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10.8.20

Tejido financiero apropiador, el caso de BlackRock

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Por Roberto Sansón Mizrahi (*)

Se han desarrollado en el mundo intrincados y extendidos tejidos de organizaciones económicas que se apropian de buena parte del excedente generado por el esfuerzo productivo de la humanidad. Esos tejidos tienen su epicentro en países centrales pero sus tentáculos llegan a todos el mundo.

Logran abalanzarse sobre oportunidades de lucrar y también de retraerse sin pérdidas cuando cambian las circunstancias. El caso del tejido articulado por BlackRock y sus impactos.

Siempre han existido grandes corporaciones internacionales dedicadas a apropiarse de recursos naturales y del esfuerzo productivo que otros despliegan, pero nunca antes se conformaron tejidos globalizados de entidades que manejan discrecionalmente la parte más lucrativa del financiamiento y las inversiones en todo el mundo. Conforman la espina dorsal del desaforado proceso contemporáneo de concentración de la riqueza y el poder decisional que sostiene la actual trayectoria.

Lo dramático es que quienes aportan recursos a los poderosos fondos que se articulan en tejidos apropiadores incluye grupos acaudalados pero también fondos de pensión de maestros, empleados públicos, universidades, que son arrastrados hacia complicidades lucrativas contrarias a sus intereses y los de sus comunidades.

Estos tejidos de entidades multimillonarias se estructuran en base a entrecruzamientos entre ellas. Unas invierten en otras para que gestionen parte de sus recursos aunque, al mismo tiempo, desarrollan propios portafolios de inversiones con recursos de terceros que suplementan a los suyos. Si se los mirase en un determinado momento, esos tejidos se asimilarían a una telaraña de entidades que levantan y aplican recursos. Sin embargo, si se los observase en movimiento parecerían más un caos de energías disparadas por un cambiante número de decisores de diferente naturaleza y magnitud. El proceso resultante está lejos de ser lineal ya que en su dinámica se producen rediccionamientos y estallidos de diverso origen y envergadura. Estas pequeñas o grandes conmociones pueden deberse a acontecimientos ambientales, sanitarios, políticos pero también por incongruencias económicas desestabilizadoras que generan desigualdades, inequidades e injusticias. Ese complejo contexto de fuerzas es inherentemente inestable con pugnas de intereses (algunos antagónicos, otros pueden converger), imposición de privilegios, permanentes abusos de poder y una inmisericorde codicia ya institucionalizada que sobrevuela como principio ordenador y legitimador del rumbo impuesto a la humanidad y al planeta.

Así, las tensiones, diferenciaciones, antagonismos y contradicciones que se desarrollan al interior de los tejidos financieros apropiadores impactan sobre la sustentabilidad de las hegemonías. De todos modos, aún con la sucesión de predominios, la dinámica de esos tejidos tiende a consagrar tendencias oligopólicas donde uno o pocos líderes logran articular a su favor al resto de fondos que gestionan inversiones. Cada grupo financiero defiende sus intereses pero, aliados con los demás, ejercen su poder para forzar marcos regulatorios plenos de medidas ilegítimas que convierten en legales. De ahí emerge uno de los principales motores del proceso concentrador a favor del 1% de la población del mundo.

Quienes se benefician con un tejido apropiador creen que su preminencia se mantendrá eternamente y que seguirán operando con la misma impunidad. Sin embargo, la historia de la humanidad enseña que nunca hubo un orden económico ni sistema social inmutable. De ahí que la parte más lúcida de los opresores procuren siempre insertarse en los nuevos poderes emergentes mientras refuerzan trincheras mediáticas, judiciales y políticas para ralentizar y condicionar las transiciones.

De este modo, si bien los segmentos más dinámicos de los tejidos apropiadores resisten perder su hegemonía, están prontos a adaptarse y mutar ante cambios irrefrenables de circunstancias. Este accionar podría asimilarse a la dinámica de los virus fantaseando con una intervención que cortase de raíz esa dinámica. Esto no es posible ya que no hay vacunas para enfrentar el caos concentrador aunque alguna lejana semejanza podría señalarse. Así como en salud es imprescindible transformar el contexto sanitario para restarle condiciones a que los virus irrumpan y se diseminen, también existe un contexto de circunstancias económicas y políticas que hacen posible el desarrollo de tejidos financieros apropiadores. Ese contexto incluye la desregulación de los movimientos de capitales, la impunidad por tremendos delitos que cometen grandes evasores, el ocultamiento y fuga de capitales mal habidos, la inequidad de los sistemas impositivos, la injusticia en la aplicación del gasto público, la concentración que prima en el comercio internacional, la conversión de mercados en espacios oligopólicos, la manipulación mediática y la sesgada orientación de grandes corporaciones digitales, la mercantilización de la salud, la educación y hasta de nuestras emociones. No hay casualidades sino causalidades que se acumulan y consagran el orden prevaleciente. Desmontar aquello que posibilita la existencia de tejidos apropiadores no es un desafío sencillo; al contrario, exige encarar muchos frentes de intervención para poder liberar y recuperar democracias que han sido capturadas por esas poderosas minorías.

