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4.7.22

La actual policrisis es más peligrosa que la suma de sus partes

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Por Adam Tooze (*)

En el Chartbook #73, el 21 de enero de este año, propuse los Krisenbilder -diagramas de crisis- como una forma de dar sentido a lo que entonces parecía un complicado patrón de tensiones en el escenario mundial.

Propuse esta presentación esquemática porque me parecía una forma útil de mapear las fuerzas interconectadas de una manera heurística. Resultó que consiguió captar gran parte de la dinámica que posteriormente ha convulsionado el mundo.

Eso fue el 21 de enero. La guerra desatada por Rusia el 24 de febrero ha aumentado espectacularmente la escala de tensión y la complejidad de las interconexiones.

Lo que antes era un mapa relativamente legible se ha convertido en un embrollo.

No pretendo originalidad en este ejercicio. Todas estas conexiones se discuten habitualmente en análisis inteligentes. Pero el hecho de reunir todas estas influencias conocidas en un solo gráfico da una idea de la complejidad de la situación a la que nos enfrentamos.

Para complicar aún más las cosas, esta presentación sincrónica oscurece la génesis histórica de estas fuerzas. Las tensiones en los mercados de la energía y los alimentos ya eran muy evidentes en 2021. La guerra ha tenido el impacto que ha tenido porque ha exacerbado las tensiones existentes. Los precios de los alimentos ya estaban subiendo en 2021 y provocando advertencias de una crisis por venir. Los mercados de la energía estaban estresados mucho antes de que estallara la guerra. Ahora ambos factores de tensión se han unido con la guerra.

He resaltado en rojo lo que se perfila como una serie de riesgos macroscópicos, todos los cuales pueden llegar a su punto álgido en los próximos 6-18 meses.

Todos ellos, desde el riesgo de escalada nuclear hasta la estanflación mundial, son conocidos por los comentarios públicos sobre la crisis. La selección es discutible. ¿Debería clasificarse la crisis de la deuda de los países emergentes y los países poco industrializados como un riesgo macroscópico? Tal vez.

Lo que parece digno de mención es, en primer lugar, cuántos desafíos radicales hay en nuestro radar. Yo cuento siete, sin incluir siquiera la crisis de la deuda en varios emergentes y poco industrializados.

En segundo lugar, lo que llama la atención es la profunda incertidumbre que rodea a varios de estos riesgos (por ejemplo, las nuevas variantes de COVID, o la escalada nuclear). Se trata de riesgos de cola que ya no pueden ignorarse, pero a los que es difícil fijarles una probabilidad real.

En tercer lugar, todos están ocurriendo a la vez y varios de ellos se refuerzan mutuamente. Es totalmente posible que a principios de 2023 veamos una nueva y peligrosa variante del COVID que derrote incluso a las mejores vacunas, un cambio hacia el uso activo de armas nucleares en la guerra de Ucrania, un partido republicano desenfrenado bajo el estandarte de Make America Great Again, una estanflación global y un aumento de los combustibles fósiles para hacer frente a la creciente escasez de energía; además, en Europa la ruptura de la coalición de Mario Draghi en Italia, ayudando a desencadenar el aumento de los diferenciales en la Eurozona, que se encuentra con una respuesta inadecuada del BCE.

Tendríamos mala suerte si todas estas cosas ocurrieran. Pero es casi inconcebible que al menos una de ellas no ocurra. La derrota de los demócratas en Estados Unidos es seguramente el resultado más probable en las próximas elecciones de mitad de mandato.

Algunas de estas crisis son lo que podríamos llamar generales. Una nueva variante letal de COVID cambiaría las reglas del juego en todos los aspectos. Lo mismo podría decirse de un paso de Rusia hacia el uso de armas nucleares.

Otras fuerzas de la crisis tienden a compensarse entre sí. Una nueva oleada de ataques COVID en China probablemente ayudaría a romper el alza en los mercados de materias primas y tendería a empujar a la baja los precios de cosas como el petróleo y el hierro, aliviando la presión inflacionaria.

Otros efectos son más ambiguos. Si un partido republicano trumpista vuelve al poder en Washington, es probable que se reduzca la presión en el Congreso para subir la apuesta en la lucha con Rusia. Por otro lado, puede hacer que el gobierno de Biden sea más agresivo, ya que la política exterior será una de sus únicas bazas (trump cards), y una en torno a la cual podría encontrar mayorías en el Senado.

