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Las bestias del siglo

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Por Esteban Valenti (*)


Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos. Martin Luther King

 

Recién han transcurridos 20 años del siglo XXI, nos quedan 80 años de sorpresas, pero ya podríamos diseñar un recorrido por los personajes más nefastos de este siglo, que sin duda tendrá en la peste del año 20 uno de sus peores recuerdos. Todas las grandes crisis de la historia, tuvieron o grandes guerras o peor aún, grandes pestes. Un ejemplo es la gran crisis del siglo XIV, con la peste negra, que se llevó dos tercios de la población de Europa y la Guerra de los Cien Años (1337-1453). Pero siempre tuvieron terribles bestias.

La peste ya la tenemos asegurada, el covid-19, el coronavirus o como la bauticemos en el futuro. Alcanza los 7 millones de afectados en todo el mundo y más de 400 mil muertos. No puede compararse con la que comenzó en el año 1348 en Messina (Sicilia) proveniente de Asia. La mortalidad no tiene obviamente comparación, pero el impacto económico y social todavía no podemos medirlo, pero afectará en particular a los países ricos, aunque las consecuencias sociales más graves serán en el sur, en América Latina nos estamos jugando 20 años de avances sociales contra la pobreza, la indigencia y la desocupación. Lo demás son incertidumbres y a diferencia del siglo XV no tenemos refugios religiosos que nos aparen y nos cobijen. Hoy actúan en otra dimensión.

La peste, como siempre ha sucedido, pone en evidencia las peores y las mejores cosas acumuladas por la humanidad, los gestos más humanitarios, los esfuerzos científicos, las millones de personas empeñadas en cuidarse pero sobre todo en cuidar a sus semejantes y en ayudarlos y los otros, las bestias.

Para que haya bestias, como Donald Trump, como Jair Bolsonaro,  Daniel Ortega, ViktorOrbán de Hungría y Rodrigo Duterte de Filipinas que no son todas del mismo tamaño y bestialidad, pero confirman algo indiscutible y muy incómodo: para que existan ese tipo de monstruos hacen falta rebaños, importante cantidad de bestias pequeñas en sus pueblos. Y un país no se define solo por sus mandatarios, sino por sus mandantes y mandados. Y si, en los EE.UU. hay un ser humano al comando que nos hace pasar vergüenza ajena un día sí y el otro también, es porque lo votaron, porque hay millones de norteamericanos bestias, que lo siguen apoyando y que lo pueden reelegir. Ese es el mayor símbolo de decadencia de nuestra época.

Donald Trump, armado de su Twitter es la expresión cumbre de esa nueva especie que ocupa los grandes sillones del poder en el mundo, emulado por Jair Bolsonaro. No solo despreció los peligros de la peste y es el directo responsable de las cifras abrumadoras que alcanzó el Covid 19 en los Estados Unidos, sino que sus consejos, sus opiniones, sus desvaríos, son interminables y permanentes. Es un histrión que es tomado a la chacota por sus pares de todo el mundo en especial de Europa.

Pero ese histrión histericoide, tiene el botón de la destrucción del planeta, del comercio mundial, de la salud de su pueblo, de las relaciones de los EE.UU. con la OMS en medio de una pandemia, de la decadencia moral de las relaciones políticas mundiales y una cuantas cosas más. Y ahora, con su prédica de odio y división de los EE.UU. ha sumado el impulso a nuevos crímenes racistas en ese país y amenaza con recurrir a las Fuerzas Armadas para reprimir las protestas populares.

Porque ante los pequeños monstruos como ese policía blanco, Derek Chauvin que estuvo 9 minutos, sí nueve minutos apretando el gatillo de su rodilla sobre el cuello de George Floyd, un hombre afroamericano, hasta asfixiarlo y asesinarlo. Tuvo todo el tiempo de pensar lo que estaba haciendo, entre otras cosas porque su víctima se lo gritaba desde el suelo.

Pero lo grave no es solo eso, es la actitud del fiscal Freemanque anunció que no tenía intención de imputar cargos ni de detener a Chauvin. El comisionado de Seguridad Pública de Minnesota, John Harrington, explicó que Chauvin no había sido detenido antes porque querían despejar las "dudas razonables" que existían sobre su presunta responsabilidad en los hechos.

