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6.6.22

Economía Popular, acciones concretas de envergadura

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Por Roberto Sansón Mizrahi (*)                                                                              &nbs

Crece cuesta arriba el reconocimiento de la economía popular, una realidad de larga data escamoteada por quienes dominan los países. La población que sobrevive en ese universo lo hace en duras condiciones con todo tipo de carencias sociales y productivas. Son situaciones intolerables que requieren soluciones de corto y mediano plazo acordes con la envergadura y gravedad de lo que se enfrenta. Soluciones sólo asistenciales, aunque necesarias, no alcanzan para revertir la aguda escasez de críticos factores movilizadores de la capacidad que anida en todo sector popular. Las declaraciones de apoyo abren un sendero que de inmediato debiera dar paso a acciones concretas, combinando la inversión en capital semilla, el financiamiento de gastos de operación y una asistencia de excelencia (no residual) para establecer o reforzar emprendimientos de base popular en sectores promisorios. Todo ello con la participación a nivel directivo de organizaciones de la economía popular. Acciones de goteo no sirven. 

Estas líneas avanzan en esa dirección. Plantean una estrategia de rápida intervención en base a dos poderosos instrumentos: fideicomisos especializados en la economía popular junto con el establecimiento de desarrolladoras de emprendimientos de base popular. Por cierto que no es la única opción disponible pero aporta lo suyo. 

Un cambio de perspectiva

Toca comenzar superando la perspectiva que concibe a la economía popular como un lastre para el desarrollo nacional. En realidad es todo lo contrario. De contar con el debido respaldo, la economía popular puede contribuir sustancialmente a dar paso a un desarrollo mucho más justo y sustentable. Para ello y tal como dispone el resto del sistema económico, necesita acceder a recursos y apropiada asistencia. Un apoyo mezquino no logra movilizar este tremendo activo social. 

Recursos para la Economía Popular  

La asignación de recursos para una estrategia de reparación social y de movilización de los diversos segmentos que conforman la economía popular es una decisión política. No hay argumento alguno de escasez de recursos cuando la evasión impositiva y la fuga de capitales mal habidos son muchas veces superior a lo que inicialmente se requiere para establecer un fideicomiso orientado exclusivamente a servir a la economía popular. Adoptada la decisión, el fideicomiso puede conformarse en un plazo de pocos meses.

Un Fideicomiso de envergadura nacional variará según el tamaño de país. Si se tratase de un país relativamente grande podría comenzar con un fondeo, en moneda local, de 200 millones de dólares y, en la medida que se consolide y demuestre su efectividad corresponderá escalar la asignación al equivalente de mil millones de dólares, y de ahí en más. De esta escala hablamos. Para países de menor tamaño el fondeo al fideicomiso se ajustaría en consecuencia.

El aporte del Estado Nacional constituiría en verdad una inversión ya que se recuperaría con creces a través de la expansión de la base tributaria (impuestos y aportes a la seguridad social) una vez superada la fase de consolidación de los emprendimientos financiados.

Las asignaciones del fideicomiso, canalizables por delegaciones regionales, buscarían apalancar recursos de otros actores privados y públicos para financiar proyectos que se localizasen en sus áreas de influencia; entre otros, gobiernos provinciales y municipales, organizaciones de desarrollo, universidades, entidades financieras locales y del exterior.

El Fideicomiso invertiría en capital semilla de emprendimientos de porte medio y base asociativa de la economía popular y en fases ulteriores de consolidación. También asignaría recursos a entidades locales que financien capital de operación. 

El costo del Fideicomiso sería modesto ya que su operación se apoyaría en el accionar de las desarrolladoras y utilizaría infraestructura estatal existente.

Asistencia de excelencia para la economía popular

Fideicomisos especializados en economía popular constituyen una condición necesaria pero no suficiente para movilizar las potencialidades de la economía popular. También es necesario contar con equipos capaces de identificar oportunidades promisorias que nuevos o existentes emprendimientos de base popular pudieran aprovechar. No sirve mantener arrinconada a la economía popular en actividades productivas de subsistencia o de muy pobre perspectiva.