Para intentar resumir estos efectos, he elaborado la siguiente matriz, totalmente provisional y muy discutible, de interacciones entre los diferentes riesgos macroscópicos a los que nos enfrentamos en los próximos 6-18 meses. La pregunta que plantea la tabla es cómo afectan los riesgos enumerados en cada fila de la columna 1 a los riesgos dispuestos de izquierda a derecha en la tabla.

En aras de la claridad, he dividido el riesgo de estanflación en riesgo de recesión y riesgo de aceleración de la inflación.

Lo que esta matriz nos ayuda a hacer es distinguir los tipos de riesgo por el grado y el tipo de su interconexión.

El riesgo de escalada nuclear destaca por el hecho de que no se ve significativamente afectado por ninguno de los otros riesgos. Se decidirá por la lógica de la guerra y la toma de decisiones en Moscú y Washington. Una crisis alimentaria no hace más o menos probable una escalada nuclear. Por otro lado, una escalada nuclear aumentaría dramáticamente, como mínimo, a varios de los otros riesgos.

La continuación de la inflación funcionará probablemente como motor de varios otros riesgos, pero esos riesgos a su vez (COVID, recesión, crisis de la deuda de la UE) probablemente desescalarán el riesgo de inflación. No diría que esto es un pronóstico, pero me inclina a pensar que la inflación será transitoria. La mayoría de las grandes perturbaciones que podemos esperar, tienden a ser deflacionarias en su impacto.

Por el contrario, una recesión parece cada vez más probable, en parte porque el efecto de la mayoría de los choques negativos que podemos esperar -de la COVID, la creciente inflación o un bloqueo fiscal en el Congreso- apuntan en esa dirección.

El siguiente paso obvio es preguntarse si los bucles de retroalimentación de la matriz son positivos o negativos. Así, por ejemplo, una recesión hace más probable una crisis de la deuda soberana de la eurozona, que a su vez desataría graves presiones deflacionistas en toda Europa. Por el contrario, la inflación parece autocalmarse. Los efectos que produce tienden más bien a amortiguar la inflación que a alimentar una aceleración. Al menos tal y como he especificado la matriz aquí.

Una crisis mundial del hambre parece alarmantemente probable, en parte porque todos los demás riesgos importantes agravarán ese problema. Sin embargo, una crisis del hambre afectará en gran medida a las personas pobres y sin poder en los países de bajos ingresos, por lo que es poco probable que se retroalimente en la exacerbación de cualquiera de las otras crisis principales. Será un efecto de las fuerzas que operan en otros lugares, en lugar de ser en sí misma un motor de la escalada.

En este sentido, la matriz se convierte en una forma de trazar la jerarquía de poder del desarrollo desigual y combinado. Algunos reciben los choques. Otros los reparten.

No me comprometo con este esbozo, ni con esta matriz más que de forma heurística. El análisis podría multiplicarse y ampliarse en muchas direcciones. Con respecto a la crisis del hambre, por ejemplo, nuestras conclusiones sobre su probable impacto serían diferentes si añadiéramos la cuestión de la migración.

Varias de las interacciones que he etiquetado son muy discutibles. Algunas las he dejado simplemente en blanco, NA (no aplica) o marcadas con un signo de interrogación. ¿Es correcto, por ejemplo, asignar a la crisis climática un efecto de escalada sobre la inflación? En este caso invoco el concepto de "greenflation" del que soy algo escéptico. Del mismo modo, digo que una recesión agravaría la crisis climática porque espero que provoque una recesión de la inversión verde. Pero estos efectos, su escala y su signo son objeto de debate.

En general, lo que la combinación del cuadro de la crisis y la matriz nos ayudan a ver es que no sólo nos enfrentamos a múltiples riesgos macroscópicos cubiertos de gran incertidumbre, sino que sus interacciones tienden a ser escalables.

Esto no es inevitable, no es una profecía de fatalidad. Pero sí es una evaluación de los riesgos múltiples y agravados.

Quizá pueda tomarse como la definición de la policrisis, el concepto tomado en préstamo por Jean-Claude Juncker, que invocaba en mi libro Apagón.

Una policrisis no es sólo una situación en la que se enfrentan múltiples crisis. Es una situación como la que aparece en la matriz de riesgo, en la que el conjunto es aún más peligroso que la suma de las partes.

 

(*) Adam Tooze es economista e historiador de la economía, profesor de la Universidad de Columbia y activo redactor de columnas en varias publicaciones. Entre sus numerosos libros se cuentan  Crash, sobre la crisis de 2008 y El Apagón, sobre la crisis provocada por el coronavirus.

La columna fue publicada en su blog (https://adamtooze.com/category/blog/) el 24 de junio con el título Chartbook # 130 Defining polycrisis - from crisis pictures to the crisis matrix.


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