Sin la intervención de una racionalidad justiciera, las caóticas dinámicas continuarán convergiendo hacia formas de concentración cada vez más aceleradas y agigantadas, un destructivo proceso que no se agota reemplazando hegemonías. Un nuevo rumbo y otra forma de funcionar orientados hacia el logro del buen vivir para todos y el firme cuidado ambiental exigen decisiones transformadoras exógenas al orden hegemónico.  

El tejido apropiador articulado por BlackRock

                                                                                                                                                                                                                 Uno de los casos más significativos de tejido apropiador es el liderado por BlackRock, el mayor fondo de inversión, que hace de polo articulador de una miríada de poderosas entidades financieras. BlackRock gestiona cuantiosos recursos, propios y de terceros que confían en sus criterios de aplicación. Los servicios y competencias que ofrece a clientes pueden verse aquí y su organización aquí. Para colmo, recientemente ha sido escogido como agente financiero del gobierno de los Estados Unidos con lo que se abre un enorme espacio de conflictos de intereses que se ocultan a los no especialistas.

Envergadura y criterios de inversión

En 2019 BlackRock gestionó activos por 7.4 trillones de dólares utilizando diferentes criterios de inversión (ésta y todas las cifras del presente artículo se presentan tal como figuran en la documentación original en inglés, así, por ejemplo, un trillón en inglés equivale a mil billones en español). El criterio de inversión más utilizado, 5 trillones de dólares, fue invertir con estrategia pasiva y bajos costos en iShares, esto es, en fondos que cotizan en bolsa y son diversificados. El rendimiento depende de un índice bursátil (puede ser renta variable, materias primas, bonos, recursos monetarios, etc.) y no de la capacidad del administrador del fondo para comprar y vender. El segundo criterio de inversión, $2 trillones, utiliza estrategias activas de inversión, con un mayor costo de gestión porque dedican recursos a escoger caso por caso donde invertir. Un tercer criterio de inversión, más de $500 billones, son estrategias de manejo de efectivo.

Su portafolio incluye una gran diversidad de fondos que, en conjunto, invierten en bonos soberanos y miles de empresas como ExxonMobil, General Electric, Coca-Cola, Johnson & Johnson, JP Morgan pero también a poderosos emergentes de la era digital como Alfabeth -Google, Amazon, Facebook, Microsoft y Apple. Esta mezcla de inversiones les permite influir tanto en corporaciones tradicionales como en aquellas que dominan la información y el comercio electrónico.

Resultados

 

 El 15 de enero 2020 los principales ejecutivos informaban sobre los resultados del 2019 destacando que habían logrado un ingreso neto record de 429 billones de dólares, 226 billones obtenidos de las iShares, 110 billones de las inversiones activas y 93 billones de las estrategias de efectivo. También señalaron que compensaron a sus accionistas con 3,8 billones de dólares combinando la distribución de dividendos con el aumento del valor de sus acciones por compra de acciones de la propia compañía (buy back en inglés). En el segundo trimestre de 2020 obtuvieron los siguientes resultados.

Sustento de su hegemonía

Si bien Blackrock no es el propietario sino el custodio de las acciones y bonos en los que invirtió recursos de terceros, como ejerce el derecho de voto de esas inversiones, tanto los empresarios como los gobiernos que recibieron los recursos reconocen el poder que detenta.  Además, la escala de recursos gestionados le otorga ventajas respecto a otros inversores ya que puede identificar y aprovechar mejores oportunidades utilizando su poder de fuego para obtener mayores ganancias e influenciar a su favor sobre políticas públicas de países soberanos.

De todos modos, los demás fondos que invierten a través de BlackRock retienen grados de autonomía decisional en un doble sentido. Por un lado, están en condiciones de desarrollar portafolios propios de colocaciones con perfil similar o diferente al portafolio de inversiones de BlackRock. Por otro lado, conservan el poder de retirarse de BlackRock como canalizadores de recursos de terceros e incluso como accionistas.

