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10.10.22

Las barbas en remojo

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Por Esteban Valenti (*)

La noche del domingo 2 de octubre, la izquierda y los progresistas de todo el mundo sufrimos un susto memorable: la evolución del escrutinio de las elecciones en Brasil. Comenzamos con Bolsonaro al frente y recién a dos tercios del recuento, pasó a ganar Lula hasta obtener el 48,43% (57.257.437 votos)  mientras que su temido contrincante de ultraderecha Bolsonaro, alcanzó el 43.20% (51.071.106 votos).

Para la segunda vuelta que será el 30 de octubre, y que nos hará sufrir una extrema tensión, la diferencia del 5,23 % no era precisamente lo que se esperaba y lo que vaticinaron, sin excepciones, todas las encuestadoras, que en general en Brasil son altamente profesionales. Todas daban una diferencia en el entorno del 14% a favor de Lula. De todas maneras es la primera vez en la historias que el candidato desafiante gana en la primera vuelta y con más del 5%. También eso hay que considerarlo.

Ha pasado una semana y los análisis y las opiniones son un torrente interminable. Voy a tratar de aportar una mirada desde nuestro Uruguay y nuestra disputa con la derecha local (muy diferente a Bolsonaro).

Lula votó dentro de las previsiones, con 1.58% más de votos hubiera ganado en primera vuelta. En América Latina y en general en el mundo, nos hemos acostumbrado a todo y al contrario de todo, pero que más de 57 millones de brasileros hayan votado por un candidato del PT, claramente de izquierda, es un acontecimiento nuevamente histórico que hay que valorar en toda su profundidad.

También nos hemos acostumbrado que un candidato con posiciones claramente de ultraderecha y filo fascistas, con fracasos estrepitosos en el manejo de la pandemia y resultados sociales deplorables de sus políticas, obtenga más de 51 millones de votos y más del 43% de los votos. Brasil no escapó a una tendencia general que no solo se expresa en Europa, sino en EE.UU. en Asia (Filipinas) y en nuestro continente, aunque no es forma homogénea.

La calidad y el posicionamiento de izquierda de Lula, más allá de las alianzas, no son solo sus definiciones, su trayectoria, sino la campaña nacional e internacional de sus adversarios las que lo pusieron en una clara definición de izquierda. Aunque su campaña haya sido correctamente centrada en recuperar y defender la democracia para Brasil.

Bolsonaro sin duda dio una sorpresa votando entre 8% y el 9% más de lo esperado y vaticinado por las encuestadoras.

¿Por qué se equivocaron tan feo todas las encuestadoras?  Porque no consideraron los altos porcentajes de gente que no contestaba a sus preguntas, lo que ya presagiaba un voto silencioso. Ese voto silencioso, no fue a favor de Bolsonaro sino en contra de Lula, y ese fue el eje de la campaña de la ultraderecha y su candidato.

Mucha gente en todo Brasil, no quería que Lula y el PT volvieran al gobierno, y no quiso en su momento previo, a las elecciones declararlo sobre todo en los estados del sur y suroeste, pero en menor porcentaje en todo el territorio, se polarizó al máximo y frente a las urnas electrónicas, esos "votos silenciosos" votaron por Bolsonaro. Esa fue la gran sorpresa.

Lula no defraudó las expectativas, obtuvo más del 48% y estuvo muy cerca de ganar en primera vuelta, pero el que sorprendió fue Bolsonaro, sumando los votos propios y los votos contra Lula, entre los dos aplastaron a todos los demás candidatos, sumando el 91.63% del total de los votos a los candidatos.

Las heridas dejadas por la corrupción en los gobiernos del PT, que no fue solo el Lava Jato, siguen abiertas y hay que entender y aprender que en el pueblo la pérdida de la virginidad con la corrupción tiene impactos muy duros y serios y que perduran.

Ciro Gomes, ex ministro de Integración Nacional en gobierno de Lula, que apenas superó el 3% de los votos, hizo buena parte de su campaña diferenciándose y atacando al PT y a Lula. La campaña anti PT de Ciro Gómez ayudó al viraje hacia la derecha, y el 4% al 5% que perdió Gomes de las encuestas y que lo precipitaron al cuarto lugar con apenas 3% de los votos, se fueron hacia Bolsonaro.

A nivel parlamentario, el resultado en la Cámara de Diputados y en los estados fue muy razonable y equilibrado, para un país que está dividido en dos; se eligieron algunos personajes aterradores, pero en general está equilibrado; la extrema derecha e izquierda creció (ligeramente) con una reducción en el centro. En el Senado, la derecha creció, pero poco. En resumen, si gana Lula podrá gobernar obviamente con capacidad de negociar.

Es cierto y notorio que hubo una extrema polarización entre Lula y Bolsonaro, pero hay algo más profundo que esa sola polarización. En realidad 57 millones votaron a Lula, a pesar de Lula y 51 millones votaron a Bolsonaro, a pesar de Bolsonaro.

Lo que se  está disputando en Brasil, en realidad, son valores es una visión de la sociedad. La mayoría de los que tienen proyectos individuales, votaron a Bolsonaro, la mayoría de los que tienen proyectos colectivos votaron a Lula.

Lo que se vio el domingo 2 de octubre es que una sociedad que tenía un alto porcentaje de trabajos formales precarios y ahora empresas individuales, que reaccionaron en defensa de sus proyectos personales. Y son millones.

