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Marcelo Freixo (PSOL): “Bolsonaro pretende construir un Estado policial máximo con un Estado social mínimo”

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Por Andrea A. Gálvez

Hay un nombre que resuena con fuerza en el progresismo brasileño y que, seguramente, jugará un papel importante contra el bolsonarismo en 2022. Ese nombre es Marcelo Freixo. Profesor de Historia, exdiputado autonómico por el Partido Socialismo y Libertad (PSOL) y ahora diputado en el Congreso Nacional por Río de Janeiro.

Ciudad que él ve y entiende más allá de la postal a la orilla del mar, símbolo de una de las 10 economías más potentes del mundo y uno de los países más desiguales. Hoy Brasil vive el peor momento de la epidemia de coronavirus, con más de 60.000 fallecidos, agravada por una situación de inestabilidad y crisis política de raíces profundas.

Cuando da clases de Historia, Freixo invita a sus alumnos a volver al pasado con una máquina del tiempo. Cuando habla de Brasil, volvería al 2013, año en el que nació un nuevo momento político que no fue comprendido en todas sus dimensiones. Por muchos años, criticó desde la izquierda la gestión de los gobiernos de Lula y Dilma; esas diferencias con los exmandatarios se han ido reduciendo tras la victoria de la ultraderecha en las elecciones de 2018.

Freixo representa el Brasil que el bolsonarismo ataca. No es casualidad que su mano derecha, la concejala Marielle Franco, fuera asesinada por un sector del crimen organizado de Río de Janeiro, relacionado con la familia Bolsonaro. Ahora, este defensor de los derechos humanos, nacido en 1967 en el municipio de São Gonçalo, en la región metropolitana de Río, se prepara para el futuro a través de un diálogo amplio con la sociedad y el campo progresista para "establecer límites democráticos que no puedan ser rebasados por Bolsonaro ni por ningún otro partido".

Brasil es el segundo país con más contagios y el tercero en número de muertos por covid-19, con un gobierno que critica las medidas de distanciamiento y hace oídos sordos a las recomendaciones científicas, ¿cómo evalúa la gestión de Bolsonaro de la emergencia sanitaria?

Es una tragedia. Estamos en el peor momento de la epidemia y el presidente de la República no sólo no reconoce esta pandemia, diciendo que es una simple gripe, sino que además es contrario al aislamiento. De esta manera, agrava los problemas de salud y  crea otro muy grave respecto a la democracia brasileña. Hoy la sociedad siente que el régimen puede sufrir una ruptura institucional.

A veces pensamos en los líderes de ultraderecha como Trump o Bolsonaro como si fueran excepciones al frente de un gobierno, pero como bien recuerda, son gobiernos elegidos con proyectos que están siendo eficientes. ¿Qué representa este proyecto?

Bolsonaro fue elegido por la extrema derecha y no por la derecha clásica. En 2013 hubo una gran movilización en Brasil, también sucedió en varios países de América del Sur y del mundo. En Brasil, ese año, se dio un fuerte cuestionamiento del modelo democrático. El gobierno de Lula (Partido de los Trabajadores), por aquel entonces en el poder, no tuvo la capacidad de comprender lo que ocurría en ese momento. Bolsonaro se alimentó mucho de un sentimiento que nació ahí y que es un sentimiento que se opone a la política. Aunque él haya sido diputado muchos años y aunque sus hijos ocupen cargos políticos como diputados y concejales, es elegido representando el mito de alguien de fuera de la política, consiguiendo dialogar con ese sentimiento de irritación del pueblo brasileño, en crisis con la representación política.

 

Bolsonaro pretende construir un Estado policial máximo con un Estado social mínimo

¿Cuál es el proyecto que está llevando a cabo?

Tiene un proyecto de gobierno totalitario junto con uno económico ultraliberal, de privatización y reducción del Estado, de los más violentos que hemos tenido en Brasil. Pretende construir un Estado policial máximo con un Estado social mínimo, ese es el proyecto de Bolsonaro.

