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8.11.21

Belela Herrera: A los refugiados hay que ayudarlos y es responsabilidad de todos. (2da parte – final).

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MONTEVIDEO (Uypress/Esteban Valenti) - La conversación con Belela Herera fue mucho más extensa que estas dos partes del reportaje, fue una conversación de compañeros y amigos sobre muchos temas, pero finalmente lo que interesaba es relatarles a ustedes una vida llena de esfuerzos, de pasiones, de riesgos, en lugares muy peligrosos de este continente y asumida con una naturalidad que asombra.

Entrando al tema de los refugiados ¿Quién fue el primero que tomó contacto contigo para que lo ayudaran a refugiarse en la embajada en Chile?

No, pará. En esos momentos, cuando el golpe en setiembre de 1973, ACNUR, la oficina para los refugiados de las Naciones Unidas no tenía oficina en Chile, funcionó s partir del golpe de estado en el PNUD y a mí me contrataron como secretaria local, sin ninguna condición diplomática.

Yo hasta ese momento no sabía que existía el ACNUR. Recuerdo muy bien mi primer impacto en esa oficina. Llegó una señora brasilera, que tenía claramente acento portugués, mostrando una foto y diciendo "este es mi hijo Tullio Quitillano Cardoso, es ingeniero agrónomo y vino a Chile durante el gobierno de FREI dígame donde está"

Ahí conocí lo que era un detenido desaparecido.

Hasta ese momento nadie hablaba de detenidos desaparecidos, no existía el término, había un antecedente de la segunda guerra mundial, que los nazis llamaban nacht und nebel.

Las madres chilenas, no creían de ninguna manera que podían desaparecer sus hijos, entonces por mucho tiempo siguieron pensando que se habían ido a otros país, que habían cruzado la cordillera y que en algún momento golpearían la puerta de su casa.

¿Y apareció?

No, nunca apareció.

Los militares desde el gobierno difundían por todos los medios que todos los extranjeros que habían llegado a Chile eran subversivos.

En ese cuadro yo empecé a trabajar en la oficina. Llegaron del exterior un grupo de personalidades, Enrique Iglesias, Oldrich Hacelmann, Margarteh Anstee, y que empezaron a negociar con el gobierno que se respetara la convención y el protocolo. También participo monseñor Silva Henriquez, el rabino y un representante de la iglesia protestante.

Chile era el único país de la región que respetó la convención y el protocolo, que dicen que tienen que proteger a los refugiados y dejarlos que sean aceptados en otro país. Y ese era el cometido nuestro. Entonces, se abrieron cinco refugios, en ex conventos. En ese momento habían más de  10.000 extranjeros. Todos estaban en peligro. Porque, Chile de Allende fue muy generoso.

¿Todos los que estaban en los conventos eran refugiados extranjeros. Y además, estaban los chilenos, estaban ahí?

No, los refugios eran solo para extranjeros y si hubieran encontrado un chileno en uno de los refugios además de apresarlo, peligraba el acuerdo obtenido con el dictadura.

Esos extranjeros tenían que ser reasentados por ACNUR, buscarles un país de acogida.

¿Y con los uruguayos?

Bueno, los uruguayos, los que vinieron a casa esa misma mañana, por el bombardeo en la Moneda, eran como 12 personas. Una mamá con un bebé de cuatro meses, vivían en el centro y con el bombardeo, vinieron a casa.

Yo tenía un gran espacio arriba y allí los alojamos. Después vino el toque de queda a las tres de la tarde.

¿Quiénes colaboraban con esa labor de ayuda a los refugiados uruguayos?

Germán Rama se portó muy bien, ayudó a muchísimas personas, como muchos otros funcionarios de la Cepal y organismos internacionales, como por ejemplo el querido amigo y gran sabio Miguel Soler que estaba en la UNESCO.

¿Hasta cuándo estuviste tu en Chile?

Quedé a cargo de la oficina de ACNUR de 1976 a 1980, con varias estadías en la oficina en Río de Janeiro, en Lima e inauguré la oficina de ACNUR en Madrid.

¿Y a César tu esposo?

De él nos separamos enseguida del golpe.

