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24.10.22

El plan secreto británico para mantener a los comunistas italianos alejados del poder

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Por James Oliver, Nicholas Gilby (*)

El 7 de junio de 1976, el programa estrella de la BBC, Panorama, informaba sobre las elecciones generales en Italia próximas a celebrarse. Dos semanas antes de los comicios, el Partito Comunista Italiano (PCI) -el mayor partido comunista de Europa- se encontraba "en el umbral del poder".

Al presentar la primera entrevista televisiva en el extranjero con el entonces líder del PCI, Enrico Berlinguer, David Dimbleby se situó delante de una foto de Berlinguer con el título "¿Confiaría usted en este hombre?" Subrayando las consecuencias de una victoria del PCI, Dimbleby informaba a los espectadores de la BBC de que si Italia votaba por el Partido, "la onda expansiva se extendería mucho más allá de la propia Italia".

La entrevista la había conseguido uno de los principales corresponsales de Panorama, Richard Lindley. Mientras Berlinguer se sentaba con unos cigarrillos y una bebida a mano, Lindley le interrogó sobre la actitud de su partido respecto a la represión política en la Unión Soviética, su compromiso con la OTAN y, "si volviera la Guerra Fría... ¿dónde estarían sus lealtades?"

Lindley también le presionó respecto a la solidez de la independencia declarada por el PCI respecto al partido comunista soviético, citando la referencia de un anterior líder del PCI a un "vínculo de acero" entre ambos partidos. "Nuestra independencia es, sencillamente, un hecho", declaró Berlinguer.

El encuentro causó satisfacción en Whitehall. "Nos interesó observar la cita del 'vínculo de acero' utilizada por Lindley", le escribió un funcionario del Foreign Office, Peter Joy, a un colega suyo en Roma. "Supongo que habrás tenido la oportunidad de hablar con Lindley antes de la entrevista", escribió. "Si así es, ¡bien hecho!"

El interés de Joy no era académico. Supervisaba una unidad altamente secreta del Departamento de Investigación de la Información (IRD - InformationResarchDepartment), el brazo propagandístico encubierto del Ministerio de Asuntos Exteriores durante la guerra fría. La Unidad Editorial Especial (SEU - Special Editorial Unit) del IRD era responsable de las operaciones más delicadas del departamento, y llevaba a cabo misiones de propaganda en todo el mundo contra los comunistas y otros que se consideraban una amenaza para los intereses británicos. La unidad trabajaba en estrecha colaboración con el MI6 [Servicio de Inteligencia Exterior británico].

Recientes investigaciones del Observer han revelado de qué modo el IRD     

incitó al asesinato en masa en Indonesia en la década de 1960 y dirigió una campaña secreta para desprestigiar a OgingaOdinga, el vicepresidente izquierdista de Kenia.

Y ahora, documentos recientemente desclasificados revelan que el IRD llevó a cabo una campaña junto al MI6 para "socavar la credibilidad" del partido comunista italiano e influir en las elecciones de 1976.

Según el profesor Scott Lucas, de la Universidad de Birmingham, tal parece que el IRD llegó a cruzar la línea "de que las democracias no interfieren en los procesos democráticos de otros países", e Italia era "miembro de la OTAN, miembro de la Comunidad Económica Europea y una democracia".

Los archivos desclasificados revelan que los funcionarios de la embajada en Roma informaron a Lindley, entregándole un memorando sobre el PCI no atribuible al IRD. Contenía la cita atribuida al antiguo líder del partido, Palmiro Togliatti, sobre los "lazos de acero" que, según el IRD, seguían caracterizando la relación del PCI con los soviéticos.

HeulynDunlop, funcionario del SEU desplazado a Roma para la campaña, informó de que el corresponsal tenía previsto hacerle "una serie de preguntas incómodas" a Berlinguer. 

Más tarde, Joy se alegró de que "Lindley consiguiera penetrar las defensas de Berlinguer, especialmente en el tema de la OTAN".

