bitacora
ESPACIO PARA PUBLICIDAD
 
 

6.6.22

Suecia y Finlandia solicitan el ingreso en la OTAN. Dossier

imagen

Finlandia y Suecia entrarán en la OTAN a costa de todo

Anatol Lieven

La protección no la necesitan, pero será el clavo en el ataúd de la autonomía europea y de cualquier relación futura con Rusia.

Hay una ironía triste y bastante patética en la esperada solicitud de Finlandia y Suecia para ingresar en la OTAN.

La Unión Soviética fue, a lo largo de la Guerra Fría, una superpotencia militar, ocupaba la mayor parte de Europa central, sus tropas estaban estacionadas en el corazón de Alemania y el comunismo soviético -al menos durante un tiempo- dio la impresión de que entrañaba una verdadera amenaza para la democracia capitalista occidental. Sin embargo, a lo largo de esas décadas, Finlandia y Suecia permanecieron oficialmente neutrales.

En el caso de Finlandia, la neutralidad fue una condición del tratado con Moscú que puso fin a las guerras con la URSS. En el caso de Suecia, digamos que había grandes ventajas prácticas al estar en efecto bajo el paraguas de seguridad de los Estados Unidos sin tener que hacer ninguna contribución al mismo ni correr ningún riesgo por ello. También había grandes ventajas psicológicas en disfrutar de esta protección de facto de Estados Unidos, mientras se disponía de libertad para exhibir en cada oportunidad la supuesta superioridad moral de Suecia frente a la Norteamérica imperialista y racista.

Desde el final de la Guerra Fría, Rusia se retiró mil millas hacia el este mientras la OTAN y la UE se expandían enormemente. Hoy, las fuerzas terrestres rusas están demostrando en Ucrania que no puede suponer una amenaza seria para la OTAN o para Escandinavia. Tampoco lo suponían antes. Para llegar a Suecia, Rusia tendría que cruzar Finlandia o el Mar Báltico. Y ni durante ni después de la Guerra Fría amenazó nunca Moscú a Finlandia. La Unión Soviética respetó estrictamente los términos de su tratado con Finlandia. Hasta se retiró de una base militar en la que, según el tratado, podría haberse mantenido durante otros cuarenta años. 

Una de las razones fue que, al igual que Ucrania (pero en marcado contraste con Suecia), la heroica lucha de Finlandia contra el ejército soviético había convencido a Moscú de que Finlandia era un hueso demasiado duro de roer. Todavía continúa siendo así, y lo seguiría siendo sin la entrada en la OTAN, porque -una vez más, como en el caso de Ucrania- los finlandeses están decididos a defender su país. 

 No había razón alguna para pensar que Rusia iba a cambiar esta política y atacar a Finlandia. Mientras que -por mucho que se condene la invasión rusa de Ucrania y las atrocidades que la acompañan- las razones por las que Moscú la atacó son evidentes. Desde que comenzó la expansión de la OTAN en la década de 1990, tanto los funcionarios rusos como una sucesión de expertos occidentales -incluidos tres ex embajadores de Estados Unidos en Moscú y el actual jefe de la CIA- han estado advirtiendo de que la perspectiva de que Ucrania se uniera a una alianza antirrusa era probable que desencadenara una guerra.

Por tanto, la adhesión de Suecia y Finlandia a la OTAN es innecesaria para su seguridad. Ellos, por su parte, no aportan nada a la OTAN. Si -Dios no lo quiera- la guerra en Ucrania provoca una escalada bélica entre Estados Unidos y Rusia, estarán en todo caso en los márgenes. En cuanto a los compromisos de la OTAN fuera de Europa, una de las razones por las que los miembros europeos de la OTAN han abrazado con tanto entusiasmo el nuevo enfrentamiento con Rusia es que les proporciona una excusa para evitar el envío de tropas a cualquier zona (como África occidental) donde realmente podrían tener que luchar y morir, y donde la amenaza del extremismo islamista y la migración masiva crean amenazas reales para la seguridad interna europea y escandinava. 

Al ingresar en la OTAN, Finlandia está tirando por la borda cualquier remota posibilidad de desempeñar un papel de mediación entre Rusia y Occidente, no sólo para ayudar a poner fin a la guerra en Ucrania, sino para promover en algún momento del futuro una reconciliación más amplia. En cambio, Finlandia terminará de construir el último tramo de una nueva frontera de la Guerra Fría a través de Europa, que probablemente dure más que cualquier tipo de régimen que pueda suceder finalmente al de Putin en Rusia. 