En el 73, estábamos separados. A César lo habían nombrado cónsul general en Hong Kong.

¿Vos seguías teniendo protección diplomática?

Ninguna. Yo entré como secretaria local de ACNUR, tuve que entregar el pasaporte diplomático de todos, mis hijos y el mio, y me quedé como  residente. Cada tres meses tenía que viajar a Argentina donde me encontraba con Zelmar Michelini, fui a verlo al hotel Liberty.

A Zelmar le interesaba mucho lo que pasaba con los uruguayos en Chile.

Hay que recordar que en Chile hubo seis uruguayos desparecidos.

¿Y en el 80, donde te reasignan?

En el 80 me traslada ACNUR a Centroamérica, como directora adjunta de la oficina en San José de Costa Rica, que cubría once países de la región.

¿Cómo era la situación en Centro América en materia de refugiados?

Era grave, en El Salvador donde mataron a monseñor   Oscar Romero y a miles de personas y en Guatemala donde asesinaron a monseñor Juan José Gerardi y también a mucha gente.

También estaba incluido Belice.

En Belice, les tenía que decir: señores, ustedes no pueden devolver a los guatemaltecos que están acá, porque si no, violan la Convención.

¿La región estaba muy brava?

En Nicaragua ya habían derrocado a Somoza y ACNUR propiciaba el retorno de los refugiados.

Fui muchas veces a Nicaragua,  fuimos muchos latinoamericanos que estábamos en Costa Rica y participamos del primer concierto de Miguel Ángel Estrella en Managua.

¿El que estuvo preso acá en Uruguay?

Si, tenía un piano, que lo habían mandado Michelle Mitterand, con solo el teclado.

Sí, no tenía cuerdas.

Para que siguiera ejercitando. Esa es otra historia también muy linda, porque cuando, tuvo que pasar por un jurado, y no tenía corbata,  el representante de ACNUR en Buenos Aires, le prestó la corbata para que pudiera ir a esa presentación con los militares. Le dieron la libertad. Cuando abandonó el país prometió que su primer concierto sería en Nicaragua libre. El que se realizó en el teatro Rubén Dario.

¿Cuánto estuviste en Centroamérica?

Hasta 1983 y de allí ACNUR me destina a la Argentina.

¿Con Alfonsín?

No, antes de las elecciones, estaba un general,  Reynaldo Bignone, el que pusieron después de sacar a Leopoldo Galtieri por la derrota en Malvinas. Era un país destrozado absolutamente.

¿Eras la  directora de ACNUR en Buenos Aires?

No, subdirectora, tuve un gran director, que fue el brasilero Sergio de Melo, famosísimo, que murió tiempo después en un bombardeo en Irak.

¡Ah, me acuerdo!

Yo tenía una relación muy linda con él, entonces, cuando estuve en el gobierno de Montevideo con Mariano Arana, Mariano dijo, ¿podríamos visitar a Kofi Annan? Yo me comuniqué con Sergio sobre esa posibilidad.

¿Sergio qué era?

Sergio era la mano derecha de Kofi Annan.

Finalmente tuve el gusto de encontrarme con Sergio en la visita de Mariano Arana al secretario general de la ONU, desgraciadamente Sergio murió en un bombardeo en Irak.

¿Y vos, estuviste hasta qué año en Argentina?

Hasta cumplir mis 60 años, que fue...es decir hasta 1987.

Luego de tantas experiencias dramáticas con los refugiados y con los detenidos desaparecidos ¿Cuál es tu principal reflexión?

Que se debe seguir luchando por la verdad y la justicia para conocer la suerte de todos y cada uno de los detenidos y desaparecidos.

Con mis tantos años mi esperanza la cifro en los jóvenes, que han tomado esta causa con un fervor y una pasión que contagia.

Regresé a Uruguay y me integré a la Comisión del Referéndum, ese mismo año.

Junto con Perico Pérez Aguirre estábamos a cargo de las relaciones con el exterior.

Cuando perdimos el referéndum, Matilde, se mantuvo muy firme. Nos reúne a todos, que habíamos sufrido mucho la derrota e incluso llorando y estábamos muy mal y nos dijo: El pueblo laudó, así que se terminó..

