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7.9.20

Buenas personas y malos jefes

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Por Esteban Valenti (*)

Todo poder es deber. Victor Hugo

Ser un buen político, un buen gobernante, es en primer lugar ser una buena persona, luego viene todo lo demás.

Antes de entrar en el tema elegido, y habiendo tantas interpretaciones de todo tipo sobre las actas de los tribunales militares (Gilberto Vázquez Nino Gavazzo) quiero concentrarme en un tema fundamental ¿Cómo debería terminar todo esto, si realmente la Constitución está por encima de todo y la justicia sobre la política, como nos lo repitieron hasta el cansancio lideres bancos y colorados.

Los responsables probados y comprobados por las actas y el documento manuscrito de Vázquez, el General Díaz, los generales que integraron ese tribunal debería ir presos por graves violaciones a la ley.

El fiscal - que ya lo anunció - debería llamar a declarar a Gilberto Vázquez para precisar las informaciones de los delitos cometidos y antes todavía debería ser trasladado a una cárcel y no permanecer cómodamente instalado en su apartamento en Rivera.

El general Manini debería comparecer OBLIGATORIAMENTE ante la justicia por su directa responsabilidad en ocultar información y no entregarla a fiscalía, sobre el tribunal militar de José Nino Gavazzo. Para esto todos los partidos con un mínimo de sensibilidad democrática deberían poner la justicia por encima de la política y votar el desafuero de Manini y no auparlo en su maniobra politiquera.

Los altos funcionarios del gobierno, Presidentes de la República (Tabaré Vázquez), los ministros de defensa y los secretarios de la presidencia también deberían ser convocados por la justicia y si se confirma lo que ya está escrito y claro en los documentos, asumir las responsabilidades penales correspondientes.

En concreto, que funcione plenamente y sin negociación de ningún tipo la justicia y la ley.

La política es la actividad más exigente y más peligrosa para las virtudes y los defectos humanos, pone a prueba como ninguna otra cosa a cada uno de nosotros. La variante más terrible, es la guerra, que en definitiva es la política por la vía de las armas.

La disputa por el poder, no es un ejercicio académico, desde que salimos de las cavernas es la más dura de las disputas. Los milenios la han cambiado, a veces civilizado y muchas otras la han embrutecido.

Donde se define todo es en las relaciones entre los seres humanos, es la forma más despiadada, directa, exigente de relación entre los hombres y las mujeres y en particular a lo largo de la escalera de las posiciones, de los jefes, los caudillos, los mandos de todos los niveles, los militantes y los ciudadanos.

No se puede hacer política decente, justa, honesta, progresista y de avanzada, con métodos y relaciones de imposición, de violencia y de sometimiento. La obediencia debida, basada en la fe ciega, no debería existir nunca en la política. Ni entre los militares.

Hay seres humanos maravillosos en sus vidas personales, en sus convicciones y experiencias, en sus conductas que llegado el momento fracasan en un punto clave, en aceptar jefes y jefaturas impropias. La lealtad, nunca tiene que situarse por encima de las propias convicciones, las que nos definen como personas.

Lo digo como experiencia personal, lo hice, lo acepté en muchas ocasiones, callándome o no profundizando sobre ciertos hechos y conductas,  justificándolas por los intereses políticos colectivos y por razones ideológicas. Lo han hecho muchas personas y lo seguirán haciendo. No tengo derecho en presentarme como una vestal pura e inmaculada que siempre fue fiel a sus convicciones y no tuvo sus dudas y no tiene sus arrepentimientos. Si hoy escribiera eso me sentiría un microbio porque es falso y en este momento doloroso de mi vida me estaría mintiendo a mí mismo y a los que más quiero y respeto. A los míos, mis afectos, mis amigos, mis compañeros. No lo voy a hacer.

Yo sabía que las relaciones entre la izquierda, el Frente Amplio y los militares eran complejas y muy entreveradas y que había zonas oscuras y brumosas. Es más, acepté que era uno de los peligros y retos que debíamos enfrentar. Yo nunca, repito nunca participé directamente de esas relaciones, desde posiciones orgánicas o de cualquier tipo desde el Frente Amplio.

