bitacora
ESPACIO PARA PUBLICIDAD
 
 

25.01.21

LA VITA NUOVA 2021

imagen

Por Guillem Martínez (*)

La incapacidad de los Estados para la vacunación es un síntoma de un gran cambio. En el neoliberalismo, el Estado, su inteligencia, consiste en ser el colaborador necesario para negocios privados.

-JÚPITER, LOS ENAMORADOS Y LA POLÍTICA. Hablar del futuro se parece a hablar del pasado en que, en el trance de hacerlo, uno habla del presente. Los enamorados, en ese sentido, nunca se aburren, porque no solo hablan todo el rato de ellos mismos, sino que también hablan del futuro -es decir, del presente-. Tanto trasiego de información puede hacer pensar que los enamorados son los seres más informados del mundo. Pero, lamentablemente, y como dice el aforismo, '"Júpiter se ríe de las promesas de los amantes". Vamos, que lo que dicen nos importa un pito. La política, por cierto, desde 2020 parece enamorada hasta las trancas. Es puro amor. Amor según Júpiter. Este artículo va de 2021 a partir de lo sellado en 2020. El año 2020 fue una nueva manera de decir y hacer. Y, para Júpiter, de amar. Si no lo entendemos, nos volveremos majaras.

 

La función del nuevo Estado es, simplemente, comprar vacunas. En general, comprar

-THE LOVE POWER REVOLUTION. En el momento en el que escribo estas líneas, el Estado que más ha vacunado en la UE es Dinamarca, con un 5% de la población chutada. Viendo el top-one se podría hablar, por lo tanto, de fiasco. Pero tanto fiasco en el continente habla, más que de fiasco, de normalidad. Una nueva normalidad, por ponerle nombre artístico. Los Estados carecen de inteligencia para vacunar, por lo mismo que carecieron de inteligencia para casi todo en 2020, el año en el que accedimos a la puesta de largo de una nueva inteligencia del Estado, larvada durante años. El Estado próximo a la UE con mayor índice de vacunación es, como su nombre indica, de Oriente Próximo. Israel va por el 12% de su población. Pero, en lo que es una metáfora de la nueva inteligencia del Estado, Israel no ha vacunado a los territorios ocupados. Es decir, ha creado bolsas de contagio futuro, topos donde animar al virus a que mute y vuelva a por más. Lo que explica las vacunas. Suplen la inteligencia -en este contexto, la planificación propia de una sanidad pública-, esa cosa insustituible. Se presentan como una solución milagrosa donde no ha existido la posibilidad -la inteligencia, vamos- para las soluciones cotidianas. Metáfora de todo ello: en los USA se ha optado por vacunaciones masivas en Disneyland. El país de la fantasía. Una suerte de Lourdes. Un donde-los-milagros. No los hay: no hay capacidad para vacunar con celeridad. No la hay porque ya no es posible/el Estado está a por otras. No es ya una función del Estado tal y como quedó en 2020.

 

 La función del nuevo Estado es, simplemente, comprar vacunas. En general, comprar.

-PITICLÍN-PITICLÍN. CASANDRA AL APARATO. La nueva inteligencia del Estado, sus funciones, se explican a través de este hecho: los Estados no sólo no tienen capacidad para vacunar con efectividad, sino que deben aún desarrollar, por el mismo precio, otras funciones que deberían haber asumido las empresas, antes de comercializar las vacunas: seguimientos, constatación científica de efectos secundarios y contraindicaciones. Vamos, la fase III de una vacuna, que las empresas se saltaron a la torera -a-la-torera: con sangre fría, un capote, y cobrando lo que un torero-.

Es poco probable que esa fase III 2.0 se llegue a realizar. O, al menos, que se realice en todos los Estados, en tanto el cuidado de lo común no está previsto en las funciones del Estado post-2020. Sobre la importancia de realizar esa función abandonada por las empresas: Noruega, Estado millonetis y no UE, ha registrado, por ejemplo, la muerte de 23 personas -ancianos con algún tipo de enfermedad- tras su momento Pfizer. Es importante realizar el estudio de esas incidencias cuando la EMA -Agencia Europea del Medicamento- ha cambiado protocolos para la comercialización de las vacunas, de las que no han trascendido los datos brutos de sus investigaciones. Se dice rápido.