La grabación del video completo testimoniaba todo el drama de Floyd y la prepotencia asesina de Chauvin.

Luego se desataron manifestaciones enormes en todos los EE.UU. incluso en el exterior, protestando contra este crimen, porque es otro crimen más que quedaría impune. Pero no solo. Fue la explosión de la rabia de los norteamericanos decentes contra la brutalidad del presidente y contra las fuerzas policiales -no todas- que ejecutan esa política de represión selectiva contra los afroamericanos pero también por el terrible fracaso de Trump ante la peste y su insensibilidad ante esa nueva muestra de discriminación y asesinato.

A la protesta se sumaron personalidades de todo tipo, incluso cuerpos enteros de la policía que no quieren ser confundidos con sus colegas asesinos y racistas y a Trump no se le ocurrió mejor idea que insultar a los gobernadores, apelar a la "mayoría silenciosa" atemorizada ante los pequeños grupos que siempre se aprovechan de las protestas para el vandalismo y amenazar con plomo, más plomo y plomo militar.

No se trata de hacer solo un relato plano, efectista y que nos aplaque la conciencia y la humanidad que queremos preservar, sino de hacernos preguntas incómodas. ¿Hubo algún otro presidente de los EE.UU. tan bestia como Trump? ¿Por qué en medio de la pandemia había miles de personas que le manifestaban en su apoyo? ¿Cómo es posible que con la cantidad de escándalos, de porquerías que le han descubierto a Trump, un partido histórico, como los Republicanos, el partido de Abraham Lincoln, apoye, elija votar y proteger a esta bestia.

En la historia de las bestias siempre hay una constante: el miedo, la incertidumbre y una parte importante de los norteamericanos, los muchos burros, ignorantes, básicos norteamericanos, esos que no aparecen en las películas, que están ocultos en lo profundo de su sociedad, ricos, pobres y clase media, tienen miedo. Más miedo y más dudas que la que experimentan otros pueblos, otras sociedades. El "sueño americano" se está esfumando.

Partamos de la base que el terreno fértil para esos miedos existe y ha crecido y que la planta venenosa de Trump, contra China, contra la OMS, contra los europeos, contra los inmigrantes, contra todo lo que pueda y surta efecto, tiene la misma lógica que la que empleó Maduro en Venezuela. Crear uno o mil enemigos donde depositar las responsabilidades y los miedos.

No es muy diferente a los que hizo Adolf Hitler desde sus primeros discursos, hasta MeinKampf, el hilo conductor fue elegir a sus enemigos: el Tratado de Versalles, los judíos, los comunistas, los eslavos y convocar a lo peor, lo más deplorable de esos miedos del pueblo alemán para llevarlo al precipicio, a la guerra y su casi destrucción y a la destrucción de una parte del mundo. Y siempre aparecen aliados, como Mussolini, como Hiroito, como el fundador del fascismo (con otro nombre) el almirante húngaro Nicolás Horthy que entró a Budapest a la cabeza de las tropas, el 16 de noviembre de 1919, muchos años antes de la marcha sobre Roma de Benito Mussolini (el 27 y 29 de octubre de 1922).

En Hungría se produjo el primer movimiento fascista y Horthy fue aliado de Hitler en la guerra mundial, incluyendo la deportación de decena de miles de judíos. Ahora que a la cabeza del gobierno de Budapest tenemos un émulo, ultraderechista, golpista y nacionalista feroz, como ViktorOrbán, es bueno recordarlo.

La oscuridad de una época, se puede medir de muchas maneras, pero una de las principales es por sus bestias, por sus bestialidades. Y en este primer quinto del siglo XXI, tenemos realmente unas cuantas y muy peligrosas.

En materia de monstruos, de bestias, estamos en una etapa adelantada de la definición de Antonio Gramsci: "El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos"¿Vendrá un nuevo mundo? No estamos haciendo mucho para ello.

 

(*) Periodista, escritor, director de UYPRESS.NET y de BITACORA.COM.UY.Uruguay


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