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24.1.22

Sobre la historia de la lucha armada. Entrevista a Emilio López Adán “Beltza” (I)

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Por Emilio López Adán "Beltza" (*)

Emilio López Adán, Beltza, nació en Gasteiz el año 1946. Comenzó joven a militar en ETA y con 20 años ya tenía responsabilidades en la organización. También fue miembro de la dirección y fue juzgado en rebeldía en el Proceso de Burgos. Dejó la organización a mediados de los a&ntild

Emilio López Adán, Beltza, nació en Gasteiz el año 1946. Comenzó joven a militar en ETA y con 20 años ya tenía responsabilidades en la organización. También fue miembro de la dirección y fue juzgado en rebeldía en el Proceso de Burgos. Dejó la organización a mediados de los años 70. Después de huir de Euskal Herria, acabó en Bruselas los estudios de medicina y desde entonces ha vivido en Angelu (Lapurdi, País Vasco Norte) dedicado profesionalmente a la ginecología. Ha publicado numerosos libros, analizando principalmente el punto de vista del nacionalismo vasco y de clase y también es autor de centenares de artículos publicados en la prensa vasca, muchos de ellos en ARGIA.

El 3 de marzo presentó en Baiona (Lapurdi, País Vasco Norte) su trabajo Historia de la lucha armada en el País Vasco. 1967-2011, basado en la investigación de las víctimas mortales del conflicto vasco a lo largo de 60 años. En realidad son 3 volúmenes que analizan este periodo tan extenso dividido en 3 épocas: la primera indaga en el intervalo que va de 1967 a 1980; la segunda de 1981 a 1990; y la tercerea de 1991 a 2011. Con un posicionamiento libertario, próximo a principios de los 80 a los Comando Autónomos Anticapitalistas, se ha mostrado muy crítico con la actividad armada de ETA de las últimas 3 o 4 décadas. También ha sido militante de Abertzaleen Batasuna. Con este trabajo colosal, el autor lleva a cabo una investigación detallada de la lucha armada, analizando el pasado con espíritu crítico y reivindicando, a la vez, la dignidad de la lucha armada y de todos los militantes que la han practicado.

¿Qué fuentes has utilizado?

Primero de todo, he hecho un listado cronológico de los muertos provocados por los grupos armados y por los estados. Después, en cada caso he utilizado los siguientes: textos de la época, lo que decían los medios, las explicaciones dadas por las organizaciones armadas y los estados y las resoluciones judiciales. Además, también han aparecido investigaciones posteriores sobre los hechos acaecidos y la ficción también está presente. En la medida que he podido, también he recogido las declaraciones de los testigos de los hechos; yo mismo he entrevistado a muchos de los protagonistas.

Con las fuentes hay que ir con cuidado, porque cuando las organizaciones armadas o los estados se hacen responsables de unos hechos, no se puede pensar que dicen la verdad al cien por cien, ya que son parte interesada. Si la justicia fuese imparcial, las resoluciones judiciales recogerían la verdad, pero en lo que respecta a Euskal Herria, la justicia ha sido absolutamente parcial y agresiva y en ocasiones han tergiversado la verdad movidos por un deseo de venganza. Muchos de los trabajos de investigación posteriores han tenido un objetivo político y con frecuencia han provocado confusión y manipulación. Y con los testimonios también hay dificultades, porque la memoria no es la de los hechos de la época, sino una elaboración que se lleva a cabo con posterioridad con el objetivo de dar un significado a la vida que uno ha vivido. Teniendo en cuenta todo ello, yo ofrezco mi interpretación.

Dices que todas las investigaciones tienen sus propios objetivos y que hay debemos ser precavidos y tenerlos en cuenta. ¿Cuáles son tus objetivos?

No puedo negarlo, yo también tengo mis objetivos y el resultado está condicionado por mi historia personal y mis ideas. La mía no es una historia que se escribe desde la Torre de Marfil, es una historia implicada. Pero dicho ésto, he ofrecido al lector todo el material mencionado, investido de un espíritu crítico, diciendo qué es cada cosa, para que tenga la oportunidad de hacer su propia lectura.

