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7.11.22

La opresiĆ³n distributiva

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Por Roberto Sansón Mizrahi (*)

La apropiación distributiva es parte fundante del proceso de concentración de la riqueza y el poder decisional. Constituye un enorme y constante robo imposible de defender abiertamente, necesita enmascarar quienes y cómo lo realizan.  

La concentración de la riqueza es un proceso impuesto por poderosas minorías basado en la apropiación de valor por otros generados. Ese accionar es delictuoso si viola regulaciones vigentes, e ilegítimo o cuasi delictuoso cuando los apropiadores imponen normativas que transforman en legal lo ilegal.

Lo dramático es que la concentración de la riqueza no se detiene. La codicia y el egoísmo que sustentan la compulsión apropiadora desconoce límites. Imponen una dinámica que penetra en todos los territorios y estratos sociales consagrando un desgarrador proceso de opresión de los pueblos y de destrucción ambiental.

Desmontar ese proceso es un crítico desafío social y ambiental contemporáneo. Su abordaje es en esencia político con ramificaciones mediáticas y judiciales. Requiere conformar un poder que perciba al mundo de otra forma, donde la humanidad y la naturaleza sean cuidadas y respetadas. Esto es, una coalición social amplia con la fortaleza necesaria para desmontar los motores que reproducen la concentracióny liberar a democracias capturadas por quienes manipulando la opinión pública desarticulan resistencias.

La concentración de la riqueza y el consecuente poder decisional puede apreciarse desde diferentes ángulos, cada uno ayudando a mejor comprender lo que sucede. En estas líneas focalizamos sobre los mecanismos distributivos del proceso concentrador, lo que llamamos "opresión distributiva".   

Dimensiones de la opresión distributiva

La opresión distributiva está presente en todas las dimensiones de la concentración de la riqueza. Cada una de esas dimensiones puede analizare por separado para explicar diferentes modalidades de apropiación de valor, sin desconocer que todas ellas hacen parte de un mismo proceso de sometimiento social.

Una dimensión refiere a la apropiación de valor que realizan corporaciones oligopólicas que abusan de su poder de mercado.Poder que les permite comprimir salarios de los trabajadores y compensaciones a proveedores, imponer precios abusivos a consumidores y delinquir contra el Estado. Con ello obtienen enormes tasas de ganancia a expensas del resto de la sociedad.   

Otra dimensión hace a la sumisión que sufren jubilados y pensionados a través de haberes que cubren pobremente sus necesidades de subsistencia. Esta clase pasiva es altamente vulnerable a permanentes medidas de contención del gasto público, artera solución a problemas fiscales.  

Una dimensión de alto voltaje y envergadura es la de delitos impositivos (la evasión y elusión tributarias) y la fuga de lo mal habido a guaridas fiscales que practican sectores de altos ingresos. Se apropian de recursos que pertenecen a toda la sociedad descargando un mayor esfuerzo contributivo sobre quienes cumplen con la ley. Estos delitos agigantan la regresividad que prima en todas las estructuras tributarias, los que menos tienen terminan pagando relativamente más que los de mayores ingresos.

El libertinaje financiero es otra mayor dimensión de la opresión distributiva. Ocurre cuando se reducen o eliminan normativas que limitan la especulación financiera y liberan el movimiento de capitales. Esto sesga la utilización del ahorro nacional, se desvían inversiones que servían a la economía real (generadora de trabajo e ingresos genuinos) hacia actividades especulativas mucho más lucrativas porque en lugar de generar laboriosamente valor, extraen lo producido por otros.

Esta realidad distributiva contamina la forma de encarar eventuales déficits fiscales. Como quienes dominan no aceptan aportar recursos propios ni tampoco que se reduzcan partidas presupuestarias orientadas a financiar obras y subsidios para ellos, lo que queda es recortar otros rubros del gasto público, muy particularmente inversiones sociales. De este modo, el costo de resolver el déficit fiscal lo asumen los sectores medios y populares y no quienes concentran la riqueza y los ingresos. Por cierto, esta forma de encarar un déficit no es la única ni la mejor posible como se explicita en la siguiente sección, es la que responde a un sesgado y despiadado diseño de obtención y asignación de los ingresos públicos.

Hay otras dimensiones de opresión distributiva, como cuando el Estado financia por su cuenta la investigación básica y aplicada mientras que unos pocos lucran con sus resultados, o cuando grupos monopólicos imponen altas tarifas por los servicios básicos que prestan. Sin embargo, en lugar de extender este listado, escogemos avanzar algunas opciones sobre cómo encarar y superar la opresión distributiva, una forma de afirmar que dista mucho de ser inmutable.

Encarando la opresión distributiva

En esta sección consideramos opciones orientadas a desmontar algunas de las dimensiones de la opresión distributiva. Fue señalado que ellas hacen parte del mismo proceso concentrador y, por tanto, si bien tienen especificidades que vale conocer al plantear soluciones, su viabilidad está subordinada a ser parte de una acción política que coordine y apuntale cada intervención transformadora.

