bitacora
ESPACIO PARA PUBLICIDAD
 
 

Senderos para salir de la crisis

imagen

Por Roberto Sansón Mizrahi  (*)

Para salir fortalecidos de la crisis habrá que reforzar la soberanía nacional, cerrar el drenaje de la riqueza del país y orientar la economía hacia el bienestar general y el cuidado ambiental.

Son muchos y diversos los desafíos a encarar para salir fortalecidos de la doble crisis económica y sanitaria. Consideraremos desafíos económicos pero antes vale reconocer que toda construcción se subordina al sustento político que exista para transformar la cascada de negatividades que somete y agobia. A su vez, en democracia, el sustento político se basa en el esclarecimiento, la introspección y organización social que crecen con la determinación o retroceden con la alienación de los pueblos.

La economía política enseña que existen algunas relaciones económicas de naturaleza técnica que es necesario considerar pero que el rumbo y la forma de funcionar del sistema económico están siempre sometidos a la correlación de intereses que predomina en cada sociedad. Una correlación de fuerzas que no suele ser democrática, en el sentido que no priman los votos, las ideas, los anhelos y las propuestas de quienes son mayoría sino, en cambio, el poder que detentan los diferentes actores. Cuando minorías concentran la riqueza de un país, se adueñan de sus principales activos en complicidad con sectores de la política, los medios y la justicia, agigantan su capacidad de incidir significativamente sobre rumbos y formas de funcionar. Logran controlar los mercados, el comercio exterior, las comunicaciones y aquello que les permite alienar y atontar los albedríos; imponen un sentido común que favorece su dominación. Quedan fuera los intereses y las necesidades populares, la libertad política y espiritual de cada quien, la búsqueda de un desarrollo justo y soberano. De esto último tratan las líneas que siguen.

 

Porqué reforzar la soberanía nacional

La soberanía nacional habla de la capacidad que tiene un país de tomar decisiones en favor de cuidar el territorio y los intereses de la entera población, no de representantes foráneos y grupos locales que imponen sus privilegios. De ahí que sea necesario cambiar el rumbo para pasar de la concentración actual de la riqueza a un país con equidad, justicia y cuidado ambiental. Esto es, como describen las culturas andinas, reorientar el esfuerzo de toda la sociedad y sus resultados hacia el buen vivir y el cuidado de la Madre Tierra de modo que siga cobijándonos sin furia destructiva.

Decidir soberanamente no significa aislarse del mundo o desconocer las circunstancias globales en las que vivimos. Es ejercer el propio albedrio considerando el contexto de oportunidades y condicionamientos que el mundo abre y cierra.

 

Dónde concentrar esfuerzos

Si bien habrá que establecer prioridades, la acción transformadora busca cubrir todos los ámbitos y dimensiones del devenir social respetando lo valioso ya logrado. Debe destacarse que es una mayúscula prioridad dar paso a un país que, con los mecanismos que sepa establecer, destierre por completo la miseria de buena parte de su población. No puede existir una sola familia, un solo individuo, que no disponga de un techo digno, salud, educación, trabajo, agua potable, seguridad ambiental y ciudadana. No es cierto que no existen los recursos para lograrlo; es un engaño de los tantos que impone la concentración. Los recursos existen, se generan ciclo tras ciclo productivo; es un arroyo de ingresos que no se detiene, sólo que lo han desviado para que no llegue a toda la población sino a unos pocos del país y de afuera.

Con eso claramente establecido habrá que trabajar en muchos frentes. Es un trabajo en esencia colectivo, imposible de abordar en aislamiento. Cada quien aportando lo suyo. De ahí que en estas líneas escogemos abordar ciertas áreas de mayor significación estratégica como son (i) recuperar el control del ahorro nacional, (ii) cómo aplicarlo en inversión productiva en todo el territorio nacional y (iii) ver de catalizar el talento y la energía que anida en la economía popular, desde siempre castigada con pobreza y escaseces de todo tipo. 

 

¡. Retomar el control del ahorro nacional

En la región, buena parte del ahorro nacional es apropiada por una minoría que la envía al exterior. Quienes fugan los mayores capitales suelen ser subsidiarias de corporaciones internacionales junto con grupos concentrados locales. Esos actores extraen ganancias extraordinarias que no declaran; las obtienen sea por el poder oligopólico que detentan en el mercado local apremiando a proveedores y consumidores, sea por controlar los principales negocios exportadores a través de sub facturar sus ventas a asociados en otras jurisdicciones. La cantidad de recursos que evaden es enorme, año tras año, sin cesar. Las maniobras evasoras cuentan con la complicidad de sectores del sistema financiero que, al hacerlo, se hacen corresponsables de los delitos cometidos. El lucro que obtienen de estas maniobras delictivas esteriliza gran parte del ahorro nacional generado por el esfuerzo de toda la sociedad; es un robo de recursos que podrían reinvertirse en el país en infraestructura social y productiva. La fuga de capitales impide contar con una fuente genuina de financiamiento nacional.

Además, la fuga de capitales alimentada con evasión impositiva hace que los grandes evasores descarguen su responsabilidad tributaria sobre quienes cumplen con el pago de impuestos. Los que lucran con ingresos mal habidos pagan pocos impuestos y el resto se ve forzado a soportar una sobrecarga que no les corresponde.