Si atendemos a los objetivos, pienso que hay dos cuestiones a combatir. La primera, la condena sistemática de la violencia y la segunda, es deseo de venganza. Quiero combatir ambas. Hoy el Estado quiere decidir qué ha pasado y proclama que la violencia no es lícita para cambiar el sistema actual. Ha difundido de manera eficaz esta idea: que para modificar el estatus político nunca es legítimo utilizar la violencia. En definitiva, la conclusión del Estado es la siguiente: siempre está mal asociar la voluntad de llevar a cabo la revolución y la lucha armada, por principio. La violencia es ilegítima, siempre conlleva un sufrimiento innecesario y al final, en caso de resultar victoriosa, siempre será peor. Sin embargo, esa es una posición política, es cuestionable y para mí es falsa, es una idea extendida para defender los intereses de las clases dominantes y del estado. ¿Qué le exigen estos universitarios a la investigación? ¿La verdad sobre lo sucedido? No. Necesitan nombres para condenarlos y vengarse.

Verdad y reparación, son conceptos muy utilizados en los conflictos.

Han sacado teorías muy extrañas sobre las víctimas, necesitan saber quiénes son los autores, principalmente para castigarlos debidamente. Pero mucha gente niega que para la reparación de las víctimas sea necesario el castigo. Todas la víctimas desean saber qué es lo que ha pasado, pero el deseo de venganza es un posicionamiento político que utiliza el Estado. Y en la actualidad esta postura constituye un obstáculo para el esclarecimiento de la verdad. El 30% de las acciones de ETA permanecen todavía sin esclarecerse, pero el Estado no promueve que se puedan aclarar, por ejemplo, con una ley de amnistía que aportaría luz sobre los hechos. La amnistía facilitaría hablar y dar reparación a las víctimas. Pero si dices que necesitas saber, por ejemplo, quien mató a Pertur [Eduardo Moreno Bergaretxe] y que después pasará 25 años en prisión, estás bloqueando el esclarecimiento de los hechos. Les importa muy poco aclarar los hechos.

También has mencionado un segundo objetivo del trabajo.

Relacionado con la famosa reconciliación. ¿Cuál es el objetivo? ¿Decir que todos son víctimas? También los presos de ETA y por tanto, ¿tienen derecho a la reparación? No es posible. El conflicto existe. Todavía no se ha corregido, no ha curado. La Historia no puede obviar los motivos políticos y sociales del conflicto en nombre de la reconciliación porque entonces estás impidiendo conocer los verdaderos motivos de la confrontación, tanto los móviles de los autores como su dignidad. Mi objetivo principal es recordar cuales fueron las acciones, las razones políticas de la época que las motivaron y cuál fue la conciencia y la interpretación de los protagonistas en aquel momento, para volver a reivindicar la dignidad de aquella gente. Aquella gente luchó por la libertad. ¿Que cometieron equivocaciones? Nuestra tarea es aclara los errores y explicar por qué se equivocaron, pero reivindicando de nuevo su dignidad como activistas.

Vayamos a la terminología utilizada: al principio acción, después atentado, más tarde terrorismo... ¿Por qué escoges cada uno de ellos?

Ha sido complejo. Por ejemplo, algunos investigadores de la UPV utilizan sistemáticamente "terrorista" y si es posibles "sanguinario", "cobarde", y siempre "asesinato". No son elecciones inocentes. Por contra, en los textos de la izquierda abertzale todo son "acciones" y "militantes" y nunca se utilizarán términos desagradables para calificar una acción de ETA. Como signo de respeto, he utilizado la terminología militante de la izquierda abertzale: la mayoría de las veces digo "acción" y no "atentado", "muerte" y no "asesinato" o "ejecución"... Pero no siempre, en ocasiones concretas la elección ha sido otra, sobre todo porque demasiadas se han realizado sin respetar las convenciones de la ética revolucionaria tradicional: matar personas no implicadas en la represión, sin defensa, rematar heridos... o está aceptado, pero se ha hecho. Por lo tanto, en mi opinión, en el libro hay una mención crítica a aquello que en cuestiones de estrategia se ha hecho mal.