Lula ya recogió -con entusiasmos diferentes- para la segunda vuelta, los apoyo de Simone Tebes (MDB), Ciro Gomes del PDT, Soraya Trhonicke de UNI Brasil y de Fernando Enrique Cardozo, expresidente de la República. Son diversos los datos que dan a Lula como favorito para la segunda vuelta, pero no se puede descartar que Bolsonaro puede revertir. Hay que ser realistas al máximo, sobre todo para ganar.

Otro dato político muy importante es que el sistema de votación con máquinas electrónicas funcionó maravillosamente bien, a las 10 de la noche ya tenían los resultados de 117 millones de votantes.

¿La situación brasilera es similar a la uruguaya? Obviamente tiene grandes diferencias, pero hay muchas lecciones para aprender.

Hay un sector de la población uruguaya que no está convencida que el Frente Amplio debe gobernar nuevamente y eso se expresa en las encuestas. Ese techo del 40% que es muy superior a la intención de voto que tenía el FA hace 5 años en el 2017, no debe engañar a nadie, la batalla sigue siendo central por ese 9-10% necesario en primera vuelta para ganar el balotaje, sin hacerse ilusiones previas de ganar en primera vuelta y para ello hace falta mostrar un cambio profundo y bien pensado y creíble de la izquierda, porque es auténtico, sobre los temas de la corrupción, el clientelismo y el apego enfermizo al poder por encima de todo.

Falta mucho para las elecciones, pero el ciclo que en Uruguay comienza el último domingo de junio del 2024, es decir que falta menos de dos años, debe considerarse estratégicamente y sobre bases claramente políticas desde ahora, para desalojar del poder a la derecha y al centro derecha.

En el referéndum contra los 135 artículos de la LUC, el SI obtuvo 1.073.000 votos, casi el 49%, pero en análisis que se hicieron posteriormente, se confirmó que hay un 20-22% de esos votantes que no tienen decidido por quien votar y en las repreguntas, dejan claro que eso incluye al propio Frente Amplio. Un fenómeno similar pero más reducido en porcentaje, se da en los votantes por el NO, que no tienen definido su voto por ninguno de los partidos de la Coalición.

Confiar que los errores, o mejor dicho la suma de los resultados sociales y económicos de este gobierno (que no son errores, es la esencia de su modelo) y la cantidad de errores, que suma a un ritmo preocupante por su profundidad institucional, logrará por si sola la victoria de una fuerza de alternativa, es una grave equivocación que puede pagarse muy caro.

Uno de los factores que debemos considerar, sobre todo porque la derecha y sus aliados lo utilizan en forma constante, es que la izquierda perdió la virginidad, gobernó, con sus resultados, sus avances y sus cambios, pero también con sus errores y sus heridas. Y golpear en esas heridas es una de las constantes de nuestros adversarios, como si se tratara de un concurso de errores.

Por ello ante cada episodio hay que saber responder en el marco de la firmeza necesaria y del compromiso institucional y democrático.

Cada tema importante debe tener un discurso, un conjunto de ideas de apoyo y de salida, serias, responsables, realmente de alternativa y no solo denuncias. Será fundamental ofrecer un proyecto nacional renovado, que le devuelva al país no solo un ritmo de crecimiento sostenible y una distribución más justa de la riqueza, un camino real de desarrollo en esta nueva región y en este mundo en cambio permanente. Hay que trabajar desde ahora.

Otro aspecto que aparentemente es técnico, pero como lo comprobamos en la campaña por el SI y los sufrieron los brasileros, es la importancia de las redes sociales. La comparación de la presencia de ambos candidatos en las redes, muestra una superioridad de Bolsonaro de más de 3 a 1 sobre la presencia de Lula, considerando todas las redes.

A eso se agrega un factor complementario relacionado con la combinación de las redes y la difusión persona a persona, las noticias falsas, las fakesnews (1) que fueron uno de los ejes de la campaña de Bolsonaro y de diversas instituciones que lo apoyaban, incluso en muchos casos en campañas anónimas. Fueron una verdadera catarata de la campaña de la derecha y no funcionan ni funcionaron espontáneamente. En el caso de las campañas de Donald Trump fueron el punto de fuerza central de sus mensajes.

No se trata de nada espontáneo, sino de la máxima planificación política y técnica y en el uso del tiempo como un factor central. Todo combinado con el discurso del propio candidato y de actores políticos relacionado y coordinado con la campaña publicitaria y en particular en las redes.

Es una experiencia que hay que estudiar muy bien, sobre todo actuar bien y a tiempo y considerando la experiencia de la campaña del 2019 del FA, donde la presencia en las redes fue pésima.

Las barbas en remojo implican una actitud de sensibilidad política, de correcta selección de las prioridades, de elección de los voceros y naturalmente del candidato, clave para triunfar y de articulación del conjunto de la presencia en el territorio con el papel activo del pueblo progresista. Y también de interpretación correcta de las encuestas.

Ahora nos tocará seguir y aprender durante casi un mes de campaña por el balotaje en Brasil y de escuchar muy bien el temblor de las nuevas tendencias ciudadanas y culturales.

(1)    Las fakenews, noticias falsas o noticias falseadas?? son un tipo de bulo que consiste en un contenido seudoperiodístico difundido a través de portales de noticias, prensa escrita, radio, televisión y redes sociales y cuyo objetivo es la desinformación.


(*) Esteban Valenti. Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.bitacora.com.uy) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es), de Other News (www.other-news.info/noticias). Integrante desde 2005 de La Tertulia de los jueves, En Perspectiva (www.enperspectiva.net). Uruguay


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