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6.12.21

Asalto a los países: no perder perspectiva y foco estratégico

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Por Roberto Sansón Mizrahi (*)

Los dominadores procuran que perdamos la perspectiva sobre qué factores condicionan la marcha planetaria y, con ello, diluir el foco estratégico y las medidas prioritarias para desmontar la dominación.

Es conocido el desaforado proceso de concentración de la riqueza y el poder decisional que predomina en el mundo. Poderosas e inmisericordes minorías se apropian del excedente que la humanidad genera e imponen políticas y regulaciones que les favorecen. Utilizan medios que son cuando menos ilegítimos y con frecuencia ilegales. Su poder se proyecta mucho más allá de lo económico, determinan qué gobiernos asumen el control del Estado estableciendo relaciones de complicidad con sectores de la política, los medios y la justicia. De este modo, se han erigido en timoneles de la trayectoria global imponiendo principios, valores y el sentido común prevaleciente.

Este tipo de accionar tiene gravísimas consecuencias sobre la humanidad y el planeta. Arrasa con la naturaleza destruyendo procesos ambientales esenciales que permiten a la Madre Tierra cobijar a todos los seres que la habitan. Genera irresponsablemente efectos secundarios que no son otra cosa que inmisericordes "daños colaterales" sobre millones de personas. Acapara codiciosamente enormes recursos que después "escasean" (eso dicen) y no están disponibles para resolver desigualdades, pobreza, indigencia, cuidado ambiental.

Quienes dominan encubren sus propósitos ya que son indefendibles a cielo abierto. Eso les permite colonizar mentes y formatear subjetividades para que las víctimas se transformen en sostenedores de sus propios verdugos. Para lograrlo necesiten neutralizar cualquier intento de esclarecer a los sometidos sobre lo que en verdad está sucediendo y, muy especialmente, los mecanismos a través de los cuales ejercen su dominación. En síntesis, encubren los motores que generan y reproducen la concentración y desacreditan las medidas que buscan liberar democracias que han sido capturadas.

En las líneas que siguen consideramos dos críticos aspectos del accionar de sometimiento que no siempre son debidamente destacados. Los dominadores lanzan torrentes de informaciones muchas de ellas sesgadas para que se pierda perspectiva de lo más relevante y, con ello, diluir el foco estratégico y las medidas prioritarias para desmontar la dominación.

 

Perder perspectiva

Los medios nos bombardean de mil maneras para hacernos perder perspectiva sobre lo que sucede. Procuran abrumarnos con un torrente de dolorosas noticias como es el alud de actos delictivos, desastres naturales, horrendos asesinatos, violaciones, actos terroristas que sin duda sacuden las conciencias. Paradojalmente, este torrente informativo es complementado con otro de banales espectáculos con consignas subliminales para sesgar valores y atontar la reflexión. Lo que es más grave, desarrollan permanentes campañas mediáticas y políticas para sembrar odios y mensajes insidiosos contra quienes amenazan la dominación. Son los generadores o profundizadores de grietas al interior del conjunto social, aplicando la antigua consigna de "dividir para reinar".

Es así que se denuncian ciertos delitos y actos de corrupción pero nunca o poco los enormes delitos y actos de corrupción que cometen los actores dominantes para concentrar tamaña riqueza. Uno de los mayores procesos apropiadores, conocido por algunos pero no por todos, comienza cuando grandes corporaciones locales o extranjeras tienen una posición dominante en las áreas donde operan (oligopolios) imponen precios tanto a los proveedores que les venden lo que necesitan para producir sus productos como a consumidores y a otras empresas que los compran. Esto es, a través del mecanismo de precios y comercialización se apropian de cuotas de valor (riqueza) que, si no detentasen ese poder oligopólico, no les correspondería obtener. Actúan extorsionando a quienes les venden bienes o servicios, y a quienes compran sus productos. Esa extorsión vía precios encubre una clara apropiación de la riqueza que otros y la sociedad en su conjunto generan.

¿Por qué incluimos a "la sociedad en su conjunto"? Porque esos oligopolios que acumulan recursos apropiados, con frecuencia eluden o evaden el pago de impuestos. Esto es, no pagan al Estado lo que les correspondería para que pueda financiarse la infraestructura social y productiva imprescindible para el funcionamiento de cualquier país. Es decir, las grandes corporaciones utilizan caminos, puertos, formación laboral de sus trabajadores, seguridad, y cientos de otros servicios e infraestructuras provistas por el Estados con impuestos aportados por la entera población pero ellos, los dominadores, evaden total o parcialmente su cuota de responsabilidad tributaria. Ganan aquello que merecen y también lo que no merecen: lo que se apropian de otros y lo que no aportan tributariamente.