Según el entonces director del IRD, Ray Whitney, el documento informativo no atribuible era "una mina de información básica sobre el Partido para uso de los contactos de confianza". A los periodistas se les decía que había sido elaborado para los diplomáticos, "pero se nos permite mostrarlo a título personal a personas que puedan encontrarlo útil".

Proporcionó a Lindley una minuciosa investigación sobre el PCI, que incluía citas de fuentes dispares que podían ser utilizadas contra Berlinguer. Los documentos sugieren que Lindley no conocía a los propagandistas y no sabía quién estaba detrás de las informaciones. El mismo informe fue entregado a los corresponsales extranjeros que trabajan para el Financial Times y el Washington Post.

Al igual que muchos observadores temen ahora que el nuevo gobierno derechista italiano se ablande con la Rusia de Putin y altere a la UE, a mediados de los años 70 los funcionarios británicos temían un resultado similar si el PCI se unía a una coalición.

En las elecciones locales de 1975, el PCI obtuvo el 33% de los votos, justo por detrás de los democristianos que estaban en el gobierno, ganándose  apoyos al atacar la corrupción, distanciarse de Moscú y comprometerse con la democracia, la libertad y la empresa privada. Berlinguer prometió un acuerdo con la OTAN y la CEE.

El Ministerio de Asuntos Exteriores se encontraba dividido sobre hasta qué punto era esto genuino. Algunos creían que el liderazgo de Berlinguer ofrecía la posibilidad de un "brillante galardón" -desligar a un partido comunista de Europa occidental de Moscú-, pero otros consideraban al PCI un lobo con piel de cordero.

De hecho, un desertor del KGB, Vasili Mitrojin, contaría más tarde a la inteligencia británica que, si bien Moscú siguió financiando al PCI, los soviéticos estaban consternados por Berlinguer y, al igual que el IRD, intentaron desacreditarlo.

Pero se impusieron los adalides de la Guerra Fría. 

Alarmados por el deslizamiento de Italia hacia la izquierda, en noviembre de 1975 los funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores pidieron al IRD que tomara como blanco a Berlinguer y su partido y pusiera de manifiesto la contradicción entre la nueva imagen democrática del PCI y su compromiso oficial con el marxismo-leninismo.

"No queremos de ninguna manera que los partidos comunistas de Europa occidental lleguen al poder", señaló un alto diplomático británico. Hay que "seguir oponiéndose a ellos por todos los medios posibles". El embajador británico en Roma afirmó que sería "catastrófico" que el PCI entrara en el gobierno.

En abril de 1976, el nuevo primer ministro laborista británico, JimCallaghan, nombró a Anthony Crosland para sustituirle como secretario de Asuntos Exteriores. Los archivos desclasificados muestran que el principal mandarín del Ministerio de Asuntos Exteriores, Sir Michael Palliser, le dijo al secretario de Exteriores entrante que "no era demasiado tarde" para "impedir la llegada de los comunistas al poder en Italia" y prometió hacerle varias propuestas. El Ministerio de Asuntos Exteriores tenía buenas razones para esperar la bendición de Crosland. Socialdemócrata entregado, se oponía al comunismo soviético y había escrito de modo crítico sobre el eurocomunismo.

Cuatro días después de que se anunciara la fecha de las elecciones italianas, los funcionarios expusieron sus "opciones de actuación" en un documento enviado a Crosland. En él se advertía de que la participación del PCI en el gobierno era "una perspectiva muy peligrosa" y que si el Partido lograba "una participación mayoritaria...que condujera a un poder completo, la situación probablemente tendría que ser considerada como irrecuperable por parte de los aliados de la OTAN y los socios comunitarios".