También analizas hacia quien va dirigida la violencia y realizas una clasificación a partir de este aspecto: implicación directa, indirecta... y rechazas el término "víctima".

Matar a alguien es una cosa muy dura y por ejemplo, si se hacía mediante un coche-bomba, era duro ver cómo un cadáver quedaba hecho pedazos, aquí una mano, allí una pierna... Al fin y al cabo, todos los muertos son víctimas de una acción física. Debido a esta característica común, ¿es adecuado este concepto, el de víctima física, para entender acciones con un contenido diferente u opuesto como son la lucha política o la lucha social por la libertad y la represión del Estado?

No es adecuado. Si la investigación se centra en las víctimas, toda la historia no es sino una historia obscena de violencia, brutalidad y sangre. Desde este prisma, ¿qué sentido tiene la guerra contra los nazis, la lucha de los republicanos durante la Guerra Civil o, entre otros, la Revolución Francesa? En cualquier conflicto se podría decir que la gente ha sufrido terriblemente en todos los bandos, o que "ha habido víctimas en ambas partes", "no ha valido la pena"... Des de este punto de vista, quizá se podría decir que la historia del mundo y su gente no valían la pena... pero cuando ha ocurrido alguna cosa, si tiene un sentido, debes buscarlo más allá de la realidad de las víctimas físicas.

Eso no quiere decir que muestre ningún respeto hacia las víctimas, es bueno entender cómo han sufrido. el siguiente ejemplo también podría servir para entender lo que estoy explicando. La mayor asociación de víctimas del mundo es la de los estadounidenses muertos o heridos en la Guerra del Vietnam y son auténticas víctimas, pero resulta inútil intentar explicarlas desde el punto de vista de la lucha contra el colonialismo, en favor de las libertades nacionales o la lucha de la revolución comunista. Analizar todo ello desde la realidad física no nos da ningún resultado, es una absoluta estupidez. ¿Tiene sentido hoy luchar por la libertad? Sí, lo tiene, y por eso debo ir más allá de las víctimas.

¿Podrías explicar en base a qué has establecido las categorías de los muertos?

Sin duda es un tema controvertido. Por lo que respecta a las acciones de los grupos armados, el criterio principal ha sido si la víctima estaba o no implicada en la represión. Si el muerto es un implicado y ha muerto en combate, eso tiene un sentido. En cuanto a las víctimas sin implicación, algunos dirían "víctimas inocentes". Entonces, ¿hay víctimas culpables? Siempre se ha dicho cuenta gente pobre ha entrado en la guardia civil porque no le quedaba más remedio, pero una vez se implican en la represión, están implicados.

Otras investigaciones analizan la "selectividad del atentado". A mí me ha parecido, en relación a la ética revolucionaria y la estrategia, que las acciones contra los implicados en la represión tienen un significado especial en la lógica y la estrategia de la lucha de liberación; y que, por contra, en las acciones contra los no implicados o cuando las víctimas colaterales ocurren constantemente y de manera consentida, el significado es otro.

La cuestión de los nombres también está presente. Mencionas muchos nombres, cuando todavía el dolor está presente, los procesos judiciales abiertos... No tienes miedo de las consecuencias que podría tener?

Es una cuestión delicada, sí. He hecho leer a mucha gente lo que he escrito y he recogido la opinión de antiguos militantes y también de aquellos que todavía hoy se consideran militantes. Se mencionan los nombres por una razón: si no asociamos las evoluciones que se dan en las organizaciones armadas con nombres no hay forma de entender hacia dónde vas. Se puede entender mejor con algunos ejemplos, el porqué de los nombres. Si nos preguntamos "¿quién tomó la decisión de utilizar coches-bomba?" y la respuesta es "ETA". O "¿quién estaba contra aquello en ETA?" y la respuesta es "algunos de ETA"... así no hay forma de saber lo que pasó.

