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Elecciones en EE.UU. La batalla por el supermartes (Continuaciòn)

En la ejecución de su plan, Bloomberg decidió no participar en la carrera por los estados de apertura para evitar las críticas de sus adversarios y el escrutinio público.

 Bloomberg puede permitirse prescindir de los pocos delegados que se reparten en estos estados, y tampoco necesita el momentum derivado de competir en ellos, pues es propietario del emporio de comunicaciones Bloomberg News a través de su empresa matriz Bloomberg LP. Con este medio y con su inmensa fortuna y notoriedad pública puede comprar la suficiente atención mediática como para construir un momentum por sí mismo. Y así ocurrió desde que anunciara su candidatura el 24 de noviembre de 2019. Mientras sus competidores invertían una parte sustancial de sus fondos y energía personal en los estados de apertura para ganar el momentum (aunque muy pocos delegados), Bloomberg realizó una campaña estratégica de carácter masivo en los estados del supermartes (que reparten muchísimos más delegados), y durante semanas estuvo virtualmente solo sobre el terreno. Esta estrategia disparó las alarmas entre sus competidores ante la perspectiva de llegar exhaustos de fondos al supermartes mientras Bloomberg invertía en estos estados una fortuna superior a los fondos recaudados por los cuatro principales candidatos demócratas juntos, tal y como se puede apreciar en la siguiente tabla:

A diferencia del resto de candidatos Bloomberg no acepta donaciones, y los 409 millones que ha invertido en su campaña provienen de sus fondos personales. Pero esta cantidad es tan solo una pequeña fracción de todo el dinero que Bloomberg puede invertir potencialmente en su campaña. La revista Forbes calcula su patrimonio en 59.600 millones de dólares, lo que le convertiría en la 8º persona más rica de Estados Unidos y la 12º del mundo; Trump cuenta con 3.100 millones de dólares, un patrimonio veinte veces inferior, lo que muestra la magnitud de la fortuna de Bloomberg.  Por supuesto, aquí se están comparando el patrimonio de dos grandes multimillonarios, que no equivale a la cantidad de fondos líquidos que pueden movilizar monetariamente, pero estas cifras ofrecen una idea aproximada de los fondos de los que cada uno de ellos podría llegar a disponer para promover sus nominaciones. Esto introduce la pregunta sobre si la deslegitimación de la clase política en nuestros sistemas democráticos pudiera estar dando lugar a una nueva era, en la que las grandes fortunas se estarían planteando dejar de influir indirectamente en la política a través de sus donaciones, y utilizar en cambio sus grandes fondos para comprar las nominaciones presidenciales.

Ahora bien, con sus miles de millones de dólares Bloomberg no ha comprado solo anuncios electorales y propaganda en las redes sociales, tal y como reveló el New York Times en un artículo del 15 de febrero, sino que se habría convertido en los últimos cuatro años en el máximo donante del Partido Demócrata y sus causas políticas. Esto incluiría las campañas de los actuales superdelegados, quienes tendrían pocos estímulos para contrariar a su principal donante. Ahora bien, la estrategia de Bloomberg ha sido mucho más sutil que el condicionamiento económico de los líderes del Partido Demócrata. La parte sustancial de sus donaciones ha ido a parar en concepto de filantropía social a causas favorables al partido demócrata, por lo que su capacidad de coacción va mucho más allá de la cúpula del partido, y se extiende hasta la iniciativa de base, menos sospechosa de estar aliada con el poder de Washington. De esta manera, Bloomberg ha ido ganando en tan poco tiempo tantos apoyos en todos los niveles del Partido Demócrata a pesar de ser un outsider. Su apoyo es especialmente importante entre los alcaldes, pues muchos dependen de sus fondos para llevar a cabo sus políticas municipales y para ser reelegidos en sus cargos. Su rápido crecimiento en la expectativa de apoyo entre los afroamericanos también es el resultado de esta estrategia: al haber invertido sumas millonarias en legislación de restricción de armas y en apoyar a candidatos afroamericanos, Bloomberg es percibido automáticamente como un aliado por este sector, a pesar de contar con un pésimo historial en su trato a los miembros de esta comunidad en su época de alcalde de Nueva York.

La deslegitimación de la clase política ¿puede estar dando lugar a una nueva era, en la que las grandes fortunas se estarían planteando dejar de influir indirectamente en la política a través de sus donaciones, y utilizar en cambio sus grandes fondos para comprar las nominaciones presidenciales?

