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5.10.20

Homenaje a Rossana Rossanda

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Por Norma Rangeri (*)

La gran madre de una historia irrepetible.

Con Rossana, que se nos ha ido, se nos va también una parte importante de nuestra, de mi vida política y personal.

Tiempo tendremos para razonar de modo más profundo sobre el legado político y cultural de una gran personalidad de la izquierda italiana como ella. Pero ahora, tras su pérdida, para quien ha compartido con Rossana una larga historia, son los recuerdos la materia viva, dulce, dolorosa, incluso traumática, que nos embarga.

Y los míos son recuerdos de una cabeza blanca, de un rostro hermoso, noble y decidido, de una falda y de una camisa azul, al fondo del largo pasillo de via Tomacelli, de una habitación fascinante, forrada de libros, de un gran escritorio y, frente a él, un sillón en el que quien iba a hablar con ella se sentaba a escuchar.

Horas, días, meses, años para nosotros, chicas y chicos veinteañeros que nos asomábamos a la quinta planta de esa fantástica, desordenada, turbulenta, atestadísima redacción, se agolpan, sin solución de continuidad, hoy que nos ha dejado la gran madre del Manifesto.

Poner orden es imposible, por el estrecho entrelazamiento de vida y de política, de pasiones y de afectos, de crecimiento político y de grandes proyectos, que la izquierda de los años sesenta/setenta tenía en la cabeza y en el corazón.

Cuando tienes veinte años y la suerte de tener delante cotidianamente a Rossana Rossanda, Luigi Pintor, Lucio Magri, Valentino Parlato, Luciana Castellina, no entiendes bien qué peso tendrán en tu vida, pero sientes que todos los días vas al colegio, de conocimiento, de cultura, de emociones, y alimentas un pensamiento crítico que te acompañará para siempre.

Rossana era una madre severa, y cada acción, cada comportamiento de nosotros, los jóvenes de la redacción, se veía acompañado de la pregunta sobre su pensamiento. Pero era normal que su gran cultura provocara esa consideración respetuosa (y no sólo a nosotros, los de la generación sesentayochesca), dejando en segundo plano todo lo demás. Y antes de que el feminismo se convirtiese para ella en un tema de reñido enfrentamiento político reñido con el movimiento de las mujeres, y se volviera importante, por lo tanto, la vivencia personal, hablar de cuestiones privadas no entraba en el orden de las cosas.

Así, cuando llegaba de París Karol, compañero hebreo polaco de Rossana, ilustre periodista, simpático, con infinitas historias que contar, a las reuniones de la redacción, Rossana se mostraba sonriente y se permitía una broma alegre ("venga, Karol, estate un poco calladito"). Creo no equivocarme si digo que el largo vivido con Karol ha sido el más hermoso de su vida.

Muchos años han pasado por las estancias de ese Manifesto. Seguramente irrepetibles porque nada nos parecía imposible y porque estábamos dentro de los movimientos, dentro de las asambleas, en todo conflicto social, y en todas partes del mundo con nuestro grupo dirigente expulsado y borrado del Partido Comunista, e inmensamente estimado en la red internacional de la izquierda.

Gracias a Rossana, Luigi, Lucio, Valentino e Luciana (única testigo maravillosa [aún viva] de una historia extraordinaria), hemos logrado afrontar vicisitudes durísimas y emocionantes, momentos de desaliento y de entusiasmo. Y estoy segura de que el temple, la determinación, la voluntad, el saber de un puñado fantástico de personas, han sido decisivos, dando la savia necesaria al Manifesto para llegar a 50 años de existencia.

Muchas cosas han sucedido, con un cambio radical en nuestro interior, que han influido en las relaciones con Rossana. Vicende politiche coinvolgenti sul piano personale, hasta el punto de llegar a una ruptura profunda, lacerante. Para mí, como para otras personas, para Rossana misma e imagino que para miles y miles de militantes y de lectores que han afrontado con nosotros un viaje que ha ha rebasado decenios.

Habrá forma y tiempo de profundizar y contar. Ahora prevalece la lamentación por no haber logrado encontrarnos del todo (ella había vuelto a colaborar de vez en cuando), pero sobre todo el justo, sentido, emocionado adiós a Rossana.

Que seguirá estando con nosotros mientras viva il manifesto.

Adiós, Rossana.

 Ese pensamiento crítico que nos pertenece

Cuando Rossana Rossanda decidió abandonar il manifesto en 2012, sucedió algo impensable: fue como la madre que abandona su hijo -el diario - a su suerte.

A menudo he recordado -la última vez en nuestro 40 aniversario como periódico- lo traumática que fue la separación: para ella, para mí, para la redacción, para los lectores, para los activistas de una historia política que ha perdurado más de cuatro décadas.