Supuse que desde antes de llegar al gobierno hacía falta tener lazos y conversaciones porque sabía - como todos los dirigentes políticos de este país - que las FF.AA. a diferencia de lo sucedido en otros países se habían replegado después de la derrota de 1984-85 y que mantenían casi sin tocar sus mandos, sus relatos, su formación doctrinaria y su estructura destinada a protegerse de sus crímenes. Y que para penetrar esa malla hacía falta mucha inteligencia, mucha claridad de objetivos, cuadros políticos adecuados y mucho coraje. Del lado de enfrente, teníamos una estructura militar (con apoyo de sectores políticos muy importantes) muy bien montada y funcionando a pleno.

La principal tarea democrática era junto con sacar a la luz toda la verdad, para que la principal fuerza fuera la opinión pública y su conocimiento y conciencia de los horrores de la dictadura, pero además era necesaria una política institucional militar muy rigurosa y con objetivos muy claros. En 15 años se podían y se debían lograr. Fue uno de los peores fracasos.

El peor camino era y fue el entrevero, las negociaciones por debajo de la mesa, la participación en acuerdos con las logias internas y el escalón más bajo era el ocultamiento. Nadie puede decir que con los gobiernos del FA no cambió nada con el tema de la Verdad y la Justicia. Sería simplemente y terriblemente falso, se aplicó el artículo 4 de la ley de Caducidad, se entró en los cuarteles para buscar los restos de desaparecidos, se hizo intervenir los antropólogos forenses, los historiadores y a la justicia. Y unos cuantos civiles y militares fueron presos y se recuperaron los restos de algunos compatriotas. Pero no se logró aplicar toda la justicia y con todos los elementos y se dosificó y nadie tenía derecho a hacerlo si realmente luchaba por el NUNCA MAS. Y este es un aspecto muy importante.

Nadie, absolutamente nadie tenía derecho a medir y negociar la verdad, la cantidad de los presos, las condiciones de su detención, y otras situaciones con los militares y en particular con los principales responsables de la dictadura, los Tenientes de Artigas, ni siquiera optar entre esa logia golpista y semi nazi y los masones. Esas tramas del poder son funestas y funcionaron.

Se dejó afuera del control civil, institucional algunos aspectos de las FF.AA. y las consecuencias emergen ahora en toda su brutalidad. Tenemos un partido militar liderado por un Teniente de Artigas, protegido y promovido por un ministro de defensa de dos gobiernos del FA y que se permitió en varias oportunidades agredir a la justicia, a los fiscales y evadir su responsabilidad de informar a fiscales y jueces de delitos confesados por integrantes de las bandas de asesinos, secuestradores, desaparecedores, torturadores y encarceladores de miles de uruguayos. Conocemos relativamente a fondo solo dos casos, los tribunales militares de "honor" del 2006 de Gilberto Vázquez y del 2019 de José Nino Gavazzo. La Secretaria de Derechos Humanos para el pasado Reciente solicitó al Ministerio de Defensa las actas completas de todos (7) tribunales militares y recibió solo una... ¿Por qué, que impidió dar a conocer esos documentos?

Ahora nos informamos que las actas del tribunal del año 2006, donde Gilberto Vázquez, posteriormente condenado por 28 asesinatos, hizo declaraciones muy importantes para conocer la verdad, nunca fueron entregadas ni a esa secretaria del gobierno, ni a la justicia. Y el fallo del tribunal fue homologado por el gobierno. ¿Un descuido? Imposible aceptarlo.

Las alternativas son tres, no hay más. Se cometió la ligereza por parte de los mandos políticos de obviar el análisis de esos documentos, sería una falta grave de inoperancia burocrática y de falta de sensibilidad ante temas fundamentales, en primer lugar para los damnificados: los familiares, pero también para todos los ciudadanos. Segundo, se conocieron los documentos y se mantuvieron ocultos en los archivos del Ministerio de Defensa. ¿Por qué? ¿Cómo se explica? Y tercero, lo peor y una mezcla de elementos muy graves, acuerdos y negociaciones entre militares y civiles para manejar y dosificar la verdad y la justicia sobre las violaciones de los derechos humanos.

