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5.7.21

Brasil: El aumento de la desigualdad se mantiene constante

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Por Paulo Kliass (*)

Los ingresos de las familias caen drásticamente, mientras que el acceso a derechos como la educación, la asistencia social, la salud y la seguridad social, entre otros, se ve muy debilitado.

Cada día que pasa, crece la evidencia que confirma las hipótesis de quienes siempre han criticado la estrategia de Paulo Guedes para comandar la economía brasileña. Contrariamente al discurso endulzado que difunden los círculos financieros, la opción por la austeridad obnubilada solo ha provocado recesión, desempleo, desindustrialización y concentración de ingresos. Además, la adopción del llamado "Nuevo Régimen Fiscal" (NRF) incorporado en la Enmienda Constitucional (CE) No. 95, ha contribuido severamente al desmantelamiento de las políticas públicas y la destrucción del Estado.

Así, sucesivos registros en los indicadores de desempleo e informalidad / precariedad en el mercado laboral se suman a la significativa reducción de la capacidad que tiene la administración estatal para ofrecer servicios públicos, tal como lo prevé la propia Constitución. Los ingresos de las familias caen drásticamente, mientras que el acceso a derechos como la educación, la asistencia social, la salud y la seguridad social, entre otros, se ve muy debilitado. Ocurre que, según la visión de la ortodoxia monetarista, el camino sería el mismo. Para estas personas, no habría alternativa a la búsqueda de un equilibrio tan mágico entre la fuerza sacrosanta de la oferta y la demanda.

Brasil - Tasa de desempleo - 2012-2021 (cuadro 1)

No es casualidad que la curva oficial de paro, calculada por el IBGE, muestre esta inflexión alcista a principios de 2015, cuando Dilma Rousseff llamó a Joaquim Levy al frente del Ministerio de Hacienda. En ese momento se inició la implementación del austericidio, de manera casi institucional. Alegando supuestos problemas con el crecimiento del déficit público y el retorno de la inflación, prevaleció sin piedad ni lástima la vieja receta de combinar un recorte del gasto público con un aumento de las tasas de interés. Los resultados fueron la continua caída de la actividad y la creciente incapacidad para ofrecer servicios públicos en la medida justa y necesaria.

Pero ahora todo indica que la gravedad de la crisis económica y social terminó por preocupar incluso a sectores fuertemente influenciados por la ortodoxia conservadora. El aislamiento político de Jair Bolsonaro y su política de extrema derecha hacen retroceder cada vez más a las agrupaciones políticas y las corrientes de pensamiento más identificadas con el campo de la derecha en términos ideológicos. Uno de los ejemplos más significativos se encuentra en la Fundación Getúlio Vargas (FGV), institución reconocida por sus posiciones poco progresistas y muy cercana al mundo de las finanzas.

Aunque Paulo Guedes aún mantiene un tránsito bastante íntimo en la sede de la entidad en Praia do Flamengo, en Río de Janeiro, lo cierto es que, poco a poco, de allí van saliendo cada vez más informes, estudios, análisis y declaraciones que ponen en entredicho a algunos de los resultados de la política económica puesta en práctica por el superministro. La profunda identificación del banquero con el proyecto político de reelección y avance autoritario de Bolsonaro contribuye a que la relativa autonomía de la FGV esté más presente en el debate de políticas públicas.

La novedad más reciente en este ámbito fue la difusión de la investigación "Bienestar laboral, Felicidad y Pandemia". Entre los muchos resultados muy interesantes presentados en el informe, me gustaría llamar la atención sobre los relacionados con el aumento de la desigualdad social y económica. En primer lugar, conviene registrar una alerta de carácter metodológico. La información presentada se basa en encuestas realizadas por el IBGE, la Encuesta Nacional por Muestras de Hogares (PNAD). Así, contiene solo la información declarada por los entrevistados y no buscada por otras fuentes de ingresos y activos, como el Servicio de Impuestos Internos. Así, normalmente se considera que la información subestima la situación real de los sectores en la cima de nuestra pirámide de desigualdad. En otras palabras, la concentración real de ingresos en la sociedad tiende a ser aún mayor.

De todos modos, el estudio busca conocer cómo es la situación de desigualdad de ingresos de nuestra población, a través del indicador conocido como Índice de Gini (IG). Cuanto más cercano esté el índice a 1, más desigual será este conjunto de individuos. Así, en cambio, cuanto más cercano a cero sea el índice, más igualitaria será la población estudiada en cuanto a sus ingresos.

El gráfico muestra la evolución del IG para el período 2012/21, con datos recogidos cada trimestre. El índice ha estado creciendo de manera continua desde el cambio de 2015, pero en realidad se acelera fuertemente durante 2020, el año marcado por los efectos de la pandemia del Covid 19. El mismo austericidio que acentuó el desempleo también contribuyó al empeoramiento de la concentración del ingreso. Y veamos que solo se trata de medir las desigualdades entre los ingresos declarados por los individuos seleccionados por muestreo para ser entrevistados. Una vez incluidos los sectores relacionados con la renta, el IG debería ser aún mayor.

 

Otra información relevante se refiere a los ingresos de los encuestados y sus familias. La variable también tiene una caída desde 2015, pero ha logrado una recuperación razonable en el período 2017/19, debido a algún grado de crecimiento, aunque reducido, observado en las actividades económicas. Sin embargo, el inicio de la pandemia provoca una abrupta caída del ingreso promedio per cápita, a pesar de la asignación de recursos públicos en forma de ayuda de emergencia para las familias más pobres.

 

Finalmente, la investigación también presenta la evolución de una variable denominada "Bienestar Social", que resulta de la combinación de datos de prosperidad e igualdad. Así, se puede decir que el resultado presentado se deriva del comportamiento observado en las dos variables anteriores: evolución del IG y los ingresos. De la interpretación del gráfico se confirma la tendencia a la baja desde 2015, pero con cierta estabilidad en el período 2017/19. Y aquí, una vez más, hay una fuerte caída en la medida de bienestar con el advenimiento de la crisis sanitaria en 2020.

 

Ahora, los resultados de esta encuesta solo confirman las denuncias de lo que los economistas críticos con el austericidio han estado haciendo durante años. Hasta que no se desmantelen los mecanismos de austeridad fiscal de nuestra institucionalidad y legislación, los pequeños efectos del crecimiento económico no se distribuirán a los sectores de base de nuestra sociedad. Los grandes bancos, las gigantescas corporaciones del mundo financiero, las multinacionales y los poseedores de grandes fortunas no han sufrido en absoluto la recesión o la pandemia. De hecho, por el contrario, el año pasado mostró un aumento en el número de multimillonarios brasileños y un empeoramiento en los indicadores que miden la concentración de ingresos y activos en nuestro país.

 

(*) Paulo Kliass, economista miembro de la carrera de Especialistas en Políticas Públicas y Gestión Gubernamental del gobierno federal.

Fuente: Jornal GGN, 16 de junio 2021

Traducción: Carlos Abel Suárez


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