La relación de Bolsonaro y su familia con las milicias salió a la luz a raíz de la renuncia de uno de sus súper ministros, Sergio Moro, ministro de Justicia, quien tuvo un papel protagonista en el encarcelamiento de Lula. Moro acusó al presidente de querer interferir en la Policía Federal para controlar las investigaciones en curso sobre su familia y las relaciones con las milicias. ¿Puede explicar cómo funcionan las milicias en Brasil y cómo se relacionan con el poder?

Las milicias son muy fuertes en la ciudad en la que vivo, Río de Janeiro, pero no sólo aquí. Controlan territorios enormes que no sólo son favelas, son los barrios que están fuera de la postal de Río de Janeiro, donde vive el 80% de la población. Estos barrios están dominados por grupos ligados a las fuerzas policiales o expoliciales, también bomberos e incluso militares activos, o sea, agentes de seguridad pública armados. La milicia se establece como un "Estado de subasta", donde el que paga más se lo lleva, no un Estado paralelo. Son agentes públicos que dominan diversas actividades económicas: el transporte alternativo, el gas, internet, la seguridad local, incluso cobran una tasa a los residentes por su seguridad. Es una estructura de mafia con una economía muy fuerte.

Cuando fue diputado del Estado de Río de Janeiro, abrió una investigación sobre las milicias y  las relaciones con el poder. ¿Qué encontraron?

Sí, en 2008 abrí una investigación sobre las milicias y sus brazos políticos en la Comisión Parlamentaria de Investigación. Llevamos a prisión a 240 jefes de milicias, entre ellos diputados y concejales. La milicia tiene un rasgo particular, es un grupo criminal con proyectos de poder. Es diferente del tráfico de drogas, violento, pero que, al no estar dentro del Estado, no tiene capacidad de influencia. De hecho, el tráfico es contra el Estado, la milicia sin embargo no, está dentro del Estado. Al dominar la economía y la política, dominan también las elecciones en sus territorios y son barrios enormes con una densidad de población importante.

 

¿Cuál es la relación con la familia Bolsonaro y con el propio presidente?

Estas milicias siempre tuvieron relaciones muy profundas con Bolsonaro. Cuando en 2008  presenté el informe y encerramos a 240 milicianos, ese mismo año, Bolsonaro defendió públicamente la legalización de la milicias. Uno de los nombres importantes en estas relaciones es FabrícioQueiroz, una persona muy ligada a las milicias y detenida recientemente por desvío de dinero, que trabajó en el gabinete de FlávioBolsonaro [primogénito del presidente]. Queiroz trabajó mucho tiempo en áreas de milicia y es quien hacía la campaña de la familia Bolsonaro en estas zonas. Lo que Bolsonaro está haciendo hoy en día, además de tener relación con las milicias, es crear milicias políticas, como por ejemplo las personas vinculadas al grupo de "los 300 de Brasil", los que hicieron una marcha semejante a la del KuKluxKlan hace poco en Brasilia. Es otro tipo de milicia, capaz de ejercer violencia contra enemigos políticos y de atacar las instituciones. 

 

Hay detenidos por el asesinato de Marielle Franco y Anderson Pedro Mathias Gomes, el conductor del vehículo, sin embargo, usted sostiene que fue un asesinato político. En su opinión, ¿quién mandó matar a Marielle?

Marielle fue asesinada en 2018, fue una sorpresa muy grande para todos nosotros, porque no había ninguna amenaza sobre ella. Las amenazas estaban todas dirigidas contra mí, a causa de la investigación sobre las milicias. Marielle trabajó durante 10 años en mi equipo y en el 2016 fue elegida concejala. Dos años después fue brutalmente asesinada, en un crimen planeado y ejecutado por profesionales de Río de Janeiro. Hoy en día hay varias personas detenidas como los asesinos que no han sido condenadas aún. La policía en este momento investiga quién dio la orden y ha identificado que la razón del crimen es política. Es decir, no fue un asalto, no fue una bala perdida, fue un crimen político.

