bitacora
ESPACIO PARA PUBLICIDAD
 
 

24.10.22

Dossier: Donald Trump y la investigación tras el asalto al capitolio

imagen

La citación de Trump en el Congreso muestra que los demócratas han dado con su espíritu combativo 

Moira Donegan

Una de las primeras cosas que les va a decir la mayoría de los expertos sobre la retransmisión el jueves pasado de la sesión del Comité sobre [los sucesos d]el 6 de enero -la primera desde agosto, y probablemente la última antes de las elecciones de mitad de mandato - es que la citación del comité enviada a Donald Trump no va a ninguna parte.

Claro está que hubo otros momentos notables en la audiencia del jueves. El Comité presentó un resumen exhaustivo de sus hallazgos, aparentemente con el objetivo de recordar a los votantes antes de las elecciones de mitad de mandato el alcance del compromiso de Donald Trump con su plan para derrocar nuestra democracia puesto al servicio de su propio ego.

Reforzó sus conclusiones, ya establecidas desde hace tiempo, con nuevas pruebas: escuchamos, por primera vez, el testimonio de múltiples fuentes que afirmaron que Trump reconoció en privado que sabía que había perdido las elecciones.

Descubrimos, por primera vez, que tanto el Servicio Secreto como el FBI tuvieron conocimiento del plan de ataque al Capitolio en mucha mayor escala y mucho antes de lo que se había reconocido hasta ahora (una revelación que pone en duda la actuación de esos organismos en esa jornada).

Vimos, por vez primera, imágenes de los líderes demócratas del Congreso, Nancy Pelosi y Chuck Schumer, escondidos de la turba en un lugar seguro fuera del recinto, mientras los saqueadores hacían estragos y defecaban en el Capitolio, y llamando al Departamento de Justicia y a los gobernadores de los estados cercanos en un intento de conseguir ayuda de algunos policías y militares para desalojar a la multitud, ayuda que no vino de la administración Trump.

Todo esto era nuevamente concreto y notable, aunque no fuera exactamente información novedosa. Pero el verdadero acontecimiento de esas sesiones fue votar en favor de una citación. El Comité filtró la noticia estratégicamente, justo antes de la retransmisión, con notificaciones de varios medios de comunicación en las pantallas de los teléfonos de todos los Estados Unidos, que recordaban a los votantes que debían sintonizarla.

El Comité concedió mucha importancia a su decisión de citar a Trump, realizó una votación nominal ante la cámara (unánimemente "sí") y recalcó a lo largo de la sesión del miércoles que fue él mismo el principal instigador y diseñador del violento y disparatado intento de anular por la fuerza las elecciones de 2020. 

Justo antes de la votación culminante, el Comité reprodujo un montaje de miembros del círculo íntimo de Trump -John Eastman, profesor de Derecho marginal que se convirtió en gurú legal de Trump en una serie de intentos fallidos de revertir su derrota electoral; Roger Stone, agente republicano y autodenominado "sucio estafador" con vínculos tanto con la administración de Trump como con las violentas milicias de extrema derecha que encabezaron la violencia en el Capitolio-, todos se acogieron a la quinta enmienda en las declaraciones ante el Comité, y se negaron a proporcionar información vital.

La idea de este montaje era justificar la citación del propio Trump. Fíjense, parecía decirle el Comité al pueblo norteamericanos, sus amigos no hablarán, así que tenemos que ir a por el pez gordo. Pero la quinta enmienda no era sólo una justificación, era también una predicción: por supuesto que Trump tampoco va a hablar.

Sobre esta realidad -que Trump probablemente no va a testificar, que formulará toda una serie de desafíos legales, de mentiras o, en el mejor de los casos, de no respuestas que arrojen poca luz sobre sus acciones ese día- es sobre la que saltan los comentaristas políticos a los que les gusta demostrar su propia seriedad señalando todas y cada una de las formas con las que los demócratas no van a lograr nunca nada. "El Comité del 6 de Enero se mueve para citar a Trump, una medida agresiva que será probablemente inútil" era el titular del New York Times, una frase que casi sugiere desprecio por el intento de embarcarse en cualquier ejercicio de investigación. Algunas personas están tan decididas a no parecer ingenuas que adoptan un cinismo fulminante, o una especie incluso de impotencia aprendida, y por desgracia, muchas de esas personas trabajan en los medios de comunicación políticos, o lo hacen para el Partido Demócrata.

Pero la votación para citar a Trump, así como la voluntad de embarcarse en las luchas legales y políticas que se van a producir, sugiere que a los demócratas del Congreso les puede quedar todavía un poco de espíritu de lucha en su seno.  Después del titubeante comienzo del gobierno de Biden, en el que dio la impresión, durante un tiempo, que la agenda de los demócratas se vería obstaculizada por la intransigencia del senador JoeManchin, el partido ha logrado una serie notable de victorias en los últimos meses, especialmente, cabe señalar, desde que la desastrosa revocación en junio pasado de Roe versus Wade por parte del Tribunal Supremo enfureció a las votantes de todo el espectro político y galvanizó el entusiasmo de las bases demócratas.