También puede considerarse que la adhesión de Finlandia y Suecia a la OTAN marca el momento simbólico en el que los países europeos en su conjunto abandonaron cualquier sueño de asumir la responsabilidad de su propio continente y se resignaron a depender completamente de Washington. Sin embargo, (como ocurrió con Suecia durante la Guerra Fría) esta dependencia quedará sin duda enmascarada por los impotentes lloriqueos y gruñidos europeos cuando un nuevo presidente al estilo de Trump se olvide de la delgada simulación requerida de cortesía y consulta.

Al final de un artículo de opinión del Financial Times repleto de sentimientos amargamente antirrusos (basados en parte en una comprensión de los hechos extrema y quizás intencionadamente pobre), el ex primer ministro finlandés Alexander Stubb escribió:

"La seguridad no es un juego de suma cero. Espero que el régimen ruso también lo entienda algún día. Esto nos permitirá restablecer las buenas relaciones con Rusia. Mientras tanto, ayudaremos a maximizar la seguridad en Europa mediante la adhesión a la OTAN. No va contra nadie, sino en nuestro favor. De todos nosotros".

Se trata de la misma hipocresía autocomplaciente que ha caracterizado la política de Occidente hacia Rusia y la de los Estados Unidos hacia la mayor parte del mundo. Desde el final de la Guerra Fría, la política de los Estados Unidos y de la OTAN con respecto a Rusia ha sido, de hecho, abrumadoramente de suma cero, y los países europeos se han mantenido obedientemente detrás. Finlandia se unirá ahora a este séquito renqueante y zarrapastroso. Es poco probable que se restablezcan las buenas relaciones con Rusia, sea cual sea el régimen que llegue al poder en Moscú. 

Por otra parte, la completa expulsión de Rusia de las estructuras europeas -que fue durante tanto tiempo objetivo claro de los Estados Unidos y la OTAN- puede, a largo plazo, hacer que Rusia dependa completamente de China desde el punto de vista estratégico, y llevar a la superpotencia china hasta las mismas fronteras orientales de Europa. Sería esa una recompensa irónica pero no inmerecida de la fatuidad estratégica europea. Si no fuera uno europeo, podría encontrarlo hasta divertido.

Responsible Statecraft, 13 de mayo de 2021

 

La adhesión de Suecia a la OTAN: "La neutralidad es una seña de identidad sueca"

André Filler

Este miércoles 18 de mayo, ha presentado Suecia, tras varias semanas de reflexión, una solicitud de ingreso en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), dirigida a su secretario general, Jens Stoltenberg.

Una solicitud que no será, sin duda, del agrado de Vladimir Putin. La solicitud se presentó conjuntamente con Finlandia, que comparte fronteras con Rusia. Si bien estos dos países nórdicos actúan conjuntamente, el modo de pensar que lleva a esta petición es muy distinto.

Jens Stoltenberg ha saludado "el momento histórico en un periodo crucial para nuestra seguridad". Al unirse a esta organización militar, los dos países nórdicos tendrán la seguridad de ser defendidos militarmente por los otros 30 países miembros en caso de ataque a su territorio. Una ruptura con la posición de neutralidad mantenida durante décadas. André Filler, profesor de la Universidad de París 8 y especialista en geopolítica, nos lo explica, en declaraciones recogidas por Vincent Geny para el semanario francés Marianne. 

¿Por qué no había solicitado nunca Suecia el ingreso en la OTAN?

Suecia ocupa un lugar especial en el concierto de las naciones europeas. Su último conflicto armado fue el que libró con Noruega en 1814. Durante siglos, Suecia fue una gran potencia marítima, estatus que perdió tras la Gran Guerra del Norte a principios del siglo XVIII. La sociedad era muy rural, con un territorio casi insular y una densidad de población muy reducida. Ya no deseaba librar más guerras.

En 1904, el país corrió el riesgo de caer en un nuevo conflicto. Noruega quiso disolver la unión con Suecia. Al final, la unión terminó de forma pacífica. Noruega dispone de su propio rey, parlamento y gobierno. Suecia lo acepta. Esta resolución no violenta reforzó la creencia de las clases políticas suecas, tanto de izquierdas como de derechas, de que las cosas podían resolverse por medios distintos a las armas. A partir de entonces, adoptó una posición de no alineamiento y de rechazo a la beligerancia.

¿Una estrategia que ha dado sus frutos?