¿Wilson había metido en la ley, el artículo 4to, o sea, él creía que iba a ser presidente y con el artículo 4to iba a hacer lo que después se hizo en el gobierno del FA?

Las Madres en ese periodo se fueron cada una para su casa, hasta que Perico les habilitó en el subsuelo de SERPAJ, un lugar para que pudieran reunirse, y ahí  empezaron las reuniones de vuelta y comenzó el segundo intento de anular la ley.

Yo estaba convencida de que íbamos a ganar el referéndum.

No, no, nosotros sabíamos que era muy difícil. La votación que obtuvimos fue muy grande. Nosotros andábamos en las encuestas en el 36% y el voto verde sacó más del 41%. Además juntar las firmas fue una proeza, en eso jugó un gran papel Germán Araujo.

Después se produjo la fractura del Frente Amplio y eso golpeo mucho.

Yo me acuerdo las conversaciones que tenía con Elisa (Delle Piane de Michelini) Elisa se hizo muy amiga mía, yo la conocía de antes.

Elisa me contaba que estaba muy afectada, partida al medio, porque ellos le debían muchísimo a Hugo Batalla, ¿por qué?, porque Batalla había sido muy amigo y compañero con el padre de sus hijos, todo lo que había pasado con Zelmar y todo lo demás, y que se iba del Frente era muy duro.

¿Y después de todo eso cómo siguió tu actividad?

Asumí como secretaria de asuntos internacionales del General Seregni y como él era vicepresidente de la COPPAL (Conferencia de Partidos Políticos de América Latina) con sede en México, acompañe al general a varias reuniones en diversos países.

La COPPAL fue fundamental en la lucha por la liberación del general Seregni y la denuncia de los presos políticos en época de las dictaduras. Además era presidenta de la CARIFA (Comisión de Asuntos y Relaciones Internacionales del FA).

Renuncié cuando asumí como responsable de relaciones internacionales y cooperación en el primer gobierno de Montevideo, de Mariano Arana.

Cuando asumí ese cargo me sentí muy orgullosa porque por primera vez era una servirá pública de mi país.

Tu seguiste militando, trabajando, una etapa que me interesa mucho que es la parte cuando en el primer gobierno de Tabaré Vázquez te designan subsecretaria del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Sí, en el primer gobierno.

Gracias a un equipo solidario y generoso y de gran entrega y del que aprendí mucho, pude realizar una tarea que para mí fue apasionante.

Cuando estaba en el ministerio, comienza el conflicto con Argentina, este es un momento muy importante y tenso. Vino a verme el gobernador de Entre Ríos, se llamaba Sergio Urribarri  de parte de Pérez Esquivel, yo era amiga de Adolfo, de Buenos Aires, había estado en mil cosas con él. Entonces, viene y me dice para nosotros es inaceptable esto.

Le digo no depende de mí, yo se lo voy a trasladar al presidente, pero eso tiene que hablarlo con el presidente. Pida la entrevista y vemos. Bueno, el gobernador viene a Montevideo sin haber presentado la solicitud de la entrevista y Tabaré no lo recibe. Se fue furioso y empezó a echar sapos y culebras y comenzó una campaña sobre los chicos que nacerían con cinco cabezas y todas esas cosas.

Era muy amiga de Jorge Taiana (vice ministro de Relaciones Exteriores de Argentina), porque habíamos estado juntos en Buenos Aires, trabajado en la WUS, Word University Service, que brinda ayuda económica para estudiantes refugiados y para que pudieran seguir sus estudios.

Cuando empezó esa tirantez con Argentina, el embajador uruguayo Felipe Paolillo decía: esto se arregla solamente con contactos diplomáticos.

Para Argentina tenía un significado especial, la planta estaba originalmente destinada a Entre Ríos.

 Pero el gobernador no se contactaba con el ministerio de relaciones exteriores,  iba directamente al presidente Kirchner. Y Leonardo Franco que era el vice canciller en eso momento. me había dicho que no iban a ir a Corte de La Haya y que me quedara tranquila. Pero un día me llama, no me olvido más, por teléfono desde México y me dice Belela, vamos a La Haya.

Les salió el tiro por la culata. Todo eso les salió mal.

