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25.7.22

Los dos Antonios y el periodismo tóxico

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Por Miguel Mora (*)

En los últimos días, Caño y Ferreras han confesado (uno en directo, otro en diferido) haber ido con todo contra Sánchez e Iglesias. Ana Pastor cree que a los audios de Ferreras les falta contexto. Esta es la historia de las cloacas, vista desde CTXT.

Recuerdo como si fuera hoy la conversación que mantuve con Antonio Caño en su despacho de flamante director de El País en junio de 2014. Hacía meses que me habían enviado una carta certificada a París anunciándome que dejaba de ser corresponsal del diario en Francia, un año antes de que se cumpliera mi contrato. Era la represalia por haber criticado en público y en privado los EREs que hizo el Grupo PRISA en 2012; el castigo por haber secundado las huelgas de firmas y por haber escrito un manifiesto -después de que lo firmara Vargas Llosa lo firmaron casi todos los colaboradores del diario- que sostenía que los despidos de 150* trabajadores y trabajadoras habían traicionado la confianza de los lectores y violado los principios fundacionales del periódico.

Por supuesto, sabía que Juan Luis Cebrián premiaría aquella pequeña rebelión cortándome la cabeza con lentezza. Cuando el director adjunto (adjuntete) me borró la palabra austericidio de una crónica sin avisarme, entendí que era el momento de ir a ver al director, ese egregio neocon asiduo al palco de Florentino, para que me dijera a la cara en qué pasillo pensaba arrumbarme.

La conversación fue breve.

-Bueno, imagino que reconocerás mis méritos profesionales de estos años y que volveré con una categoría mayor que la que tenía cuando me fui de corresponsal en 2006 -le dije.

-No, no, si lo tuyo no se va a decidir por méritos profesionales.

Disculpen esta nota personal, pero creo que es necesaria para explicar cómo se las gastan en este país las empresas periodísticas con los empleados que osan discutir las decisiones de sus jefes, y para contar el contexto del nacimiento de la revista CTXT y de tantos otros digitales nacidos en aquellos años de despidos masivos y de entradas no menos masivas de los bancos acreedores en los consejos de administración de los grandes medios.

Solo unos meses más tarde de aquel encuentro furtivo, en noviembre de 2014, un grupo de resistentes y chiflados empezamos a dar forma a ctxt.es (Contexto y Acción) con el impulso de intelectuales como Roberto Saviano, José Luis Cuerda y Noam Chomsky, y el de otras y otros amigos y escribidores, como Soledad Gallego-Díaz, Jesús Ceberio, Pacho Sánchez-Cuenca, Vanesa Jiménez, Mónica Andrade o Ángeles Caballero. Fue fácil. Una mañana fuimos al notario, pusimos 500 euros por barba, nos instalamos en el salón de la casa de los Mora Andrade y nos sentamos a imaginar una revista semanal, con cuatro secciones y cuatro ventanas como portada. Días felices.

Nada más nacer, se produjeron los atentados yihadistas en París y tuvimos nuestro primer contacto directo con Antonio García Ferreras, que pidió conectar desde el plató de ARV con Daniel Fuentes, colaborador de primera hora de CTXT que vivía en París. Ferreras le preguntó: "¿Es una guerra de religiones, verdad, Fuentes?". Daniel dijo que no y explicó por qué. Todo mal. Pese al gatillazo, Ferreras me invitó otro día a su programa: suplí a alguien para hablar de Francia. No recuerdo lo que dije, pero ya no nos llamaron más.

En nuestro primer número, el 15 de enero de 2015, publicamos la primera entrevista larga que un medio de alcance estatal le hacía a Íñigo Errejón, número dos de Podemos. El titular era profético: "La campaña de acoso e infamias va a ir a más". Contexto para frenar con periodismo lento, contrastado y bien escrito la avalancha de supuestas noticias que los diarios y televisiones escupían 24/7. Acción para invitar a nuestros lectores a movilizarse por una democracia y un periodismo de calidad en las calles y en las redes sociales. 

Hoy, Contexto cumple siete años y siete meses contando la realidad política, ecológica y social, gracias al apoyo de sus casi 10.000 suscriptores. Ni somos héroes ni tiene un mérito especial haber llegado hasta aquí, aunque es verdad que los digitales pequeños hemos vivido años muy precarios y muy duros. Los que mejor han sobrevivido son los que se han dedicado a cosas más prosaicas, como hacerse pasar por guerrilleros de la información libre mientras reciben millonarias aportaciones del IBEX y de las instituciones estatales, regionales y locales; o publicar contenido patrocinado disfrazándolo de noticias, o invitar a mitómanos como Inda y Marhuenda a sus tertulias, mezclándolos con periodistas y analistas serios y progresistas para dar sensación de pluralidad. La técnica de la mesa Ferreras es tan fascinante como perversa: yo lanzo un bulo de la extrema derecha, los politólogos de centro lo analizan fríamente sin mojarse mucho y los diarios de izquierda lo desmienten, marcando así la agenda de todos los demás y retroalimentando sus audiencias. 

 

Redacción actual de CTXT (Madrid).

Pero permítanme solo un minuto más de autobombo: en este tiempo, fuimos casi el único medio nacional que criticó en sus editoriales la corrupción del jefe del Estado y las políticas austericidas dictadas por Alemania. También pedimos un cordón sanitario contra el PP putrefacto, y mientras Caño, Ferreras y otros "medios de Estado" alimentaban el violento choque de trenes con Catalunya (perdiendo todo prestigio y audiencia en esa CCAA), nosotros alertamos -gracias al ojo infalible de Guillem Martínez- contra el intento común de las élites catalanas y madrileñas de distraer y estafar a la ciudadanía con un proceso de independencia fake. Y, por supuesto, también defendimos con toda claridad y casi en solitario la formación del gobierno de coalición entre PSOE y Podemos que millones de ciudadanos elegían cada vez que se abrían las urnas. Mientras tanto, El País y La Sexta, teóricas terminales progresistas del poder económico (Santander y Caixa, el primero, y Sabadell el segundo) trataban de torpedear con enormes dosis de periodismo basura el ascenso de Podemos y la formación de un gobierno a la portuguesa publicando n'importe quoi.