Esta es a grandes rasgos la estrategia de Bloomberg para comprar la nominación demócrata: invertir durante años en los candidatos y políticas de uno de los principales partidos hasta convertirse en una fuente de financiación irrenunciable a la que el partido no puede contrariar, para más tarde saltar a las primarias, sobornar al Comité Nacional Demócrata para que cambie las reglas de juego en pleno proceso, de modo que le permitan competir directamente en el supermartes sin haber participado en los estados de apertura, pero sí en los debates, e invertir cantidades millonarias en los estados con más delegados mientras el resto de candidatos se despellejan entre ellos por un momentum que Bloomberg puede fabricar a través de su emporio de comunicación Bloomberg News. 

Los resultados, sin embargo, no están siendo tan prometedores como cabría esperar, y en esto ha influido decisivamente su desastrosa intervención en los debates electorales de Nevada y Carolina del Sur. Con anterioridad a estos debates, varias encuestas de gran calado y representatividad, como el Morning Consult (19/02/2020), situaban el apoyo a Bloomberg a nivel nacional en el 20%, un punto por encima de Biden y a ocho puntos de Sanders, quien lidera la encuesta. Pero tras los debates, Bloomberg ha comenzado a experimentar una tendencia descendiente en sus apoyos y, tras el debate de Carolina del Sur, el agregado de encuestas FiveThirtyEight, del controvertido pero eficaz Nate Silver, otorga a Bloomberg tan solo una posibilidad entre 50 de ganar la nominación, frente a 1 posibilidad entre 8 que otorga a Biden, o 1 entre 5 a Sanders.

Pero lo cierto es que, al no participar en ninguna contienda electoral hasta el supermartes, no contamos con referencias tangibles sobre las tendencias de sus apoyos reales (o su pérdida), más allá de un escenario de encuestas muy volátiles que prácticamente dan un giro de 180 grados cada semana. A esta situación la he denominado el "factor Bloomberg", pues de lo único que podemos estar seguros es de que Bloomberg cuenta con los recursos y el capital político para condicionar los resultados de estas primarias, pero el cómo lo hará aún no es posible determinarlo. Por este motivo he considerado dos posibles escenarios para el supermartes según la operación de Bloomberg tenga éxito o fracase: el Bloomentum y el Bloomfail.

La hipótesis del Bloomentum plantea un escenario en donde todas las inversiones realizadas por el multimillonario dan sus frutos, con lo que Bloomberg consigue imponerse a Biden como el candidato moderado gracias a que los votantes afroamericanos deciden favorecerle frente a su anterior candidato. En este escenario, Sanders seguiría dominando los resultados totales del supermartes, pero con el ascenso de Bloomberg sobre Biden la campaña del vicepresidente colapsaría al no poder presentar el supermartes como su resurrección política, y de no renunciar por voluntad propia, sería presionado por el partido para que lo hiciera. De esta manera el establishment contaría con un candidato viable con el que poder combatir el ascenso de Sanders, con Bloomberg financiando la contraofensiva. Este escenario sería muy favorable a Sanders en términos discursivos, pues daría cuerpo de manera inmejorable a la narrativa de su campaña como una lucha contra el establishment y los multimillonarios. Pero la pelea por el resto de los delegados sería mucho más complicada y encarnizada debido a la asimetría financiera entre ambas campañas. La estrategia de Bloomberg en este escenario no sería tanto ganar las primarias, sino impedir que Sanders obtuviera una mayoría de delegados, lo que permitiría ir a una segunda vuelta, en donde votan también los superdelegados, para que estos otorgasen a Bloomberg la victoria.

Nate Silver, otorga a Bloomberg tan solo una posibilidad entre 50 de ganar la nominación, frente a 1 posibilidad entre 8 que otorga a Biden, o 1 entre 5 a Sanders

Una segunda hipótesis va cobrando más fuerza durante la semana previa al supermartes, y es la hipótesis del Bloomfail. Para esta hipótesis doy por buena la tendencia que se observa en el agregado de encuestas FiveThirtyEight, que otorga a Biden una recuperación alcista en su perspectiva de voto en todos los estados tras los dos últimos debates, especialmente en los del Sur. Esta tendencia se vería fortalecida por los buenos augurios que tiene su candidatura para vencer en Carolina del Sur, uno de los estados con mayor número de afroamericanos de todo el país. En este escenario, Biden disfrutaría de un momentum sobrevenido que, si bien no le permitiría alcanzar en el corto plazo a Sanders, sí que le serviría para evitar el asalto de Bloomberg y Buttigieg sobre su coalición de votantes, afianzándose en el supermartes como el candidato más votado entre los centristas. Este escenario daría lugar a un cierre de filas alrededor de su figura de entre los muchos superdelegados que aún siguen indecisos, lo que reforzaría su tendencia alcista durante el resto de las primarias. 