Un caso que conmocionó a la opinión pública mundial fue la declaración del presidente JoeBiden de los Estados Unidos cuando señaló (palabras textuales) que en los últimos años los CEO (altos ejecutivos de empresas) pasaron de ganar 20 veces más que un empleado a 350 veces más; que las 55 mayores corporaciones de su país ganaron U$S 40.000 millones en 2020 y pagaron 0% de impuestos, y que el 1% de los más ricos evaden ¡116.000 millones de dólares¡ al año. Si eso ocurre en uno de los principales países centrales, imaginen lo que evaden y fugan las grandes corporaciones en países en situaciones vulnerables, casi todos los otros países.

Sigamos descubriendo lo encubierto. Acabamos de señalar que los oligopolios se apropian de cuotas de valor generadas por otros y también que eludiendo o evadiendo impuestos logran apropiarse de otra gran cuota de valor generada por la entera sociedad. ¿Qué hacen con esos recursos mal habidos por ilegales o ilegítimos? Como son recursos no declarados, deben salir del ámbito nacional donde podrían (ojalá) ser descubiertos, los fugan al exterior utilizando la complicidad de entidades financieras y "prestigiosos" estudios jurídicos y contables. La  forma como fugan son múltiples y diversas, algo ya investigado a nivel global por TaxJustice Network y otras entidades internacionales y, a nivel de Argentina por Jorge Gaggero, Magdalena Rua y otros destacados investigadores.

Han demostrado una fuga de inmensos recursos con la complicidad de entidades financieras, jurídicas, contables y de algunos funcionarios y reguladores. ¿Por qué decimos "inmensos" recursos? En algunos países de América Latina son fugas del orden de 30.000 millones de dólares al año (30.000.000.000 de dólares cada año) o más. Lo significativo es que quienes fugan recursos apropiados y no declarados suelen ser siempre los mismos. Se los conoce y, sin embargo, actúan con plena impunidad. Ninguno de los grandes apropiadores es llevado a juicio, investigado y recibiendo la sentencia que correspondiere, no irrisorias multas que les habilitan a seguir delinquiendo.

El ciudadano común no puede poner en perspectiva la enormidad de esos 30.000 millones de dólares. Quizás algunos puedan dimensionar lo que significa un robo de 10 millones de dólares pero muchos sectores medios y populares no pueden referir el mayúsculo robo sistémico con la cotidianeidad de sus ingresos, peor aún los marginados de servicios básicos fundamentales. Quién podría enunciar todo lo que podría realizarse con 30.000 millones de dólares año tras año. Pido disculpas por reiterar la cifra de referencia pero si no se instalase esa envergadura en la comprensión ciudadana no sabríamos del drama que estamos cada año atravesando.

 

Dilución del foco estratégico

Ese tremendo drenaje de recursos representa perder de un plumazo una parte significativa del ahorro nacional; son excedentes que hoy "no existen" para cancelar la oprobiosa deuda social (eliminar pobreza, indigencia, reducir desigualdades) y poder financiar inversiones prioritarias para el desarrollo del país. Obviamente no hay recursos disponibles porque fueron apropiados y fugados.

Si esto pasa año tras año y los medios y los reguladores saben que se produce, conocen las modalidades, las trampas y los cómplices que se utilizan, ¿cómo no se detiene tal drenaje de recursos apropiados y no declarados?

Si bien la trama de complicidades puede llegar a ser extensa y poderosa, cualquier gobierno que cuide a su población y su medio ambiente debiera poner un foco estratégico en recuperar ese flujo de recursos. No es una medida más de las muchas que deben ser encaradas.   

Habrá que desmontar todos los mecanismos utilizados para robar y fugar, cancelar el permiso de operación a entidades financieras que participan de fugas ilegales, investigar la eventual complicidad de estudios jurídicos y contables, de funcionarios que debieran controlar y no lo hacen, de triangulaciones fraudulentas con empresas asociadas radicadas fuera del país, el uso de guaridas fiscales aprovechando la información que surge de filtraciones como los Panamá Papers, los Pandora Papers y otros que han aparecido y siguen apareciendo.

Resolver este drenaje no es sólo responsabilidad del gobierno sino de una población que se entera que esto sucede, comprende por qué y cómo se produce, y lo exige electoralmente como firme mandato popular. He aquí un trabajo político de la mayor envergadura.

No es casual la cortina de niebla que los dominadores generan para encubrir estas fechorías. Es cierto la inmensidad de informaciones que hacen circular (muchas engañosas), las sesgadas perspectivas que imponen, la abrumadora repetición de ciertos recortes de la realidad y el ocultamiento y olvido de otros. Todo esto y mucho más ocurre, siempre orientados a preservar su dominación. Si bien no es sencillo desenmascarar lo encubierto y menos aún establecer otro rumbo y forma de funcionar, es un desafío que muchos sectores y organizaciones encaran; está en juego el destino del país, de la humanidad y del planeta.

 

(*) Roberto Sansón Mizrahi. Economista, planificador regional y urbano, consultor, dirigió empresas, autor de Un país para todos, Crisis global: ajuste o transformación, Democracias capturadas y otros libros, Co-Editor de Opinión Sur http://opinionsur.org.ar/wp/


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