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19.4.21

TECETIPO. Querida Sala VIP del periodismo

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Por Gerardo Tecé (*)

Hace mucho que en esta orilla descubrimos que compartir gremio no te convertía necesariamente en compañero de nadie.

Igual no lo sabéis, pero a una parte importante del periodismo de este país no le ha quedado más remedio que aceptar con normalidad lo que de normal no tiene nada. El periodista que ejerce su oficio fuera de la órbita de los grandes grupos de comunicación debe asumir que el acoso sistemático y organizado en redes sociales, el señalamiento por parte de cargos públicos, incluso la violencia policial mientras se cubre una manifestación, no son más que gajes del oficio que toca sufrir en solitario. Sin esperar comunicados de las asociaciones de la prensa ni, por supuesto, el apoyo de la Sala VIP de un gremio periodístico cómodo con que la solidaridad y la defensa de la libertad de prensa se ejerzan a la carta y en función del afectado.

Hace unos días, la periodista Ana Terradillos calificaba desde su programa en Telecinco como "jarabe democrático" la presencia intimidatoria de un grupo de neonazis que hacían el saludo fascista al paso de Pablo Iglesias por Coslada. Este enfoque de Terradillos, claramente distorsionado y muy peligroso desde cualquier punto de vista cabal y moderado, recibió la lógica respuesta que se da en redes sociales ante cualquier polémica. Algunas críticas llegaron desde la incredulidad con las palabras de Terradillos, otras desde el respeto y otras muchas, como siempre pasa en redes, desde el insulto. Como le diría John Travolta a Samuel L. Jackson en Pulp Fiction: ¿Sabes cómo llamamos en esta orilla del periodismo a recibir centenares de ataques e insultos? Lo llamamos un lunes en la oficina. ¡No jodas! Linchamiento contra una excepcional periodista, lo llamó en este caso lo más granado del gremio. Un gremio que no dudó, esta vez, en condenar solemnemente los ataques recibidos en redes por la periodista de Telecinco. Estos ataques ponen en peligro la libertad de prensa, dijeron desde la Sala VIP. Ovación cerrada. Viva la libertad de prensa. Justo cuando se me iban a saltar las lágrimas de la emoción, recordé cómo tenía las notificaciones en mi timeline y se me pasó.

Esta semana, tres compañeros, de esos que no pertenecen a grandes grupos mediáticos, cubrían el acto de Vox en el barrio madrileño de Vallecas cuando fueron golpeados por la policía mientras trabajaban. Otros tantos fueron acosados por los seguidores de Abascal. En este caso, la tremenda ola de solidaridad gremial surgida con el ataque en redes a Ana Terradillos no llegó. A decir verdad, tampoco se la esperaba. Desde un lugar como este, uno acaba asumiendo que la amenaza, el insulto, el señalamiento e incluso el ataque físico no sólo no recibirá la solidaridad de la Sala VIP del gremio, sino que ni siquiera recibirá la cobertura informativa que el código deontológico marcaría en un caso tan grave como que un periodista sea golpeado por la policía mientras trabaja.

No es compatible blanquear a la extrema derecha por necesidades empresariales con contar qué hace la extrema derecha

Todo esto, queridos compañeros de la Sala VIP, no va en realidad de reproches, sino de eximiros de culpa. La solidaridad de los compañeros, la defensa de la libertad de prensa, no llega a esta orilla alejada de los grandes grupos mediáticos porque, sencillamente, es imposible que llegue. Mostrar apoyo, condenar las amenazas, los insultos o los señalamientos que recibimos cada día, sería insostenible. Porque diaria tendría que ser la denuncia y diario el apoyo. Si, juguemos a la ciencia ficción, la Sala VIP enloqueciese emitiendo mensajes diarios en defensa de la libertad de prensa cada vez que somos atacados, esto supondría tener que aceptar que algo sistémico está sucediendo. Y, como punta de lanza de la libertad de prensa, la Sala VIP debería ir más allá: si un síntoma se repite con frecuencia extrema es porque esconde una enfermedad que necesariamente hay que identificar. Al encontrar la enfermedad, tocaría nombrarla. Y aquí, sí que sí, queridos compañeros, aparecería un muro infranqueable llamado dueños de vuestras empresas. Unos dueños que hace tiempo decidieron que la ultraderecha no era, como en el resto de Europa, una grave amenaza, sino un aliado bastante útil para contener a rivales políticos y, sobre todo, rivales económicos que amenazan privilegios.

No. No es compatible blanquear a la extrema derecha por necesidades empresariales con contar qué hace la extrema derecha. No es posible presentar a los ultras como una opción legítima más, si uno llama nazi al nazi. Para eso está llamarlo "manifestante". No se puede vender normalidad si se habla de aumento de agresiones ultraderechistas contra homosexuales o migrantes. Para eso está hablar de "incidentes". No tiene culpa quien no tiene margen de maniobra y vosotros, queridos compañeros de la Sala VIP del periodismo, no lo tenéis. No podéis llamar por su nombre a lo que sucede ni tampoco podéis condenar los ataques diarios contra la libertad de prensa que recibimos en esta orilla porque, sencillamente, vuestro asiento en la Sala VIP lo impide. ¿Cómo aceptar que este país tiene un grave problema que vuestros medios os ordenan ignorar?

Hace mucho que en esta orilla descubrimos que compartir gremio no te convertía necesariamente en compañero de nadie. Hace mucho también que tenemos claro que, si ser compañeros supone tener que dejar de hacer nuestro trabajo, preferimos no serlo. Sin rencor. Cuando llegue el momento en el que el fascismo llame a la puerta de la Sala VIP del periodismo -y ese momento llegará-, cuando lo haga con la fuerza necesaria como para que no quede más remedio que contar qué está ocurriendo, cuando toque llamar a las cosas por su nombre y denunciar el problema ante el que estamos, tendréis nuestra solidaridad y apoyo. Compañeros.

 

(*) Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto.


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