Este escenario cuenta sin embargo con muchos imponderables secundarios que darían lugar a una evolución de las primarias por caminos divergentes. Uno de los imponderables sería la distancia que separaría a Biden de Bloomberg como el candidato centrista más votado, pues no estaríamos ante el mismo escenario si el vicepresidente consigue imponerse claramente al multimillonario, a si la ventaja es lo suficientemente exigua como para que Bloomberg tenga motivos para continuar en la carrera con la esperanza de sobrepasarle en un futuro por la diferencia de fondos entre ambos candidatos. En el primer caso Sanders se encontraría en apuros, porque Biden es el único candidato que cuenta con una coalición de votantes lo suficientemente amplia como para rivalizar con la suya, y es competitivo en varios grupos demográficos en los que Sanders también es fuerte, como la clase trabajadora blanca de los Grandes Lagos, o entre la población mayor de las minorías raciales. El segundo caso es, sin embargo, la situación más favorable para Sanders, pues en un escenario post-supermartes en el que sus adversarios decidieran continuar compitiendo entre sí por ver quién representa a la alternativa anti-Sanders, esto provocaría una división en el voto moderado que podría dar lugar a la pérdida de muchos delegados en aquellas circunscripciones en las que Biden o Bloomberg no lleguen a un 15% de los votos. La fractura en el campo moderado despejaría a Sanders su camino hacia la victoria, tanto en términos aritméticos por la capacidad de arrebatar a ambos candidatos delegados, como por la posibilidad de presentarse ante el electorado como la única opción factible para llevar la unidad al partido.

Otro imponderable relevante es si Obama saldrá de su actual neutralidad, pues por el momento mantiene su palabra de no favorecer a ningún candidato. Desde hace semanas, Obama lleva siendo objeto de muchas presiones para que se decante por algún moderado y ayude al partido a frenar a Sanders. Esto podría ocurrir tras el supermartes si Biden logra buenos resultados, o incluso en vísperas de la cita electoral, siendo este caso aún más desastroso para Sanders. Sin embargo, a pesar de las súplicas de muchos miembros del partido, veo poco probable que Obama vaya a cambiar de parecer, pues en su memoria sigue viva su experiencia de las primarias de 2008, en las que él era el candidato alternativo al establishment de los Clinton, quienes hicieron todo lo posible para frenar su ascenso. Obama es consciente de que si un antiguo presidente hubiera hecho en 2008 lo que le están pidiendo a él, lo más probable es que no hubiera podido derrotar a Clinton, y si bien difiere con Sanders en sus posiciones políticas, su experiencia personal en las primarias le hace simpatizar de algún modo con su situación, por lo menos en lo referido a mantener su neutralidad.

Estos son a mi juicio los dos escenarios más factibles para el supermartes, y en ambos Bernie Sanders se impondrá como el ganador en términos absolutos, tanto en voto popular como en la asignación de delegados. Esto no significa que Sanders vaya a vencer en todas las regiones del país, y tampoco que el relato de los grandes medios de comunicación vaya a reflejar esta victoria probable de Sanders. Por otra parte, resulta igualmente importante considerar la dinámica electoral que se genere tras esta noche, pues esta condicionará las votaciones de las primarias de los siguientes meses y semanas. Por este motivo he propuesto la posibilidad de estos dos escenarios, el Bloomentum y el Bloomfail, pues cada uno dará lugar a unas primarias completamente distintas.

