bitacora
ESPACIO PARA PUBLICIDAD
 
 

26.10.20

Un gran derrotado. Los tuits de Almagro

imagen

Por Andy Robinson  (*)

Cuando el secretario general de la OEA comprueba que un candidato presidencial que no le gusta está a punto de ganar las elecciones, empieza a darle fuerte al twitter. Ahora le ha tocado a Bolivia.

Desde la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA), a un tiro de piedra de la Casa Blanca, el secretario general de la organización multilateral interamericana , Luis Almagro, suelta tuits con una alegría que daría envidia a Donald Trump.

Le encanta a Almagro denunciar en 280 caracteres probables fraudes electorales perpetrados por la dictadura bolivariana en Venezuela, o en Bolivia, por el partido de Evo Morales, el Movimiento al Socialismo (MAS). Cuando Almagro comprueba que un candidato presidencial que no le gusta está a punto de ganar las elecciones, empieza a darle fuerte  al twitter. Solo falta que el próximo tuit de Almagro advierta sobre el peligro de fraude porque Donald Trump le ha hablado de aquellas papeletas electorales encontradas en la basura en Pensilvania.

Almagro siempre hace caso a tipos descontrolados y sin escrúpulos, como Trump. Por ejemplo, se reunió la semana pasada con el sumamente desagradable ministro de interior boliviano Arturo Murillo del gobierno no electo de Jeanine Añez. Y, como no, Almagro soltó un tuit después para apoyar a la derecha boliviana en su batalla por evitar la vuelta al poder del MAS.

Según tuiteó el uruguayo, Murillo está preocupado por el riesgo de "un nuevo fraude" en las elecciones del domingo. Y esta vez, no será el gobierno el responsable del fraude sino la oposición de izquierdas. No es el tipo de tuit que ayude a afianzar la confianza en el proceso electoral en un país que flirtea en estos momentos con la guerra civil

Después de tuitear, el secretario general tal vez daría un paseo por el Mall o cenase unas ostras en el Old Ebbit. Ningun tuit tendrá consecuencias para él en Washington

Pero esto no le  importa a Almagro. Después de tuitear, el secretario general tal vez daría un paseo por el Mall o cenase unas ostras en el Old Ebbit. Ningun tuit, por irresponsable que sea, tendrá consecuencias para él en Washington. Con Donald Trump en la Casa Blanca puede tuitear lo que le dé la gana y nadie le va a finiquitar como él hizo con Paula Braga, el responsable de la comisión interamericana de derechos humanos.

Pero aquí en La Paz, los tuits de Almagro no pueden ser olvidados en cuanto empieza la cena. Aquí la gente recuerda lo que pasó la última vez cuando Almagro y la OEA hicieron eco a las advertencias de los líderes de la oposición ultra conservadora como Luis Fernando Camacho de que el entonces gobierno del MAS iba a cometer fraude. Entonces, incluso antes de salir el resultado definitivo, las turbas de Camacho se habían lanzado a la calle para quemar las oficinas del Tribunal supremo electoral en algunas ciudades .

Cuando la OEA anunció aquella misma noche que había indicios de fraude, el desenlace violento ya era inevitable. Morales renunciaría bajo presión del ejercito y los amigos de Almagro - Jeanne Añez y Murillo- pronto llegarían al poder.

El secretario general no expresó ninguna preocupación cuando las fuerzas armadas bolivianas reprimieron las protestas en Sacaba (Cochabamba) y Senkata (El Alto) con un saldo de 20 muertos. (Tal vez el cese de Braga ha servido para prevenir investigaciones sobre  los responsables, entre ellos Murillo -Harvard Human RightsClinic ya ha denunciado el crimen en un informe titulado: "Nos dispararon como a animales"-.

Ahora en la víspera de las elecciones, en un momento enormemente delicado para la democracia boliviana, el tuit de Almagro sobre "un nuevo fraude" vuelve a allanar el camino para quienes como Murillo quieren evitar la llegada al poder de Luis Arce, el candidato del MAS, por muchos votos que consiga. Claro, el tuit de Almagro es demasiado corto para responder a la pregunta: Si en noviembre ustedes acusaron al gobierno de cometer el fraude, ¿cómo puede ser que ahora acusen a la oposición?

 

(*) Andy Robinson. Fue corresponsal de 'La Vanguardia' en Nueva York y hoy ejerce como enviado especial en América Latina para este periódico. Su último libro es 'Oro, petróleo y aguacates: Las nuevas venas abiertas de América Latina' (Arpa 2020).


Atrás

 

 

 
Imprimir
Atrás

Agrandar texto

Achicar texto

linea separadora
rss RSS