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cartas de lectores

De Hugo Podestá

No suelo coincidir con los puntos de vista que Ud. sostiene en los artículos bajo su firma, con la aclaración que mis discrepancias, cuando las hay, son desde el mismo lado de la calle y no son hoy el motivo de ésta.

Montevideo, septiembre 9 de 2004

Sr. Secretario de Redacción de Bitácora
Sr. Carlos Santiago

Soy suscriptor de la República y leo con interés el suplemento Bitácora.

No suelo coincidir con los puntos de vista que Ud. sostiene en los artículos bajo su firma, con la aclaración que mis discrepancias, cuando las hay, son desde el mismo lado de la calle y no son hoy el motivo de ésta.

Quiero referirme al artículo que publica hoy sobre Medios y Libertad de Prensa, con el cual tengo la satisfacción de coincidir en lo fundamental, cosa que no alcanzaría para que le escribiera.

Resulta que me trajo a colación una preocupación permanente en mi, asunto sobre el que Ud. escribe y opina, que es el poder y cierto grado de impunidad que tienen, se autoadjudican y defienden, todos los agentes de la comunicación.

Opino que si bien no es posible poner en la misma bolsa a un periodista o locutor de un medio junto a los propietarios o gerentes, de todos modos el conjunto se potencia cuando se trata de pasar una línea entre los actores de los medios y el resto de los ciudadanos.

He hecho política durante muchos años, he trabajado algunos en una prestigiosa radioemisora, y tengo relación con algunos actores del quehacer comunicacional, de todo lo cual, y sin ningún rigor técnico ni estadístico, percibo una especie de relacionamiento triangular entre poder político/económico propietarios de medios periodistas - poder político/ económico, quedando fuera el conjunto de la ciudadanía y como simple receptor del mensaje mediatizado por esas relaciones.

Hemos asistido últimamente a denuncias, ciertas o no, sobre diversos tópicos desde la práctica de la medicina a la venta de libretas de conducir truchas, que muestran el enorme poder de los medios frente a un ciudadano común y la imposibilidad de volver las cosas atrás cuando el medio se equivocó o simplemente fue ligero al lesionar a personas.

Parecería que la historia ha desarrollado mejores sistemas para proteger al ciudadano de los excesos del Estado que de los excesos de los medios, en una actitud filosófica que sobreentiende que los medios son libres, bienintencionados y de acceso democrático, cuando es notorio que es mucho más democrático el acceso a los instrumentos del Estado que a los de la comunicación.

Como estoy en mi casa en reposo absoluto por culpa de una afección lumbar, pude darme el gusto de hacerle llegar mis reflexiones sobre este asunto, cosa que con la vorágine del trabajo es imposible, pues muchas veces tengo el impulso de hacerlo y no aparece el tiempo.

Agradezco por el tiempo que esta vez le tome y le saludo con la mayor consideración

Hugo Podestá
CI 1.043.665-1


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