El prestigioso experto en seguridad farmacológica Peter Doshi ha publicado un estudio en el que analiza la escasa información de las vacunas Pfizer y Moderna, y coteja los pocos datos facilitados por las empresas al respecto. Con esos datos cruzados, plantea la sospecha de que las vacunas no sean efectivas en más del 90%, como afirman las empresas, sino en torno al 29%. Muy poco. Poco incluso para la OMS, que ha ayudado a las empresas todo lo que ha podido, especificando incluso que una vacuna Covid, para darle el OK, debe ser efectiva, como mínimo, en un 50%, una efectividad más cercana a un polo de vainilla que a una vacuna. Un 29%, de ser así, es 1 punto menos de efectividad que la vacuna de la gripe en la tercera edad. Y un poco más que el ponte-la-rebequita-que-hace-ris de mi madre, angelica. Una vacuna tirillas es como una vacuna inyectada con lentitud vegetal, o una vacuna no inyectada en los territorios ocupados. Una invitación a que el virus sea más inteligente. Es decir, un indicio de la ausencia de inteligencia social, sanitaria y de la otra, la de toda la vida.

 

 

-LA INTELIGENCIA ES DE QUIEN LA TRABAJA. Otras invitaciones para que el virus se ponga cachas es la capacidad de producción de las vacunas por parte de las empresas. Pfizer -mi favorita; pronunciar esa marca es producir aerosoles suficientes como para infectar a una boda- ha anunciado al mundo que reducirá el envío de vacunas a sus clientes, los Estados. La razón: las fabrica como churros, pero debería fabricarlas como porras. No da abasto. El retraso en las entregas incidirá en la fecha de inyectado de la segunda toma. Debería inyectarse en no más de 21 días. Y parece que no va a ser así. Sin retraso en las provisiones, sólo por su puro caos, en UK ya se sirven en 44 días.

Con retraso en las provisiones ese margen podría ser bíblico. Un retraso en la segunda toma, por colapso o por demora, puede desactivar la vacuna. Y crear un virus más listo en esa serie de territorios ocupados que gestionan los Estados en todo el mundo. La buena noticia es que esos retrasos de los laboratorios, al menos en la UE, no harán peligrar la equidad respecto al acceso a la vacuna. Una garantía que parece que se está cumpliendo. Pero, recordemos, la UE es esa entidad cuyos Estados miembros se robaron, como quinquis, materiales químicos y clínicos en 2020. En ese sentido, parece que Alemania ya ha firmado contrato particular con Pfizer. Hace escasas semanas, por otra parte, Alemania firmó un tratado bilateral con Rusia -wala- para el acceso o la creación o la mejora -no está claro- de vacunas. Todo ello son indicios de la desaparición de la igualdad entre Estados de la UE. La igualdad es, junto a lo común, dos inteligencias que no existen en el nuevo Estado.

 

-FLORES EN LA BASURA. Entremedio de tanto caos y de tanto -nuevo- orden, un imprevisto hermoso. Esta pandemia, en tanto ha reformulado incluso el Estado, está reformulando a la Humanidad. Pero, al parecer, con serias resistencias. Desde el entorno del Estado se ha presionado al meollo del Estado para iniciar la vacunación en otros sectores sociales, antes que con pensionistas y trabajadores sanitarios. Al parecer, por un criterio económico. Salvar antes a grupos de edad sensibles de crear deuda y pagarla, que a grupos sociales próximos al perdón de todas las deudas. Empezar con la tercera edad es, por tanto, un detalle. Máxime si tenemos en cuenta cómo se les trató en la primera ola. Con pura eugenesia. No obstante, lo de empezar a vacunar abuelitos puede no ser un golpe tan happy-flower: el presidente de Extremadura, en un lapsus lingüístico -un lapsus lingüístico no es un french kiss imprevisto, sino tu boca hablando en modo piloto automático-, ha explicado que se ha iniciado la vacunación en residencias para, sucintamente, probar las vacunas, a-ver-qué. Algo más en consonancia con ese hecho: en los primeros meses de pandemia, la sociedad quedó excluida de materiales y de PCR. En Cat, por ejemplo, en abril de 2020, se habían realizado menos de 40 PCR. Y todos a la clase política dirigente. Es raro el altruismo, por tanto, de empezar a vacunar a abuelitos. Empieza a ser algo alejado de la cultura del nuevo Estado, exhibida en 2020. Ya veremos.

