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22.11.21

¿Quiénes fueron los responsables del asalto al Congreso norteamericano el pasado 6 de enero? Dossier

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Por Fabrizio Tonello, Amber Phillips (*)

FabrizioTonello

Sentados frente a las pantallas de nuestros televisores, o hipnotizados por las notificaciones de noticias en nuestros teléfonos móviles, nos hemos acostumbrado a pensar que los golpes de Estado son algo que tiene lugar en África (véase Sudán estos días) o en

Pero si "nuestras latitudes" incluyen también a Estados Unidos, con sus rascacielos, sus películas de Hollywood y las animadas plataformas en las que intercambiamos fotos y vídeos, entonces nos equivocamos: los golpes de Estado también pueden ocurrir allí, en el corazón del Imperio. Tal vez fracasen, pero será por poco, tal como ocurrió el 6 de enero.

En los últimos días se han publicado pruebas de que el asalto del Congreso no fue una manifestación a favor de Trump de unos cientos de extremistas que lograron romper los cordones policiales para luego tomarse unos "selfies" en medio de cuadros y estatuas. Y, aunque desde el primer momento fue evidente que el instigador del asalto era el propio presidente, no quedó clara la envergadura de la conspiración antidemocrática: en los últimos meses, el FBI sólo ha detenido a los participantes de bajo nivel y a ninguno de los organizadores.

Gracias a la investigación de la Cámara y a un artículo en profundidad de la revista Rolling Stone, tenemos ahora mayor conocimiento: el intento de impedir la toma de posesión de Biden fue resultado de un largo proceso de planificación, iniciado meses antes, que tuvo su base de operaciones en el Hotel Willard de Washington, a dos manzanas de la Casa Blanca.

Entre el grupo que se reunió allí se contaban varios de los abogados de Trump, entre ellos Rudy Giuliani y John Eastman, varios de los principales asesores del presidente, entre ellos su jefe de gabinete, Mark Meadows y, por supuesto, Roger Stone, que comenzó su carrera como manipulador electoral trabajando con Nixon, hace casi 50 años. En la mañana del 6 de enero, Stone salió del hotel con sus guardaespaldas, pertenecientes al grupo de extrema derecha "OathKeepers" ["Fieles al juramento"], posteriormente implicado en el asalto al Capitolio. También había varios miembros republicanos de la Cámara que participaron activamente: Marjorie Taylor-Green (Georgia), Andy Biggs y Paul Gosar (Arizona), Lauren Boebert (Colorado), Mo Brooks (Alabama), Madison Cawthorn (Carolina del Norte) y Louie Gohmert (Texas).

El cerebro del plan golpista parece haber sido Stephen Bannon, que ya el 1 de octubre, antes de la votación del 3 de noviembre, acusó a los demócratas de querer "robar las elecciones", afirmación repetida varias veces por el propio Trump. Bannon lanzó la idea de "centrarse en el 6 de enero", es decir, el día en que el Congreso debía ratificar los votos de los delegados de los estados en el Colegio Electoral (el presidente estadounidense es elegido por estos electores, y no directamente por los ciudadanos).

Según el Comité Selecto de la Cámara de Representantes, "el señor Bannon habría instado al entonces presidente Trump a presionar al entonces vicepresidente Michael R. Pence para que ayudara a anular los resultados de las elecciones de 2020". El día antes del ataque del 6 de enero en el Capitolio, Bannon predijo que "mañana se desatará todo el infierno". El plan consistía en convencer, o coaccionar, a Pence, como presidente del Senado, para que se negara a ratificar los votos electorales de ciertos estados, con el fin de impedir que Biden lograra una mayoría de 270 delegados, de un total de 538, en el Colegio Electoral. Esto habría permitido a los republicanos invocar una cláusula del artículo 2 de la Constitución, según la cual, en caso de que ningún candidato obtenga la mayoría, la tarea de elegir al presidente pasa a la Cámara de Representantes.

Esa cláusula habría permitido la reelección de Trump, pues establece que en la Cámara no se vota a título de representante individual, sino con un solo voto por cada delegación de los 50 estados. Como los republicanos controlan de hecho la mayoría de las delegaciones (27 de 50), aunque los demócratas disponen de mayor número de representantes, el plan podría haber tenido éxito. Y ello a pesar de que los demócratas habían obtenido más votos en todos los escalones en 2020: en el voto popular, en el voto del Colegio Electoral y en el voto para la Cámara.

Un golpe éste que fracasó por los pelos: Pence podía haberse visto persuadido por las llamadas telefónicas de Trump, o por la amenaza física que supusieron los esbirros del presidente, que entraron en el Congreso para interrumpir la sesión conjunta de las dos cámaras dedicada a ratificar los resultados electorales.