Durante toda la historia de la organización, la gente entró en ETA para luchar por la libertad, la liberación nacional y la revolución social. En consecuencia, los militantes han sufrido una terrible represión por parte del Estado y a la represión se responde con solidaridad y unidad. Esta unidad en los objetivos se ha mantenido hasta el último instante y por eso, para mí, también en los últimos años, durante la época en que se llevaban a cabo las mayores atrocidades, aquellos que entraban en ETA merecen todo el respeto, el mismo que los que entraban al principio, porque han tenido los mismos objetivos y han asumido el mismo compromiso.

Pero también ha habido rupturas: mucha gente no está de acuerdo con los coches-bomba, con la "socialización del sufrimiento" o cuando se ha ampliado las categorías de los objetivos para actuar en contra de mucha gente. En el seno de ETA muchos han dicho "esto no está bien" y además "esto nos perjudicará". Debates como este ya habían comenzado en la década de los 70 y la posturas eran contrapuestas. ¿Cómo se quiere comprender que era lo que pasaba sin relacionar aquellas posturas con personas concretas? No es posible. Si queremos entender nuestra historia necesitamos los nombres para poder hacer un seguimiento. Y quien lea el libro verá que los nombres se repiten... hasta que aparece Sortu. Algunos de aquellos nombres y algunas de aquellas corrientes de opinión aparecen antes de las negociaciones de Argel y continúan dentro de ETA todo el tiempo: lo que se conoce como "crítico dentro de un orden", con el objetivo de mantener la izquierda abertzale sin escisiones, pero preparado para dar el paso de acabar con la lucha armada algún día... Y estos pasos se dan en algunos momentos, en Argel, cuando se dio el Acuerdo de la Autovía de Leizaran, en la creación de Sortu... Y cuando los comparas dices... "ostras, en este debate hay una continuidad".

Comprender la historia, sí... pero la represión también está ahí.

Todos los nombres que salen en el libro son públicos, es decir, se han mencionado anteriormente en la prensa, en las resoluciones judiciales, las luchas o los recuerdos; si no es así, no se asocia ningún nombre a acción alguna. No le queremos dar ninguna opción a la represión y por eso lo ha leído tanta gente y al mismo tiempo que lo escribía, ellos también han sufrido. No es fácil leer según qué cosas. Es muy duro ver el nombre de una persona que conoces o respetas relacionado con una acción desagradable infame.

"No le queremos dar ninguna opción..." En ocasiones hables en plural. ¿Quiénes sois?

Antes de publicar el libro, se lo he dado a leer a diversas personas y me consta que se han llegado a reunir militantes de aquella época. Siempre les he dicho que si algo no estaba bien, se debía omitir, que no se podía admitir ninguna mentira. También me han llegado comentarios diciendo: "es verdad, pero quizá no conviene decirlo..." Estos han sido los más duros.

Por lo tanto, en esos casos la decisión ha sido tuya. Has dicho muchas cosas que no eran convenientes.

Algunas sí, otras no. Contaré un caso. Un antiguo militante muy respetado, Josu Urrutikoetxea, ha hecho unas declaraciones sobre las negociaciones de Ginebra [Berria, 16-12-2020] y dice lo siguiente: "Yo pensaba que tenía el apoyo de la dirección, pero en un momento dado comprendí que no era así". Y el periodista le pregunta - para eso estáis-: "y allí estaba Thierry... [Xabier Lopez Peña]"; y Urrutikoetxea contesta: "sí, Thierry".

En su momento no entendí aquel episodio de Ginebra, pero se entiende mejor con este dato: Urrutikoetxea fue con el visto bueno de una dirección -imaginamos que la dirección de Antza [Mikel Albisu]-, pero vino otra dirección y esta no veía con buenos ojos lo de Ginebra y por eso se rompió el diálogo. De esta manera resulta comprensible y menciona el nombre de Thierry. Por lo tanto, está pasando y por eso mismo es conveniente dar la información contrastada disponible.

Las cifras de muertos también están en discusión. La AVT da unas, ETA otras, el Gobierno Vasco también tiene las suyas, los trabajos universitarios... ¿Cuáles son tus cifras?