Tabaré resuelve que viaje a Estados Unidos para a hablar con José Miguel Insulza, el secretario general de la OEA, lo conocía muchísimo de Chile y México.

Lo que le pedíamos eran sus buenos oficios, era lo único que le podíamos pedir. Me recibe en Miami y después recibe al embajador argentino. Y entonces, me dice que no puede hacer nada.

Pero otros estuvieron ausentes totalmente.

Brasil, Brasil se lavó las manos.

Absolutamente.

Lula nada.

Pero del punto de vista de toda la capacidad que tenía Brasil de incidir, no hicieron nada. La bancamos solos.

Si, cuando asume Michel Bachelet a la presidencia de Chile nos invitan, los actos fueron en Valparaiso. Nuestro protocolo le pide al protocolo chileno que por favor, traten de darnos un lugar donde se puedan encontrar el presidente de Uruguay con Condoleezza Rice, la Secretaria de Estado norteamericana. Y deciden que será en castillo de Viña del Mar.

Cuando llegamos al castillo, Mary la esposa de Tabaré, se queda en el living y nosotros entramos en un escritorio, donde estaba Condoleezza, la traductora y Tabaré. Entonces, Tabaré les dice que necesitan saber si, en caso de que nos agrediera Argentina militarmente, los uruguayos podemos contar con apoyo de EE.UU. Y la secretaria de estado dijo que cuente con esa ayuda. Eso lo contó Tabaré tiempo después.

¿En el ministerio de Relaciones Exteriores te moviste cómoda?

Mirá, tuve absoluta independencia.

Me moví cómodamente. Tuve una secretaría absolutamente fantástica, con Fernando Lugris a la cabeza, nuestro actual embajador en China, que lo adoro.

¿Pero el personal se portó bien, colaboró profesionalmente?

Son muy profesionales y todo el ministerio tuvo una actitud muy generosa conmigo. Hay una jerarquía en el ministerio, que es rarísima, porque por ejemplo, para subir al piso donde están las oficinas del ministro y la sub secretaría, hay funcionarios que no pueden, tienen que pedir permiso porque es la superioridad. Eso es de locos.

Vos que conocés mucho del mundo diplomático, ¿cómo es el nivel de la cancillería uruguaya?

Es bueno, es serio y muy comprometido. Lo que pasa es que el sistema está mal, yo lo dije siempre y lo repito, no puede ser que estén cinco años en el exterior, que además, es lo que quieren, porque ganan muy bien y pueden ahorrar, etc., y dos años en Uruguay. No hay tiempo en esos dos años del seguimiento de los casos.

Yo me pregunto ¿habiendo mujeres diplomáticas tan capaces, como no han llegado a ser ministras?

Lo que no quiero olvidar es que participé y hablé en la Asamblea General de las Naciones Unidas en representación de Uruguay y esa fue una distinción muy importante, fui la única mujer en la historia del Uruguay que asumió esa representación. No podían participar ni Tabaré ni Gargano.

¿Cómo viste vos la derrota de la izquierda, habiendo estado tan comprometida con la izquierda históricamente y familiarmente?

Primero que nada no la preví. Después levantamos en la segunda vuelta, por suerte, pero para mí fue un mazazo. Y sabía que iba a ser muy difícil.

¿Y cómo viviste este período de 18 meses de oposición?

Lo viví con angustia, con rabia. Estas cosas te dan rabia, que no las podemos revertir, pero...

¿Vos hoy estás en la Carifa?

No, no estoy en nada

Estoy militando en lo que puedo considerando las limitaciones actuales, en el tema de derechos humanos, en la ayuda a los refugiados, en el voto de los uruguayos en el exterior y en la opción por los pobres, como diría Perico Pérez Aguirre en sus sabias palabras.

Pero seguís teniendo además del respeto y el cariño de mucha gente y presencia en los medios.

Sí, tengo vergüenza.

A muy pocas personas le creería esa afirmación sobre su vergüenza por hablar de ella y recordar su vida, pero en el caso de Belela, no tengo la menor duda. Es una demostración más de lo que fue y sobre todo de lo que sigue siendo como ser humano excepcional. Una gran uruguaya.


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