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22.8.22

"La mayor carga que pesa hoy sobre el socialismo se llama Rusia..." (II)

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Por Jörn Schütrumpf (*)

Jörn Schütrumpf es un historiador, escritor y editor alemán. Ha sido el editor de la prestigiosa editorial alemana Karl Dietz durante más de una década. En la Fundación Rosa Luxemburg ha sido el responsable del Centro de Investigación sobre la obra de Rosa Luxemburg.

Sin embargo, Levi tenía claro que Lenin no había dirigido una revolución obrera:

"Las buenas convicciones, por sí solas, no hacen buena literatura. Esta literatura "revolucionaria" rusa se ve perjudicada inicialmente por Lenin. Lenin era todo menos un investigador genial. Si lo que la genialidad, en un sentido especial de la palabra -una concepción organizativa visionaria y una fuerza de voluntad que trascendía lo intelectual-, era inherente a él, se encontraba en un terreno diferente al del investigador. Fue, en un grado inusual, el estímulo del campesino ruso; de ahí su poder visionario para escuchar siempre lo que se agitaba en los estratos más bajos. Su sensibilidad por las masas rayaba la profecía; incluso en el exilio esta conexión permaneció con él [...]. Su producción literaria se adaptó a ello. Hablaba y escribía con los torpes argumentos asequibles al sencillo cerebro campesino; hablaba y escribía completamente sin premisas, como si estuviera dirigido a ganarse a los analfabetos. Esto hacía que su discurso y sus escritos fueran inofensivos, casi aburridos; solo en contadas ocasiones el fuego interior lo elevaba más allá de estos. Sus alumnos no tienen ni el fuego ni la tremenda voluntad de todo lo que había detrás con Lenin; solo ha quedado el aburrimiento." ( 2016 [1927e]: 1150s.)

En julio de 1924, unos meses después de la muerte de Lenin, la Internacional Comunista celebró su V Congreso. Una ocasión para que Levi subrayara el contraste entre el fallecido y sus sucesores:

"También se permitía pensar en Moscú, pero solo en la medida en que no se superara el nivel cognitivo de Zinoviev. Todo aquel que se sentó y habló en el Kremlin tuvo que decirse que, como consecuencia de la santidad del bautismo comunista, sus palabras tenían que estar de acuerdo, si no con los hechos, al menos con la letra del último artículo de Zinoviev. [...]

El Congreso comenzó con un desfile de todos los delegados frente al mausoleo donde descansa Lenin. [...] El principio que ayudó a Lenin para la victoria fue el dogmatismo del antidogmatismo. En su cabeza se reflejaba la totalidad del ser; no era un monje en una celda, sino un hombre vivo que veía la complejidad de las cosas, pero no se arredraba ante ellas, sino que trataba de dominarlas dentro del marco de la ley de la posibilidad. Fue un gran revolucionario. [...] Pero, ¿cuál era el propósito de la procesión ante la tumba de Lenin? Era para intimidar a los vivos. Se debía recorrer caminando el sepulcro para después encender incienso para los epígonos. El sepulcro debía enseñar "disciplina en sí". Los epígonos se creen los herederos en espíritu. Pero quien les lea, quien les escuche, podría quejarse de blasfemia; porque semejante baile de las banalidades más triviales, semejante atrincheramiento ante los hechos, semejante  autocomplacencia desmedida, semejante estupidez de principios proclamada con entusiasmo, hubiera sido algo imposible con Lenin." (2016 [1924c]: 566)[21]

Sobre el gobierno en Rusia tras la muerte de Lenin, Levi estaba al corriente:

"Allí donde los asuntos no querían avanzar, llegaban los decretos desde arriba. De los comisarios del pueblo, que cambiaban según la última actualización del momento en que se encontraran las teorías, surgió el Ordre,  Contreordre y  Désordre. Y, para ayudar al Ordre y Contreordre y poner remedio al Désordre, vino el sistema de vigilancia. Nada nos parece más característico que aquella escena descrita por el citado Rabinovich: En una reunión secreta del Consejo Económico del Pueblo, en la que se discutían cuestiones de movilización, aparecieron dos jóvenes comunistas desconocidos. Fueron expulsados de la sala. A partir de ahí, comenzó la desgracia: quién sabe quién envió a esos dos. Se trataba de aquellas eminencias grises enviadas desde Moscú: Al mismo Moscú, a las provincias, que holgazanean en el extranjero en todo partido comunista; eminencias grises movidas por hilos secretos que incluso a menudo ni en el Kremlin terminan en un mismo lugar, que ejercen su poder en informes secretos, en vigilias, husmeando, que producen un ambiente de incertidumbre, de mentiras, de calumnias que hace que un hombre recto prefiera morir a vivir en esa atmósfera. Este fantasma del funcionariado, parecido a las langostas tras devorar orugas, destruyó lo que le quedaba al burocratismo. El espíritu, sin embargo, es el espíritu de una dictadura insustancial, el gobierno de una camarilla que hace tiempo que se ha desprendido de todas las masas y anida tras las almenas del amurallado Kremlin, desde donde se extiende y golpea todo lo vivo. Eso es lo específicamente ruso. Incluso en los tiempos de Lenin, cuando se cometían errores en el trabajo de desarrollo y reconstrucción, la autocrítica era el remedio: Nadie reprendía los errores del partido con más energía que él. Atrás quedaron aquellos días". (2016 [1928d]: 1221s.)

Sin embargo, Levi evitó todo aquello que pudiera ser utilizado para difuminar las posiciones entre él y Lenin:

"Hay una contradicción absoluta entre la interpretación de Lenin y Rosa Luxemburg sobre la naturaleza de un partido proletario y el curso de la revolución. Nosotros lo hemos llamado antes siempre la oposición entre una concepción mecánica y una orgánica. Aquella, la concepción de Lenin, veía en el partido un círculo absolutamente homogéneo, en las ideas, en la voluntad, en las perspectivas, que podía "dirigir", forzosamente en número pequeño, grandes masas en el momento oportuno gracias a su unidad. No decimos que esta concepción sea absolutamente errónea; quizás no haya nada totalmente erróneo en la historia. Solo decimos que esta concepción surgió y estuvo ligada a las condiciones particulares de Rusia antes de la revolución: Absolutismo, feudalismo, ilegalidad de todo movimiento obrero. Ciertamente, también existe en los países occidentales una opresión del proletariado por parte de la burguesía. Pero la burguesía, a diferencia del feudalismo, ejerce su dominio no en las formas del absolutismo sino en las formas de la "democracia", es decir, en las formas que dan a las amplias masas de trabajadores la posibilidad de la actividad política y que permiten a los socialistas reunir amplias masas de trabajadores en esta lucha política. Estas fueron las condiciones en las que vivió y trabajó Rosa Luxemburg; en ellas el partido proletario adquirió un rostro diferente. Ya no era un club de personas absolutamente homogéneas, completadas, preparadas consigo mismas y con el mundo, sino que el partido era la expresión de la voluntad de millones de proletarios, que estaban tal y sencillamente como la historia los había formado: con las características de una larga opresión, débiles de voluntad, con ideas a menudo poco claras, con ilusiones. Un socialista no es aquel que no ve estas debilidades: Socialista es aquel que ve a través de estas debilidades las tareas históricas del proletariado y muestra a las masas los caminos para resolver estas tareas: la aglutinación como clase en lucha contra los opresores." (2016 [1924b]: 412)

Sin sorprenderse especialmente, pero a menudo con una leve melancolía y a veces con rabia, Levi siguió la decadencia de la revolución rusa, que pronto se convirtió en degeneración hasta que Stalin, para Levi un "bufón",[22] recogió la fruta podrida. Mientras que a Levi tan solo le daba asco Grigori Zinoviev, asco que sentía a más tardar desde su vergonzosa aparición en el congreso del USPD de Halle en octubre de 1920, seguía manteniendo -a pesar de todas las distancias- apego por León Trotsky, incluso publicó su libro sobre la Revolución de Octubre con E. Laub (cf. Trotsky 1925),[23] pero tampoco le hizo ninguna concesión:

"Quizá los cañones de Kronstadt en marzo de 1921 ya tronaban en la misma lengua que ahora habla Stalin y, después de todo, el profesor de idiomas había sido Trotsky". (Levi 1969/2016 [1927a]: 1060)[24]

En el décimo aniversario de la toma del poder por los bolcheviques, Levi escribió:

"El actual gobierno de Rusia y el sector del partido con el que se identifica, vencerán sobre la oposición con el mismo derecho con el que la gente de termidor triunfó sobre los jacobinos: Stalin tiene detrás de él no solo el aparato del partido, el número más elevado, sino detrás de él tiene los intereses de clase y la viva voluntad de cien millones de campesinos. ¿Y Trotsky? ¿Qué tiene detrás? Hasta donde uno puede hacerse una idea de las cosas a partir de noticias poco fiables: Los viejos bolcheviques, el núcleo del viejo partido, el grupo conspirador de antaño, y tal vez algunos miles, quizá unas decenas de miles, o incluso cien mil trabajadores. Desde luego, no la clase obrera de Rusia. Esta se encuentra confusa, descompuesta en grupos y grupitos, en parte mercenarios del estado; otros, desorientados; otros, derechistas sutiles, debatidores de tesis: Todo menos lo que es una clase obrera unida y tan fuerte como para resistir, aunque sea por poco tiempo, la poderosa corriente contrarrevolucionaria del campesinado." (1969/2016 [1927d]: 1118)

Dos meses después, Trotsky y sus camaradas fueron desterrados:

"En realidad, sin embargo, no se puede pasar por alto que todo lo que está ocurriendo aquí se está convirtiendo en un ridículo verdaderamente indignante de todo el movimiento obrero ante la burguesía. En la medida en que el movimiento ruso en sus inicios había sido parte del movimiento obrero mundial, y en la medida en que ganaba influencia sobre los trabajadores del mundo, su destino se convertía en propiedad común. Y ahora se supone que esto es el resultado de tanto esfuerzo y trabajo, de tanto sufrimiento y privación, de tantas batallas y victorias, de tantos estudios y noches sin dormir, se supone que esto es el resultado de un movimiento que quería transformar y liberar al mundo, que después de diez años de gobierno, el movimiento "proletario" se encuentra exactamente en el punto de no tener ni una pizca de juicio, ni más ni menos como el gobierno zarista, que tampoco conocía mayor astucia que el transporte a Siberia, salvo que el zar hacía transportar a sus enemigos a Siberia y estos a su propia carne y a su propia sangre, a sus propios camaradas." (1969/2016 [1928a]: 1157)[25]

Los bolcheviques no solo desacreditaron la idea del socialismo con su bancarrota política, sino -visto a la larga, todavía más- con su ruina moral. Que la observación de Levi: "No es el socialismo ni el proletariado lo que ha hecho bancarrota en Rusia: la bancarrota ha creado una escuela en Rusia" (ibíd.), no era más que un silbido en el bosque -que no ahuyenta la amenaza pero que infunde ánimo-, probablemente lo sabía; revelaba toda su impotencia. Nada despojó tanto a la idea socialista de su atractivo como el dominio de los bolcheviques tras la supresión del levantamiento de Kronstadt:

"Si es cierto el contenido de la acusación ahora publicada, entonces en Rusia toda una serie de ingenieros, técnicos, funcionarios, suministradores han recibido donaciones que en el lenguaje común se llaman sobornos. [...] Y es que realmente eso no es nada nuevo: en Berlín se lleva diciendo desde hace años, no en secreto, sino en público, que no se pueden hacer negocios con "los rusos" sin sobornos; de hecho, ya se mencionan ciertas escalas en las que se distribuyen los sobornos, progresivamente hacia arriba. [...]

Lo irritante no es que el capitalismo haya intentado corromper a los suministradores e ingenieros rusos, sino que el Estado ruso ha sucumbido a la corrupción hasta tal punto que los múltiples intentos de erradicarla nunca han conducido a una mejora, sino siempre a un empeoramiento del sufrimiento. Para nosotros los socialistas esto es precisamente lo decisivo. Si los socialistas no tuviéramos nada mejor que advertir de lo que hay ahora en Rusia: ¿quién podría entonces hablar con honestidad a las masas trabajadoras?, ¿quién podría aconsejar recorrer el camino del Gólgota de la revolución para encontrar al final no una resurrección sino un pantano de corrupción?" (2016 [1928b]: 1203s.)