Vale conocer entonces quienes son los propietarios de BlackRock para luego focalizar en un hecho que en mayo del 2020 sacudió la estructura de BlackRock: la salida de su mayor accionista. 

Principales propietarios de BlackRock

Los principales propietarios de BlackRock se detallan en los cuadros siguientes, con una importante aclaración: todos ellos son, a su vez, gestores de activos de terceros.

Top 10 Owners of BlackRockInc (en conjunto suman el 48,51 % del total)

Stockholder

Stake

 Shares
owned

Total value ($)

Shares
bought / sold

Total change

PNC Bank, NA (Investment Management

22.04%

    34,004,697

     18,501,615,591

   -11,068

     -0.03%

TheVanguardGroup, Inc.

    5.62%

     8,666,199

     4,715,192,214

   -136,007

     -1.55%

BlackRockFundAdvisors

    3.97%

     6,123,448

     3,331,706,822

   +262,271

     +4.47%

Capital Research& Management Co....

    3.95%

     6,091,446

     3,314,294,854

   -1,270,934

     -17.26%

SSgAFunds Management, Inc.

    3.23%

     4,982,330

     2,710,835,930

   -132,598

     -2.59%

Wellington Management Co. LLP

    3.08%

     4,743,375

     2,580,822,904

   +17,147

     +0.36%

ManagedAccountAdvisors LLC

    2.09%

     3,226,374

     1,755,437,830

   +890,047

     +38.10%

JPMorganInvestment Management, I...

    1.59%

     2,449,368

     1,332,676,635

   +281,558

     +12.99%

Norges Bank Investment Management

    1.57%

     2,423,172

     1,318,423,653

   -359,102

     -12.91%

Morgan Stanley Smith Barney LLC (...

1.37%

     2,115,871

     1,151,224,252

   +64,955

     +3.17%

 

También invierten en BlackRock los denominados Mutual Funds, fondos donde expertos financieros invierten recursos de mucha gente en muy diferentes compañías. Los 10 principales en el cuadro que sigue.

 

Top 10 Mutual Funds holding BlackRockInc  (suman 14,22% del total)

Mutual fund

Stake

 Shares
owned

  Total value ($)

Shares
bought / sold

Total change

Vanguard Total Stock Market Index...

2.68%

 4,127,095

   2,245,511,119

 +560,739

    +15.72%

Washington Mutual InvestorsFund

  2.41%

 3,722,830

   2,025,554,575

 +473,997

    +14.59%

Vanguard 500 IndexFund

  2.08%

 3,200,585

   1,741,406,293

 +487,379

    +17.96%

GovernmentPensionFund - Global ...

  1.55%

 2,382,686

   1,296,395,626

 -359,102

   -13.10%

SPDR S&P 500 ETF

  1.07%

 1,643,910

       894,434,992

 -11,346

 -0.69%

American BalancedFund

  0.93%

 1,429,700

 777,885,473

 +2,700

 +0.19%

VanguardDividendGrowthFund

  0.89%

 1,379,729

 750,696,752

 -194,812

   -12.37%

Fidelity 500 IndexFund

  0.87%

 1,347,572

 733,200,449

 +307,334

    +29.54%

VanguardInstitutionalIndexFund

  0.87%

 1,346,519

 732,627,523

 +203,808

    +17.84%

Vanguard Wellington Fund

  0.87%

 1,337,629

 727,790,563

  0

 0.00%

 

De este modo, los dos principales tipos de accionistas detentan el 62,73% de la propiedad de BlackRock

 

Un sacudón en la estructura de BlackRock: la salida de PNC, el único enorme accionista

Hasta el 15 de mayo de 2020 el PNC FinancialServiceGroup detentaba el 22,04% de la propiedad de BlackRock. Ese día se desprendió de la totalidad de sus acciones por un valor de 14,4 billones de dólares.

PNC es un holding basado en Pittsburgh, Pennsylvania con dos principales subsidiarias: un banco minorista que es el noveno más grande de los Estados Unidos con más de 8 millones de clientes y una entidad, Asset Management Group, que a marzo de 2020 gestionaba activos de terceros por 264 billones de dólares. 

