final teniendo 13 o 14 años no sabes, éramos nuevos en las redes sociales, éramos niños, son cosas de niños, 'no les des importancia' me decía la gente, no sabías cómo lidiar con ello."

Este viernes 25 de noviembre el calendario marca el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La violencia de género tiene su máxima expresión en el asesinato y la agresión física o sexual (tal y como nos muestra el ya conocido Iceberg de la Violencia de Género de Amnistía Internacional), sin embargo,  como sociedad no deberíamos perder de vista todos aquellos comportamientos a menudo invisibles y sutiles -como estas dinámicas en las redes sociales- que además de hacer más incómodo el día a día de las mujeres, sirven de base para violencias más graves y severas. 

 

(*) Érika Bejerano y Paula Ruíz son analistas en 40dB.


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