Cuanto mayor era el desastre del socialismo en la Unión Soviética, más se refugiaba Levi en invocaciones impotentes: distanciándose de la política de los bolcheviques quería salvar la idea del socialismo para Europa Occidental:

"Que esta caricatura de comunismo que ahora domina en Rusia no es nada mejor, es doloroso, pero no menos necesario es mostrarlo. Cuanto más se aparte el socialismo de ella, más fuerza moral ganará para trabajar allí donde el bolchevismo ha fracasado: contraponer a lo malo algo mejor." (Ibid: 1204)

En cambio, al analizar los procesos en la Unión Soviética, Levi mantuvo una visión sobria. Incluso el gran terror en el seno de los bolcheviques que se produjo a partir de 1936, en un tiempo en el que Levi llevaba mucho tiempo enterrado, lo había temido ya en 1927:

"A través de las filas incluso de aquellos que llevaron a cabo la obra de 1917 y cuyos hechos, por lo tanto, están escritos en los libros de historia, la grieta sigue su curso, y los que se sentaron juntos ayer pronto estarán separados unos de otros por los muros del calabozo y tal vez por más, tal vez separados por ese espacio silencioso más allá del cual nadie ha regresado a las regiones terrenales desde los tiempos de Orfeo." (1969/2016 [1927c]: 1109)[26]

A partir de 1918, los bolcheviques eliminaron toda la oposición, todos los demás partidos, incluidos y especialmente los de izquierda, y persiguieron y expulsaron cuando no asesinaron a sus miembros y partidarios. Por supuesto, esto no cambiaba nada de las contradicciones de la sociedad, de las que las diversas oposiciones no eran más que un reflejo, solo que ahora tenían que ser borradas dentro del partido con el resultado previsible: la criminalización de cualquier oposición dentro del partido. Los bolcheviques solo pudieron "superar" este estado de cosas cuando, con el gran terror, quitaron el carácter político a su partido e hicieron de la política el privilegio de una pequeña camarilla:

"Solo tenían una obligación, y creemos que ese es el punto en el que nos divorciamos de los bolcheviques: Allí donde la dura necesidad histórica les obligó a las tareas cotidianas que no tenían nada en común con el socialismo, debían haber franqueado el camino a las opiniones y a la crítica que situaban la venidera misión del socialismo por encima de las tareas cotidianas. Los bolcheviques lo rechazaron con obstinación; por así decirlo, querían que todos comieran de sus manos, tal como sucedía. Aquella naturaleza que distinguía a los bolcheviques antes de la guerra y en la que se distinguían organizativamente de todos los demás, ya no encontró lugar en Rusia. Pero no es que haya desaparecido. Más bien, era como si revoloteara como una pobre alma, buscando un cuerpo en el que pudiera recuperar la vida. Y cada año encontraba una "oposición" temporal en la que volvía a cobrar vida... por poco tiempo. La "Oposición Obrera" de 1921, la Oposición Sindical de 1923, la Oposición Trotskista de 1924, la Oposición de Zinoviev de 1925: todas ellas han jugado siempre con las viejas ideas de la ideología bolchevique prerrevolucionaria, la preocupación por las tareas venideras, por el socialismo, frente a las tareas del momento, en absoluto socialistas. [...]

Y este es quizás el punto en el que se puede hablar de verdadera culpa. Las tendencias capitalistas en Rusia sacan su fuerza de Europa Occidental. ¿Y los socialistas? Aquí se toma la revancha el hecho de que los bolcheviques se hayan desprendido mucho del sector realmente revolucionario y socialista de la clase obrera de Europa Occidental y hayan creado en Europa Occidental nada más que una guardia de eunucos complacientes capaces de todo menos de ningún "resultado". Seguimos opinando hoy que el movimiento obrero internacional ha recibido grandes cosas de Rusia y del ejemplo ruso. Creemos que ahora habría llegado el momento en que podría devolver parte de lo que ha recibido asumiendo esa actividad de construcción crítica, de defensa de los objetivos socialistas para el futuro, que actualmente, quizás por impotencia, no pueden ser realizados en Rusia. El capitalismo ruso emergente cuenta con el apoyo de Europa y Estados Unidos. La Rusia socialista en lucha no ha entendido cómo crearse fuerzas de reserva en Europa. Tal vez Zinoviev lo haya comprendido ahora, cuando lea los últimos números de "Rote Fähne", (II) y cuando lea lo que hacen y harán de él los que ayer se postraban ante su persona. ¡Pobre Zinoviev! ( 2016 [1926a]: 858).[27]