Para saber cuál es la razón política tenemos que saber quién mandó matarla. Esto quiere decir que hoy, en el siglo XXI, en Río de Janeiro hay grupos que hacen política matando personas y eso es una amenaza a la democracia, no sólo a Marielle, a su familia o al PSOL. Es una amenaza a Brasil y a su democracia, por eso es un crimen político que tiene que ser esclarecido. 

Afirma que el objetivo de Bolsonaro es acabar con la democracia brasileña, ¿es posible un golpe parecido al que ocurrió el año pasado en Bolivia?

Aunque no creo que suceda algo semejante a lo que pasó en Bolivia, todo cuidado es poco. Brasil tiene un grado de complejidad distinto. Es un país con dimensiones continentales y tiene una mirada internacional muy fuerte. Pero que hay una pretensión de ruptura democrática en el gobierno de Bolsonaro es claro. El presidente asiste a actos de explícita intención golpista. Uno de sus hijos, Eduardo Bolsonaro, que es diputado federal, ya dijo que si Brasil tuviera alguna experiencia semejante a la de Chile con protestas en las calles, el AI5 se recuperaría. Este fue uno de los actos institucionales que volvió la dictadura brasileña más violenta de lo que ya era, al cerrar el Congreso en 1968. La semana pasada, el mismo hijo dio otra declaración en la que dijo que la ruptura democrática en Brasil es cuestión de tiempo. Quien afirma esto no es sólo un diputado, es el hijo del presidente y no fue corregido por su padre. La intención golpista es clara, ahora, si cuenta con las condiciones de hacerlo, eso es otra historia. 

¿Cuáles son las posibilidades de que Bolsonaro sea retirado de su cargo? ¿Qué escenarios políticos manejan?

El deseo existe, la posibilidad no acompaña necesariamente el deseo. Bolsonaro hizo un acuerdo con una bloque informal de derecha llamado centrão, una derecha muy corrupta, que negocia cargos y favores. De hecho, los principales líderes del Centrão están siendo investigados por la operación Lava Jato. El gobierno de Bolsonaro es, en cierto sentido, un escondite perfecto para diputados corruptos, el presidente les ofrece protección para no ser investigados ni ser detenidos. Esta alianza imposibilita un impeachment. Además, fuera del Congreso, sigue contando con un 30% de aprobación social.

Aun con todos los errores cometidos, Bolsonaro tiene un porcentaje de apoyo alto; de cada 10 brasileños, tres están de acuerdo con el presidente

Aún con las renuncias de varios ministros, con una pandemia que está dejando miles y miles de muertos, aún con los escándalos que involucran al presidente y su familia, que salen a la luz cada vez con más frecuencia, Bolsonaro, ¿cómo es posible ese 30% de apoyo social?

Es difícil de comprender. Nos muestra una gran complejidad de la sociedad brasileña. Aún con todos los errores cometidos y todo lo que está ocurriendo, Bolsonaro tiene un porcentaje de apoyo alto, de cada 10 brasileños, tres están de acuerdo con el presidente. No podemos minimizar eso. Lo más grave es que Bolsonaro tiene el apoyo de gran parte de los sectores pobres de la sociedad. Esto significa que desde la izquierda no estamos sabiendo dialogar con estos sectores, necesitamos hacer autocrítica y entender nuestras dificultades. Además, Bolsonaro tiene un grupo de fanáticos, no digo que el 30% sean fanáticos, quizá un 10% lo son, los que van a los campamentos, agreden, etc. Lo que necesitamos hacer es dejar solos a los fanáticos, reducir el 30%. Tenemos que provocar fisuras en su lado. 

Hace unas semanas, dejó la candidatura a la alcaldía de Río de Janeiro para construir una alianza progresista capaz de enfrentar al bolsonarismo. Sostiene que la cuestión no está en buscar un líder, sino en tener un proyecto. ¿Cómo piensa llevarlo a cabo?