Una posibilidad sería establecer lo que denominamos desarrolladoras de la economía popular que contarían con un reducido equipo de buena experiencia en conformar y desarrollar emprendimientos de tamaño medio y base asociativa. Su trabajo incluiría prestar asistencia a esos emprendimientos en desarrollo comercial, tecnológico, laboral y de gestión procurando ampliar la escala de operación de modo de poder insertarse en promisorias cadenas de valor.

Con hambrunas que se extienden por todo el mundo es de la más alta prioridad apoyar a la economía popular para que incremente la producción de alimentos. Es posible hacerlo a muy corto plazo proveyendo tierras cercanas a centros poblados e insumos a pequeños productores asociados con cooperativas que acopien y comercialicen los alimentos en puntos de venta popular. Esto puede realizarse en cercanía de ciudades pequeñas, intermedias y grandes. Es una labor de emergencia humanitaria que si es bien realizada puede luego hacerse permanente. Mientras un fideicomiso puede aportar el financiamiento, las desarrolladoras ayudarían a desplegar con efectividad la puesta en marcha del operativo.  

Otra prioridad es sumar la economía popular al esfuerzo exportador y de sustitución de importaciones. La mediana escala de nuevos o existentes emprendimientos posibilitaría aprovechar nichos de mercados que las grandes empresas desconocen o no disponen de la capacidad para acceder y desarrollar. Para ello necesitarán del apoyo financiero y de asistencia de excelencia. La excelencia no tiene porqué acompañar sólo a las grandes empresas sino, adaptada a la mediana producción, debe estar en el corazón del accionar de las desarrolladoras que apoyan la economía popular.  

Más allá de estas mayúsculas prioridades, también existen oportunidades para servir el propio mercado en expansión de la economía popular. Son muchas y diversas por lo que sólo se enumeran algunas a modo de ejemplos: participar de acciones de planeamiento y desarrollo de asentamientos precarios, emprendimientos de software, laboratorios clínicos y centros de tomografía, cooperativas de reparto de productos, centros de cuidado de adultos mayores y niños, agencias para pagar facturas y transferir dinero.

El apoyo de las desarrolladoras en iniciativas específicas puede reforzarse acercando especialistas de entidades de ciencia y tecnología en desarrollo industrial, agropecuario y del conocimiento. Esta flexible estructura permitirá a las desarrolladoras operar con reducidos presupuestos que serían cubiertos en parte con sus honorarios y con aportes del fideicomiso nacional y de otros actores provinciales o municipalidades.  

Las desarrolladoras actuarían como brazos técnicos de las organizaciones populares que participarían de sus consejos directivos. Esa combinación de liderazgo existente en la economía popular y de especialistas que aportan su experiencia permite responder a la singularidad del desafío que se encara. El criterio organizador de estos emprendimientos de base popular no se reduce a solo maximizar su lucro sino, al mismo tiempo, favorecer sus comunidades. Esto implica una significativa diferenciación propositiva en contextos donde la solidaridad y el bien común son avasallados por culturas centradas en la codicia y el egoísmo. De ahí que las desarrolladoras deben estar conformadas por equipos que combinen experiencia en conducir unidades productivas y servir a sus comunidades.

En síntesis, puede comprenderse lo dificultoso que resulta para sectores agredidos y sumidos en la pobreza concebir y aprovechar oportunidades de trabajo en espacios promisorios. No se trata de ignorancia o falta de talento sino que, por las condiciones en las que viven, esas oportunidades resultan lejanas y difíciles de aprovechar. La economía popular reclama derechos y facilidades que posibiliten su plena integración al funcionamiento nacional. De ahí el requerimiento de una asistencia de excelencia, tanto por razones de justicia y equidad como porque en la economía popular anida una represada capacidad productiva y de desarrollar conocimiento y cultura. Si esas poblaciones accediesen a las mismas condiciones que dispone el resto de la sociedad, sumarían su aporte al desarrollo del país contribuyendo a reforzar el entendimiento social y la seguridad ciudadana. Queda claro que no sirven migajas que reproducen la miseria. Aquí se juega buena parte del futuro de nuestros países.

 

(*) Roberto Sansón Mizrahi. Economista, planificador regional y urbano, consultor, dirigió empresas, autor de Un país para todos, Crisis global: ajuste o transformación, Democracias capturadas y otros libros, Co-Editor de Opinión Sur www.opinionsur.org.ar


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