Sin embargo, el principal problema para Levi no era Rusia, sino el proletariado de Occidente, que corría el riesgo de perder la idea del socialismo como consecuencia de los acontecimientos en Rusia:

"Solo entonces, cuando nos esforcemos por reconocer si hay aberraciones en Rusia, cuáles son y dónde están las fuentes de los errores, podremos mostrar a las masas que por supuesto la vía del socialismo es el camino que conduce a su liberación. Esperamos que de este modo consigamos y ganemos para el socialismo a miles que de otro modo se perderían. La crítica que se ejerce hoy a Rusia es un bálsamo para el movimiento proletario.[28]

"La revolución rusa seguía siendo el precioso tesoro para todos los trabajadores porque reconocían en ella - aun viendo los errores- la representación más clara, más decisiva, más inequívoca del ser proletario y del futuro proletario: La revolución rusa no podría desempeñar este papel suyo si este sentimiento se perdiera entre los trabajadores.

Los bolcheviques habían tenido algo grande en sus manos: El mayor fondo moral que la clase obrera haya reunido jamás. Nadie que haya vivido los años 1918, 1919, 1920 lo negará. Ya hemos lamentado en otros contextos la cantidad de este fondo que se sacrificó inútilmente y que nunca se recuperó. Si este fondo se perdiera por completo, puede que haya gente que se lo tome a la ligera. Creemos que el pueblo trabajador de todo el mundo se vería empobrecido espiritualmente por ello y sería necesario un trabajo de quizás décadas para reconstruir lo que había en 1918." (2020 [1922f]: 1040; énfasis en el original).[29]

Que esto no se haya conseguido en las décadas transcurridas desde que se escribió este texto no necesita explicación. Todavía tiene validez la observación de Levi:

"La mayor carga que soporta el socialismo hoy en día se llama Rusia...".

Berlín, 7 de noviembre de 2021

Notas:

[1] La cita que da título a este texto corresponde a Levi 2020 [1922b] 126; en este volumen p. 129. Todas las obras de Paul Levi citadas en este volumen se reeditan en: Levi, Paul: Sin una gota de sangre lacaya. Escritos, Discursos, Correspondencia, 7 Volúmenes, editado por Jörn Schütrumpf, Berlín 2016ff.

[2] quoad = como

[3] Rosa Luxemburg aún no había dado título a su texto. Paul Levi lo publicó en 1922 con el título "La revolución rusa. Una apreciación crítica. De la herencia de Rosa Luxemburg. Edición e introducción de Paul Levi" (Luxemburg 1922b). En las Obras Completas de Rosa Luxemburg (GW), el texto lleva el título algo más modesto de "Sobre la revolución rusa" (1974 [1918l]: 332-365).

[4] En este volumen p. 67s.

[5] Esto se refiere a la constitución de una monarquía constitucional según el modelo inglés; una república rusa era impensable en 1905 incluso para una republicana como Rosa Luxemburg. (Las veces que aparece "[de una monarquía]" son del traductor).

[6] Cf. Rosa Luxemburg: La revolución en Rusia (1974 [1917a]: 242-245); Problemas rusos (1974 [1917b]: 255-257); El viejo topo (Der alte Maulwurf) (1974 [1917c]: 258-264); Dos mensajes de Pascua (1974 [1917d]: 265-269); Cuestiones candentes de estos tiempos (1974 [1917e]: 275-290); Responsabilidad histórica (1974 [1918b]: 374-379), Hacia la catástrofe (1974 [1918c]: 380-384). La tragedia rusa (1974 [1918d]: 385-392) - todos los textos también en Laschitza 1990: 33-109; además: No según el esquema F (1918e), sin firma. Sin indicación del nombre del autor - posiblemente desconocido para los editores - (fue el último número de "Spartacus" organizado por Leo Jogiches, detenido en la Pascua de 1918 y asesinado en la prisión de Berlín-Moabit el 10 de marzo de 1919) reeditado en: Spartakusbriefe (reimpresión), editado por el Partido Comunista de Alemania (Spartakusbund) (1920 [1918f]: 153-156); también en: Spartakusbriefe, editado por el Instituto de Marxismo-Leninismo del Comité Central del Partido Socialista Unificado de Alemania (1958 [1918g]: 414-417). (Los editores falsificaron allí la última frase del texto: De poner "¿Cómo juzgará la historia a la clase obrera rusa?" a "¿Cómo juzgará la historia a la clase obrera alemana?" Todavía no se ha aclarado si los editores conocían la autoría). Publicado por primera vez con el nombre de Rosa Luxemburg (2018 [1918h]) en Levi: Sin una gota de sangre lacaya, vol. 1/1 pp. 445-449.