Se rechazó un "golpe quirúrgico limpio" por considerarlo "poco realista", aunque "en las circunstancias adecuadas", reflexionaban los funcionarios, podrían animar al gobierno italiano a reprimir al PCI, y sugirieron que "podría valer la pena" organizar pretextos para ello. Pero los funcionarios aconsejaron que podrían "orquestar una campaña" contra Berlinguer y el PCI, recomendando "una mayor acción en el campo de la propaganda, tanto abierta como encubierta, para socavar la credibilidad del PCI".

Mientras los funcionarios esperaban la aprobación de Crosland, los documentos revelan que el IRD ya estaba iniciando operaciones encubiertas. Dunlop, del SEU, fue destinado a la embajada en Roma para descubrir formas de "influir en la opinión italiana" para apoyar "un término medio en el período previo a las elecciones".

Empezaron a discutirse las posibles tácticas. Un funcionario del IRD sugirió que "podían hacer correr el rumor" de que el Alto Adigio, una región del norte transferida a Italia tras la Primera Guerra Mundial, planeaba declarar la independencia o volver a unirse a Austria si ganaba el PCI. 

El IRD quería que la BBC emitiera comentarios occidentales sobre los "acontecimientos políticos italianos" a los oyentes de su servicio italiano e informó de que "parecen muy dispuestos a cooperar".

Pero en Roma, los diplomáticos de la embajada temían que "la aparición directa de material" revelara "la mano del Gobierno de Su Majestad", según escribió Dunlop. Estas sensibilidades garantizaban la participación del MI6 en las operaciones del IRD, que se planificaban en colaboración con los espías británicos. Un memorando secreto revela de qué modo se proponían colaborar el IRD y el MI6. Joy pedía a los espías británicos que proporcionaran información secreta sobre los líderes del PCI, sus relaciones con Moscú y la financiación soviética, así como qué medios de comunicación eran los más utilizados por los votantes indecisos.

Otros documentos muestran que un antiguo agente a las órdenes del jefe de la estación suiza del MI6, Terry O'Bryan-Tear, reclutó a Franco Masoni, un político derechista suizo, para imprimir material anticomunista en la GazzettaTicinese. Masoni se ofreció a hacer circular 60.000 ejemplares a través de la frontera suiza, proporcionando al IRD un medio de comunicación encubierto en Italia. El "agente" de O'Bryan-Tear también aceptó imprimir un folleto que mostraba de qué manera habían explotado los comunistas el proceso democrático en Checoslovaquia para tomar el poder en 1948.

La operación británica no podía ser más delicada. Unos meses antes, la prensa estadounidense había revelado la financiación de los partidos políticos italianos por parte de la CIA. David Lipsey, entonces asesor político de Crosland, advirtió de que Gran Bretaña "difícilmente podría esperar que el [Partido Comunista] jugara de acuerdo con reglas democráticas si recurriéramos a trucos sucios". "Si damos a los comunistas suficiente cuerda, pueden demostrar su inocencia; o pueden ahorcarse". Una "operación de linchamiento" amenazaba con dañar "nuestra credibilidad democrática... no la suya", escribió.

"Esto era potencialmente incendiario en el caso del Partido Laborista británico", afirmó David, ahora Lord, Lipsey, al Observer. "Aquí estaba este partido, presentando sus credenciales de partido socialista democrático que se oponíanía a un gobierno italiano de derechas". Ir en su contra "sería como apoyar a los Estados Unidos en Vietnam. No creo que nos hubiera importado de haber pensado que [el PCI] era sólo una herramienta de Moscú en Italia".

Poco más de un mes antes de las elecciones, en una reunión para discutir las "opciones de actuación" del Foreign Office en Italia, Palliser y sus colegas de alto nivel no habían logrado todavía convencer a Crosland de que aceptara sus recomendaciones, y no se tomó ninguna decisión en un sentido u otro.