La fractura en el campo moderado despejaría a Sanders su camino hacia la victoria, tanto en términos aritméticos por la capacidad de arrebatar a ambos candidatos delegados, como por la posibilidad de presentarse ante el electorado como la única opción factible para llevar la unidad al partido

Independientemente del escenario que emerja del supermartes, el proceso de votación en esta jornada va a seguir una lógica electoral muy precisa como resultado de que los estados continentales estadounidenses se encuentren repartidos en cuatro husos horarios distintos. Las votaciones de la costa Oeste terminarán cuatro horas después que las de la costa Este, pero los principales medios de comunicación se rigen por el horario de la costa atlántica, por lo que el relato sobre los resultados provisionales del supermartes se construirá a partir de los datos preliminares de la costa Este. Este punto es importante, porque los apoyos de Sanders son más sólidos en los estados más occidentales del país, mientras que los orientales muestran una competición más ajustada entre Sanders, Bloomberg y Biden. Teniendo en cuenta el comportamiento de los medios de comunicación en las votaciones de Iowa, New Hampshire y Nevada, esto seguramente dará lugar a un relato inicial sobre el fracaso de Sanders en esta noche electoral, que podría ir cambiando hacia un discurso alarmista según se vayan conociendo los datos de la costa Oeste durante los siguientes días.

Los primeros datos provisionales en llegar serán los de las regiones de Nueva Inglaterra y el Sur. De entre los estados de Nueva Inglaterra votarán Maine, Vermont y Massachusetts. Sanders tendrá un dominio absoluto de Vermont, unos resultados en Maine similares a los de Nevada, y es muy probable que derrote a Warren en su propio estado de Massachusetts, complicando aún más su carrera presidencial y poniéndola a las puertas de la renuncia. Nueva Inglaterra mostrará un claro apoyo a Sanders sobre el resto de las candidaturas. El Sur en cambio va a mostrar el patrón de voto más dividido de la noche, dibujando un escenario más parecido a los resultados de Iowa y New Hampshire, donde el ganador (sea quien sea) obtendrá su victoria con poco margen con respecto a sus competidores. Entre estos estados, Sanders será más fuerte en Virginia, pero con poco margen, y quizás consiga alguna victoria más en estados como Oklahoma, Arkansas, o Carolina del Norte, pero estos tres tienen igual de posibilidades de ser conquistados por Biden o Bloomberg, mientras que Tennessee y Alabama tienen una alta probabilidad de acabar apoyando a Biden por un alto margen. 

Con una hora más de diferencia votarán dos estados determinantes para el resultado de la noche electoral: Texas y Minnesota. En Minnesota, Sanders y Klobuchar se encuentran empatados, con una ligera ventaja para la senadora en su propio estado pero si Sanders vence, la renuncia de Klobuchar estará asegurada. Texas será la pieza determinante para el relato sobre los resultados de la noche electoral (mientras que California lo será para la victoria en delegados) pues, al ser el segundo estado que reparte más delegados, su importancia simbólica es enorme, y además será con sus resultados con los que se cierre el ciclo informativo de la noche. En este estado es donde Biden parece estar experimentando su mayor remontada, al punto de sacar una ligera ventaja a Sanders en las últimas encuestas. Si Biden gana en Texas, aunque sea por un margen exiguo, esa será la noticia de la noche electoral, marcando la narrativa general sobre los resultados del supermartes (independientemente de cuáles acaben siendo los resultados definitivos). Pero si Sanders consigue aguantar y dominar en este estado, el pánico cundirá entre los medios de comunicación mayoritarios.

Si Biden gana en Texas, aunque sea por un margen exiguo, esa será la noticia de la noche electoral

Finalmente votarán los estados del Oeste: Colorado y Utah con 3 horas de diferencia, California con 4 horas de diferencia, y la Samoa Americana (un territorio no incorporado, que es una forma elegante de decir "colonia") votará con 9 horas de diferencia. Salvo en la Samoa Americana, donde la disputa se encuentra más ajustada entre Sanders y Biden, en el resto de los territorios va a dominar el senador de Vermont con sus mejores resultados de la contienda. En Utah y Colorado su victoria será incontestable, con niveles parecidos a Nevada o superiores (son estados vecinos). En California sus competidores tendrán mejores resultados, pero Sanders será el ganador indiscutible, llevándose consigo un número nada desdeñable de delegados que le acercarán un poco más a la nominación. California es el estado que más delegados otorga, 415 de los 3.979, por lo que la dimensión de la victoria de Sanders en el largo plazo de las primarias se va a medir en base a la cantidad de delegados que consiga en este estado.

A pesar de sus previsibles buenos resultados en la costa Oeste, Sanders no podrá rentabilizarlos en el corto plazo, ya que el recuento en esta zona se retrasará toda la semana, especialmente en California, donde está permitido votar por correo hasta el mismo supermartes, por lo que es previsible que los resultados finales de estos estados tarden bastante en llegar, y dañen así, en el corto plazo, la narrativa sobre la victoria de Sanders (a menos que conquiste Texas).