Suecia no estableció ninguna alianza durante la Primera Guerra Mundial. Reafirmó su neutralidad en el Congreso de Versalles y la mantuvo cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. A pesar de algunas trabas esporádicas, las autoridades permitieron a las tropas alemanas circular hacia la Noruega ocupada. Suecia fue el único país del norte de Europa que no se vio invadido, ni por los alemanes ni por los soviéticos.

Entonces, ¿la neutralidad es fundamental?

Sí, incluso está anclada en la Constitución. Con el tiempo, se ha convertido casi en una base de la identidad del país. Ser sueco es ser, por defecto, neutral. Como un árbitro por encima de los agresores y los agredidos. El hecho de que nunca hayan sufrido una ocupación refuerza esta idea. A principios de la década de 2000, el concepto cambió con el principio de "neutralidad activa". Si los intereses vitales del país se vieran alguna vez en peligro, Suecia podría intervenir, incluso militarmente. Este cambio de opinión se dirige principalmente a los países bálticos, en los que el reino ha realizado grandes inversiones.

Así que ¿es muy diferente la situación de la de Finlandia, que también ha sido siempre neutral?

La neutralidad finlandesa fue impuesta por Stalin. El país estuvo bajo dominio ruso durante un siglo y obtuvo su independencia tras una guerra contra los soviéticos en 1939. Finlandia comparte asimismo más de mil kilómetros de fronteras, entonces con la URSS, pero ahora con Rusia. A diferencia de Suecia, la neutralidad finlandesa no es consubstancial a una expresión plebiscitaria de la nación, sino más bien el resultado del equilibrio geopolítico de poder de la época.

¿Por qué la guerra en Ucrania mueve las líneas suecas? El país no comparte fronteras con Rusia.

Pero si Finlandia entra en la OTAN, Suecia será el único país escandinavo que no lo haga. Existe un cierto paralelismo entre los cuatro países nórdicos. Todos ellos se apoyan en la socialdemocracia y en el Estado del bienestar. Esto les une profundamente. Suecia valora estos lazos casi fraternales con sus vecinos.

También hay razones más estratégicas para solicitar la adhesión. Las islas suecas de Gotland están a sólo unos cientos de kilómetros de la región de Kaliningrado. En caso de un posible conflicto, este territorio podría verse invadido por los rusos. Al unirse a la OTAN, esta posibilidad desaparece.

¿Cómo ve la población esta ruptura con la postura tradicional de neutralidad?

El tema es muy discutido, pero a la sueca. La prensa no escribe editoriales contundentes sobre el tema. Todos los artículos ofrecen los pros y los contras. Como un ensayo de filosofía con tesis, antítesis y una síntesis al final. Los suecos, por su parte, están pendientes de lo que ocurre en Ucrania y van evolucionando en la cuestión de la adhesión a la OTAN. Curiosamente, las personas mayores que han conocido la URSS y tienen arraigada esa visión de neutralidad identitaria son más proclives a unirse a la OTAN. La medida es relativamente impopular entre los jóvenes que están conectados y votan a la izquierda. No sé cómo interpretar esto. Una cosa es segura: la decisión del gobierno de no celebrar un referéndum va a crispar a la población. Están muy apegados a este modo de expresión, especialmente para un tema tan importante.

¿Y políticamente? ¿Hay consenso?

Los Verdes y la izquierda de la izquierda, el equivalente a Mélenchon en Suecia, están en contra del ingreso en la OTAN. Lo ven como una maniobra belicista. También piensan que equivale a una militarización del país, que perdería así su identidad. Estos partidos temen también la subordinación a la potencia hegemónica estadounidense.

Por otro lado, las demás partes están de acuerdo en la adhesión. Han expuesto su deseo de protegerse a sí mismos y de incorporar a la OTAN un bloque finlandés-sueco que aporte un espíritu de pacificación que contrarreste la belicosidad anglosajona. El "lobby" militar de Suecia también está presionando para entrar en la OTAN. Sería una forma de incorporar la industria militar sueca a la Alianza y de aumentar el número de pedidos de armamento. Es un sector muy importante de la economía sueca.

Marianne, 18 de mayo de 2022

 

Entrevista al general Leonardo Tricarico: «Las preocupaciones de Finlandia y Suecia son infundadas para su adhesión a la OTAN»

Leonardo Tricarico

Antiguo mando militar de la OTAN, el general italiano Leonardo Tricarico, desaprueba la solicitud de Finlandia y de Suecia de unirse a la Alianza Atlántica tras la invasión rusa de Ucrania. En su opinión, la organización tiene parte de responsabilidad en la situación actual, y las futuras provocaciones y ampliaciones sólo pueden desestabilizar aún más la región.

