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19.9.22

La maldad y las promesas incumplidas

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Por Esteban Valenti (*)

En las apariciones en la prensa de diversos dirigentes de la oposición, en los memes en las redes. Muestran últimamente una constante en sus discursos: el actual gobierno multicolor no está cumpliendo ninguna de las promesas principales de su campaña electoral, tanto en la primera como en la segunda vuelta.

La cantidad de recortes presupuestales, por la inseguridad, en la vivienda popular, en los recursos para la educación y la salud y en muchos otros aspectos las cifras son muy elocuentes.

¿Pero qué agregaríamos al debate, a la circulación de las ideas si le sumamos nuevos rubros a esta lista de problemas que se mantienen o se han agravado en relación al gobierno anterior? Nada,

De un lado. seguirá la lista, se agrandará y del otro, del oficialismo, se argumentará que hubo una dura pandemia y que apenas estábamos saliendo de una guerra que impactó en muchos rubros y países. ¿Y? Falta una pregunta fundamental. Ah, y que crecen las exportaciones...

¿Por qué el gobierno no logra cumplir, ni aproximarse a las promesas de contenido popular que formuló en su campaña y en sus discursos, incluso asumiendo la pandemia y otras desgracias?

En realidad, si se quiere lograr un cambio en serio en los resultados sociales y económicos, hay que responder esa pregunta, sobre las causas del fracaso ya evidente de nuestros dos años y medio muy malos de nuestras vidas.

¿Es por maldad, por angurrientos, por errores de cálculo, por incapacidad de sus principales cuadros?

Puede haber diversos elementos, pero la causa principal que aumenta exponencialmente otros factores, como por ejemplo la falta de preparación, es sin duda el modelo de la política económica, que inexorablemente lleva a este impacto social de la pérdida de capacidad de compra de salarios y jubilaciones; caída del consumo y de la calidad de vida de la gente y en paralelo el debilitamiento de las empresas del Estado, hasta llegar al extremo de comprometer por 60 años la soberanía en nuestro principal puerto marítimo: Montevideo.

También es cierto que se notan con mayor evidencia, a medida que avanzan los tiempos políticos y se aproximan los electorales, las diferencias entre los diversos socios de la coalición.

El corazón de esa política económica y social está en el control religioso del gasto público, es decir en reducir por esa vía el papel del Estado, con todas sus consecuencias. ¿Es una política nueva o novedosa? En absoluto, fue el mismo modelo promovido por el FMI a nivel mundial para contener la gran crisis del 2008 y que fracasó estrepitosamente.

Ahora está fracasando en Uruguay, es la continuidad en un nuevo tiempo de la política tradicional de la decadencia y el empantanamiento del país, desde antes de la dictadura, durante la dictadura aplicada a hierro y represión y con variantes a partir de la recuperación democrática, durante 20 años. Obviamente hay un contexto regional e internacional diverso, pero la base tradicional del debilitamiento del Estado, incluso en sus funciones básicas, y el ojo desorbitado mirando las cuentas públicas y los supuestos equilibrios macro económicos, la acumulación de la riqueza en redudidas manos sigue allí y no es por maldad, es por convicción ideológica y con sus resultados inevitables.

Si las consecuencias no son catastróficas, es porque es duro de desmontar el andamiaje institucional y legal dejado por la historia y por los anteriores gobiernos. Pero el gobierno trabaja con tenacidad.

No es maldad, no son malas intenciones, su sueño sería que efectivamente la acumulación de ganancias y un estado raquítico permitiera derramar bienestar a toda la sociedad. Pero ya están creciditos como para saber que no sucedió en Uruguay, no sucede en el mundo y no sucederá ahora. Eso si, en el 2024 van a abrir el monedero a mansalva y toda su prédica se rendirá a las exigencias electorales. Anoten y recuerden.

Todas las doctrinas económicas, los modelos, tienen sus agujeros, siempre políticos, y en este caso son ahorrativos y austeros, hasta que llegan a las intendencias blancas que asumen personal a troche y moche de manera totalmente desproporcionada. También como confesión de que no son capaces de construir una política de auténtica descentralización del desarrollo y del empleo para todo el país. En el clientelismo se les termina la "Austerity", es un modelo con un gran agujero.            

Con este modelo comprometerán todavía más el futuro, porque además de ser una inyección demagógica y a corto plazo, dejarán profundas heridas económicas para el futuro gobierno.

Parte de esa política, es la extrema pobreza de los proyectos, de los planes estratégicos que realmente impacten sobre un cambio de los ritmos de crecimiento del país, por lo tanto de desarrollo y la nebulosa en la elección de los sectores estratégicos. Todo se lo dejan al mercado. La desproporción entre las palabras, los relatos, los discursos y las realidades.

