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1.3.21

¿Un legado revolucionario árabe?

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Por Yassin al-HajSaleh (*)

Una tradición son reglas inmutables que gobiernan la acción humana, pero una revolución es un evento transformador que no sigue un camino predeterminado. En la medida en que "tradición revolucionaria" es un concepto contradictorio, también tiende a borrar el acontecimiento revolucionario e imponerle sus reglas.

Esto se evidencia notablemente en la "tradición dura" comunista, y una reflexión al respecto puede arrojar luz sobre las revoluciones actuales.

La tradición comunista asume tres precondiciones revolucionarias: teórica (marxismo), práctica (lucha de clases) y organizativa (el partido obrero). De esta manera, despoja a la revolución de su subjetividad y la trata como una "ciencia" o un esquema prefabricado, más que como una relación dinámica entre ciertos actores y situaciones. La erradicación de los soviets, que demostraron la subjetividad y la creatividad de la revolución rusa, fue justificada por la dictadura del proletariado, y la ciencia de la revolución siguió arrojando dudas sobre aquellas revoluciones que no se parecían a la suya, considerando que el régimen comunista era "el fin de historia." Esto se tradujo en el aplastamiento de cualquier revolución que tuviera lugar en países aliados de la URSS gobernados por comunistas por la fuerza de los tanques, como sucedió en Hungría (1956) y Checoslovaquia (1968), dando a luz la palabra "tankies" o militantes anti-revolucionarios. La tradición comunista se convirtió en una tradición antirrevolucionaria cuando la revolución se transformó en una tradición dura: una doctrina y reglas de acción inmutables, prescindiendo de la necesidad de saber algo relevante sobre los países en cuestión.

Las revoluciones árabes son poscomunistas en el sentido de que surgieron después del descrédito de la tradición comunista, aunque no pertenecen a ninguna otra tradición en particular. A decir verdad, apenas tenemos acumulación revolucionaria, y nuestra memoria moderna de rebeliones gira principalmente en torno a la descolonización, con una breve historia de lucha antiautoritaria que no logró avances suficientes para formar una tradición. Esto ayuda a explicar por qué nuestras revoluciones fracasaron y, al mismo tiempo, las imbuye de una calidad de novedad y experimentación.

¿Significa eso que entramos en un evento explosivo y completamente caótico sin ninguna organización o ideas preliminares? No exactamente, a menos que lo que se entiende por "organización" sea un partido de tipo leninista, y por "ideas" una doctrina como el marxismo-leninismo.

Siempre ha habido movimientos de protesta, incluso en un país como Siria, y el cambio democrático fue la idea rectora de un segmento activo de los primeros revolucionarios, todos los cuales fueron aplastados mediante la muerte, la desaparición o el exilio. En sus inicios, la revolución siria apareció como una fertilización cruzada de las experiencias de protesta que siguieron a la Primavera de Damasco, que habían tenido lugar en espacios privados y auto-censurados, y el innovado método de protesta de la Primavera Árabe, que tomo la forma de asambleas pacíficas en espacios públicos rebeldes. Sin embargo, tanto el método de protesta prerrevolucionario como el prestado se evaporaron al calor de una guerra impuesta. Más tarde se sintió como si todo hubiera comenzado con la revolución, que cada vez más parecía un comienzo absoluto sin un antes.

En interacción con un libro reciente de AsefBayat , distingo entre revolucionarios, que tienen una dura tradición, y que imitan revoluciones exitosas hasta el punto de extinguir potencialmente la subjetividad propia; y rebeldes, que no siguen ejemplos anteriores, y que se definen por su enemigo, arriesgándose a no dejar rastro si su revolución es suprimida. En Siria, tenemos muchos rebeldes y pocos revolucionarios.