Con este viento de indignación popular como impulso, los demócratas han sido capaces de aprobar la llamada, engañosamente, Ley de Reducción de la Inflación -en realidad un proyecto de ley de infraestructuras y clima- y de concitar apoyo para la remisión de la deuda estudiantil por parte de Biden y el indulto federal masivo de los condenados por tenencia de marihuana. Pero las sesiones del Comité del 6 de enero han sido un tanto a favor que se han apuntado los demócratas, y es uno de los raros logros que la bancada demócrata de la Cámara de Representantes ha conseguido, no como ayudantes y siervos de la agenda de la administración, sino por su cuenta y riesgo.

Esta independencia y esa capacidad de asumir riesgos al ir a por Trump puede que sea signo de un Partido Demócrata en el Congreso que se está sacudiendo sus viejos hábitos de impotencia aprendida y empieza a sentirse más confiado en un panorama político que se centra menos en victorias de procedimiento -como, por ejemplo, si se sentará o no Trump a declarar ante el Comité del 6 de enero- y más en las demostraciones públicas de compromiso y confianza.

De acuerdo con un libro de reciente aparición, el comité de la Cámara de Representantes que dio el audaz paso de enviarle una citación a Donald Trump, por ejemplo, es muy diferente del grupo de quienes gestionaron el "impeachment" [proceso de destitución] de la Cámara de Representantes que tomó la tímida decisión de no convocar a los testigos en el juicio de "impeachment" por el 6 de enero bajo la presión de una Casa Blanca, la de Biden, que quería pasar página. 

Las sesiones del Comité del 6 de enero han constituido, en conjunto, un asunto mucho más audaz que el proceso de destitución, mucho más consciente de su audiencia -la opinión pública norteamericana-, mucho mejor a la hora de comunicarse con ella, y mucho más dispuesto a exponer los hechos con claridad. Puede que Trump nunca testifique. Pero convocarlo mediante una citación sigue siendo lo correcto. Mucho es lo que está en juego, y cuando se trata de Donald Trump, los demócratas parecen haberse dado cuenta por fin de que la responsabilidad es más importante que la aversión al riesgo.

Fuente: TheGuardian, 14 de octubre de 2022

 

El pez se pudre empezando por la cabeza 

Harold Meyerson

Desde su creación, el Comité de la Cámara de Representantes para Investigar el Ataque del 6 de enero en el Capitolio de los Estados Unidos no se ha limitado simplemente a los crímenes violentos de la turbamulta ese día en el Capitolio y sus alrededores. Lo que el Comité ha conseguido, de forma bastante brillante, es situar esos delitos en el contexto de un complot más general para anular el resultado de las elecciones presidenciales y mantener a Donald Trump en el poder, aunque hubiera perdido. Y para identificar al susodicho Trump como Instigador del Complot.

Gracias al testimonio de hasta un millar de testigos -entre ellos los principales asesores de Trump en la Casa Blanca, los principales funcionarios de su campaña, sus empleados principales en el Departamento de Justicia, los políticos republicanos de los estados indecisos a los que instó a falsificar las cifras, los funcionarios de las agencias policiales, los asesores externos y los aprovechados del mundo de Trump, e incluso algunos de sus hijos- el comité ha construido un caso muy convincente según el cual Trump había planeado vindicar su triunfo meses antes del día de las elecciones, y vindicó la victoria en y después del día de las elecciones, a pesar de que admitió en privado que sabía que había perdido. No sólo continuó deliberadamente su engaño hasta el 6 de enero -en realidad, sigue haciéndolo a día de hoy - sino que convocó a una turba violenta en D.C. y la soltó por el Capitolio sabiendo perfectamente que muchos de esos individuos estaban armados hasta los dientes.

La mayor parte de la sesión del jueves se desarrolló en un terreno ya cubierto anteriormente. Sin embargo, algunos detalles novedosos reforzaron el caso de la comisión. El primer detalle consistió en la revelación de que, apenas una semana después de las elecciones, Trump ordenó al Departamento de Defensa que retirase todas las fuerzas norteamericanas de Afganistán y Somalia antes del 15 de enero, para poder afirmar que había puesto fin a esas intervenciones antes de que terminara su presidencia (el mensaje complementario que estaba enviando la comisión, por supuesto, es que si crees que fue precipitada la retirada de Afganistán de Biden, tendrías que haber visto lo que ordenó Trump, algo que los funcionarios de Defensa ignoraron decididamente).

El segundo detalle se acercó más a lo que hace funcionar a Trump que cualquier cosa que la comisión hubiera revelado con anterioridad. En este caso, se trataba de un nuevo fragmento del testimonio de Cassidy Hutchinson, asistente del jefe de gabinete Mark Meadows, que hablaba de la rabia de Trump ante la negativa del Tribunal Supremo a oír su caso el 11 de diciembre, tres días antes de que los estados confirmaran sus votos electorales. En esa fecha, según testificó Cassidy, Trump, en mitad de su diatriba, pasó junto a Meadows y Cassidy y les dijo, en palabras de Hutchinson: "No quiero que la gente sepa que hemos perdido. Esto es bochornoso".

