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6.6.22

El mayor cambio negativo

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Por Esteban Valenti (*)

La suma de medidas, como por ejemplo los 5 aumentos consecutivos de combustibles en este año, sus consecuencias y una serie de indicadores sociales y económicos muestran en todo su desarrollo la mayor redistribución de la renta, de la riqueza desde la dictadura.

Soy enemigo de las truculencias en política y mucho más en la batalla ideológica, por ello trataré de demostrar como encajan todas las piezas que justifican esta afirmación y su gravedad.

La inflación superando desde hace muchos meses el aumento de los ingresos fijos (salarios y jubilaciones) y los ingresos de los pequeños comerciantes y cuentapropistas, tiene su emblema, su mascarón de proa en el aumento de los combustibles. Ellos tiran toda la cadena de precios y son el termómetro del modelo y parte central de la LUC.

Las consecuencias económicas y sociales son bien claras: una disminución del tamaño de la porción de la torta del PBI de los más pobres (con un aumento de la cantidad de pobres e indigentes que conoceremos en poco tiempo, pero que se ven en las calles); de los sectores asalariados y de una porción importante de la clase media, la que vive de sus ingresos y micro, pequeños y medianos empresarios. Esto que se inició con la pandemia y se justificó por parte del gobierno también con la pandemia, sigue avanzando a tambor batiente.

Tendrá una nueva y notoria expresión en la Rendición de Cuentas.

Los procesos de cambios requieren una ruptura de los anteriores equilibrios, si el país está creciendo gracias al huracán de cola del aumento de los precios internacionales de TODOS los comodities que exportamos, no se trata de redistribuir la pobreza, sino de un modelo, de un conjunto de políticas que acumulan riqueza de un  lado, de los sectores ricos y muy ricos, 9.000 millones de dólares (en las cuentas bancarias nacionales mayores a 250.000 dólares y 3.000 millones en cuentas bancarias en el exterior) y desacumulan del otro lado.

No es maldad, es visión de clase, de que la acumulación ayuda al desarrollo, un modelo que en nuestro país y en muchos otros fracasó estrepitosamente.

Hay grandes mayorías sociales que pierden y pequeñas minorías que ganaron y ganan mucho, durante la pandemia, la guerra en Ucrania e importantes mayorías que financian ese enriquecimiento. Porque lo que está también claro es que la obsesión por el déficit fiscal no implica en absoluto que el Estado esté creciendo, ni en sus inversiones, ni en sus gastos. Al contrario.

Que 100.000 uruguayos sigan comiendo en las ollas populares cuando la pandemia pasó hace tiempo, demuestra que estamos peor que en el 2004, después de la crisis del 2002 y 2003.

Ese es el modelo y como tal además de una práctica económica, tiene un sustento político de sus promotores, el lacallismo y que se tragan a regañadientes o con tímidas protestas los socios: Cabildo Abierto y los batllistas del Partido Colorado.

Es el mayor y más regresivo cambio desde la caída de la dictadura, porque el que se produjo en el 2002, 2003 fue el resultado de la explosión de la crisis financiera y bancaria, aquí y antes en Argentina, este es un modelo económico y político, frio y premeditado que además cuenta con su propia batalla cultural e ideológica, como no podía ser de otra manera.

Toda la batalla sobre la herencia maldita, sobre las justificaciones y explicaciones por la pandemia y la guerra (cuando la inflación y en particular el aumento de los combustibles comenzó antes de la invasión rusa). Y a esta batalla hay que prestarle atención, mucha atención y combatirla, no con muy pobres interpelaciones o con proyectos de ley totalmente secundarios y discutibles.

Parte integrante del modelo (que además les está fracasando) es la política de los TLC en particular con China y que ahora tratan de abandonar en el discurso, cuando fue una bandera rutilante de Lacalle. El TLC es beneficioso solo para los sectores exportadores. El no pago de impuestos por el ingreso a China de productos exportados del agro (carne, lana, soja, celulosa) va a los sectores ricos, ni un céntimo será desviado para mejorar los indicadores sociales.

Muy simple ¿Uds. creen que si se lograra el tal acuerdo con China se aplicaría algún impuesto nacional para distribuir las ganancias con el Estado uruguayo? En absoluto, solo aumentará la acumulación de riqueza.

Pero los peligros son enormes, en particular en la desindustrialización del Uruguay. Ya está sucediendo en el sector metalúrgico, cuero, textil, aguja etc. El último ejemplo es el caso de la metalúrgica CINTER-APERAM con 200 nuevos desocupados. Perdemos puesto de trabajo de 50.000 pesos por mes e incorporamos empleos de menos de 10.000 pesos mensuales y subsidios temporales, incluyendo en el puerto, donde al final se habrán perdido no menos de 500 puestos calificados de trabajo.

¿Dónde resistimos? En la construcción, pero imaginen que empresas chinas o turcas puedan competir en las obras públicas, como está ya sucediendo en el tendido del anillo norte de alta tensión (500 Kw) de Tacuarembó a Salto y también en este sector clave de la construcción de infraestructuras retrocederemos notablemente.

A eso se agrega la concentración en manos extranjeras de tierras, de cadenas productivas completas (carne-frigoríficos), arroz, soja, madera-celulosa, grandes superficies comerciales (Geant-Disco-Devoto-Tienda Inglesa, Tata, Multi Ahorro etc) y nada menos que de todo el manejo de contenedores en el puerto de Montevideo por los belgas de Katoen Natie.

Si la izquierda no se pone a trabajar a fondo, no el análisis técnico, sino político, social, ideológico de estos procesos, de su propio programa alternativo y se desvía a los cantos de sirena de la gran prensa: las candidaturas, vamos muy mal.

La clave ideológica de todo esto es el discurso de la macro economía y del déficit fiscal y por encima de todo la reducción del Estado a todos los niveles, con excepción de la policía y algo más, para llenar el ojo, como destinar 50 millones de dólares 0.1% del PBI para ayudar durante cuatro meses a 800 mil personas, si nos tragamos ese cuento y la instalación de esos valores, profundamente de derecha, sucederán dos cosas, la izquierda perderá la batalla política e ideológica y abriremos paso a los populismos de derecha. No los que están en el gobierno, sino otros que ya se están construyendo.

(Seguiremos, este tema no es una columna, es una definición que hay que enriquecer y someter a la crítica)

 

(*) Esteban Valenti. Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.bitacora.com.uy) y Uypress (www.uypress.net), columnista de Wall Street Internacional Magazine (www.wsimag.com/es), de Other News (www.other-news.info/noticias). Integrante desde 2005 de La Tertulia de los jueves, En Perspectiva (www.enperspectiva.net). Uruguay


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