He analizado individualmente cada atentado aparecido en prensa, así como las acciones represivas más significativas y he utilizado mucho la técnica de los datos cruzados. He obtenido las siguientes cifras: los grupos armados vascos, en conjunto, han matado 842 personas. La ETAs "históricas" (ETA quinta, ETA militar (los milis o ETAm) y la Organización ETA que después ha perdurado, es decir, los Milis más los Bereziak [los Especiales], han matado unos 780. Los Comandos Autónomos 32 y ETA Político-militar (los polimilis o ETApm) 22. Está el problema de a quien asignar los muertos de los Bereziak, a ETApm o la Organización ETA; la ETA "histórica" solamente reconoce oficialmente 774;  Iparretarrak  niega algunos de manera sólida; la provocada por Iraultza fue involuntaria... Hay 10 o 20 muertes controvertidas, sin reivindicar o atribuidas a los servicios secretos, en definitiva, dudosas, la cuales se investigan en el libro caso por caso.

En total, ha habido alrededor de 1300 muertos, los que faltan provocados por las fuerzas de seguridad y los grupos paramilitares: aquí las cifras son muy diferentes según se emplee la relación directa o indirecta entra las acciones y los muertos. En nuestro trabajo les atribuimos unas 400, provisionalmente. Las cifras del Informe Foronda hecho por los universitarios y la mías se acercan bastante. En cambio, hay una gran diferencia con las aportadas por Covite y similares.

¿Por qué decides empezar la investigación en el año 1967? ETA surgió en 1959 y según Julen Madariaga, uno de los fundadores, en 1952, porque fue cuando nació EKIN, que en su opinión eran la misma cosa con diferente nombre.

Empiezo en 1967 por cuestiones de metodología, porque mi análisis está ligado a los muertos. Los primeros muertos fueron el guardia civil José Pardines y el militante Txabi Etxebarrieta, el 1968, y en el libro se explica cómo se llegó a aquella situación y los detalles de los hechos. No fue un atentado. Etxebarrieta pensaba que, si Pardines se daba cuenta de algo, lo atraparían y le sacarían información mediante tortura y le causaría un gran daño a la organización. En aquellos tiempos los liberados íbamos armados sobre todo por este motivo, no para matar policías, sino para protegernos y para no delatar a compañeros bajo tortura.

Las discusiones comienzan ya con aquella primera acción. Según cuentas en el libro, el militante que iba con él sugirió mucho tiempo después que Etxebarrieta no tenía ninguna necesidad de matar a Pardines.

Según los investigadores de la universidad, con aquella acción ETA dio inicio a la espiral acción-represión-acción, pero eso es falso, ETA no mató a Pardines para emprender aquella estrategia. Si vamos a las fuentes de información, es terrible ver como estos universitarios hacen una lectura así de esta muerte, no es comprensible si no es desde una voluntad ideológica, la cual pretende mostrar cómo de mezquinos eran los de ETA desde el principio. Utilizan las estructuras y los intereses para interpretar aquel hecho.

En aquella época Etxebarrieta, como otros militantes de base, había asumido que ponía en riesgo su vida y que un día, tarde o temprano, ETA llegaría a realizar acciones armadas mortales. Sí, lo de Pardines podría haber sucedido de otra forma, quien sabe, pero en aquella situación, por el motivo que he explicado anteriormente, Etxebarrieta no tenía muchas opciones para escoger.

Unos meses más tarde ETA mató a Melitón Manzanas. ¿Aquí sí que se puso en práctica la estrategia acción-represión-acción?

Aquella fue la primera acción que ETA llevó a cabo con voluntad de matar. Pero lo de la estrategia acción-represión-acción es una interpretación. Era una terminología que venía de antes, incorporada sobre todo por Zalbide [Jose Luis], pero no creo que aquel fuera el sentimiento impulsor. Con Manzanas la organización quería demostrar que la represión no era intocable, que los policías también eran vulnerables y que no podrían vivir siempre con aquella tremenda soberbia. Después de muerto Etxebarrieta, el pueblo se movilizó con fuerza y la organización vio que el pueblo estaba preparado, no solo para aceptar la muerte de un torturador, sino también para celebrarla.