Bochornoso. La misión subyacente del actual Partido Republicano es que reconocer la derrota de Trump le abochornaría, y en lugar de abochornarle, había que derribar el orden constitucional, tal cual es. Cuando se trata de elegir entre la transferencia pacífica del poder y salvar a Donald Trump del bochorno, el otrora partido de Lincoln opta por blindar el tierno ego del Donald.

El tercer detalle consistió en oír algo más de la conversación grabada que mantuvo Trump con el secretario de Estado de Georgia, Brad Raffensperger, en la que le imploraba que "encontrara" los votos suficientes para que Trump ganara en ese estado. "Necesito 11.000 votos", afirmó Trump, "dame un respiro". Ahí está la voluntad del electorado, y ahí está la necesidad de Trump de un respiro, no sea, por Dios bendito, que vaya a sentirse abochornado.

El cuarto detalle fue la gran cantidad de correos electrónicos y otros mensajes entre los agentes del Servicio Secreto y otras agencias de seguridad, que detallaban su conocimiento previo de lo violento que sería el 6 de enero, así como que los funcionarios de la Casa Blanca estaban al tanto de estos mensajes (afortunadamente, muchos de los que traían armas planeaban usarlas sólo si Trump invocaba la Ley de Insurrección, lo cual, según creían erróneamente, les habría dado autorización legal para empezar a disparar).

El quinto detalle procedía del testimonio de un agente de seguridad presidencial que recordaba cómo el servicio de seguridad estaba "en estado de conmoción" por la insistencia de Trump, mientras aparecían los insurrectos alrededor y dentro del Capitolio, en irse él también hasta allí para liderar la turba que había enviado.

El sexto detalle consistió en una secuencia inédita de preguntas y respuestas en la que la representante Liz Cheney le preguntó a Pat Cipollone, asesor de Trump en la Casa Blanca, acerca de las numerosas personas que instaron a Trump a decirle a la turba que abandonara el Capitolio. "¿Quién había en la Casa Blanca", preguntó, "que no quisiera que esa gente abandonase el Capitolio?". Cipollone hizo una pausa y ´declaró luego: "No puedo pensar en nadie de su personal que no quisiera que se fuesen". Cheney le preguntó entonces si Trump lo había hecho, algo a lo que Cipollone, como abogado de Trump, contestó que no podía responder. 

Así que todos los que componen el personal de Trump, por no hablar de los hijos de Trump, miembros del gabinete, militares, miembros del Congreso de ambos partidos, presentadores de Fox News, etc., todos le rogaron que desconvocara a la multitud. Sólo Trump pensó que era una mala idea.

Por supuesto. Salvo que Trump no podía soportar el bochorno de perder, y como no había nadie más que pudiera llamar a la violencia que podría evitarle la humillación de perder, se aferró a sus armas...o a las de su turba. Sólo yo puedo amañar las elecciones, debió de pensar.

El Comité concluyó la audiencia de hoy votando a favor de la citación del ex presidente, lo que molestó tanto a Trump (que seguramente se negará a comparecer) como al fiscal general, Merrick Garland, que ahora debe decidir si procesa a Trump por rechazar la citación. Peor todavía, Garland debe decidir antes de que el próximo Congreso, que tiene un 69% de probabilidades de ser republicano de acuerdo con FiveThirtyEight, se reúna en enero y suprima el Comité, dejando sin efecto la citación.

Para caer en lo burdamente político (lo cual entra dentro de la descripción de mi trabajo), si Garland decide procesarlo antes de las elecciones intermedias, eso podría llevar a las urnas a más fanáticos de Trump. Por otra parte, también podría llevar a las urnas a más adversarios de Trump.

Pobre Merrick. Ojalá el estado de la democracia norteamericana no dependiera de tener él que aplicar la ley.

Fuente: The American Prospect, 13 de octubre de 2022

 

(*) Moira Donegan columnista de la edición norteamericana del diario londinense TheGuardian, es colaboradora de medios como N+1, The New Yorker, Bookforum o The Paris Review. En 2017 promovió la lista Shitty Media Men en la que se denunciaba a aquellos varones acosadores que trabajaban en medios de información y entretenimiento

(*) Harold Meyerson ha sido columnista del diario The Washington Post y editor general de la revista The American Prospect. Considerado por la revista TheAtlanticMonthly como uno de los cincuenta columnistas más influyentes de Norteamérica, Meyerson es además vicepresidente del Comité Político Nacional de los DemocraticSocialists of America.

Fuente: www.sinpermiso.info, 16-10-2022

Traducción: Lucas Antón


Atrás

 

 

 
Imprimir
Atrás

Agrandar texto

Achicar texto

linea separadora
rss RSS