Si el impacto de esa repetida política, que a nivel mundial se llamó "Austerity", no fue mayor, aunque fue muy evidente, es porque hay un huracán de los precios de los comodities a nivel mundial, eso impulsó que la grieta social en el Uruguay se profundizará en solo dos años y medio.

No se trata solo de los pobres y los ricos, de cada lado de la grieta se van sumando además de la pobreza, en especial infantil y juvenil, obviamente la indigencia - visible en todas las calles -, las micro y pequeñas empresas e incluso sectores medios que también han visto reducir sus ingresos.

Y hay un termómetro que comienza a explotar: el endeudamiento personal, familiar, de pequeñas y medianas empresas, en el sistema financiero legal y en el otro, y con un  millón de registros en el Clearing de morosos y 660 mil de ellos catalogados como incobrables por el Banco Central. ¿Cuánto aguantarán esas situaciones? Cabe recordar que los cheques diferidos no figuran en ningún registro económico nacional. ¿A cuanto ascienden, cuanto aguantan?

De otro lado la acumulación se hace evidente, el aumento de depósitos en cuentas corrientes que tenían originalmente más de 250 mil dólares en bancos uruguayos y el envío al exterior de más de 3.000 millones de dólares, además del aumento notorio de pautas de consumos lujosos como nunca, muestran que para algunos estos serán los mejores cinco años de sus vidas, pero a costa de la mayoría de los uruguayos. Cifras y no relatos.

La izquierda ha mejorado substancialmente en la descripción de la situación económica y su impacto social en los últimos meses, pero tiene un sándwich que debe resolver con urgencia y con gran rigor. Ya gobernó durante 15 años. Sabe y debería saber mucho más y demostrarlo.

Por un lado desmenuzar y entrarle a fondo al análisis de la política económica, observada desde todos los ángulos: ingresos fijos, gastos del Estado; empresas del Estado, inversiones, pequeñas, medianas y empresas nacionales, y por otro lado la reforma de la seguridad social, debe ser considerara en este cuadro general, así como la mayor entrega de la soberanía nacional, la del puerto de Montevideo por 60 años (incluyendo el Reglamento de Atraque y otras prebendas) a la empresa Katoen Natie. 

En cuanto a la reforma educativa, hay mucho humo, mucho método, pero muy poco contenido, pero será difícil que así como sucedió en la salud, en una materia mucho más sensible y con contenidos ideales y culturales, la exclusión de los docentes, los padres y los alumnos en el caso de secundaria, sea solo un tema metodológico. Además reforma con reducción presupuestal, define cuáles son sus prioridades: y la plata y el equilibrio fiscal está 'por encima de todo.

El segundo aspecto que la izquierda debe considerar es que no alcanza con acumular una lista interminable de frustraciones y de incumplimientos, todos postergados para la envión electoral y superficial del gobierno del 2024, hace falta elaborar con rigor, con sentido crítico y con protagonismo de los diferentes actores sociales, la alternativa, los proyectos, las principales líneas de acción para el país. Todos juntos los problemas, afrontados por igual, son un fracaso seguro, hace falta definir las prioridades, no solo enunciadas sino con contenidos y con vías de avance.

Hablar del 2030 puede parecer una mirada realmente estratégica, pero los cambios que ya se están operando en el mundo, en la economía, el comercio, el trabajo, las tecnologías, el medio ambiente, la salud,  la educación y la cultura en general y la estructura de las sociedades son tan rápidos y muchas veces dramáticos, que tener una mirada estratégica, implica necesariamente considerar los cambios urgentes, las etapas posteriores y poder imaginar el futuro a medio plazo. ¿Estamos trabajando en esa dirección, con todas las fuerzas políticas, intelectuales, científicas, culturales disponibles en el país?

Ya no hacen falta solo ni principalmente políticas de Estado, hacen falta de forma imprescindible políticas nacionales, que conciten el interés y el apoyo del arco más amplio de fuerzas políticas, institucionales (de todo el país) y los sectores sociales. No para ganar las elecciones, sino para gobernar con éxitos y resultados evidentes.

Lo que ha quedado demostrado es que las viejas políticas económicas fracasadas, vuelven a fracasar, que la flotación a la espera de tiempos mejores y administrando lo conquistado y construido en gobiernos anteriores, tampoco sirve. Se necesita audacia e inteligencia de izquierda y progresista, con una gran y amplia visión nacional para escuchar e incorporar experiencias y sensibilidades muy amplias.

 

(*) Esteban Valenti. Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.bitacora.com.uy) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es), de Other News (www.other-news.info/noticias). Integrante desde 2005 de La Tertulia de los jueves, En Perspectiva (www.enperspectiva.net). Uruguay


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