La desavenencia entre nosotros continuó durante unos años. Pero en tiempos recientes, habían vuelto a cruzarse de nuevo los caminos de madre e hijo.

Con sus artículos sobre el aborto, el PD, Berlinguer y el fascismo, cuando polemizó duramente con las que llamaba "almas hermosas y democráticas", porque no veían la vuelta de la violencia y pedían a todo el mundo no exagerar.

Sin embargo, la causa primordial de la rupture no fue política en el sentido estricto del término, acerca de la "línea política", sino que tuvo que ver con la función del periódico, el futuro de nuestra cooperativa, la estructura misma de il manifesto.

¿Debía seguir siendo un rotativo "generalista" diario, enraizado en la izquierda italiana, o convertirse en instrumento de reflexión, investigación y debate, y en ese momento en forma de publicación periódica?

La redacción quería continuar, y el periódico que hoy puede leerse es un fruto madurado entonces, que tiene, por añadidura, una función definida y clara para la redacción, que se ha convertido en única y exclusiva propietaria del diario. Y, por lo tanto, de sí misma.

Al mismo tiempo, mantenía su autonomía política y cultural, siempre con un papel crítico hacia la izquierda y el actual estado de cosas. Seguramente, no como Rossana hubiera querido, y como ella nos había enseñado a algunos de nosotros desde los primeros 70.

En la "escuela" de il manifesto-en el periódico, más que en la organización política-se había producido el mismo proceso, y la primera maestra fue Rossana misma, con la autoridad de su guía, con la riqueza de sus palabras y su conocimiento. No puedo imaginar il manifesto de los primeros años sin "la Rossanda," la roca del grupo, al que Luigi Pintor, Lucio Magri, Luciana Castellina, Valentino Parlato y, de manera distinta, Aldo Natoli estaban todos ligados, y este último generaba acaso el mismo pasmo que Rossana misma.

Dieron nacimiento a un equipo de enorme valor, a un formidable grupo politico, un ágora única, irrepetible, que formó a miles de jóvenes, hambrientos de conocimiento, de consciencia, de un deseo de cambiar el mundo.

Rossanda fue guía de este puñado de maestros, debido también a que suscitaba un respeto y una admiración sin límites entre nosotros, la generación que no había tenido la experiencia de la Resistencia pero quería seguir su ejemplo moral y generoso.

El paso del tiempo, pese a los cambios sociales y politicos de gran importancia histórica -estoy pensando en la caída del del Muro de Berlín, que el grupo de il manifesto quería demoler ya en fecha tan temprana como 1969-, no cambió el comportamiento de Rossana, ni afectó a sus opciones: sus ideas son todavía hoy la fuerza intellectual de un modo de pensar nada corriente, capaz de mirar y entender más allá de las apariencias y juicios superficiales que se han difundido entre tantos intelectuales, en Italia y más allá de ella.

El suyo no era, y no podía ser, un pensamiento hecho para las "redes sociales", y este hecho marcó la diferencia entre ella y otros pensadores, excitados por el poder comunicativo de los nuevos medios. Ese enfoque le resultaba impensable, acostumbrada a consideraciones bien meditadas alérgicas al constante teatro politico.

En los últimos tiempos, persiguió todavía más este desapego de la política de todos los días. Por otro lado, siempre se mostró remisa a llegar a arreglos, como demostró a lo largo de toda su vida, sin aceptar la debilidad y la fragilidad ni siquiera en ella misma. Pero fue así cómo hizo gala de una gran fortaleza, que se hizo visible cuando acompañó a Lucio Magri en su viaje final [a Suiza en busca de euthanasia]. Era como su hermano pequeño, al que prestó apoyo y la ayuda necesaria para dar el paso final y definitive de su vida.

Sería hipócrita querer pretender que teníamos el mismo punto de vista en política, y especialmente no dejar de recalcar que hoy il manifesto sigue "sin padrinos ni patronos", lema que resume el credo absoluto de Luigi Pintor, director inimitable y único en su género de nuestro periódico.

Pero fue de Rossana de la que aprendimos tanto sobre ética, moralidad, rigor intellectual y pensamiento crítico, lo cual constituye hoy nuestra herencia y la que seguirá manteniendo viva en su conjunto il manifesto.

 

(*) Norma Rangeri es desde 2010 directora del diario italiano "il manifesto", en el que lleva trabajando desde 1974, primero como crítica de televisión, experiencia recogida en su libro "Chi l´ha vista? Tutto il peggio della tv da Berlusconi a Prodi' (o viceversa)", Milán, Rizzoli, 2007).

Fuente: Il manifesto, 20 y 22 de septiembre

Traducción: Lucas Antón


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