Respecto a corporaciones oligopólicas que abusan de su poder de mercado es posible imponer soluciones a nivel de las cadenas de valor por ellas lideradas. En ese ámbito se resuelve como se distribuyen los resultados entre los diferentes participantes. Si no existiese una intervención exógena a la correlación interna de fuerzas, las empresas líderes seguirían siendo las mayores beneficiarias a expensas del resto. Sin embargo, el Estado puede favorecer paritarias para que los trabajadores negocien salarios y condiciones laborales justas. De igual modo, tomar medidas para reducir la informalidad laboral con normativas que permitan a pequeñas empresas registrar a todos sus trabajadores.

También puede el Estado normar y mediar al interior de las cadenas de valor para favorecer una justa distribución de resultados entre proveedores y empresas líderes. Son negociaciones entre desiguales que necesitan ser balanceadas para posibilitar que el conjunto de participantes se desarrollen y capitalicen.

En casos donde las empresas líderes también abusen de consumidores de sectores medios y populares, vale promover el establecimiento de nuevas cadenas de valor conformadas con   emprendimientos familiares y asociativos de la economía popular.

Por cierto, es posible enfrentar con firmeza los delitos tributarios y el libertinaje financiero que desembocan en cuantiosos drenajes de recursos mal habidos hacia jurisdicciones que operan como guaridas fiscales laxas en impuestos y en identificar a los propietarios del capital fugado. No es un campo desconocido para quienes quieran corregir esas corrientes delictivas, se sabe quienes cometen las fechorías y los instrumentos que utilizan. Se impone cerrar esos drenajes con férreos controles y las sanciones que prevea la legislación nacional.  

El libertinaje financiero extrae valor vía tasas usureras y apropiación de activos a precio vil, con tremendas consecuencias al empobrecer a quienes despojan y producir frecuentes situaciones de inestabilidad económica con súbitas entradas y salidas de capitales. Es inadmisible otorgar patentes de corsarios a capitales que más que golondrinas actúan como aves de rapiña. Donde ven oportunidades de lucro se abalanzan a usufructuarlas a cualquier costo, dejan profundas heridas en el funcionamiento social. La especulación no puede ser premiada sino acorralada con normativas y controles que las fuercen a retraerse o desaparecer. Con sustento político esto es perfectamente posible.

Las políticas empleadas para resolver eventuales déficits fiscales permiten comprobar en toda su perversidad y ferocidad la opresión tributaria. Se señaló que las soluciones impuestas por el poder económico no tocan sus privilegios sino hacen recaer el peso del ajuste en sectores muy vulnerables incapaces de defenderse. Para los dominadores la única solución para nivelar los ingresos y el gasto público pasa por sacrificar a los demás actores. Existen mejores alternativas. La consigna es trabajar con énfasis sobre el nivel y origen de los ingresos públicos, junto con desenmascarar la conformación del gasto público sin centrarse en abatir la inversión social.

Una reflexión sobre la opresión distributiva causada por la inflación. Al descontrolarse la suba de precios muchos sufren y unos pocos lucran a más no poder. Lucra el capital financiero que fuerza subas de tasas de interés; lucran los oligopolios energéticos, alimenticios y prestadores privados de salud que tienen a su merced a pueblos desprotegidos ante extracciones de valor vía precios. La inflación se transforma en un inmisericorde mecanismo de robo de recursos, conforma una desbocada regresiva redistribución de ingresos. La solución de fondo implica domesticar la inflación hasta llevarla a modestísimos 2 o 3% anual. Mientras tanto y por todo el tiempo que se mantenga, las soluciones pasan por imponer tributos adicionales a quienes lucran desmesuradamente con la suba de precios.

El robo permanente

La apropiación distributiva es parte fundante del proceso de concentración de la riqueza y el poder decisional y existe no como un proceso natural e inmutable. Una enorme mentira que enmascara una manipulación realizada por poderosas minorías para alzarse con lo producido por enteras sociedades. Es un robo permanente que, no pudiendo defenderse abiertamente, exige para sostenerse escamotear de la comprensión pública quienes y cómo lo realizan. Así se fabrican engaños, se cooptan complicidades, se desmovilizan y reprimen resistencias.

Uno de los más penosos engaños es hacer creer que los grandes apropiadores no roban ya que no tienen necesidad de hacerlo. En verdad no tendrían necesidad de robar, pero sí lo hacen porque están sumidos en una destructiva dinámica asentada en una compulsión por acumular sin límites, "mientras se pueda".  Por ahí se abre un sendero de soluciones, que no puedan más agredir a la humanidad y al planeta. Que las naciones coaliguen para ejercer la soberanía decisional necesaria para cambiar el rumbo sistémico, la alienada forma de funcionar. Se trata de cuidar y cuidarnos, de respetar la naturaleza, la ancestral Madre Tierra. No es tarea que los delincuentes quieran realizar; ojalá bajasen su codicia y egoísmo, pero no lo hacen. Es un desafío para personas y organizaciones comprometidas con el bien común capaces de erguirse por sobre sus propios errores y mezquindades.


(*) Roberto Sansón Mizrahi. Economista, planificador regional y urbano, consultor, dirigió empresas, autor de Un país para todos, Crisis global: ajuste o transformación, Democracias capturadas y otros libros, Co-Editor de Opinión Sur www.opinionsur.org.ar


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