Sí, son dos momentos. Una de mis intenciones es construir una alianza democrática para garantizar el funcionamiento de las instituciones democráticas de Brasil. Pretendo establecer un diálogo amplio con el conjunto de la sociedad, para establecer límites democráticos que no puedan ser rebasados por Bolsonaro ni por ningún otro partido. Para ello es necesario tratar de agrupar al 70% que no aprueba a este gobierno para que realmente sea un 70%; es básicamente una alianza para recuperar la  democracia brasileña. Después está la alianza electoral, con un programa político. El proyecto que defiendo no tiene Estado mínimo, tiene valorización del Sistema Público de Salud, tiene un proyecto de seguridad pública, salvaguarda de los derechos humanos, etc. La idea es que este proyecto electoral sea pactado con todo el campo progresista. No podemos quedarnos en la disputa de líderes, si hacemos esto, nos quedaremos sin la posibilidad de derrotar a Bolsonaro. Todo indica, que en 2022 llegará como un candidato a presidente capaz de ser reelegido, si esto sucede será una tragedia. Debemos responsabilizarnos y no perder el tiempo buscando quién es el líder que se enfrentará a Bolsonaro, más bien, ¿cuál es el proyecto que derrotará el proyecto de Bolsonaro? 

A veces cuando da clase, hace un ejercicio con los alumnos invitándolos a volver al pasado con una máquina del tiempo para intentar cambiar las cosas. ¿A qué momento histórico le gustaría volver?

Hay muchos momentos en los que me gustaría estar, en la Revolución de los Claveles por ejemplo, también en la Revolución Rusa y hasta en la Revolución Francesa, por su importancia en la formación del Estado. Ojalá los sansculottes hubieran tenido más espacio para que, ya en la formación de aquel Estado, pudiéramos haber creado algo un poco más justo.

¿Y de la izquierda? ¿Volvería para atrás y qué cambiaría?

Con todo el cariño que tengo a mis amigos del Partido de los Trabajadores, en el primer momento de su gobierno, Lula tenía fuerza política suficiente para hacer transformaciones mucho más profundas de las que consiguió hacer. Lo entiendo por un lado. Pero si pudiéramos regresar y entender que los cambios tenían que ser sustantivos, creo que habría sido un buen momento para que estuviéramos juntos.

¿Lula estará en esta alianza progresista?

Espero que sí. Él dio una declaración hace poco con la que no estuve de acuerdo, pero yo evito hacer polémica pública, prefiero llamarle y conversar. Tengo un respeto muy profundo por él, creo que tiene que estar tanto en la alianza democrática como en la alianza progresista. Lula es una persona muy importante, principalmente por su capacidad de dialogar con los más pobres, la izquierda tiene mucho que aprender de ese aspecto. Aunque no sea Lula el nombre para disputar una nueva elección, que es probable que no lo sea, creo que es una figura imprescindible para Brasil.

¿Cuáles podrían ser los nombres que disputarán las próximas elecciones en 2022?

Creo que el campo progresista tiene excelentes nombres, por ejemplo Flavio Dino, el actual gobernador de Maranhão, el propio Ciro Gómez, del Partido Laborista Democrático, Manuela D'Ávila, del Partido Comunista de Brasil. Lo más importante es que estos nombres puedan estar dentro de un mismo proyecto para derrotar a Bolsonaro.

En España, tenemos un partido de ultraderecha como tercera fuerza en el Congreso Nacional. Algunos comentan que la derecha supo internacionalizarse mejor que la izquierda. ¿Cómo sería una internacional progresista?

El avance de la ultraderecha es claro en el mundo entero, no solo en Brasil.  Esto ya sería razón suficiente para que el campo progresista internacional consiguiera conversar y tener alguna capacidad de articulación internacional y establecer un límite para que la democracia pueda seguir funcionando. Estamos viendo que la pandemia es más perversa en lugares con mayor desigualdad. Por ejemplo, en Brasil mueren cinco veces más negros que blancos por coronavirus. Lo que mata más es la desigualdad. Si el mundo progresista hoy lograra tener una articulación para combatir la desigualdad y responsabilizarse respecto al modelo de desarrollo dentro del debate ambiental, serían temas decisivos para enfrentar el avance de la extrema derecha y fortalecer la democracia. 


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