Por eso los islamistas, y los salafistas en particular, estaban más preparados para ganar la lucha por la supervivencia en condiciones de una guerra total. De hecho, la revolución siria sirvió como un entorno propicio para la proliferación de la estructura salafista-yihadista, que se esforzó por reproducirse allí donde pudiera. La tradición salafista-yihadista es el equivalente islámico del marxismo-leninismo, que basa su revolución de manera similar en tres condiciones previas: teórica (salafismo o literalismo), práctica (guerra santa) y organizativa (grupos yihadistas involucrados en la guerra de guerrillas). Aquí, también, la batalla se condensa en una tradición dura y símbolos vivos, que despoja completamente al evento revolucionario de su subjetividad en favor de la "ciencia", es decir, la sharia de "los piadosos predecesores". Por supuesto, existe una diferencia normativa entre el contenido comunista y el yihadista, y las agencias de inteligencia y la persecución de la esfera religiosa afgana jugaron un papel formativo en este último. Pero lo que nos preocupa aquí son las estructuras organizativas paralelas, creencias y brutalidades, los "métodos" y las "tradiciones" y las identidades rígidas protegidas por estrictas reglas de lealtad y repudio.

Existe una tradición revolucionaria árabe que tomó forma en la última década, y es nuestra pertenencia a ella lo que nos atrae a la nueva ola de revoluciones en Líbano, Irak, Sudán y Argelia, así como a las protestas de Hong Kong, Francia y otros sitios. Sin embargo, es más apropiado hablar de una "tradición blanda" o de un "legado" revolucionario que consultar y familiarizarnos. Parece que las revoluciones exitosas dejan atrás tradiciones duras y modelos estrictos a emular, mientras que las revoluciones fallidas dejan experiencias, historias y debates; lecciones que aprender y advertencias que deben tenerse en cuenta.

En consecuencia, es necesario revisar lo que entendemos por éxito o fracaso en lo que a revoluciones se refiere. Incluso podemos pensar que cada revolución son múltiples revoluciones, algunas triunfan y otras fracasan. Lo que fracasó en particular fue el cambio político, que habría cambiado el clima político y psicológico del país y desencadenado diferentes dinámicas sociales y políticas. De hecho, la multiplicidad de la revolución exige escudriñar la noción misma del objetivo de las revoluciones.

Las revoluciones son curvas de aprendizaje, episodios del proceso más amplio que constituyen el legado revolucionario o la tradición revolucionaria blanda. Ya tenemos una memoria revolucionaria y hemos aprendido valiosas lecciones y valores morales que desempeñarán un papel vital en los próximos años. De hecho, lo que tenemos ahora y lo que ya se ha logrado es fundamental y va más allá de las historias y las anécdotas:

Sobre todo, recuperamos nuestro derecho a la palabra, rompiendo para siempre el monopolio anterior del régimen y sus aliados.

Además, se ha producido una revolución de subjetividades que ha permitido a un gran número de individuos liberados reclamar sus destinos y gestionar sus propios asuntos.

La violación de los tabúes, además, ha sido expansiva y ampliamente expresada, ya sea en relación con la religión, el sexo o los roles de género, para no hablar de una violación constante y ahora normalizada del poder político, que había sido el más fuerte de los tabúes y una incubadora de todas las otras transgresiones.

Finalmente, la experiencia del exilio puede ser un importante punto de partida para nuevas ideas y sensibilidades distintas.

Hay cosas en la revolución siria que terminaron hace años, quizás dos años después del estallido de la revolución o incluso antes, pero otras cosas continúan. Se puede reanudar la revolución hoy y mañana en la medida en que continúen ocurriendo otras revoluciones y cambios en nuestras esferas de acción.

 

(*) Yassin al-HajSaleh, (nacido en Raqqa en 1961) es un destacado escritor e intelectual sirio. En 1980, cuando estudiaba Medicina en Alepo fue encarcelado por sus actividades políticas permaneciendo tras las rejas hasta 1996. Escribe sobre temas políticos, sociales y culturales relacionados con Siria y el mundo árabe para varios periódicos y revistas árabes fuera de Siria. Es miembro fundador de la página Al-Jumjuriya.net

Fuente: https://www.aljumhuriya.net/en/content/arab-revolutionary-legacy

Traducción: Enrique García


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