Consecuencias de este reacomodamiento de fuerzas

Una primera consecuencia es que BlackRock desconcentra aún más la influencia relativa de sus accionistas propietarios. Se va el accionista que tenía la mayor capacidad de fuego interno 22,04%. El que le sigue en importancia es VanguardGroup que posee el 5,62% de la propiedad de BlackRock, cuatro veces menos que PNC pero con cinco Mutual Funds asociados que suman otros 7,39% como accionistas. Vanguard es, al mismo tiempo, el principal competidor y aliado de BlackRock según el juego de inversiones cruzadas. Son aliados cuando al invertir en los mismos fondos, empresas o países unen su poder de votación; compiten cuando escogen inversiones excluyendo al otro o cuando se trata de escoger propios directores en los fondos o empresas donde invierten en conjunto. Le siguen a Vanguard otros cuatro accionistas (uno de ellos conformado por asesores de BlackRock) que poseen entre 4 y 3% del paquete accionario. La participación del resto de accionistas es menor al 2% unos y al 1% muchos más. Al desconcentrar la estructura de propiedad, crecen los grados de libertad con que operan los directivos de BlackRock.

Otra consecuencia es que se perjudica la hasta ahora intocable imagen de BlackRock al sufrir el abandono de una poderosa entidad que con esa venta de acciones refuerza su capital en 14,4 billones de dólares. Con ello crece la capacidad de competir de PNC aún en segmentos de mercado donde predomina BlackRock.

Por su parte, un mucho mayor capital le permite a PNC resolver dos complementarios desafíos. De un lado, aumenta el blindaje de seguridad de su banco minorista en una fase de peligrosa inestabilidad por quebrantos debidos a la doble pandemia sanitaria y económica. A su vez, ese mismo blindaje le permite a su otra subsidiaria presentarse con mayor solidez en el actual turbulento contexto para seguir atrayendo y gestionando activos de terceros.

¿Cómo reaccionó BlackRock? No corto de reflejos, movilizó todos sus instrumentos para preservar su hegemonía a través de retener accionistas, defender el valor bursátil de sus acciones y mantener o incrementar su flujo de ingresos como gestor de la aplicación de recursos de terceros. De inmediato solicita autorización del Directorio para aumentar los dividendos a transferir a sus accionistas. También destina 1,2 billones de su efectivo a comprar sus propias acciones con lo que, al tiempo que sostiene su valor bursátil, les asegura mayor rentabilidad a los accionistas (el buy back otorga a quienes permanecen como accionistas mayor participación en el patrimonio de BlackRock y en los dividendos que se distribuyen). Los directivos aseguran además que aumentarán la rentabilidad de sus inversiones. En el caso de fondos que invierten en empresas, esto implica exigirles mayor agresividad competitiva, incluyendo contener salarios y condiciones laborales. En el caso de fondos con bonos de países que necesitan reestructurar deudas insostenibles, esto se traduce en aumentar al máximo la presión negociadora de modo de asegurarse apropiadas (para ellos) condiciones contractuales.

En síntesis, quienes conducen tejidos apropiadores saben cómo enfrentar dificultades sin sacrificar ingresos ni poner en riesgo a sus propios intereses. Como siempre hacen, descargan los costos de sortear situaciones adversas forzando ajustes "hacia abajo". Castigan a trabajadores, proveedores y consumidores de las grandes empresas en que invirtieron e imponen restructuraciones de deudas que perpetúan el sometimiento de países no centrales. Su ley primera consiste en no tocar la rentabilidad de sus accionistas ni, por supuesto, sus millonarias compensaciones.

"Del otro lado", inmensas mayorías sobreviven sumidas en abandonos e inmisericordes carencias. Es que la apropiación de excedentes esteriliza recursos que los países podrían dedicar al buen vivir de sus pueblos y a la protección del territorio. Ingenuo preguntarse si esto importa a quienes lucran con los tejidos apropiadores. En las reuniones donde toman decisiones (directorios y comités ejecutivos) los temas y preocupaciones que se encaran siempre convergen sobre el propósito central que los anima: qué lucro lograron y cómo incrementarlo. El tremendo impacto de sus decisiones sobre la humanidad y el planeta no hacen parte de la agenda. Si acaso son confrontados para que rindan cuenta de su accionar, argumentan que no les corresponde considerar esas responsabilidades. Explicitan que el mandato que les fuera asignado es maximizar ganancias y si su accionar termina castigando a poblaciones o destruyendo el medio ambiente, esos son daños colaterales o, con la hipocresía de acostumbrados a abusar de su poder, externalidades no deseadas. Duele y subleva el mundo de los apropiadores.   

 

(*) Roberto Sansón Mizrahi. Economista, planificador regional y urbano, consultor, dirigió empresas, autor de Un país para todos, Crisis global: ajuste o transformación, Democracias capturadas y otros libros, Co-Editor de Opinión Sur www.opinionsur.org.ar


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