[7] Rosa Luxemburg, basándose en la experiencia de la Revolución Rusa, veía sobre todo la huelga política de masas para Alemania como algo relevante; véase esto. (1972 [1906a]): 91-170.

[8] En este volumen p.49.

[9] Véanse todos los textos en Luxemburg 1974 [19181] 366-536.

[10] Louis-Auguste Blanqui (1805-1881), revolucionario francés, abogó por una organización secreta revolucionaria para tomar el poder e introducir el socialismo "desde arriba". Blanqui desempeñó un papel destacado en la Comuna de París de 1871.

[11] Una de las pocas excepciones: Brie 2011; lo último en: Brie/Schütrumpf 2021.

[12] En este volumen p. 42.

[13] En este volumen p. 74.

[14] Levi había puesto a disposición previamente el manuscrito para una preimpresión en el diario del USPD, Freiheit (cf. Levi 2020 [1921b]: 1076); cf. o.A. 1921a, 1921b. En su revista Die Aktion, Franz Pfemfert había publicado también Die russische Revolution (Luxemburg 1922a: pp. 58-79) de Rosa Luxemburg, haciendo referencia a la autorización de Rosa Luxemburg para publicar sus textos; cf. Baer 1922. Durante la "prisión preventiva" de Rosa Luxemburg entre julio de 1916 y noviembre de 1918, Pfemfert había sido el único que se atrevió a publicar un texto de Rosa Luxemburg, al menos bajo sus iniciales - y por lo tanto reconocible para todos los "conocedores"- en un periódico censurado por el estado. Levi escribió a la editorial donde había publicado "La revolución rusa": "Me niego a tomar medidas contra Pfemfert". (Levi 2020 [1922b]: 1170)

[15] Engels 1963 [1895]: 514.

[16] En este volumen D.142.

[17] En este volumen p.92s.

[18] En este volumen p.176s.

[19] Cf. Bowitzky et al. 2020 [1921]: 1479-1506.

[20] Sozialistische Politik und Wirtschaft: escritos de Levi a partir de 1923

[21] En este volumen pp.153-155.

[22] "Pero no hay nada peor cuando en un estado, aquel a quien corresponde la autoridad legítima, no hace uso de ella. Si la autoridad reside en la calle, un bufón puede recogerla; el ejemplo de Stalin advierte e instruye". (Levi 2016 [1928c]: 1219).

[23] En este volumen pp.156-165.

[24] En este volumen p.173.

[25] En este volumen p.193.

[26] En este volumen p.180.

[27] En este volumen p.167s.

[28] En este volumen p.80.

[29] En este volumen p.111s.

 

Notas del traductor:

(l) Vormärzlichen Deutschland, "la Alemania de 'antes de marzo'", es decir, el período que precedió a la revolución alemana de 1848 e iniciado, según algunos historiadores, en el Congreso de Viena de 1815. La revolución alemana de 1848 también es conocida como la "revolución de marzo".

(II) Rote Fähne, Bandera Roja, el diario del Kommunistiche Partei Deutschlands (Partido Comunista de Alemania).

 

(*) Jörn Schütrumpf, historiador del movimiento obrero alemán, ha sido el editor de la prestigiosa editorial alemana Karl Dietz durante más de una décadas, en la actualidad director de investigación de la vida y obra de Rosa Luxemburg en la fundación alemana que lleva su nombre. Su libro Rosa Luxemburg: Der Preis der Freiheit [Rosa Luxemburg o el precio de la libertad] apareció en alemán en 2006 y en versión inglesa en 2008.

Fuente: https://www.vsa-verlag.de/uploads/media/www.vsa-verlag.de-Luxemburg-Levi-Russische-Revolution.pdf

Traducción: Jaume Raventós


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