Hay un elemento que define muchas cosas, la designación en dos gobiernos del FA de Fernández Huidobro como Ministro de Defensa y su particular relación con los Tenientes de Artigas no fue un descuido y es una grave irresponsabilidad echarle la culpa a una sola persona, que por otro lado no estaba en la cima de toda la estructura. Por encima estaban los dos Presidentes de la República y en también los secretarios generales de la presidencia.

Analizando los tiempos, leyendo atentamente las dos actas, la de Gilberto Vázquez y la de José Gavazzo, queda claro que hay zonas muy oscuras de las relaciones entre el gobierno y las FF.AA. No voy a asumir culpas que no tengo, yo no sabía absolutamente nada de esas negociaciones y relaciones. Pero ambos episodios son un calco, se operó de la misma manera y así como Manini debería ir preso también debería ser condenado el general Díaz, comandante del Ejército en el año 2006.

Me siento culpable de no haber indagado, no haber exigido toda la información, pero nunca tuve un cargo de ningún tipo y menos con responsabilidades sobre aspectos militares. En el Frente Liber Seregni, eran temas que ni siquiera se rozaban. Estábamos afuera totalmente. Y que alguien me desmienta de qué discutimos en alguna instancia sobre estos temas. Son muchos los testigos.

Esas zonas oscuras y brumosas fueron responsabilidad de muy pocas personas, y en algunos casos algunas fueron víctimas de su lealtad al presidente y su ciega confianza, como el caso de Azucena Berruti. Eso no las exime aun siendo excelentes personas. Los cargos llevan responsabilidades ineludibles.

¿Cuándo comenzaron esas negociaciones con las FF.AA. (y no me refiero al batallón Florida en 1972) sino mucho más recientemente? ¿Qué cosas se pactaron? ¿Qué papel asumieron determinados mandos militares en esas negociaciones? ¿Qué amenazas realizaron grupos militares, en anteriores gobiernos blancos y colorados y también contra el FA? ¿Qué acciones cometieron, incluyendo el asesinato de Berrios, pero también atentados contra legisladores, ex presidentes y comandantes militares en actividad?

¿Los ciudadanos uruguayos no tenemos el derecho y la obligación de conocer estas y otras respuestas? Lo que ha quedado claro o mejor dicho cada día más oscuro, es que existe una consolidada y dominante doctrina militar dominante de complicidad y silencio con los delincuentes que ocuparon el poder y violaron la Constitución y los derechos humanos durante más de una década. Y que eso no se combate con cobardías, debilidades, negociaciones en asados y tertulias y menos con logias varias.

Además existe un aspecto fundamental, nadie, absolutamente nadie tiene derecho a saltearse la ley y manipularla en las sombras. Y eso se hizo, desde hace mucho tiempo, por malos jefes militares y civiles.

¿Los directamente involucrados no deberían dar sus opiniones ante los uruguayos, no les parece un tema suficientemente importante y grave, como para explicar ante los Familiares, a las miles de víctimas, e incluso para definir las responsabilidades de las buenas personas obligadas por su lealtad política e institucional, como lo intentaron ensuciar en forma miserable con el ministro de Defensa Jorge Menéndez? ¿Duermen tranquilos?

Lo que podemos estar seguros, en medio de tantas dudas y preguntas, es que el senador Manini seguirá siendo senador sin que nadie lo moleste por su grosera violación de la ley y su ocultamiento de las declaraciones de Nino Gavazzo y que entre los gobiernos democráticos y civiles y las FF.AA. hay una sola forma de relacionarse, a través del mandato constitucional y legal. Ni un paso menos ni una sola claudicación?

 

(*) Periodista, escritor, militante político, director de UYPRESS y BITACORA. Uruguay


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