Tres meses después de la invasión de Ucrania, Finlandia y Suecia han decidido renunciar a su neutralidad histórica y entrar en la OTAN. Al parecer, Suiza también está considerando la posibilidad de adherirse. La Alianza Atlántica, que está a punto de hacer un estupendo negocio con los ejércitos bien preparados y equipados de los dos países nórdicos, desea acelerar el procedimiento de adhesión.

Pero esta decisión deja perplejos a muchos observadores, especialmente en los países miembros de la Alianza. El general [retirado] Leonardo Tricarico, que fue vicecomandante de la fuerza multinacional durante la guerra de los Balcanes, y asesor militar de tres presidentes de gobierno italianos [Massimo D'Alema, Giuliano Amato y Silvio Berlusconi], se explaya sobre este particular. Le entrevista Ariel F. Dumont, del semanario francés Marianne.

Usted está en contra de que Finlandia y Suecia ingresen en la OTAN. ¿Por qué?

El objetivo común consiste hoy en lograr un acuerdo de alto el fuego entre Ucrania y Rusia, ya que parece que la paz resulta imposible en este momento. No echemos leña al fuego, evitemos provocaciones innecesarias. Las preocupaciones de Finlandia y Suecia tras la invasión de Ucrania, las que justificarían sus solicitudes de adhesión, son infundadas. Es muy poco probable que Rusia, que ya está empantanada en Ucrania y se enfrentará a graves problemas en las próximas décadas, decida abrir un nuevo frente contra Finlandia o Suecia.

¿Cómo va a reaccionar el Kremlin?

Un hombre sumido en la desesperación es capaz de cualquier cosa, especialmente cuando se trata de un líder acostumbrado a gobernar de forma arbitraria y autoritaria. Todo el mundo sabía que a Putin no le iba a "gustar" la decisión de estos dos países nórdicos. ¿Qué va a hacer? Buena pregunta, porque hasta ahora nadie ha sido capaz de predecir sus reacciones. Putin es un personaje impenetrable y complejo. Podría sentir que está perdiendo poder y reaccionar. Tiene una soga alrededor del cuello que se va cerrando. Si queremos tener éxito en la negociación de un acuerdo con él sobre Ucrania, debemos evitar las provocaciones y cosas inútiles como la ampliación de la OTAN, que corre el riesgo de desestabilizar la región más adelante, en lugar de aumentar la seguridad.

La OTAN desea un procedimiento acelerado para la adhesión de Suecia y Finlandia. ¿Qué responde usted a ello?

A menudo se eluden las normas cuando deberían respetarse. Finlandia y Suecia son un buen negocio para la OTAN. Son democracias, sus ejércitos están bien preparados y perfectamente equipados, dos condiciones importantes que pueden explicar una aceleración del proceso de adhesión porque se corresponden con los criterios establecidos por la OTAN para las solicitudes de ingreso.

Sin embargo, los plazos de aceptación también dependen de los parlamentos de los miembros de esta organización, que deben ratificar las solicitudes. Espero que los parlamentos, o al menos algunas de las asambleas de los países miembros, cuestionen la verdadera utilidad de esta operación, que demuestra una total falta de responsabilidad por parte de los reclutadores, es decir, la OTAN.

Habla usted de responsabilidad. ¿Cree que las maniobras militares iniciadas por la OTAN hace unos días en los países bálticos son una provocación?

¡Totalmente, es otra provocación, cuando habría que contribuir a la calma! Estos ejercicios militares podrían haberse organizado en otro lugar y otro momento. Me recuerda a las palabras pronunciadas por el Papa Francisco a principios de mayo, cuando mencionó los ladridos de la OTAN a las puertas de Rusia. Y al final, Putin reaccionará. La OTAN tiene su parte de responsabilidad en la guerra entre Rusia y Ucrania. En los últimos años, la organización ha cristalizado en los países del Este. También se ha embarcado en una amplia operación de mercadotecnia para reclutar nuevos miembros.

Desde el punto de vista militar, ¿cree que Rusia está perdiendo la guerra?

En los últimos años, el ejército ruso ha sido muy sobrevalorado. Además, es la primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial que Rusia se embarca en una operación militar de esta envergadura y con tan pocos recursos.