Además, este plan golpista se valió de métodos ya probados en otros lugares, como en Bolivia en 2019, cuando Evo Morales se vio obligado a huir por una combinación de manifestaciones y amenazas contra su vida. Un método similar al utilizado en Brasil, primero con el "impeachment" de la presidenta Dilma Roussef en 2016 y luego con las escandalosas maquinaciones judiciales que impidieron a Lula presentarse a las elecciones contra Bolsonaro en 2018. No se necesitan tanques cuando se puede comprar, o intimidar, a parlamentarios y jueces.

Fuente: ilmanifesto global, 29 de octubre de 2021

 

Donald Trump instigó uno de los mayores ataques de la historia a la democracia estadounidense

Amber Phillips

Esa es una de las conclusiones de la investigación del Washington Post  sobre cómo se produjo la insurrección del 6 de enero.

Casi diez meses después del ataque, vale la pena dar un paso atrás y detenerse para darse cuenta de que esto sucedió. Tal como escribe la redactora jefa de The Washington Post, Sally Buzbee, ese día fue uno de los momentos más relevantes de la historia de los Estados Unidos.

Entonces, ¿cómo sucedió? El Post ha pasado buena parte de este año elaborando un relato detallado, publicado hoy. He aquí algunas de las grandes preguntas a las que la investigación da respuesta, así como las nuevas preguntas que han acabado surgiendo.

1. ¿Cómo consiguieron entrar en el Congreso tantos extremistas y partidarios de Trump en el Capitolio?

Hallazgos del Post: A las autoridades les pilló con la guardia baja. Y esto no debía haber sucedido.

Hubo decenas de señales de advertencia de un posible ataque ese día a los legisladores presentes en el Capitolio, por parte de funcionarios locales, informantes del FBI, empresas de redes sociales, ex funcionarios de seguridad nacional, investigadores, legisladores y soplones. Ese mismo día se produjeron enfrentamientos a kilómetro y medio del Capitolio, en el National Mall, entre cientos de partidarios de Trump -algunos con escudos y máscaras de gas- y la policía.

Esto suscita una pregunta: ¿Por qué los funcionarios federales de alto rango no se tomaron más en serio estas advertencias? No se trata de que Trump y sus partidarios anduvieran planeando esto en secreto. Trump tuiteó con frecuencia sobre el mitin del 6 de enero. Y un analista de inteligencia dijo a The Washington Post que había grupos de extrema derecha que hablaban a diario de introducir de matute armas en el Distrito de Columbia:  "De costa a costa, los centros parpadeaban en rojo", escriben mis colegas. "La hora, la fecha y el lugar de inquietud eran los mismos: 1 de la tarde, Capitolio de los Estados Unidos, 6 de enero".

Hallazgos del Post: Cuando se produjo el ataque al Capitolio, los militares dudaron en enviar soldados para salvar a los legisladores. Algunos temían que Trump tratara de usar a los soldados como arma para mantenerse en el poder, algo que Trump tomó en consideración. Mientras tanto, la policía que ya estaba en el Capitolio y que se encargaba de mantener a los legisladores a salvo se encontraba desorganizada y superada en número.

Quizás se trata, sencillamente, de que la comunidad de inteligencia posterior al 11 de septiembre [de 2001] no estaba preparada para esto. "Desde luego, los funcionarios de inteligencia ciertamente nunca previeron un ataque masivo contra el gobierno incitado por el presidente en funciones", determina la investigación del Washington Post.

Un analista de inteligencia que hubo de vérselas con [los atentados d]el WorldTrade Center les comentó a mis colegas: "Tuve la sensación de que estaba fuera de mi alcance, de que me superaba por completo. Estaba como enloquecido".

Esto plantea otra cuestión: Sólo pequeña: ¿Cómo protegen los Estados Unidos la democracia? Algunos expertos especulan que es una cuestión de cuándo, y no de si vuelve a ocurrir un ataque como éste. "¿Cuándo vamos a traer las armas?", preguntó no hace mucho un asistente a una charla conservadora. "...Y no se trata de una broma".

O acaso el próximo ataque a la democracia sea algo menos violento pero más insidioso: ¿Qué pasa si Trump u otro líder llega al poder queriendo darle la vuelta a unas elecciones, y se muestran más calculadores a este respecto? Los esfuerzos de Trump resultaron azarosos, pero en realidad llegó bastante lejos.

2. ¿Qué papel tuvo Trump en la incitación de esta violencia?

Hallazgos del Post: No hay pruebas directas de que Trump previera este tipo de infracción en el Capitolio. Pero ciertamente prendió la mecha.

Dieciocho horas antes del ataque, los partidarios del presidente andaban armando jaleo fuera de la Casa Blanca, al alcance del oído. "Parad, ¿lo oís? Es una música increíble", les dijo Trump a sus ayudantes, según informa la investigación del Washington Post. El presidente le dijo a un asesor que no quería violencia al día siguiente. Pero probablemente no expresaba con ello su preocupación por sus partidarios, ya que pronto tuiteó que quería que un grupo de izquierda conocido como "Antifa" se mantuviera fuera de Washington.