Con mucha seguridad Tom Steyer y Tulsi Gabbard anunciarán el fin de su campaña con los resultados del supermartes. Amy Klobuchar tiene también bastantes probabilidades de abandonar (aunque resista ante Sanders) y existe una ligera posibilidad de que Elizabeth Warren también desista, aunque sus planes por el momento consisten en aguantar hasta la convención. Esta será una noche dura para Pete Buttigieg, que solo tiene posibilidad de sacar algunos delegados en Massachusetts y California. Continuará en las primarias, pero su estrella inicial se apagará esa noche y lo único que conseguirá será restar delegados a los moderados en las sucesivas contiendas. O bien Michael Bloomberg, o bien Joe Biden emergerá como la figura de referencia entre los moderados, pero si el resultado entre ambos es muy ajustado, emprenderán una guerra fratricida por el centro que en último término beneficiaría a Bernie Sanders, que será el ganador de la noche, al menos en voto popular y delegados. 

El establishment demócrata y los superdelegados ya no ocultan que su objetivo es llegar a una convención fracturada en la que forzar a una segunda votación e imponer a su candidato al margen de la voluntad democrática de las primarias

Pero la gran pregunta que aún no tiene respuesta es si esto será suficiente para poner a Sanders en el trayecto para conquistar la nominación demócrata. En cada estado los delegados se reparten en base a dos criterios: una parte de ellos se dividen de manera proporcional entre todos los candidatos según sus resultados totales, pero excluyendo del reparto los candidatos que no lleguen a un 15% de los votos totales. Hay otro grupo de delegados que se reparte en base a los resultados en cada circunscripción al Congreso, por lo que, si un candidato obtiene menos de un 15% a nivel estatal, pero más de un 15% concentrado en un distrito congresional, puede optar a algún delegado por ese distrito. Esto es importante tenerlo en cuenta, porque si el voto moderado continúa dividido, es muy probable que se pierdan muchos votos de los candidatos que no alcancen el 15% a nivel estatal, con lo que Sanders podría llegar a tener el 51% de los delegados sin llegar a la mayoría absoluta en votos. Pero por el momento la opción que parece más probable es que Sanders vencerá en número de delegados como el candidato más votado (victory by plurality), pero sin conseguir una mayoría absoluta (victory by majority). 

Los estatutos de la convención de Milwaukee especifican que si ninguna candidatura obtiene una mayoría absoluta de delegados (1.990 delegados) en primera votación, se llamará a una segunda en donde podrán votar los superdelegados, y en la que los delegados estatales ya no tendrán por qué obedecer el mandato de su estado (si bien el mandato imperativo tampoco es legalmente vinculante en la primera votación, es lo que se espera de ellos). El establishment demócrata y los superdelegados ya no ocultan que su objetivo es llegar a una convención fracturada en la que forzar a una segunda votación e imponer a su candidato al margen de la voluntad democrática de las primarias. Incluso aunque esta estrategia ponga en peligro la integridad y supervivencia del partido, y regale de manera segura la reelección a Trump. Pero su odio a Sanders y el temor a perder su predominio sobre el partido les ha conducido a una situación en donde muchos prefieren verlo desaparecer antes que transformado. Por este motivo, el equipo de Sanders debe trabajar tras el supermartes en asegurarse la lealtad de más superdelegados. La mayoría no han terminado de escoger bando, a la espera de ver quién lidera la carrera para sumarse a caballo ganador. El equipo de Sanders necesita evitar a toda costa la segunda vuelta y, en caso de que no lo consiga, necesitará aliados con los que resistir la ofensiva de la dirección del partido.

La batalla por el supermartes se encuentra en la recta final y su resultado marcará el destino de la guerra por las primarias demócratas. El campo de batalla se encuentra muy disputado, pero al igual que les pasó a los Stark en Juego de Tronos, la candidatura de Sanders puede llegar a ganar todas las batallas, para acabar perdiendo la guerra. La convención de Milwaukee se convertiría en su particular boda roja y, en este caso, la decepción de la base demócrata será más intensa que la de los fans de Juego de Tronos con la última temporada de la serie. En este escenario, Donald Trump, como el Rey de la Noche tras derribar el muro, avanzará con todos sus caminantes blancos ataviados con sus gorras rojas por las tierras de Poniente, sin que nadie pueda hacerle frente efectivo en la carrera por la reelección.

 

(*) Marcos Reguera es politólogo y doctor en Historia.


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