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4.10.21

El lodazal que llegó para quedarse

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Por Francisco Louça (*)

Varios episodios recientes ilustran cómo este lodazal moviliza los sentimientos nacidos de la derecha (derecho individual a rechazar las reglas de salud pública) y de la izquierda (desconfianza hacia las grandes farmacéuticas).

La pequeña trupe que insultó a Ferro Rodrigues, mientras almorzaba con su familia, revela los recovecos de Portugal. La técnica empleada merece atención: de todos los abundantes tics de la troupe, desde la dama apopléjica hasta el megáfono pasando por las amenazas chulescas, el más destacable es que fueron ellos los que publicitaron con orgullo la imagen de la hazaña. De esta manera, entregan a las autoridades judiciales pruebas del hecho, pero eso era exactamente lo que querían, ya que cada participante del griterío estaba actuando para las redes sociales. El gesto fue calculado, no solo para molestar al presidente del Parlamento portugués allí, sino para burlarse de él inmortalizando la acción en Facebook. Este engaño en las redes sociales funciona como un meneo efímero en una habitación de espejos, reproduciéndose sin cesar, y es esta avalancha la que se desea producir.

El efecto espejo infinito es la clave de la estrategia de lodazal. Instiga una transformación de modos de representación social, ya que crea identidades específicas (desde el influencer más lerdo, hasta el incendiario de las retransmisiones en directo o los ejércitos de perfiles falsos y las máquinas que multiplican sus diatribas), en las que lo esperpéntico es la única estrategia que llama la atención, constituyendo así una ingeniería del odio, pero que también inventa formas de comunicación que atraviesan las tradiciones culturales y, por tanto, son eficaces. Varios episodios recientes ilustran cómo este lodazal moviliza sentimientos nacidos a derecha (el derecho individual a rechazar las reglas de salud pública) e izquierda (la desconfianza en las grandes farmacéuticas o incluso tantas teorías de la conspiración) y, por tanto, vemos en el movimiento anti-vacunación gente que nos sorprende. Estas mezclas de sentimientos son evidentes en el caso de los 'chalecos amarillos' en Francia y, no por casualidad, hubo un intento de reproducirlos entre nosotros. A pesar de este primer fracaso e incluso de la extravagancia del antivacunismo en Portugal, es esta política la que ahora estamos viendo en la cuadrilla que la escenificó en el restaurante contra Ferro Rodrigues.

Parece poco y todavía es poco, pero estas combinaciones tóxicas se han convertido en una moda invasiva que da poder a una nueva generación de peces gordos. Son los profetas "anti-sistema". Su héroe actual es Bolsonaro, el "antisistema" que maniobra para conseguir un golpe militar, que será llevado a cabo por la institución que es el sistema por naturaleza, al tiempo que explica con franqueza que no acepta que las mentiras estén prohibidas en las redes sociales, dado que "las noticias falsas forman parte de nuestra vida. ¿Quién nunca le dijo una pequeña mentira a su novia? No necesitamos regularlas", como dijo hace dos días. Trump, el primer iluminado de esta saga, propuso remedios para curar la pandemia, incluso sugirió que laváramos los intestinos con lejía, y obtuvo el segundo voto más alto en cualquier elección presidencial estadounidense.

Se dirá que la troupe del restaurante de Ferro Rodrigues es una farsa, comparada con estos maestros. Sin duda. Sin embargo, ahí está la técnica, los medios y el deseo febril de brillar en las redes de barro. Ya hay un partido para esto, o dos, o tres. Es así como se forma gente cuyo límite es su propio espejo y que están dispuestas a hacer cualquier cosa para imponer la ley de la selva.

 

(*) Francisco Louça. Economista y activista del Bloco de Esquerda de Portugal, es miembro del Consejo de Estado.

Fuente: https://www.esquerda.net/opiniao/o-lamacal-que-veio-para-ficar/77003

Traducción: G. Buster


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