La posición militar de Rusia ha mostrado signos de erosión en Ucrania y la forma en que se han llevado a cabo las maniobras ha puesto de manifiesto las debilidades del ejército ruso desde el punto de vista tecnológico y militar. El equipamiento militar es obsoleto, la doctrina para el recurso a las fuerzas armadas no ha estado a la altura. En resumen, Rusia ha fracasado en todos los frentes y esto se ha convertido en un asunto de dominio público. Así que puedo decir que Rusia no representa una amenaza para los países occidentales.

En las últimas semanas se ha planteado con frecuencia la cuestión de Transnistria. ¿Tiene usted la impresión de que Putin podría considerar una nueva operación militar?

Tengo la impresión de que Vladimir Putin quiere reclamar la región del Donbás y que probablemente habrá una tregua para encontrar una solución. La alternativa es el fin de Rusia, que es lo que desean los Estados Unidos. Quieren llegar al fondo del asunto y deshacerse de lo que consideran un problema. Putin sabe que una derrota militar significaría probablemente su caída y no puede enfrentarse a esa hipótesis.

¿Deben aumentarse los suministros militares para que los ucranianos puedan defenderse ? ¿Qué tipo de armas pesadas deben entregarse?

Los ucranianos quieren recuperar el control de todo su territorio y liberarse de la presencia rusa. No hay límites, tenemos que entregar todo el armamento posible, todo lo que tenemos en la tienda. También tenemos que darles información, lo más preciado en tiempos de guerra, pero no es fácil. También hay que entrenarles, cosa que ya hacen los Estados Unidos y el Reino Unido.

¿Puede Europa contribuir a un acuerdo de paz o al menos a un alto el fuego que permita una solución provisional?

Europa debe hacer valer su papel frente a los países que quieren llegar al fondo de las cosas, y pienso en particular en los Estados Unidos. Mario Draghi se reunió recientemente con Joe Biden y creo que intentó hacerle entender que tiene que cambiar su objetivo. Emmanuel Macron representa al país más importante de la Unión Europea, también es actualmente el portavoz de la Unión Europea (UE), desde que Francia tomó las riendas del Consejo de la UE el pasado enero.

Debemos evitar la dispersión y los discursos múltiples, la Unión Europea debe mostrar unidad, cohesión y tener una sola voz. Esto significa que sólo Emmanuel Macron y Charles Michel pueden expresar la posición de la Unión Europea. Algunos estados miembros no comparten esta visión. La alternativa estriba en formar una coalición de países dispuestos a encontrar una solución. Tenemos que reunirnos con Joe Biden y convencerle de que hay que negociar por el bien de las relaciones entre el Viejo Continente y Estados Unidos. Al mismo tiempo, hay que hablar con Vladimir Putin, escucharle y llegar a algún tipo de acuerdo.

Teniendo esto en cuenta, ¿deberíamos considerar no acelerar el proceso de adhesión de Finlandia y Suecia a la OTAN?

Todas las hipótesis son posibles. Turquía ya ha dicho que no va a "ceder" en sus adhesiones. Pero no creo que haya un verdadero deseo de paz en este momento. Así que vamos a centrarnos en la posibilidad de un alto el fuego, una tregua para iniciar las negociaciones sobre la cuestión del Donbás. Encontrar una fórmula diplomática para ofrecer garantías de protección a la población rusa en esta región y, al mismo tiempo, garantizar la integridad territorial de Ucrania.

Marianne, 18 de mayo de 2022

 

(*) Anatol Lieven, periodista y analista británico de asuntos internacionales, es profesor visitante del King´s College, de Londres, miembro del Quincy Institute for Responsible Statecraft y autor de "Ukraine and Russia: A Fraternal Rivalry". Formado en la Universidad de Cambridge, en los años 80 cubrió para el diario londinense Financial Times la actualidad de Afganistán y Pakistán, y para The Times los sucesos de Rumanía y Checoslovaquia en 1989, además de informar sobre la guerra en Chechenia entre 1994 y 1996. Trabajó también para el International Institute of Strategic Studies y la BBC.

(*) André Filler, profesor universitario en París 8 y miembro del Institut Français de Géopolitique, es especialista en el mundo báltico, la Rusia imperial, la URSS y el espacio postsoviético.

(*) Leonardo Tricarico general retirado de la fuerza aérea italiana (la Aeronautica Militare), de la que fue jefe de Estado Mayor entre 2004 y 2006.

Fuente: Varios

Traducción: Lucas Antón


Atrás

 

 

 
Imprimir
Atrás

Agrandar texto

Achicar texto

linea separadora
rss RSS