Difícil salir reforzados de la crisis sin desmontar todos los mecanismos que posibilitan el drenaje de recursos. Habrá que hacer cumplir la legislación vigente sancionando a los que delinquen, junto con ajustar el andamiaje regulatorio para eliminar inconsistencias utilizadas para eludir responsabilidades.  

La acción fiscalizadora debe comenzar por los grandes evasores para luego ordenar todo el sistema tributario. Será necesario pasar de la regresividad actual a la progresividad tributaria, que no es otra cosa que establecer que pagan más los que más tienen, no los sectores medios y populares. Al mismo tiempo y de igual prioridad, habrá que mejorar la asignación del gasto público orientándolo al doble propósito de resolver la deuda social y promover sectores estratégicos para el desarrollo nacional.

Imposible ignorar la necesidad de mejorar el funcionamiento del sistema financiero que debiera concentrarse en financiar actividades productivas abandonando la especulación financiera. La autoridad monetaria tiene instrumentos para orientar la asignación de recursos (parte del ahorro nacional) que los bancos gestionan pero no les pertenecen. No tiene sentido que la banca decida, al margen de los objetivos de desarrollo nacional, a qué actores e iniciativas financia y a cuáles no. Sus estatutos y directorios exigen a los bancos maximizar lucros ponderados por el riesgo que ellos estiman inherentes a cada eventual prestatario. Con ese criterio suelen priorizar a los grandes grupos económicos que pueden o no ser prioritarios para el país pero tienen mayor capacidad de repago. Así se agiganta sin cesar la concentración económica. Mejor sería, como se detalla en el punto siguiente, financiar aquello que mejor sirva a los intereses del país. La autoridad monetaria puede garantizar los ahorros de los depositantes, como ya realiza, y también eventuales dificultades de repago de los préstamos que hubiere inducido realizar.

 

II. Aplicación del ahorro recuperado transformado en inversión  

Complementando el punto anterior, resultará de importancia estratégica decidir cómo conviene orientar la aplicación del ahorro recuperado; qué iniciativas y actores será imprescindible promover. En verdad, las iniciativas que el país requiere son múltiples y los actores diversos; no hay forma de listar ese universo. Pueden en cambio enunciarse algunos criterios de selección que valdría respetar, entre otros los siguientes:

 

(i)               Invertir en actividades y promover actores que contribuyan a corregir los desequilibrios existentes en la matriz productiva que generan recurrentes estrangulamientos (como el de sector externo o escasez de divisas).

(ii)             Desmontar las desigualdades que priman en las cadenas de valor donde las empresas líderes abusan de su poder para concentrar los mayores resultados en detrimento del resto de participantes (pequeñas y medianas empresas que ceden ingresos y capacidad de capitalizarse) y de los consumidores de sus productos.

(iii)           Distribuir las inversiones en todo el territorio nacional para no concentrar y saturar áreas metropolitanas. Esto incluye radicar industrias procesadoras en áreas de producción agropecuaria y minera, cordones de agricultura familiar en torno a ciudades pequeñas e intermedias y, entre tantos otros, amplios programas de construcción habitacional e infraestructura social en esas ciudades y poblados. Por cierto que las áreas metropolitanas no pueden ser olvidadas pero requieren de tratamientos más complejos y diferenciados.

 

3. Un firme apoyo estratégico a la economía popular

Una otra prioridad para aplicar el ahorro recuperado es transformar a fondo la economía popular otorgándole el estratégico papel que desde siempre le fuera negado. No más limosnas sino un apoyo político, económico y tecnológico de excelencia. En este espacio abunda el talento, la energía y, bien alentado, la determinación para ir por lo mejor. Una apretada síntesis, ciertamente incompleta, de cómo establecer un efectivo sistema de apoyo a la economía popular puede verse en Economía popular, espacio estratégico para un más equitativo orden económico y en Fideicomisos especializados en la economía popular.

 

Explorar mejores senderos, no repetir fracasos

Esta doble crisis económica y sanitaria sacude el rumbo y forma de funcionar que nos fuera impuesto. Recordamos que en la crisis global del 2008 los gobiernos asumieron el rescate inyectando recursos públicos para restaurar, no para transformar, el andamiaje económico existente. El resultado fue que los grandes especuladores engrosaron sus patrimonios acelerando dramáticamente el proceso de concentración de la riqueza y el poder decisional que llevaron a mayores inequidades, pobreza, indigencia y destrucción ambiental. ¿Vale repetir esa desastrosa experiencia o explorar otras opciones? Ojala el pulso de los pueblos logre escoger liderazgos que sepan llevarnos por mejores senderos.

 

(*) Roberto Sansón Mizrahi. Economista, planificador regional y urbano, consultor, dirigió empresas, autor de Un país para todos, Crisis global: ajuste o transformación, Democracias capturadas y otros libros, Co-Editor de Opinión Sur www.opinionsur.org.ar


Atrás

 

 

 
Imprimir
Atrás

Agrandar texto

Achicar texto

linea separadora
rss RSS