Desde el entorno del Estado se ha presionado para iniciar la vacunación en otros sectores sociales, antes que con pensionistas y trabajadores sanitarios

 

-ORACIÓN Y CIERRE. Una nueva inteligencia presentada en sociedad en 2020 modula el Estado. Se ve en todas partes. En la CAM, el Gobierno solicita la declaración de zona catastrófica para paliar la catástrofe de su gestión ante 'Filomena'. Es decir, un Gobierno no considera su responsabilidad su responsabilidad. No es algo nuevo. En California, el Estado más rico del mundo, no existe la posibilidad, ni la responsabilidad, de apagar un incendio forestal. Se suple esa incapacidad con declaraciones de zonas catastróficas. La nueva inteligencia/inteligencia 2020 tiene que ver más con el beneficio de la empresa que con el beneficio social. Y, me temo, con la ya franca incapacidad de modular políticas alejadas del mundo de la empresa y el beneficio. No es, por tanto, una inteligencia, sino una tontería como una casa. Si esa inteligencia se confirma, si aumenta, si se consolida, puede dibujar el futuro. También el futuro de las soluciones económicas a esta crisis. Más aún en el Estado europeo que menos ha invertido en su sociedad y economía desde marzo de 2020, y en el que soluciones como el IMV, como la regulación de alquileres, han sido un éxito similar al de la vacunación hasta ahora. Una incapacidad, una función ya no prevista. Se confía, al parecer, en la vacunación -ese pufo, por el momento- y en la cosa Recovery Fund para imprimir cierto optimismo a la disciplina del abandono social. Cuando, glups, los papelitos del Recovery Fund ya estipulan reformas en pensiones y en sanidad. Una sanidad que ha aumentado su presupuesto desde 2020, que lo aumentará en 2021, todo apunta a ello, mucho más. Pero, snif, para poder pagar a la sanidad privada, la empresa, su participación en la juerga. Veremos en breve si 2021 es el festival de la inteligencia-2020. Un indicio/preciosismo al respecto: me dice Casandra que, desde abril de 2020, Sánchez no ha utilizado en ningún discurso la alocución sanidad-pública.

 

-MIENTRAS, EN CAT. La incapacidad de los Estados para la vacunación es un síntoma de un gran cambio. En el neoliberalismo, el Estado, su inteligencia, consiste en ser el colaborador necesario para negocios privados. Queda atrás la lógica e inteligencia emitida desde 1945 hasta el inicio de su erosión, en los 70 y 80. Eso supone un cambio absoluto en la idea de democracia. En Cat, y en ese sentido, se ha vivido, por fin, una jornada realmente histórica, tras 10 años de intentarlo. Se han aplazado las elecciones. Es decir, no se han aplazado sino que, más y mejor, se han suspendido. Lo que es un serio precedente en Cat, Esp y UE. Cat no es una seta. Es un punto concentrado de esa nueva inteligencia del Estado, que de una forma u otra, sucede sincrónicamente en Occidente. Más, en los países salvajes, con una gran tradición propagandísticas y sin gran tradición democrática. El próximo día se lo explico, que -Dios aprieta, pero tiene sentido del humor- tiene guasa.

 

(*) Guillem Martínez. Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo) y de 'Caja de brujas', de la misma colección.


Atrás

 

 

 
Imprimir
Atrás

Agrandar texto

Achicar texto

linea separadora
rss RSS