La organización tomó la decisión de matar de forma muy consciente, de la misma manera que la han tomado muchas otras organizaciones en favor de la liberación nacional a lo largo de toda la historia del mundo. La violencia no es perversión: se han superado ideas como la de que "hay que tener una personalidad especial de asesino". A lo largo de la historia, mucha gente ha decidido empuñar las armas en pos de la libertad, en todas partes hay monumentos  erigidos en homenaje a aquellos que han utilizados las armas... Si todo eso se debe interpretar como un "absurdo moral y político a rechazar", no sé cómo entenderíamos la historia del mundo.

Tu viviste todo aquello en primera persona, entonces eras miembro de ETA y aquellos años también participaste en la dirección. Supongo que hablaríais de estas cuestiones.

A principios de los sesenta, yo era un joven simpatizante de ETA, repartía octavillas en Gasteiz, pero en 1966 tuve la primera responsabilidad en la organización. En la Asamblea General de Getaria [Biltzar Nagusia, marzo de 1967] me eligieron miembro del Comité Central [Biltzar Ttipia] y después algunos miembros de este formamos la Comisión Ejecutiva [Batzorde Exekutiboa]: Txabi Etxebarrieta, Jose Mari Eskubi, Javier Arregi Kataide y yo.

Aquello de las acciones mortales venía de lejos, pero el último mensaje escrito por Txabi Etxebarrieta en el Zutik [boletín interno de la organización] era claro: "no es ningún secreto que será difícil acabar el 1968 sin muertos". Yo no participé en la decisión de matar a Manzanas; en aquel momento estaba en Iparralde [País Basc del Nord], pero en el libro aparece todo, aquí una figura muy importante es mi compañero y amigo de siempre Teo Uriarte, quien después acabó en Euskadiko Ezkerra y el PSOE. Todo esto salió en el proceso de Burgos, en el cual a Eskubi y a mí nos juzgaron en rebeldía. Si nos hubiesen cogido, hubiéramos estado allí.

Cinco años más tarde ETA actuó contra otro gran icono: Carrero Blanco.

Con Manzanas ETA se vengó de un torturador. Con Carrero Blanco actuó contra todos aquellos que mataban militantes de ETA, porque con frecuencia los policías iban a matar a los militantes, no a detenerlos. Además, Carrero Blanco era un instrumento para garantizar la permanencia del franquismo. Se ligó la acción armada con una estrategia que miraba la situación global.

ETA mató a Manzanas a tiros y a Carrero Blanco con bomba. Más tarde también abundarían los ataques de guerrilla, los coche-bomba... ¿En aquella época hablabais sobre el modelo de lucha armada a practicar?

Una vez quedó atrás ETA VI, lo de Carrero se debe entender mientras ETA V estaba en vigor, esto es muy importante. En la Asamblea General se asumió que habría violencia y muertos, pero después resultaba muy duro llevar aquello a la práctica concreta y se tenía que reflexionar sobre la cuestión para dar soporte político y moral a la gente.

En la década de los setenta apareció una nueva generación, entre otros Pertur, y se trabajó bastante la elaboración teórica, por ejemplo en la revista de ETA Hautsi. Se profundizó en la cuestión de la violencia, engarzándola con la violencia revolucionaria y la estrategia de entonces. En aquellas reflexiones quedaba claro qué es la violencia revolucionaria, para qué se emplea y qué límites tiene. Las conclusiones de entonces las sigo dando por buenas.

En tu opinión, ¿se han mantenido aquellas bases en la historia de ETA y en la de los otros grupos armados de aquí?

De alguna manera, sí. ETA dirá muchas veces a lo largo de su historia: "nosotros no somos terroristas, porque nuestras acciones no son contra el pueblo". El criterio que usa para hacer una distinción entre terrorismo y violencia revolucionaria es contra quien se actúa. Si la víctima es una persona implicada en la represión o alguien que tiene una gran responsabilidad en el sistema, eso es violencia revolucionaria. Pero si la víctima es una persona del pueblo humilde, que no tiene ninguna relación con la represión, entonces es terrorismo. ETA siempre ha dicho que su actividad no es terrorista, aunque ha matado civiles inocentes, porque no era su voluntad matar civiles. Y eso ha permanecido incluso en las épocas más oscuras. ETA ha dicho: "Nosotros nunca hemos realizado acciones para matar personas inocentes". Y se les ha contestado: "No, pero las habéis matado". "Pero no queríamos, porque avisamos con antelación".