Repasemos lo que hizo Trump:

- Trump pasó meses antes de las elecciones sembrando dudas infundadas sobre una nueva forma de votar de millones de personas durante la pandemia: el voto por correo.

- La noche de las elecciones, antes de que se hubiera completado el recuento de los votos, afirmó falsamente que había sido el vencedor.

- Después de perder, alegó falsamente que le habían robado las elecciones, y respaldó el desfile de asesores legales para que presentaran docenas de demandas legales que impugnaban los votos basándose en poco más que rumores. La mayoría de ellas fueron desestimadas por los tribunales; Rudy Giuliani quedó inhabilitado por presentar esas demandas sin fundamento.

- Presionó enormemente a los funcionarios republicanos locales para que votaran en contra de la certificación de los resultados electorales de sus respectivas comunidades. Es lo que hicieron en un principio los funcionarios del Partido Republicano de Michigan. Otros que se resistieron recibieron amenazas de muerte ("En un mundo perfecto, los traidores son colgados por sus escuálidos cuellos hasta que mueren", rezaba la amenaza dirigida a un funcionario de Arizona, según la investigación del Washington Post).

- En las redes sociales, el presidente de los Estados Unidos incitó a sus simpatizantes: "Gran protesta en el D.C. el 6 de enero. Id para allá, va a ser ser brutal". La investigación del Post concluye: "Las mentiras electorales de Trump radicalizaron a sus seguidores en tiempo real".

- Cuando todo eso fracasó, presionó al vicepresidente Mike Pence para que detuviera el último paso para hacer a Biden presidente, instándole en su calidad de presidente del Senado a negarse a la certificación de los resultados suficientes, para poner en duda las elecciones.

- Cuando falló eso, se negó a desconvocar a sus partidarios, a pesar de que los principales legisladores republicanos, sitiados en el Capitolio, le apremiaron con urgencia a que lo hiciera. "Trump tenía advertencias directas de los riesgos, pero se quedó parado 187 minutos antes de decirles a sus partidarios que se fueran a casa", según la investigación del Post.

La pregunta que esto suscita: ¿Qué consecuencias tendrá esto para Trump? Se le sometió a juicio político, pero el Senado lo absolvió y decidió no votar para impedirle ejercer un cargo público. Puede presentarse, y probablemente lo haga, de nuevo a la presidencia. Los defensores de la democracia temen un "escenario entre los peores posibles" para los Estados Unidos como resultado.

3. ¿Qué ocurre con este contingente de la opinión pública norteamericano que quiere anular unas elecciones?

Según el Post: Estos insurrectos no se han disuelto. De hecho, se podría argüir que el espíritu que les llevó a atacar el Capitolio representa la corriente dominante de la política republicana.

No ha pasado un año todavía, y forma parte del programa republicano insinuar o decir directamente que a Trump le robaron las elecciones.

La investigación del Post calcula que casi un tercio de los candidatos republicanos que probablemente se presenten a cargos estatales en breve han cuestionado la victoria de Biden en distinta medida. [La agencia de prensa] Reuters concluye que 10 de cada 15 candidatos republicanos que se presentan para supervisar las elecciones en aquellos estados que podrían decidir las elecciones presidenciales de 2024 han cuestionado la validez de las elecciones de 2020.

Una nueva encuesta de PRRI concluyó que un tercio de los estadounidenses cree que a Trump le robaron las elecciones, entre ellos dos tercios de los votantes republicanos.

Esto plantea una pregunta: ¿Qué pasa con la confianza en las elecciones en los Estados Unidos? ¿Van a afianzarse estas teorías conspirativas del Partido Republicano?

Terminaré esta sinopsis con algo que dijo la representante Liz Cheney (representante por Wyoming), una de las escasas republicanas de la Cámara de Representantes dispuesta a hablar abiertamente sobre lo que ocurrió el 6 de enero: "Recae una responsabilidad sobre cada uno de los norteamericanos... nuestras instituciones son muy frágiles. Cada cual tiene su deber".

Fuente: The Washington Post, 1 de noviembre de 2021

 

(*) FabrizioTonello. Profesor de Ciencia de la Opinión Pública en la Universidad de Padua. Especialista además en la historia, instituciones y medios de comunicación norteamericanos, ha impartido también clases en las universidades de Columbia (Nueva York) y Bolonia, así como en la Escuela Internacional Superior de Estudios Avanzados de Trieste.

(*) Amber Phillips. Periodista del diario The Washington Post desde 2015, y responsable del boletín informativo "The 5-Minute Fixture", que resume las noticias políticas más importantes del día. Anteriormente desempeñó labores de corresponsal en la capital para el diario Las Vegas Sun.

Fuente: ilmanifesto global, 29/10/21 y The Washington Post, 01/11/21

Traducción: Lucas Antón


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