Lipsey aconsejó al jefe del IRD, Whitney, que no difundiera el documento del departamento sobre el PCI más allá del servicio diplomático. Al día siguiente, Crosland se reunió con sus colegas ministeriales y acordó que Gran Bretaña no debía hacer "ninguna declaración pública ni advertencia privada que afectara al resultado de las elecciones". No obstante, las operaciones del IRD en Italia siguieron adelante, sorteando aparentemente la presunta reticencia de Crosland. Un acta interna del IRD fechada el 3 de junio de 1976 revela que en una reunión celebrada por Richard Sykes, entonces subsecretario adjunto para Europa en el Ministerio de Asuntos Exteriores, se acordó que "la continuación de la actividad informativa no atribuible" no requería "sanción ministerial".

Lipsey declaró: "Nadie podría pensar que eso no debería haberse puesto en conocimiento [de Crosland]". El IRD "debería trabajar siguiendo las instrucciones del secretario de Asuntos Exteriores de turno". Está convencido de que Crosland no dio "el visto bueno a una campaña de este tipo".

David, ahora Lord, Owen, que sucedió a Crosland como secretario de Asuntos Exteriores en 1977, declaró al Observer: "No hace falta decir que los políticos democráticos no deberían interferir clandestinamente en otras democracias que celebran elecciones".

El documento del IRD sobre el PCI se distribuyó a los "contactos interesados" a "discreción" de cada embajada. La embajada de Roma emitió un boletín con los comentarios de la prensa británica sobre las elecciones, que iban en contra del PCI.

Desde Roma, Dunlop envió a Joy sugerencias de artículos, entre ellos una comparación del auge del PCI con el ascenso de Benito Mussolini. Joy envió a los contactos de prensa encubiertos artículos anticomunistas escritos por el IRD, en los que se destacaba la falta de sinceridad de Berlinguer y los comunistas, y otros temas anticomunistas.

Tras un artículo del ex ministro laborista Lord Chalfont en el Times sobre la amenaza comunista a la democracia y la manera en que su victoria llevaría a la expulsión de Italia de la OTAN, Dunlop solicitó otro artículo para refutar "los argumentos aducidos por el PCI". En una entrevista realizada dos días después, Lord Chalfont rebatió los argumentos del PCI utilizando las líneas proporcionadas por Joy.

Dunlop informó de que el documento del IRD sobre el PCI se había pasado "al partido demócrata-cristiano, que tiene intención de distribuir parte del mismo a los candidatos antes de las elecciones".

Una semana antes de las elecciones, se distribuyeron dos folletos falsos pretendidamente emitidos por la agencia de noticias soviética Novosti. 

Dunlop informó de que parecían ser "una prueba del intento de manipulación soviética de las elecciones" y "probablemente contribuyeron en cierta medida a reforzar el voto a favor de los democristianos". Aunque el origen de las falsificaciones no está claro, el IRD había producido anteriormente al menos once falsificaciones de Novosti. Joy dijo que fueron "claramente muy exitosas y proporcionan importantes lecciones para el futuro".

El día de las elecciones se produjo un giro hacia la izquierda, pero los democristianos siguieron sieno el partido más votado. Dunlop, en su informe posterior, reconoció como novedad clave "una campaña en gran medida espontánea y eficaz" por parte de la prensa italiana, alertando a los italianos "de los peligros de votar al PCI para que llegara al poder". Las operaciones del IRD contra el PCI fueron, escribió, "de última hora" y "sólo pudieron tener un impacto limitado".

Joy afirmó que las elecciones "nos han dado un pequeño respiro para preparar la segunda vuelta en Italia". Pero la operación secreta fue el último gran "trabajo en negro" montado por el IRD y su SEU: al año siguiente, el nuevo ministro de Asuntos Exteriores, David Owen, clausuró el IRD.

 

(*) James Oliver, periodista de investigación del dominical londinense "TheObserver".

(*) Nicholas Gilby, periodista de investigación del dominical londinense "TheObserver".

Fuente: TheObserver, 2 de octubre de 2022

Traducción: Lucas Antón


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