Cuando comenzó con los coches bomba, ETA dejó claro que tenía dos objetivos: militares y civiles. En las militares no había aviso previo, porque el objetivo era causar el mayor daño el enemigo. En cambio, cuando se ponían en una zona civil, como por ejemplo en Hipercor, se avisaba y al hacerlo se transfería la responsabilidad al enemigo, diciendo "hubiera sido suficiente con evacuar el supermercado", "el Estado no lo evacuó para hacernos daño"... y cosas similares.

En mi opinión, durante toda su historia la gente ha entrado en ETA con la mentalidad del inicio y ha mantenido este punto de vista hasta el final, pero se han traspasado algunos límites y para responder a ello se ha generado un discurso autocentrado e ideológico. Por lo tanto, si se avisa de la colocación del explosivo, pero la muerte de inocentes se repite una y otra vez, al final eso quiere decir que aceptas aquellas muertes y entonces eso es terrorismo, porque matas inocentes de manera sistemática. Además, el enemigo lo puede utilizar para desgastarte.

Con los coches bomba en la vía pública pasa lo mismo. Se ha colocado un coche bomba en una esquina dirigido a un objetivo militar y sí, se lo ha llevado por delante, pero también a los vecinos que pasaban por allí.

Otra cuestión muy importante relacionada con la lucha armada es la de la legitimidad. Luchar contra la dictadura dio legitimidad a ETA, pera la llegada de la democracia, por muy precaria que fuera, se la quitó. Es decir, después de la Transición ETA sufrió una erosión gradual.

La legitimidad de la lucha armada es un tema que está permanentemente encima de la mesa, que ha generado grandes discusiones. Cuando llegó la Transición, no sabíamos qué surgiría y en Euskal Herria en Euskal Herria muchos - ¡pero muchos! - pensaban que gracias a la lucha armada las libertades de las personas saldrían favorecidas. Algunos, como por ejemplo los Comandos Autónomos, pensaban que la insurrección no tardaría en llegar y que debíamos estar preparados para participar en ella y colaborar.

Otros pensaban que por medio de la acción armada se acentuarían las contradicciones internas del enemigo y que los más extremistas de los franquistas quedarían aislados, que en unión al pueblo y a los grupos de resistencia, se conseguiría una democracia mucho más abierta, tanto en lo que respecta a las libertades nacionales como a las sociales. Los polimilis y Pertur pensaban así. Pertur no teorizó nunca el abandono de la lucha armada para aceptar la democracia.

Los milis, por el contrario, pensaban lo siguiente: tenemos una fuerza enorme, pero no la suficiente como para hacer la revolución, España no nos seguirá y en Euskal Herria la gente no quiere asumir un compromiso tan grande. Por lo tanto, crearemos un subterfugio: la Alternativa KAS. Pero esta se debe negociar y por eso es preciso acumular fuerza. Argala [José Miguel Beñaran] pensaba esto. 

 

Larrun, 28 de marzo de 2021

(Entrevista realizada por Xabier Letona Biteri, publicada el 28 de marzo de 2021" en el suplemento Larrun del semanario Argia).

(*) Emilio López Adán "Beltza" militó en ETA. Dejó la organización a mediados de los años 70. Después de huir de Euskal Herria, acabó en Bruselas los estudios de medicina y desde entonces ha vivido en Angelu (Lapurdi, País Vasco Norte) dedicado profesionalmente a la ginecología. Ha publicado numerosos libros, analizando principalmente el punto de vista del nacionalismo vasco y de clase y también es autor de centenares de artículos publicados en la prensa vasca, muchos de ellos en ARGIA.

Fuente: https://www.argia.eus/argia-astekaria/2726/emilio-lopez-adan-beltza-borroka-armatuaren-historiaz

Traducción: Xabier Egurrola Hormaetxea


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