Hoy sabemos que los dos Antonios (Caño y García Ferreras) se arrogaron el papel estelar de manipuladores principales del reino para tratar de consolidar el Gattopardo (defensa de la monarquía corrupta, apuesta por la Gran Coalición y luego por la entente PSOE-C's) usando todos los recursos a su alcance. En La Sexta, Ferreras publicitó uno tras otro los informes falsos de la cloaca patriótica contra Pablo Iglesias y Podemos, y mintió de forma descarada diciendo que los militantes que apoyaban a Sánchez durante el golpe susanista al Comité Federal eran infiltrados de Podemos. Entretanto, tuvo tiempo también para liderar la ofensiva de Atresmedia contra Cristina Cifuentes, que se resistía a darle una universidad privada al Grupo Planeta. La batalla, qué ironía, la libraron dos medios protegidos por Ferreras: uno sentado a su izquierda (eldiario.es con las notas del máster) y el otro a la extrema derecha (el tabloide de Inda con las cremas). 

Por su parte, El País vivía la era más chiringuitera de su historia. Caño y sus muchachos de la alt-right castiza insultaban desde los editoriales a Sánchez, animados por el poderoso influjo de la banca y estimulados por los susurros de Felipe González; y en las redes sociales la gente, que no es tonta, se reía de las encuestas de Metroscopia para El País diciendo "nueva encuesta de El País para Metroscopia". 

La lista de falsedades, errores y censuras cometidos por la extraña pareja de los Antonios Pérez es demasiado larga para un simple repaso a vuela pluma. Sí recuerdo que Caño dijo a sus secuaces que Contexto no duraría ni cinco meses. Como en todo lo demás, no acertó. Y recuerdo también que Ferreras y sus compis progres trataron de averiguar sin desmayo quién estaba detrás de CTXT. No podían creerse que un grupo de tarados estuviera dispuesto a trabajar dos años gratis para sacar adelante el proyecto.

En fin. Un poco más de contexto Newtral (lo mejor de estos días es el tuit que contaba la película del matrimonio que se divide la tarea: él publica bulos, ella funda una web de verificación de bulos).

Gora Alka-Eta, el aquelarre de los titulares.

Hicieron falta cuatro años para que llegaran al poder los ayuntamientos del cambio (que Caño y Ferreras torpedearon desde el minuto uno con el Caso Zapata y el Gora Alka ETA, robando por cierto las imágenes de CTXT que mostraban la actuación de los titiriteros a quienes los jueces aplicaron la ley antiterrorista), y a los cinco llegó por fin el Gobierno de coalición que ahora Caño y Ferreras han confesado que intentaron evitar a toda costa. Pocas veces unos medios tan poderosos han fracasado tan estrepitosamente en sus objetivos.

Caño perdió el trabajo, Ferreras siguió reinando. La extrema derecha ya tenía 50 diputados. Poco después de que Sánchez e Iglesias se dieran aquel abrazo largo, llegó la pandemia y el inesperado regreso de Keynes a la UE. Ya éramos menos felices, y seguramente habíamos perdido la gracia, la desfachatez y cierta irreverencia por el camino. Pero ahora los dos Antonios han protagonizado un sonoro ridículo internacional, y dado que la ultraderecha de El Hormiguero no para de crecer, en CTXT creemos que es necesario y urgente reflexionar a fondo y lanzar un gran debate sobre el mal que ha hecho el mal periodismo a este país.

Una nota final. Estos días algunos amigos de la revista han insinuado en redes sociales que somos excesivamente puros por haber llamado a los compañeros de profesión a evitar el colaboracionismo con los medios que esparcen bulos y mienten a sabiendas. Son muy libres de hacerlo, cada cual manda en su hambre como mejor le parezca. Solo podemos decir que la tibieza en este momento tan triste para el periodismo es pura complicidad con el mal, y también garantizar que nosotros nunca acudiremos a las tertulias (esto es un brindis al sol) donde se sienten los sicarios de Florentino, Berlusconi y otros próceres de la internacional reaccionaria: nos parece una vía deshonesta e ilegítima de cultivar las marcas personales o de intentar hacer crecer las audiencias de las pymes periodísticas.

Acabo con un par de preguntas: 1. ¿No creen que los suscriptores de los medios "progresistas" criados al calor de la caja de resonancia de Ferreras merecen una detallada explicación de sus directores, en la línea de la ejemplar y transparente respuesta que ha dado El Salto estos días? 2. Fuentes cercanas a La Sexta afirman que Ferreras es accionista de otros medios de comunicación. ¿Pueden Ferreras o Newtral confirmar qué diarios son, por favor, para poder dejar de leerlos?

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*Fe de errores: en la primera versión del texto ponía 230, una cifra errónea.

 

(*) Miguel Mora es director de CTXT. Fue corresponsal de El País en Lisboa, Roma y París. En 2011 fue galardonado con el premio Francisco Cerecedo y con el Livio Zanetti al mejor corresponsal extranjero en Italia. En 2010, obtuvo el premio del Parlamento Europeo al mejor reportaje sobre la integración de las minorías. Es autor de los libros 'La voz de los flamencos' (Siruela 2008) y 'El mejor año de nuestras vidas' (Ediciones B).


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