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27.7.20

Juicio contra los autores intelectuales del asesinato de los jesuitas y otras personas en 1989 en El Salvador

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Por Manuel García Fonseca (*)

- La citación a la Audiencia Nacional, a la que acudí en junio de este año, no tiene vinculación con nuestra presencia como observadores en el simulacro de juicio que se hizo en El Salvador en 1991. El juicio actual va en serio.

A mí me preguntaron hace varios meses si aceptaría asistir como testigo en la AN en el juicio contra los autores intelectuales del asesinato, 31 años antes, de los jesuitas de la Universidad centroamericana. Me sorprendió muy gratamente la noticia de que asociaciones de derechos humanos de España y de Estados Unidos promovieran un juicio que se dirigiera específicamente contra las autoridades salvadoreñas, los altos mandos militares y del gobierno, y que el juicio fuera real.

- Yo había participado en viajes solidarios al Salvador y, colateralmente, tuve una entrevista con el nuevo rector de los jesuitas, el padre Tojeiras (?), y él fue quien me manifestó con indignación que siendo españoles cinco de las victimas (en total asesinaron a otro jesuita salvadoreño y dos mujeres que trabajaban en la casa central: iban a matar a Ellacuría, pero no podían dejar con vida a ningún testigo) un año después todavía no había habido ninguna presencia del parlamento y gobierno español a interesarse por el tema, mientras sí recibieron visita de diputados estadounidenses y de otros países europeos, interesados en que se hiciera investigación sobre los autores. Me comprometí a presentar el tema en el Congreso de los Diputados. Desde el grupo parlamentario de IU, del que formaba parte, logramos que el Congreso formara una comisión de diputados, con representación de todos los grupos, para ir al Salvador y hacer un informe sobre las causas y autores de la masacre.

En cinco días recogimos información de todas las instancias políticas, sociales, jurídicas, y de diversos colectivos populares. Nos acompañaba Álvarez Miranda, ex embajador de España en el Salvador, y su aportación al trabajo de investigación fue muy importante, y personalmente fue de él de quien recibí más apoyo y sugerencias para las personas a entrevistar y las cuestiones a preguntarles. Él tenía un gran conocimiento de los políticos salvadoreños, del gobierno y de la oposición, y como embajador fue también muy apreciado por organizaciones populares.

El informe lo hizo suyo el Congreso de Diputados, y pienso que influyó en que el Gobierno salvadoreño decidiera hacer un amañado juicio a los militares que mataron por órdenes superiores. A ese juicio volvimos como observadores la misma comisión autora del informe.

La presencia en aquel simulacro de juicio fue muy impactante. Los militares (soldados, algún mando medio y el coronel Benavides) comparecían en uniforme de gala. El que estaba más cerca de mi sitio en las lecturas, era el que mató a las mujeres, que como se relataba en las lecturas de fiscales, mientras tomaba una cerveza Pilsen, incrustándoles, al disparar, el fusil en la vagina. Tenerlo delante de mí, separados por una simple barandilla, impávido mientras se leía en tres ocasiones el atestado, era repulsivo.

- La comunidad jesuítica dice que no es el actor principal del juicio. De hecho, son los familiares y asociaciones por los derechos humanos de España y de Estados Unidos. Creo que los jesuitas siempre quisieron cuidar no ser los protagonistas por este crimen terrible que les afectó a compañeros destacados; vivían muy desde dentro la permanente matanza de campesinos y de cualquier tipo de oposición que se daba en El Salvador. Sus muertos eran cinco entre cientos de miles masacrados por el ejército y las fuerzas del gobierno. Tenían que seguir denunciando los actores de la masacre a los pobres y opositores en general.

No se las causas por las que el juicio en España se hace ¡¡ 30 años !!después de la matanza.  Supongo que la dificultad es la de juzgar en España a asesinos de otro país con mucho poder.

De hecho, en la sesión en la que estuve como testigo, 11 de junio, solo estaba uno de los acusados, alto mando militar a quien en esta ocasión solo lo vi de espaldas. Creo que piden para él 20 años por cada asesinado/a. Y porque el Partido Popular siempre se negó a utilizar la ley de aplicación a delitos por encima de las fronteras (después de su aplicación a Pinochet, de esa instancia legal, por el juez Garzón).

El militarismo, la guerra represiva, y la impunidad no era una característica de los militares y oligarcas salvadoreños autores de este crimen. Era una política general en toda Centroamérica, la misma que aplicaban en toda América del Sur contra toda protesta o movilización popular y, por supuesto, contra la lucha armada que surgió como último recurso contra la injusticia y el crimen.

En el caso de los jesuitas, el embajador de Estados Unidos y el presidente salvadoreño culparon a la guerrilla (Frente Farabundo Martí) de la matanza. Y el FBI y la CIA se negaron a entregar o informar de las pruebas que ellos habían recogido en el lugar del crimen.

El Pentágono de USA, ya desde la Trilateral, consideraba que era fundamental para mantener su explotación en el continente suramericano programar con todos los medios económicos y políticos, el exterminio de la teología de la liberación, uno de cuyos máximos promotores era Ellacuría.

Para mí, visitar la Universidad Centroamericana fue una experiencia única: no conocí ninguna institución universitaria que haya creado una formación universitaria de la mayor calidad técnica y de una absoluta orientación social para alumnos de las clases populares.

Los asesinados fueron: 

Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín Baró, Segundo Montes, Amando López, Juan Ramón Moreno, Joaquín López, Julia Elba Ramos y Celina Mariceth Ramos.

 

(*) Manuel García Fonseca. "Pole" es un veterano resistente antifranquista, profesor de filosofia y diputado de IU Asturies de 1986 a 1995.

Fuente :http://causaarabeblog.blogspot.com/


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