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Los fatales errores del “modelo italiano”. Entrevista

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Nino Cartabellotta (*)

Nino Cartabellotta es presidente de la Fundación GIMBE ("Grupo Italiano de Medicina Basada en Evidencias"). Desde hace años, el GIMBE estudia y defiende el sistema de salud universal italiano, sin ocultar sus ineficiencias. Elabora anualmente un "Informe sobre la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud", repleto de datos y estadísticas.  

La gestión de la epidemia no ha escapado a su examen. El gobierno alardea del "modelo de Italia", del cual afirma es imitado en todo el mundo, pero el juicio de Cartabellotta, a quien entrevista Andrea Capocci, periodista de il manifesto, es más matizado: "Evidentemente, el 'modelo de Italia' tiene tanto luces como sombras, de las que todo el mundo debería aprender".

¿Qué errores se han cometido?

El error de conjunto se cometió en las primeras semanas: las políticas y medidas de esperar y ver que siguieron a las cifras conocidas ese día, sin tomar en cuenta que eran resultado de acciones, intervenciones y comportamientos puestos en práctica, o no puestros en práctica, dos o tres semanas antes. Durante esta fase inicial, tanto las preocupaciones por la economía del país como las fricciones entre el gobierno y las regiones fueron factores perjudiciales. Dicho de otro modo, faltó valor para cerrarlo todo inmediatamente. El error que en particular hemos pagado más caro es el hecho de que no se había declarado"área de peligro" Alzano Lombardo y Nembro.

¿Sobre qué evidencias deberíamos medir los éxitos y fracasos del enfoque italiano?

El éxito de las medidas de distanciamiento social está claro y a la vista de todos: el porcentaje de crecimiento de los casos diarios cayó del 14.9% el 19 de marzo al 4.1% el 30 de marzo. En los últimos días, se ha estabilizado con modestas variaciones diarias, registrando una fase de "meseta", más que un "pico" real. Por desgracia, las muertes son el peor indicador del fracaso: el 4 de abril, el recuento oficial de fallecidos era de 15.362, una cifra probablemente más baja que la real, además de verse influida por la enorme sobrecarga de hospitales y unidades de cuidados intensivos en Lombardia, donde la tasa bruta de casos de muerte es el doble (17,6%), comparada con la de otras regions (8,9%).

¿Dónde estuvo el mayor fallo en el liderazgo de la emergencia?

El fallo más indignante ha sido, y sigue siendo, la incapacidad de proteger adecuadamente a los profesionales y trabajadores del sector sanitario; a 3 de abril, estaban oficialmente contagiadas 12.052 de ellos, lo que supone una grosera subestimación de la realidad. Esta incapacidad se ha relacionado con los retrasos en la adquisión de EPIs (equipos de protección individual), un proceso que no se inició a tiempo, y no se consiguió aprovechar la ventaja temporal que teníamos respecto a otros países. De modo más general, ha estado ausente la tan mentada "cadena unificada de mando": las regiones han ido -y están yendo cada vez más-cada una por su lado en aspectos relativos a la organización de la asistencia. Desde el número de muestras tomadas al uso de pruebas serológicas no validadas, de la experimentación "a lo loco" con medicamentos a los métodos de comunicación de las cifras de altas a la autoridad de Protección Civil, ha sido una situación de 'federalismo de emergencia', que tendrá que ser objeto, cuando todo se calme, de una reflexion política profunda.

El "modelo de Corea" o el "modelo de Alemania": ¿en cuál tendríamos que habernos inspirado?

La forma de propagación del virus ha sido distinta en diversos países del mundo, así como en las diversas regiones italianas. No hay un modelo que sea válido para todos; el modelo coreano, por ejemplo, habría sido imosible de aplicar en Lombardía, con numerosos brotes en hospitales. Cada país debería poner en práctica, sobre la base de la evidencia científica, su propio "paquete" de intervenciones preventivas, de diagnóstico y de atención, también en relación a la respuesta política, de atención sanitaria y social que puede aplicar. Las herramientas son para todos las mismas (rastreo de casos, cuarentena, distanciamiento social, etc.), pero debe ser oportuna, uniforme y con gran aceptación de la población.

¿Qué lecciones deberíamos sacar de esto para el future de la atención sanitaria?

En primer lugar, la política italiana tendrá que decidir si relanzar el Servicio Nacional de Salud: la desfinanciación de la salud pública en los últimos diez años y todas las herramientas de furtiva privatización (fondos sanitarios complementarios, bienestar empresarial, acreditación oportunista de instalaciones privadas, etc.) han dejado cicatrices muy profundas. En segundo lugar, debe hacerse notar que la "leal colaboración" entre el gobierno y las regiones no funciona en absoluto, y no puede ser el modelo a seguir de nuestra República, que es la responsable de nuestra salud. Por ultimo, tendríamos que acordarnos de mantener siempre un plan nacional de pandemias actualizado: el que se elaboró en 2003 con ocasión del brote de gripe aviar nos habría sido de gran ayuda en la gestión del COVID-19. Por desgracia, sin embargo, nadie se acordó de que existía.

 

(*) Nino Cartabellotta, médico especializado en gastroenterología y medicina interna, fundó en 1995 el GIMBE (Grupo Italiano de Medicina Basada en Evidencias). Es editorialista de la sección de Sanidad del diario económico Il Sole 24 Ore y colaborador de numerosas revistas científicas y médicas.

Fuente: il manifesto global, 7 de abril de 2020

Traducción: Lucas Antón


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